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Algo elemental

Javier Fernández de Castro

 

Pongamos un lector medio (por ejemplo yo) que haya leído u oído cosas de Eliot Weinberger pero que se sepa incapaz de decir cosas de él con un mínimo de sentido. Y pongamos a dicho lector medio en la tesitura de leer en último libro de Weinberger traducido al castellano, Algo elemental.  

Gracias al Prólogo el lector sabrá qué pasaba en el Imperio azteca cuando, una vez cada cincuenta y dos años, el mundo se acercaba a su fin. El capítulo primero habla del viento, primero de forma poética y casi de inmediato centrado en la China clásica. El ensayo siguiente incide de nuevo en China y a continuación vienen  cuatro páginas glosando quisicosas de ese pajarillo encantador pero que en castellano le han adjudicado el desgraciado nombre de "chochín".  A continuación, noticias sobre la cultura Nazca, de Perú; el caso de un místico monje italiano del siglo XVII al que la Iglesia recluyó en un remoto monasterio porque era capaz de revolotear por encima de las copas de los árboles; también una semblanza de Martin Afonso de Souza, un espadachín portugués del siglo XVI; otra vez la China clásica, en esta ocasión a costa de la primavera; los lacandones; China desde la caída de los Han hasta el ascenso de los Hui. Sobre los kalutis. Noticia sobre  Santa Perpetua transcrita de un libro mientras la hija del autor pinta huevos de pascua; sobre los tigres; el lapso taoísta; el asno de Abu al-Anbas, etc.

Más allá de estos quince primeros capítulos al lector todavía le aguardan cosas como una larga disquisición sobre el Vórtice (cap. 26, veintitantas páginas), el Invierno (capítulo 28, tres páginas), el Rinoceronte (cap. 29, dieciséis páginas) o el Sáhara (capítulo 33, una sola línea).

          A estas alturas el lector ya tiene al menos una certeza: Weinberger "suena" a Borges. Y, en efecto, una pequeña investigación al respecto confirma que no sólo lo tradujo con reconocido acierto sino que le conoció personalmente y lo trató durante muchos años. Es asimismo traductor con idéntico acierto de Octavio Paz y Vicente Huidobro, entre otros.

Pero también a estas alturas, al lector también se le habrá planteado una duda que puede hacerse extensiva a las primeras (y maravilladas) lecturas del viejo Borges: como éste, Weinberger posee una prosa elegante y sugestiva, y un estilo tan ágil que le permite pasar de unos temas a otros, o saltar de cultura en cultura sin perder el hilo discursivo. 

Sin embargo, situarse deliberadamente en un campo de juego delimitado por la erudición,  la poesía y la prosa poética, la evocación histórica, la autoridad arqueológica o la fábula moral tiene el peligro de poder convertir una recopilación de ensayos como Algo elemental en una especie de sopa monofisista, por llamar de alguna forma a un texto en el que cada uno de los ingredientes antes mencionados (erudición, poesía, historia, arqueología o fábula moral) no mantengan sus respectivas identidades y queden subsumidos en un tono que podría calificarse de "borgiano" o "weinbergeriano" por la misma razón que, aun leyéndolo de pasada, se puede reconocer un texto "chatwiniano".

Si la duda arrecia según van pasando los capítulos, el lector medio (es decir, aquel que dispone de una formación mediana)  tiene a su alcance la posibilidad de interrumpir la lectura para iniciar una investigación que le permita determinar si Weinberger es un hombre de fundamento o si por el contrario  se limita a ir pescando al vuelo cosas de aquí y de allá para cocinar su particular sopa monofisista.

La primera comprobación puede realizarse al final del libro, en el apéndice titulado Fuentes bibliográficas. Si los autores ahí reseñados (unos 250, calculados a ojo) no ofrecen suficiente garantía, los investigadores más perezosos pueden enfrascarse en la abundante información que ofrece Internet. Por ejemplo una larga conversación (4.600 palabras) de Weinberger con Kent Johnson (http://jacketmagazine.com/),  otro largo pero fascinante artículo de Weinberger sobre la traducción (7.400 palabras, http://www.fascicle.com/issue01/Poets/weinberger1.htm) o la critica de Nathaniel Tarn a Oranges & Peanuts for Sale, de Eliot Weinberger (http://www.jacketmagazine.com/39/tarn-r-weinberger-rb-tarn.shtml).  Aunque lo más lógico (si bien no lo más sencillo) sería acudir a los textos del propio Weinberger, entre ellos Works on Paper, Outside Stories, Written Reaction, The Stars, Muhammad, o el ya citado Oranges & Peanuts for Sale (editado en  2009). Otro libro suyo anterior, Karmic Traces (del que hay una versión castellana editada en Méjico y traducida como Trazas kármicas) es asimismo un libro bastante esclarecedor  porque es una recopilación de sus viajes al desierto de Atacama, Islandia y Hong-kong, y da bastantes datos acerca de sí mismo.

 Aunque, sin duda, si se trata de conocer detalles personales de Weinberger es muy recomendable un artículo suyo titulado "Una postal desde China", traducido al castellano por la revista online Elmalpensante com (http://www.elmalpensante.com/index.php?doc=display_autor&id=240) y en el que Weinberger cuenta un viaje a China para participar en el Festival Internacional de Poesía Ciudad Centenaria en Chengdu. Pese a ser un evento casi en familia no se pudo celebrar porque lo clausuró la policía, lo cual le permitió viajar extensamente por las nuevas realizaciones de la China del siglo XXI. Alucinante.

                En resumidas cuentas: Algo elemental es un libro altamente recomendable, aunque no para ser leído de una sentada.  Es mejor ir picoteando de aquí para allá, exactamente como hace el propio autor, y elegir aquellos textos que en cada momento suenen más sugestivos.

 

 

Algo elemental

Eliot Weinberger

Atalanta

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Javier Fernández de Castro

Javier Fernández de Castro (Aranda de Duero, Burgos, 1942- Fontrubí, Barcelona, 2020) ejerció entre otros los oficios de corresponsal de prensa (Londres) y profesor universitario (San Sebastián), aunque mayoritariamente su actividad laboral estuvo vinculada al mundo editorial.  En paralelo a sus trabajos para unos y otros, se dedicó asiduamente a la escritura, contando en su haber con una decena de libros, en especial novelas.

Entre sus novelas se podrían destacar Laberinto de fango (1981), La novia del capitán (1986), La guerra de los trofeos (1986), Tiempo de Beleño ( 1995) y La tierra prometida (Premio Ciudad de Barcelona 1999). En el año 2000 publicó El cuento de la mucha muerte, rebautizado como Crónica por el editor, y que es la continuación de La tierra prometida. En 2008 apareció en Editorial  Bruguera,  Tres cuentos de otoño, su primera pero no última incursión en el relato corto. Póstumamente se ha publicado Una casa en el desierto (Alfaguara 2021).

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