Iván Thays
Pelota dividida entre México (Villoro) y Caparrós (Argentina)
Me pregunto: ¿No habrá alguna forma, una llave caprichosa, en la que México y Argentina terminen enfrentándose como en el Mundial de Alemania 2006? ¿Una revancha a ese partido trenzado y difícil que terminó ganando argentina en el entretiempo pero los dejó agotados contra Alemania? Y si la hay ¿qué pasará con el blog DE TOQUE A TOQUE entre Martín Caparrós y Juan Villoro en Letras Libres? Por lo pronto, todo es amistad, jogo bonito, fair play. Pero esos dos titanes en el duelo literario, los que nunca pierden, deberían poder enfrentarse uno contra otro al menos en el Playstation 3.
Es fácil seguir el enfrentamiento. Ataca siempre Argentina con Caparrós a la cabeza y su ya célebre ?no estoy de acuerdo?. Incisivo, peligroso, un desbordante volante libre a lo Jonás Gutiérrez, no estará de acuerdo en nada y encimará a México que, con un volante de contención capaz de trepar (siempre sutilmente) al área rival como es Juan Villoro tendrá un oponente que primero lo dejará entrar, le dará seguridad, lo dejará desplegarse todo lo que quiera? y luego, con elegancia, sin ir jamás al jugador contrario pero usando siempre la fuerza del otro (como en el judo), irá avanzando de a pocos, avanza y retrocede, un juego en el que parece que Caparrós tiene la bola pero la tiene siempre Villoro, jugando en pared consigo mismo, diciendo ?tienes razón, pienso igual a ti, nunca he visto tanta lucidez pero?? y en el pero está la puntita maléfica, el pase del desprecio, la rabona, la pelota escondida.
Veamos el primer toque, el de Juan Villoro:
En otra parte de Boquita dices que el hincha argentino encara cada Mundial pensando qué tan lejos llegará su selección y te preguntas en qué se interesan los países que saben que no van a ganar. Querido nómada: ése es el caso de México. Somos actores de reparto casi fijos; pertenecemos a la élite de los cinco viajeros frecuentes a los Mundiales (los otros son Brasil, Alemania, Italia y Argentina). Ahorro el cruel repaso de nuestro rendimiento. Y sin embargo, nos ilusiona Sudáfrica. La obsesión concreta es llegar al quinto partido (en las últimas cuatro Copas nos hemos quedado en el cuarto); la obsesión metafísica es hacer algo raro y recordable: un gol de joroba de Cuauhtémoc Blanco. No esperamos milagros mayores, pero 16 mil mexicanos han acabado con sus ahorros para estar en Sudáfrica. La mayoría de ellos son paisanos que viven en Estados Unidos y encuentran en la selección un símbolo identitario o al menos una proliferación de Speedy González.
Veamos ahora la respuesta de Martín Caparrós:
El gol es una irregularidad, una excepción extrema ?porque el fútbol es fracaso casi siempre. El fútbol ofrece una moraleja que, por suerte, no solemos leer: el 98 por ciento de un partido consiste en intentonas: tentativas fracasadas de aproximación a la única meta decisiva. Una montaña de fracasos y, sin embargo, los jugadores no dejan de intentarlo: eso es el fútbol ?pero no lo cuenten: si lo llega a descubrir un cura o un pastor o un novelista malo hacen un desastre. El fútbol es fiasco, desengaño, cabezonería: todo para llegar al gol y el gol no llega Pero a veces llega ?incluso la selección mexicana, recuerdo, ha hecho algún gol alguna vez? y entonces el gol es, también, la consagración de un modo de suponer el mundo: que todo es posible de repente, que no importa el proceso sino ese momento, que uno ?su equipo? puede haberse pasado toda la tarde colgado del travesaño y peloteado y que siempre cabe la esperanza del zapatazo salvador. En la vida las cosas no se definen, como en el fútbol, en un instante extraordinario. Van pasando de a poco, se extienden en el tiempo, no son como aquel gol en el último minuto o el penal atajado que termina de sacarte campeón ?de una vez, para siempre. No son, tampoco, ese momento en que te embocan, que te ponen, que te rompen el orto, que te empoman, ese segundo de incredulidad en que lo terrible está por suceder pero todavía puede ser que no y el segundo siguiente, cuando la pelota ya está adentro de tu arco, la perplejidad, la desazón que no admite respuestas ?no se puede gritar, saltar, desgañitarse?, que te lleva a un segundo de una parálisis perfecta, justo antes de la puteada o la extrema desazón. Ese momento en que lo peor acaba de pasar sin que puedas evitarlo de ninguna manera, en que la amenaza acaba de convertirse en realidad, en que ya está ?en que nada puede ser modificado pero, al mismo tiempo, todo es demasiado reciente como para haberlo aceptado todavía. Ese momento de mierda en que te acaban de meter un gol ?remember, caro güey, Maxi Rodríguez.
¿Vieron? La sutileza y la aguda falsa modestia mexicana contra la boquilla suelta, el arrebato, la ironía y la puteada argentina. Tal para cual. Pero esto, señores, es solo el comienzo de un partido de largas e imprevisibles consecuencias.
PD.- Por cierto, no es el único blog del Mundial en LETRAS LIBRES. También hay uno de la redacción.