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Blogs de autor

La vana tarea de las palabras

Por 22 de febrero de 2012 Sin comentarios

Iván Thays

Vanitas. Foto: sibileishons
Un nuevo post en ?Vano Oficio? mi blog en El País. Aquí explico el origen del título del blog y de mi fenecido programa de TV.
Dice:

En el 2000 había publicado un libro titulado La disciplina de la vanidad (intento de hacer un retrato del artista adolescente, pero con agentes literarios y encuentros de escritores) cuando recibí la llamada del gerente de TV del canal de Estado ofreciéndome una entrevista. Ya había sido entrevistado varias veces, en ese canal y en otros, así que no me sorprendí tanto, pedí la hora y el día y estuve puntual. Pero esta vez, en lugar de conducirme hacia el set o pasar por maquillaje, me llevaron a la sala del presidente del canal y entre él y el gerente me tuvieron sentado y hablándome unos diez minutos antes de que pudiera darme cuenta de que, en realidad, era una entrevista de trabajo.
Fue así que me ofrecieron conducir un programa de TV sobre literatura. No tenía ninguna experiencia en TV, más allá de esporádicas entrevistas, pero sí bastante arrojo, así que acepté. Antes tenía que pasar por una prueba, que en televisión se llama ?programa piloto?, y me preguntaron a quién podía entrevistar. Por coincidencia, el escritor secreto menos secreto de América Latina, Mario Bellatin, estaba alojado en mi casa por esos días así que lo propuse y les pareció estupenda la idea. Ahora solo faltaba pensar en un nombre para el programa. Me propusieron uno malísimo: ?El Aleph?. Les advertí que de ninguna manera aceptaría un nombre que tuviese que ver con escritores, libros o letras. ¿Entonces cuál? El primero que vino a mi mente fue ?Vano Oficio?.
No era la primera vez que intentaba colocar el nombre de ?Vano Oficio? sobre mi firma. Mucho antes, a fines de los años 80, propuse tener una columna cultural con ese nombre en un suplemento dominical. La columna pretendía ser un ensamblaje arbitrario de ideas y noticias literarias, algo así como un blog antes de que los blogs existieran, que al editor no le hizo gracia. Pero habían pasado varios años de eso y había llegado el momento de desempolvar el nombre que tanto me gustaba (y que, además, se había reactivado con la escritura de La disciplina de la vanidad) y así lo hice.
Desde luego, muchos de los escritores que pasaron por mi set durante los siete años que duró el programa me preguntaron, algunos con suspicacia, otros con curiosidad y varios con bastante rudeza, por qué se llamaba así el programa y si yo, realmente, era un snob que pensaba que la literatura era una hoguera de vanidades. A todo aquel que quisiera escucharme le explicaba el origen del nombre y lo que significaba para mí. No creo haber sido muy convincente; los veía retirarse con la sospecha de que el título del programa era, más bien, un pretexto para camuflar mi cabalgante vanidad.
Ahora intento explicarlo otra vez.
El nombre surge de un poema de Luis Cernuda titulado ?La gloria del poeta? y, más precisamente, de unos versos de ese poema: ?Porque me cansa la vana tarea de las palabras,/Como al niño las dulces piedrecillas,/ Que arroja a un lago, para ver estremecer su calma/Con el reflejo de un gran ala misteriosa?. Siempre me gustó que el poeta representase la ?tarea de las palabras? como un niño arrojando piedras para ver estremecerse al lago, aunque sea solo por unos segundos. El niño y el poeta saben que luego el lago volverá a su habitual calma y ni las piedrecillas ni las palabras habrán logrado dejar huella. Es decir, una tarea ?vana? no por vanidosa sino por inútil. Como decía Gustave Flaubert : los escritores intentan hacer una música celestial capaz de estremecer a las estrellas, pero su musiquita apenas basta para hacer bailar a los osos. Pero si la palabra ?vana? implica la inutilidad del esfuerzo, el sin sentido de querer lograr más sin conseguirlo, dejándonos al final con la sensación de vacío, de vacuidad o carencia, la palabra ?tarea? (que yo cambié por ?oficio? para hacer más eufónico y también más visual el título, con esas ?o? enlazadas que esperaba que un diseñador supiera aprovechar) me remite al esfuerzo con que realizamos nuestro trabajo. Es cierto, los escritores estamos condenados a, con suerte, apenas estremecer unos segundos el agua de un quieto lago antes de desaparecer. Pero ponemos en ese esfuerzo todo nuestro oficio, nuestras herramientas adquiridas en cada lectura y cada jornada de trabajo, nuestro aprendizaje vital, nuestro conocimiento. Un escritor digno jamás dejaría nada al azar. O, mejor dicho, incluso el azar debe estar contemplado en lo que Vladímir Nabokov llamaba el ?arte superior?. 
Leo Pulso, el libro de cuento de Julian Barnes (quien antes mencionó el tema de la vanidad literaria en El loro de Flaubert) y me encuentro con la siguiente reflexión debida a una escritora que tuvo ya sus quince minutos de fama: ?Cualquiera que entendiese un poco sobre arte sabía que jamás alcanzaba aquello con lo que su creador había soñado. El arte siempre quedaba corto, y el artista, lejos de rescatar algo del desastre de la vida, estaba condenado por lo tanto a un doble fracaso?. 
Es vana la tarea de las palabras. Es un vano oficio, qué duda cabe. Pero no nos apresuremos en llamar ?vanidoso?, por petulante o soberbio, al escritor, sino más bien consideremos que todo esfuerzo literario es vano porque está llamado a terminar en derrota. Incluso los más grandes triunfos no son sino doradas medianías o espléndidos fracasos. Pero una derrota a priori jamás ha detenido a nadie. Probablemente, el arte siempre se quedará corto para cumplir con nuestros sueños, pero es lo único que tenemos para bucear hacia el interior de las cosas y de nosotros mismos. De eso se trata este vano oficio: siempre intentar ir hasta el fondo, sabiendo que llegar hasta donde podamos, aunque quedemos lejos de la meta, siempre será mejor que no intentarlo. 

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Iván Thays

Iván Thays es escritor peruano (Lima, 1968) autor de las novelas "El viaje interior" y "La disciplina de la vanidad". Premio Principe Claus 2000. Dirigió el programa literario de TV Vano Oficio por 7 años. Ha sido elegido como uno de los esccritores latinoamericanos más importantes menores de 39 años por el Hay Festival, organizador del Bogotá39. Finalista del Premio Herralde del 2008 con la novela "Un lugar llamado Oreja de perro".

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