
Eder. Óleo de Irene Gracia
Iván Thays
carátula del libro
Recuerdo cuando compré el primer libro de cuentos de Fernando Iwasaki en 1987, en una librería en forma de cabaña de la antigua PUCP, y cómo me divertí -sobre todo- con el retrato que hace ahí de un famoso profesor de literatura, entusiasta y memorioso, convertido en ayudante de detective policial por Iwasaki. Los primeros libros de cuentos de Fernando Iwasaki, hasta ahora imposibles de hallar en librerías, Tres noches de corbata y A Troya, Helena, serán públicados bajo un mismo título, Papel carbón. El título se refiere a las copias que sacaba el autor en papel carbón de cada uno de sus cuentos, escritos a mano, cuando tenía menos de 30 años, una época sin computadoras ni procesadores de textos. Lo edita Páginas de Espuma y, según el autor, los ha editado con la misma ilusión con que alguien sube fotos viejas al Facebook.
El escritor Fernando Iwasaki saca a la luz sus primeros relatos en el libro Papel carbón, en el que incluye los volumenes Tres noches de corbata y A Troya, Elena, en los que se incluyen los cuentos que el autor escribió entre 1987 y 1993. Este libro responde a ?una época en la que acumulaba los cuentos que escribía y después decidia si tenía el número suficiente para reunirlos en un volumen?, ha explicado este lunes, en declaraciones a Europa Press.
Por tanto, a diferencia de lo que hace ahora, no tenía un ?plan? establecido. ?Era un método un tanto maternal: estaba de siete cuentos e iba a tener un libro?, indica. Según explica el autor, se trata de relatos que escribió entre los 22 y 32 años. ?A esa edad no te ha pasado nada especialmente importante, las cosas relevantes ocurren en la adolescencia y después de los 40?, subraya.
Por ello, aunque aquí no hay demasiadas experiencias vitales, son relatos llenos de ?lo que uno ha leído y lo que uno está aprendiendo?. ?La educación sentimental, literaria y vital sí está?, indica.
Los temas de estos dos libros poseen ?versatilidad temática? y el lector encontrará cuentos diferentes: policiales, fantásticos, históricos, eróticos, culturalistas e incluso taurinos. ?Yo quería que todos estos temas estuvieran representados?, cuenta Iwasaki. Ahora, en cambio, no le interesa esa diversidad, porque prefiere que cada tema tenga su propio libro.
En palabras de Iwasaki, la forma unitaria en la que trabaja sus libros comenzó con Inquisiciones peruanas, publicado en 1994. ?Decidí que cada libro de relatos iba a tener un eje y un tema, una preparación similar a la de cualquier novela que prepara un narrador?, señala.
En el prólogo del libro, Iwasaki (Lima, 1961) reflexiona sobre lo que significaba escribir a máquina los textos y afirma que ?las copias de papel carbón? de entonces ?son las partituras de una forma de escribir que ha sido abolida para siempre?. Muchos de los grandes almacenes están rediseñando sus estanterías porque los libros van a dejar de existir, una ?conspiración? que también aparece en las páginas de cultura en forma de publicidad, por lo que el escritor afirma que ?se ha terminado una manera de escritura que desaparece con las páginas?. Sin embargo, opina que los cambios tecnológicos no influyen en la forma en que se conciben las historias.
Según afirma, ?las grandes innovaciones técnicas de la narrativa son las que en el siglo XX introdujeron Joyce en el Ulises o Proust con En busca del tiempo perdido, y todos escribían a máquina?. ?No había nada que no pudieras hacer así, hoy haces más rápido lo que antes te llevaba más tiempo?, añade. Hoy en día, ha cambiado la máquina de escribir por un ordenador, aunque admite que es incapaz de escribir las direcciones de correo en los sobres, por lo que recurre a la vieja técnica. Iwasaki, ?como todo el mundo en España?, está ?hipotecado?, así que debido a eso y a la familia que decidió formar, confiesa que que no puede vivir de la literatura. ?No podría, vive muy poca gente, porque tendráis que estar solo?.