
Eder. Óleo de Irene Gracia
Iván Thays
Vladimir Sorokin
Con lo justo, sin que le sobre nada, el griego Petro Markaris logró meterse en la siguiente etapa sacando a un equipo que, para mí, iba a dar mucho más en esta Eurocopa: Rusia. Mis esperanzas quedaron en el piso al ver cómo los rusos se desesperaban por no poder abrir el cerrojo griego, que había tenido una enorme fortuna al aprovechar un error en un saque ruso. Arshavin impreciso, Pavluchenko desaparecido, Dzagoev sin puntería, Zhirkov muy bajo. Una decepción. Junto a ellos, el rebelde Vladímir Sorokin se va de la Eurocopa 2012, antes de tiempo para mi gusto.
No me gusta que Grecia pase. No quisiera que esta Euro, que está dando tan buenos partidos ofensivos, termine ganándola un equipo que solo aguanta al fondo y depende del error del contrario. Sería un desperdicio. Se fue un grande. Adiós, Rusia.
Sorokin es, de lejos, el escritor más incómodo y polémico de Rusia, hasta el punto que sus primeros libros debieron publicarse en francés y en alemán. Uno de sus libros, La grasa azul, fueron incinerados por fans de Putin en 1999. Su última novela publicada en castellano es un thriller posmoderno. Un asesino serial en Moscú que solo mata rubios de ojos azules.
Vladimir Sorokin (Bykovo, 1955) es autor de doce novelas, diez obras teatrales y varios guiones cinematográficos. Artista de talento multifacético formado en el ambiente de la vanguardia moscovita de los años 80, fue pintor antes de dedicarse a la escritura. Su posmodernista, conceptual y avanzada narrativa no tenía cabida en el panorama literario oficial de la Rusia soviética y sus primeras publicaciones aparecieron en París. Tras la publicación de las novelas Goluboye salo (Manteca de cerdo azul) en 1999 y El hielo en 2002, primera parte de su «trilogía helada», fue tachado de pornógrafo y perseguido por el gobierno ruso. En 2001 fue reconocido con el Premio Andréi Bely por «sus excepcionales aportaciones a las letras rusas» y su novela Serdtsá chetirioj (Corazones de los cuatro) recibió el Premio Booker Popular. En 2005 fue galardonado por el Ministerio de Cultura alemán y recibió el Premio Liberty «por su contribución a las relaciones culturales entre Rusia y los Estados Unidos de América». En 2007 su novela El día del oprichnik (Alfaguara, 2008) quedó finalista del Bestseller Nacional ruso. Sakharny Kreml (Kremlin de azúcar) y Metel (La ventisca) forman también parte de su obra, traducida a veinticinco idiomas.
Alfaguara ha publicado las novelas El hielo (2011) y El día de oprichnik (2008).
Aquí una entrevista en el 2008, El País, titulada “La pesadilla literaria de Putin”.