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Dan Simmons por Rodrigo Fresán

Por 18 de febrero de 2009 Sin comentarios

Eder. Óleo de Irene Gracia

Iván Thays

Una de las carátulas de las novelas de Simmons. Fuente: crucialaunt Debo reconocer que esta reseña de Los cantos de Hyperión, de Dan Simmons, me ha dado risa, me ha parecido escrita no por Rodrigo Fresán sino por Sheldon Cooper, el divertido geek de la sit-com The Big Bang Theory. Soy un absoluto ignorante -pero no indiferente- del género de ciencia ficción, a pesar de algunas lecturas insuficientes y, muy propablemente, mal digeridas. Igual, la coloco aquí con la esperanza de que el lecto Daniel Salvo me saque de la ignorancia o, por lo menos, disfrute la reseña publicada en el ABCD Las Letras. Dice:A la hora de lo icónico y estelar, para mí la figura del Alcaudón -esa suerte de golem metálico que custodia las Tumbas del Tiempo- está casi a la misma altura de aquel ominoso monolito negro en 2001: Odisea del espacio. Y claro: casi es aquí la palabra clave y capaz de contener en su brevedad millones de años luz de distancia entre un punto y otro. Pero me reafirmo: Los cantos de Hyperion hacen por la space opera lo que el filme de Kubrick por la space symphony, y ambas se elevan hasta los confines del universo, sólo habitados por los clásicos. De ahí que esta más que merecida reedición de luxe de Los cantos de Hyperion -que reúne en un solo volumen las novelas Hyperion (1989) y La caída de Hyperion (1990)- sea ocasión de regocijo. Muy superior a lo que en su momento hicieron Isaac «Fundación» Asimov y Frank «Dune» Herbert -y acaso tan solo superada por Gene Wolfe y su vasto ciclo de los tres soles-, la multipremiada Los cantos de Hyperion desafía toda posibilidad de sinopsis argumental. Suele ocurrir con lo mejor de la sci-fi: resumir equivale a perderse en una jungla de jerga y tecnicismos que suenan absurdos e infantiles fuera de contexto. (…) El más que versátil Simmons -no hay territorio que se le resista; lo último fue el monstruo ártico de El terror, lo nuevo es un thriller victoriano con Charles Dickens y Wilkie Collins de protagonistas titulado Drood- abandonó los conflictos galácticos para regresar en 1999, brevemente, con el relato hyperiónico «Orphans of the Helix», y a lo grande con el monumental díptico compuesto por Ilion (2003) y Olimpo (2005), donde androides fans de Homero escenifican en Marte la caída de Troya con ayuda de las memorias de Shakespeare, Proust y Nabokov.Todo muy bueno; pero todo sale de aquí, de Hyperion, y de la pasmosa habilidad de Simmons para ordenar y hacer apasionante la complejísima trama panorámica -narrando toda una época en la que la política se confunde con la religión- y revolucionando un género a la vez que lo respeta. No es fácil (hay que lamentarse por cómo falló ese noble intento de Neal Stephenson que es la reciente Anathem), pero Simmons lo consiguió, en dieciocho meses de trabajo, para ganar 25.000 dólares. Eran otros tiempos y otros precios. Mucho más costará la anunciada adaptación a la pantalla grande de Los cantos de Hyperion (aunque lo mejor sería que el proyecto aterrizara como miniserie en HBO o el Sci-Fi Channel). En cualquier caso, el que aquí gana es el lector. Ya se sabe: en tiempos de crisis, nada más sabio que viajar lejos, lo más lejos posible. Para fugas así se inventó la mejor literatura de evasión. Y cuando nos encontremos con el Alcaudón, bueno, ya se nos ocurrirá algo.

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Iván Thays

Iván Thays es escritor peruano (Lima, 1968) autor de las novelas "El viaje interior" y "La disciplina de la vanidad". Premio Principe Claus 2000. Dirigió el programa literario de TV Vano Oficio por 7 años. Ha sido elegido como uno de los esccritores latinoamericanos más importantes menores de 39 años por el Hay Festival, organizador del Bogotá39. Finalista del Premio Herralde del 2008 con la novela "Un lugar llamado Oreja de perro".

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