
Eder. Óleo de Irene Gracia
Iván Thays
Cuentos en encrucijada. Fuente: el mercurio Una nota sobre la posible crisis del género «cuento» es la que abre la edición de fin de semana de la Revista de Libros de «El Mercurio». El autor es Patricio Tapia y empieza declarando:Érase una vez, no hace mucho, mucho tiempo, un pobre género literario que había sido rey de una comarca, pero ahora estaba debilitado, quizá enfermo y por más que trabajaba no podía salir adelante. Su trono lo había usurpado un hermano suyo, más joven pero más robusto, que lo mantenía encerrado en un calabozo y sólo de vez en cuando le permitía ver la luz…Ya es lugar común, cuando menos en los países hispanohablantes, denunciar la poca atención que el mundo editorial dedica al cuento, las dificultades para publicarlos y la consecuente desesperación de sus cultores, forzados a explorar otras formas, generalmente la novela. Es verdad que muy pocos escritores se asumen como «cuentistas», porque son muy pocos los que escriben sólo cuentos, pero también lo es que muchos son conocidos por ellos: Borges, O. Henry, Raymond Carver, Alice Munro, Cynthia Ozick, por mencionar algunos.Pero ¿de qué hablamos realmente cuando hablamos de crisis en el cuento? No precisamente de que ya no se escriban cuentos, porque dudo que el ritmo de escritura de relatos se haya reducido en las últimas décadas (aunque podríamos tener esa impresión porque, lo que sí ha ocurrido, es que ha aumentado el de escritura de novelas) sino porque los editores cada vez se ponen más quisquillosos para publicar cuentos. Así lo comprueba el mismo periodista:¿Qué se dice por la contraparte, las editoriales? ¿Existe reticencia para publicar cuentos? Andrea Viu, de Alfaguara, señala: «Sí, existe. Dicho a lo bruto ‘el cuento no vende’ o, al menos, vende mucho menos que la novela. Pareciera haber reticencia entre los lectores a leer cuentos. Algo que francamente no entiendo». Arturo Infante, de Catalonia, indica: «Claro que existe; prueba de ello es lo poco que se publica en relación a la novela o a la no ficción. Tampoco los lectores los demandan por sobre esos otros géneros». «En mi caso, publico cuentos porque me gusta el género. Y seguiré publicando, pues además no les va tan mal como se supone, muchas veces mejor que a muchas novelas que hacen ruido inicial y luego se van al saldo». Y no obstante las razones para no publicarla, hay editoriales españolas que dedican especial atención a la narrativa breve. Según José Ángel Zapatero, de Menoscuarto: «Lo hacemos primero por gusto personal y luego por ofrecer a los lectores de cuentos (que son cada vez más) lo que desean y les gusta leer y a los no lectores de cuentos la posibilidad de disfrutar con historias breves contadas con intensidad y calidad literaria». Juan Casamayor, de Páginas de espuma, señala que en la década de vida que tiene su editorial «se han registrado síntomas evidentes que hablan de la vitalidad del género»: desde jóvenes escritores españoles y latinoamericanos que están escribiendo buenos libros de cuentos hasta el crecimiento sostenido de lectores. Todo lo cual lleva a que «de la lúgubre máxima de ‘el cuento no vende’ hayamos pasado a proyectos que pueden hacer gala del lema ‘vivir del cuento'».Interesante. Pero me pregunto si ahora, con el auge de los teléfonos móviles tipo Blackberry o iPhone, el Facebook y tantas herramientas digitales inmediatas, no habrá un nuevo auge del relato corto o cortísimo. Quizá. Puedo imaginarme clarísimo un mundo donde los cuentos se descargan por internet y se leen en teléfonos. Y ahí sí que habrá que ser contundente si no queremos ser interrumpidos por una llamada urgente que no diga nada.