Clara Sánchez
La gente está muy centrada en sí misma, en su cuerpo, en su hueco, en sus preocupaciones, la gente se pone los auriculares para que nada la distraiga. La gente ha llegado a la certeza de que su tiempo es oro, y la gente quiere estar consigo misma y sólo levanta la vista hacia los demás para enamorarse o para todo lo contrario. Desde que podemos vernos en vídeo y somos conscientes de nuestros gestos, de la voz y de nuestro encanto personal, deseamos profundizar en él para que nos ayude a hacernos hueco. Y quizá por eso también la forma de buscar trabajo ha cambiado. ¡Ay!, recuerdo aquellos días en que abría las páginas de empleo de los periódicos y subrayaba varios anuncios, luego me lanzaba al teléfono, me daban una cita, guardaba el recorte en el bolso y me aventuraba a aquellos edificios enmoquetados de la Castellana, o a unas envejecidas oficinas del barrio de Salamanca, o a algún barrio emergente a tomar por saco. Para llegar hasta allí primero había que enviar el currículo con una foto con nuestra mejor cara, con la mejor sonrisa, con listeza en los ojos, y luego llamaban o no. Pero el caso es que todo estaba encaminado a una entrevista personal bastante decisiva. Para mí Madrid era un lugar lleno de posibilidades, donde se podía triunfar o fracasar. Era un mundo lleno de esos huecos donde alguien me entrevistaba en un despacho más o menos moderno, más o menos imponente. Y confieso que llegué a cogerle el gustillo a tales entrevistas y que en alguna ocasión a pesar de tener un empleo espléndido emprendía estas aventuras sólo por el placer de superar la prueba y luego darle calabazas a la empresa. Era como decirle: me has elegido, pero yo a ti no, ahí te quedas. A ver quien es la guapa que hace eso ahora. Podría escribir un libro con todas las pintorescas entrevistas de trabajo que he tenido en mi vida. Pero no será ahora, ahora lo que quiero decir es que si fui capaz de engancharme a enviar currículos y a las entrevistas, qué no me habría ocurrido con los actuales videocurrículos, cuidados hasta el mínimo detalle. Están hechos por expertos que aconsejan cómo moverse, qué ropa llevar, qué gestos acentuar y cuáles ocultar. Por lo visto también ayudan con la entonación y la articulación oral. Ya lo intuía, buscar trabajo no sólo se ha convertido en todo un arte sino que se ha hecho un gran hueco como empresa entre el que busca trabajo y el trabajo mismo.