Clara Sánchez
En Internet todos podemos ocultarnos detrás de personajes que nos inventemos para sacar nuestra mala baba, el odio que anida en nuestro corazón, el rencor que nos han creado las sucesivas frustraciones y decepciones de la vida. Los cobardes tienen aquí un arma a su medida, que al fin y al cabo puede considerarse una nueva modalidad de divulgación de los anónimos de antaño. El anonimato parece ser la esencia de este sistema, que de este modo ofrece una posibilidad de expresarse con toda la libertad del mundo, de sincerarse, pero al mismo tiempo se le permite al usuario hacer dejación de la responsabilidad de sus actos y sus palabras, por lo que cualquier comentario negativo o positivo pierde valor, se queda sin contenido, si no está firmado y éste es el mayor riesgo de Internet, su falta de credibilidad.
Seguramente estamos viviendo la edad salvaje de este sofisticado medio en que todavía no se sabe a qué poner freno y cómo. ¿Cómo poner freno, por ejemplo, a las redes de pedófilos y pederastas? Los pedófilos esos seres canijos emocional y sexualmente, cobardes que se escudan tras la pared más retorcida y vidriosa de Internet, están pensando crear el día del orgullo pedófilo. Bien, si tanto orgullo tienes de ser así ¿por qué no te acercas a un niño y delante de las narices de su padre o su madre intentas algo? A lo mejor te pone la cabeza del revés y se te sacude un poco toda la basura que tienes ahí dentro.