Clara Sánchez
No hace tanto que en Madrid había institutos de enseñanza media femeninos como el Isabel la Católica o el Beatriz Galindo, incluso piscinas con separaciones para hombres y mujeres, sin hablar por supuesto de la enseñanza religiosa, que dividía automáticamente al personal. Por fortuna, cayó el muro del sexo en la enseñanza pública y en las piscinas, pero mira por dónde ahora nos vienen con la monserga de la "educación diferenciada" sustentada en matices de aptitudes cognitivas para unas materias y para otras según se sea hombre o mujer. Y entonces ¿por qué no separar por el color de la piel, por la clase social o por el país de origen? Seguro que se encuentran matices para separar. Las diferencias siempre las han sostenido los prejuicios y los privilegios de unos sobre otros. Y por mucha base científica que en este caso se les quiera dar esconden una intención completamente reaccionaria, son forzadas, no se sostienen en la realidad, y lo que habría que cambiar de verdad es un sistema educativo que viene fallando toda la vida porque no es flexible ni comprensivo con la gran variedad de capacidades de las mentes que pretende educar.