Clara Sánchez
El gran Gatsby revolucionó la narrativa del siglo XX porque logró inmortalizar el presente. Fue escrita por un auténtico genio, que vivió y entendió su tiempo, F. Scott Fitzgerald. La novela se publicó en 1925, en el corazón de la era del jazz, de unos años en que como se dice en ella: "un centenar de pares de zapatos de plata y oro levantaban un polvo luminoso". Desolada, irónica, poética, cruel, tierna, hermosa hasta lograr hacer de la frivolidad y de las enormes gafas del doctor T.J. Eckleburg dos trágicos referentes de la vida contemporánea, cuya esencia es el matrimonio Buchanan, dedicado a entretener su tedio como puede, pero que en el fondo es intocable e inalcanzable tanto para la patética alegría de Myrtle (amante de Tom Buchanan) como para la seriedad de Gatsby (enamorado de Daisy Buchanan), ante los que Tom y Daisy han sacado palomas del sombrero y pañuelos de las mangas sin confesarles nunca que se trataba de un simple truco.
Los personajes y las atmósferas están compuestos por infinitos matices, que nos llegan a través de Nick Carraway, como ya sabemos vecino de Gatsby y primo de Daisy, convertido de esta manera en nuestros ojos y en nuestra mente. Un hallazgo de narrador sin cuya controlada participación, sin cuya mirada mitad distanciada mitad involucrada, esta historia sólo habría sido una tragedia o una comedia.