Clara Sánchez
El dopaje hasta ahora ha sido cosa de deportistas. Parece que los ciclistas y atletas son los más controlados, por lo menos de cara al público. De los demás: futbolistas, tenistas, jinetes, corredores de motos y de coches, golfistas, toreros, etc. no se oye prácticamente nada en ese sentido. ¿No se dopan? ¿No les hacen pruebas? ¿No nos enteramos? A mí me da igual, no lo quiero saber. Me interesa más lo que se meten los intelectuales y científicos. Lo de los artistas es aparte. Ya sabemos que los poetas, pintores, escritores en general (no todos), músicos, siempre han estado cerca del alcohol y todo tipo de sustancias (según la época y circunstancias y lo que se tuviera a mano) sin disimulo alguno, más bien exhibiendo esta relación entre el cuerpo y el espíritu, entre lo que se es y lo que se puede llegar a ser con algo de ayuda. Lo que ocurre es que a esto siempre se le ha llamado lisa y llanamente "drogarse". Drogarse está más en relación con el éxtasis y el delirio y las llamadas drogas duras.
Lo del dopaje parece más suave, menos extravagante o antisocial. Cada cual nos dopamos con lo que podemos. Las farmacias están hasta los topes. El pastilleo es cosa de nuestro tiempo, antes lo eran las hierbas y brebajes. Nuestro cuerpo es química y parece que necesita más química. Pero no me quiero liar con esto, lo que quiero decir es que hay científicos que confiesan tomar medicamentos destinados a enfermos de alzheimer y demencia senil para rendir más intelectualmente. Ahora se busca potenciar la memoria, la concentración. Se busca ser más inteligente. Pero se discute si con lo que se sabe en este momento sobre el cerebro no será perjudicial forzar la maquinaria y llevarla a un proceso de deterioro más acelerado, o desequilibrarla. Algunos quieren ser más listos, ¿quién no quiere ser más listo y comprender mejor? O ¿quién no quiere ser más listo y sentirse superior al resto? ¿Merece la pena ser más listo?