Clara Sánchez
Cuando un coche tiene un accidente, enseguida se sabe si es que iba con exceso de velocidad, si adelantó indebidamente, si hubo fallo mecánico o si el conductor se durmió o estaba bajo los efectos del alcohol. Un avión es una máquina más complicada, que además vuela, pero cuyo control no depende de un particular, sino que está bajo la supervisión de una compañía aérea, de una flota de expertos y que es tripulada, no sólo conducida. Además existe un historial de averías del aparato y esas cajas negras que recogen hasta la última palabra dicha en la cabina. Mi pregunta es si de verdad se necesita tanto tiempo para saber qué provocó el accidente del avión de Spanair. Poco a poco van llegando noticias dispersas que se van descartando como posibles causas sin llegar a la causa o causas que produjeron la tragedia y que necesariamente existen.
Nadie se responsabiliza de nada, el tiempo todo lo diluye y cuando se sepa algo concreto los ánimos estarán más calmados y la mente distraída con otras cosas.
Incluso en estas circunstancias no pongo en duda que el avión sigue siendo el medio de transporte más seguro y que cuando ocurre lo que ha ocurrido con el MD-82 su impacto social y mediático es brutal, superior al de otro tipo de accidentes. Pero también es cierto que hay compañías que no ofrecen ningún tipo de explicación a los viajeros, que les hacen esperar horas y horas cuando no días enteros sin saber a quién acudir. Si a esta falta de consideración y de estar en manos de la nada añadimos una tragedia como la ocurrida, la sensación no es buena. Mientras tanto, mientras todo se aclare, el dolor de los familiares por sus víctimas nos apena a todos.