Clara Sánchez
Bienvenidos a vuestros puestos de trabajo, a vuestros hogares y a la vida normal los que habéis regresado de vacaciones. Aunque puede que hayáis vuelto mucho antes porque ya nadie se toma un mes seguido de descanso, ni siquiera quince días. Más bien se tiende a trocear las vacaciones y es que se sabe que estar muchos días seguidos con la pareja puede ser un peligro como señala la abrumadora estadística de divorcios que se producen tras el temido descanso. Días de ocio que interrumpe el ritmo de entradas y salidas de casa y de verse lo justo. Si el fin de semana ya supone una prueba de fuego, 15 días de verse continuamente y compartirlo todo pueden ser definitivos.
Que si no te afeitas en vacaciones porque no te importo. Que si haces que estás leyendo para no hablar conmigo. Que si protestas de todo y no te gusta nada. Que si lo llego a saber me quedo en casa. Así es que algunos no es que sólo regresen al trabajo y a los madrugones y a los atascos y a tener que ver a la fuerza a fulano y a mengano, y a los problemas cotidianos, sino que vuelven al caos.
Pero ¿quién ha dicho que el caos no sea una oportunidad de cambiar las cosas que en el fondo no nos satisfacen?