Basilio Baltasar
El arte de conversar que se ha practicado en Formentor a lo largo de éstas últimas décadas podrá considerarse la más etérea de las herencias que hemos recibido en propiedad, pero una mirada reflexiva debería permitirnos apreciar en la levedad de las palabras dichas la influencia que nos ha hecho ser como somos.
Por lánguida que en algunos momentos haya sido la memoria de los hablantes convocados en Formentor (y casi hace un siglo que dieron comienzo estos esparcidos y desordenados capítulos de inteligencia, atrevimiento y sagacidad), lo que entonces fue apaciblemente conversado, a veces tímidamente susurrado y otras impacientemente proclamado, se recuerda sin titubear como el legado de una singular ordenanza literaria.
Cierto espíritu nómada, cuyo origen encontraremos en las remotas disputas de la Magna Grecia, en dónde a un hombre se le respetaba por lo que sabía expresar con claridad y elocuencia, alienta los encuentros de Formentor y protege ese clima de libertad, agudeza, curiosidad y ecuanimidad que tan raras veces encontramos en otros lugares. Ciertamente, cuando lo consiente la voluntad, es fácil dejarse mecer por una conversación que discurrirá sin más propósito que prolongar esa tradición de conocimiento hecha de palabras y buenas maneras.
A los polígrafos, escritores, poetas, ensayistas, profesores, novelistas, pensadores, polemistas, locutores, periodistas, escribientes, ágrafos, divulgadores, oradores, libelistas y predicadores que han dejado sonar sus voces en Formentor les complacerá saber que la SER emitirá de nuevo a unos habladores tan diestros en el ilustrado arte de conversar.