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Escrito por

Yoani Sánchez

Yoani Sánchez es licenciada en Filología. Reside en La Habana y combina su pasión por la informática con su trabajo en el Portal Desde Cuba. Fue premiada con el premio Ortega y Gasset de Periodismo por su blog Generación Y, que más tarde ha ganado el Premio BOBs al Mejor Blogs del Mundo de 2008 y el Premio del Jurado en Bitácoras.com 2008.

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Piratas del Caribe

La tele zumba en la sala aunque nadie la mira. La dejan encendida durante horas sin hacerle caso, como si de un familiar atolondrado se tratara. En la cartelera se lee que en media hora empezará el serial de criminalística CSI, seguido un rato después por otro muy similar llamado Jordan Forense. Para relajar un poco, en el canal 21 estarán los simpáticos protagonistas de Friends y la película de la medianoche ha sido rodada en los estudios de la 20th Century Fox. La jovencita de la casa no se quiere perder el enésimo capítulo de Las chicas Gilmore pero el padre pelea por sintonizar un documental del Discovery Channel sobre los tiburones. En medio de la madrugada ?cuando sólo están despiertos los custodios, los ladrones y los gatos? quizás retransmitan la última temporada del Doctor House. Nuestra pantalla chica tiene dos sellos distintivos: la extrema ideologización de ciertos espacios y la abundancia de materiales robados a productoras extranjeras. Peculiar combinación la de un incendiario discurso antimperialista que cohabita con la difusión constante de producciones hechas en el país del Norte. Filmes que hace un par de semana se estrenaban ante el público norteamericano son difundidos hoy sin pagar un solo centavo de derechos de autor. Los espectadores nos beneficiamos ?claro está? con esa premura por tomar lo ajeno que tiene el Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT) pero un gusto amargo nos deja el saber que sin el contrabando no se sostendría nuestra programación televisiva. Para paliar la depresión en que han caído las realizaciones locales, especialmente los seriados, novelas o programas de participación, se echa mano de lo foráneo sin compensar ?casi nunca? a los creadores o distribuidores. Cuando el pillaje se institucionaliza pierden fuerza los llamados a la población para que no desvíe recursos estatales, pues basta con sintonizar un canal y veremos las pruebas del hurto a gran escala. Para colmo, en un gesto de esconder la falta, cubren con una banda oscura el sello de la televisora que lo trasmitió originalmente, haciendo con eso más evidente la sustracción. Con frecuencia los sábados en la noche proyectan filmaciones realizadas sobre la pantalla de un cine, donde en mitad de la trama uno ve como alguien del público se levanta para ir al baño y nos impide leer un trozo de parlamento. Los subtítulos hechos por un aficionado, plagados de faltas ortográficas ?típicos de las copias bajadas de Internet? pueden verse hasta en programas bastante serios de debate cinematográfico. ? ¿Qué ocurrirá si en un futuro cercano el país no puede seguir comportándose como un corsario sin ética ante la creación artística de otros? ¿Estarán los funcionarios del ICRT pensando ya en cómo van a saciar nuestros apetitos televisivos sin hacer uso de la piratería? La solución ?evidentemente? es estimular la realización nacional, permitirle a la televisión generar ingresos que redunden en su mejoría y en su capacidad para adquirir derechos de difusión. Esto último podría ser incompatible con las largas horas de discurso ideológico, con las aburridas emisiones que a pocos gustan pero que nos administran como la cucharada obligatoria de adoctrinamiento. Una programación dinámica, atractiva y dentro del marco de la ley no puede hacerse desde la estatalización total de nuestros medios ¿Es que no se dan cuenta?

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1 de junio de 2010
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A falta de congrí

Hace varios años conocí a una joven que estaba a punto de viajar ?por primera vez? fuera del país. Tenía tantas dudas sobre lo que encontraría al otro lado que preguntaba a quienes ya habíamos ?cruzado el charco? hasta los mínimos detalles. Quería saber si debía llevar abrigo o ropa de manga corta al verano europeo y si con sus escasos conocimientos de inglés podría hacerse entender. Indagaba por nombres, lugares y hasta sabores, pues una de sus aprensiones principales giraba alrededor de cuánto iba a gustarle la comida de aquellos lares. Temía, fundamentalmente, que sobre los platos no fuera a encontrar el arroz con frijoles que estaba acostumbrada a ingerir cada día. Cuando me lo confesó tuve ganas de reírme, pero después comprendí el tremendo aprieto que para ella representaba romper su rutina alimentaria. Desde pequeña se había habituado a esa combinación tan criolla y enfrentarse a un plato de vegetales ya le parecía un sacrilegio. Estaba preocupada por tener que consumir solo espinacas o brócoli, como había visto en algunas películas, y pasarse más de un mes sin los ?moros y cristianos?. El recelo le llegó a un punto que subió al avión llevándose en el equipaje varios kilogramos de su inseparable leguminosa y su cotidiana gramínea. Nunca regresó de aquel viaje, porque se instaló en el norte de Italia al parecer encantada con la sazón del lugar. El empobrecimiento de nuestra cultura culinaria, debido a la crisis crónica que vivimos, ha hecho que el paladar apenas si se tropiece con una decena de sabores. Las ?proteínas? que se muestran en los platos cubanos son las contenidas en un “perro caliente”, una porción de picadillo de pavo o un trozo de hígado de res. Estos productos poseen los precios más accesibles en las tiendas en pesos convertibles y son importados ?mayoritariamente? desde ese país del norte que tanto se menciona en las consignas políticas. Hasta la carne de cerdo se ha vuelto inalcanzable y en mi barrio cuando venden huevos hay una felicidad como si se tratara del advenimiento de los mismísimos reyes magos. La repetitiva mezcla de arroz con frijoles está también por desaparecer debido al desastre agrícola, la sequía y la estatalización disfuncional de nuestros campos. Ahora, hay que desembolsar el doble y hasta el triple de dinero para disfrutar de ese congrí por el que mi amiga estuvo a punto de abortar su viaje a Europa.

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31 de mayo de 2010
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Aprovechar la luz

Miles de habaneros se transportan a fuerza de dedo o, lo que es lo mismo, pidiendo en los semáforos que algún chofer les haga el favor de llevarlos. La mayoría de estos viajeros alternativos son mujeres jóvenes, ya que es más fácil recibir un aventón cuando se porta saya ?si es corta mejor? que siendo un muchacho o una anciana. En la intersección de dos avenidas se les ve inclinándose sobre las ventanillas para preguntar el destino del auto y pedir que les adelanten un tramo. Muchas veces los conductores mienten porque no quieren montar extraños en sus vehículos y argumentan que cien metros más adelante llegarán a su destino o doblarán en U. Simpático catálogo el que podría hacerse con todas las justificaciones que escuchan los asiduos del autostop de quienes no quieren ayudarlos. Tras el timón, una voz les advierte que “tiene las gomas con poco aire y no aguantan el peso de otra persona? o que “debe recoger al jefe que vive unas cuadras más adelante?. También están los que suben los cristales oscuros antes de llegar a las esquinas donde tantos esperan por una ?botella?, o aumentan el volumen de la radio para no escuchar el ruego que les hacen desde las aceras. Lo mismo con una matrícula estatal o una privada, el ?no? se convierte en respuesta recurrente que brota desde el interior de las carrocerías hacia quienes se achicharran bajo el sol de nuestro ?eterno verano?. Risibles o  aterradoras son también las historias de atrevimientos e insinuaciones que los choferes ?desde su poder? les lanzan a las agradecidas mujeres que logran ser transportadas. Van desde la mirada incisiva que le sube por los muslos y el espejo retrovisor orientado hacia la zona de la entrepierna hasta los toques lascivos a manera de peaje. Aleccionadas con esta práctica, muchas preferimos caminar largas distancias que caer bajo las garras de quienes se creen que por ayudarnos ya tienen el derecho de envolvernos con sus frescuras. La grata diferencia la hacen aquellos choferes que dicen ?sí? y no exigen nada a cambio de acercarnos a algún sitio, ni siquiera el número telefónico para mantenerse en contacto. Gracias a ellos parte de esta ciudad logra moverse cada día, con el entrecortado ritmo que dan el azar y la brevedad de la luz roja.

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28 de mayo de 2010
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Fusilamiento mediático

Trenzo mi pelo. No se celebra nada hoy, más bien debería dejármelo enmarañando y deslucido, pero lo divido en tres hebras que entremezclo siguiendo cierta lógica. La liturgia de peinarme me aplaca la ansiedad y al final mi cabeza está en orden, mientras el mundo sigue encrespado. He vivido un fin de semana de vértigo y pensé que el ritual de desenredarme las greñas y reducirlas a una delgada trenza lograría quitarme la agitación, pero no ha funcionado. El viernes pronunciaron mi nombre en el aburrido programa de la mesa redonda, mezclado con conceptos como ?ciber terrorismo?, ?cibercomandos? y ?guerra mediática?. Ser mencionado de forma negativa en el espacio más oficialista de la televisión es, para cualquier cubano, la confirmación de su muerte social. Una lapidación pública que consiste en llenar de improperios a quien tiene ideas críticas, sin permitirle unos minutos de derecho a réplica. Los amigos me llamaron alarmados, temiendo que mi casa ya estuviera llena de esos hombres que hurgan debajo de los colchones y detrás de los cuadros. Sin embargo ,salí al teléfono con mi tono más jovial: dime quién te denigra y te diré quién eres, les repetí a quienes se preocupaban. Si te insultan los mediocres, los oportunistas, si te injurian los asalariados de una maquinaria poderosa pero agonizante, tómalo a manera de condecoración? musité como una mantra toda la noche. Al otro día, la realidad seguía siendo la negación del discurso oficial y mis vecinos, corriendo detrás del evasivo arroz, no habían tenido tiempo -ni ganas- para mirar tan tedioso montaje televisivo. ¿Qué está pasando en esta realidad que ya los ?fusilamientos mediáticos? no funcionan? Hace unos años, las balas del desprecio gubernamental hubieran hecho que todos se alejaran de mi cuerpo y de mi casa, pero ahora se acercan y me guiñan un ojo, me aprietan los hombros en señal de complicidad. Han usado tanto la difamación como método para acallar al otro, que los adjetivos incendiarios han dejado de tener efecto sobre una población harta de tantas consignas y tan pocos resultados. El bálsamo reparador me llegó ese mismo sábado. Un argentino pudo colar al país el trofeo de mi premio Perfil y casi al unísono una chilena forraba -con papel rosado- la edición en español de mi libro Cuba Libre y la pasaba por la aduana.

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24 de mayo de 2010
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La mesa está coja

Imagen tomada de: http://amnistiainternacional.periodismohumano.com/ La voz al otro extremo de la línea me dicta un texto que saldrá publicado en el blog Voces tras las rejas. Es Pedro Argüelles desde la cárcel de Canaleta e intercambiamos sobre las actuales conversaciones entre la Iglesia y el gobierno cubano. Tema difícil de hablar con un prisionero al que frases demasiado optimistas le alimentarían una expectativa que podría concluir en frustración. Tengo poca información, le confieso, los medios oficiales sólo mostraron breves imágenes de la cita entre el Cardenal Jaime Ortega y el General Raúl Castro, sin develar los puntos de la agenda que discutieron. Pero ?me aventuro a anunciarle? en las calles se rumora sobre negociaciones para liberar presos, lo cual ha sido confirmado por las autoridades eclesiales en una rueda de prensa a la que no fueron invitados los periodistas independientes ni los bloggers. El asunto me ilusiona por un lado y me deja un mal sabor por el otro. Es como estar en presencia de una mesa que intenta levantarse sobre dos patas, mientras a la tercera ?excluida o ignorada?  le correspondería  el mayor peso de las decisiones. Discusión limitada resulta toda aquella a la que no se convoque esa importantísima parte de la nación que son los grupos y asociaciones de la sociedad civil. Sólo entre uniformes o mantos cardenalicios no debería discutirse algo que nos compete a militares y a ciudadanos, a católicos y ateos, a partidarios e inconformes. Brillan por su ausencia en estos encuentros los portavoces de esa porción lesionada de Cuba que tiene hijos, esposos o padres condenados por motivos políticos. Cómo se puede interceder por el lastimado sin darle a éste también el turno para expresarse, sin permitirle estar representado allí donde se habla de su suerte. Pedro, Pablo y Adolfo me volverán a llamar. No sé qué decirles sobre los encuentros que discurren a puertas cerradas, sobre los tratos que se están cerrando en el enigma. Deseo tanto que sus nombres estén en esa lista de los posibles favorecidos con una ?licencia extrapenal? que me dejo llevar por la esperanza. Sin embargo, no hay que engañarse. Mientras la libre opinión y el ejercicio de ella sigan siendo una figura delictiva en nuestro código penal, habrá un listado de reos por sacar de las celdas. Grata gestión la de la Iglesia como mediadora, aunque las autoridades cubanas deberían escuchar también a todos sus ciudadanos, incluso a lo que se les oponen. Ir por la vida descalificando para el diálogo a quienes tienen posiciones críticas ha hecho que hoy la mesa sólo se pueda levantar sobre dos puntos de apoyo. Varias patas podrían darle el equilibrio de la diversidad, sólo falta que las reconozcan y las dejen existir.

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21 de mayo de 2010
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Otro Pepe

Yo tenía 19 y él había muerto cien años antes. En la escuela, nos aterrábamos cuando en los exámenes de gramática ponían a analizar una de sus complejas oraciones. Nos habían repetido tantas veces que José Martí era el ?autor intelectual del asalto al cuartel Moncada? que hasta lo imaginábamos de cuerpo presente en aquella madrugada de disparos y muertos. En las vallas políticas, sus sentencias ?sacadas de contexto? ataviaban una ciudad sumida en las miserias del Período Especial. Recuerdo que ironizábamos con algunas de ellas, al estilo de ?la pobreza pasa: lo que no pasa es la deshonra? que habíamos trasmutado en ?la pobreza pasa, la que no pasa es la 174?, en alusión al autobús que conectaba el Vedado con La Víbora. No faltaron los desinformados que culparon al Apóstol por lo que ocurría y durante los días de apagones y de poquísima comida le propinaban a sus bustos de yeso diversos castigos. La excesiva tergiversación del ideario martiano ?readaptado según las conveniencias del poder? hizo que decenas de mis colegas de aula le dieran un portazo definitivo a su obra. Sólo un exiguo grupo de aquellos adolescentes nos mantuvimos leyendo su poesía de amor o sus versos libres, preservando así para nosotros otro Pepe, más humano, más cercano. Estaba yo por ese entonces en el Instituto Pedagógico que ?como trampolín? me permitiría pasar a estudiar Filología o Periodismo, dos profesiones que él había ejercido magistralmente. Allí me presentaban a un señor de rostro enérgico al que había que adorar sin rebatir, definido oficialmente como el inspirador de lo que vivíamos. En los días cercanos al aniversario cien de su muerte se me ocurrió redactar un pequeño editorial para el boletín que hacíamos varios estudiantes. Con el nombre de Letra a Letra, la publicación se armaba con poemas, análisis literarios y una sección dedicada a los gazapos lingüísticos que se escuchaban en los pasillos de la facultad de Español y Literatura. Escribí unas breves y apasionadas líneas donde decía que formábamos parte de ?otra generación del centenario? a la que le correspondía salvar a la patria de ?otros peligros?. Aquella pequeñísima transgresión de la norma instituida para interpretar al héroe nacional terminó con el cierre del modesto  periódico y mi primer encuentro con “los muchachos del aparato”. Sólo ellos estaban capacitados para desentrañar y esgrimir su escritura, parecían querer decirme con aquella soterrada advertencia, pero yo sonreía para mis adentros: ya conocía otro Martí, más indomable, más rebelde. — Nota: Este post intenté mandarlo ayer. pero no fue posible.

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20 de mayo de 2010
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Intermediarios del control

El X Congreso de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños  concluyó ayer en un momento extremadamente crítico para el sector agrario cubano. Mientras en la tele transmiten las largas sesiones de una cita a puertas cerradas, en las casas la preocupación sigue siendo cómo encontrar y pagar lo que vamos a poner sobre los platos. El arroz, ese compañero diario en nuestras mesas, imprescindible para muchos y tedioso para otros, es el nuevo producto que se ha sumado a la lista de lo que escasea. En un país donde la mayoría cree que no ha comido si no ingiere al menos un par de cucharadas de esa gramínea, su ausencia se torna en motivo de desespero y alarma. Después de tantos llamados a la eficiencia, de anunciar por todo lo alto la entrega de tierras ociosas y de salpicar los discursos con llamados a laborar en las granjas, resulta ahora que en el último año la producción agrícola cayó en un 13 % y la ganadera en un 3,1 %. Evidentemente, las consignas y las perogrulladas al estilo: ?los frijoles son más importante que los cañones? o ?hay que virarse para la tierra?, no terminan por convertirse en comida. ¿Qué está pasando entonces? ¿Cómo es posible que una Isla cubierta de suelos fértiles esté cargada de gente que busca ansiosa unas malangas, unos plátanos, unas yucas? ¿Por qué la carne de cerdo ha pasado a ser un manjar que sólo se puede disfrutar una o dos veces al mes, pagando por él un precio exorbitante y abusivo? ¿Cómo lograron recluir a muchas de nuestras frutas más sabrosas a las láminas del álbum de las cosas extintas? La estatalización, el control y el centralismo nos han llevado hasta aquí y temo que ahora se nos intenta sacar del bache con los mismos métodos que nos hundieron. Las soluciones no van a venir porque desde un uniforme militar se llame al máximo sacrificio y a sembrar la tierra ?por la patria?. Tampoco surgirán de un congreso dirigido por quienes hace mucho tiempo no doblan la cerviz sobre una pequeña postura ni siquiera para desyerbarla. Esperaba leer en el informe final de esta cita agrícola la voluntad de terminar realmente con todas las restricciones absurdas. Dada la gravedad de la situación alimentaria, creí que iban a dejar de satanizar y penalizar la figura del intermediario, sin el cual las cajas cargadas de tomate no llegarían al mercado. Atisbaremos la solución de la improductividad cuando informen que los campesinos pueden vender directamente todas sus mercancías a la población -pagando sus impuestos, claro que sí- pero sin pasar por el ?derecho de pernada? que obtiene el Estado sobre ellas. Si no se les permite comprar libremente implementos agrícolas, decidir qué tipo de cultivo plantarán y en qué invertirán el dinero resultante de su venta, todo quedará en el papel del acta de un congreso. Otro más que pasará sin mayores efectos sobre el surco y sobre nuestros platos.

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17 de mayo de 2010
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El rito anual

Sentí el griterío y al asomarme las calles estaban ya mojadas con el primer aguacero de mayo. La Habana cubierta por el velo de la lluvia, bañada por esas tenaces gotas que la sequía ha racionado al extremo en esta anómala primavera. Salieron primero los niños y el concreto gris de los edificios empezó a vetearse con franjas de humedad; su arquitectura de Europa del Este me pareció entonces más incongruente en medio del trópico pluvioso. Las amas de casa recogieron a toda velocidad la ropa de las tendederas y los perros abandonados se pusieron a buen recaudo hasta que amainara. Pero el chaparrón siguió cayendo y su persistencia convenció de empaparse ?en la lluvia más esperada del año? también a los mayores. Saqué una mano por el balcón a ver si valía el esfuerzo de subir a la azotea y ducharme bajo el cielo. Los cubanos aguardamos por este regalo de mayo que dejará listos los mangos para el convite y nos traerá además algo de ?suerte?. De ahí que calarse hasta los genes con este chaparrón sea tenido como el conjuro anual contra lo malo, el rito natural de todo un pueblo que espera tiempos mejores. Finalmente, tomé la pesada escalera de madera y la puse en la escotilla del pasillo; arriba el sacramento de las nubes me mojó en pocos minutos. Sobre los techos había muchos como yo, aguardando porque el agua ?ni metrada ni clorada? se llevara lo malo, nos protegiera contra lo que viene. Estuve sobre mi apartamento hasta que escampó, mirando a quienes chapoleteaban en las calles con las ropas pegadas al cuerpo. Una anciana alargó los dos brazos fuera de una ventana para no quedarse sin la gratuita distribución de la providencia, mientras un borracho tirado en el parque era ?a la misma vez? bendecido y espabilado por la lluvia. Durante el tiempo que duró el primer aguacero de mayo no sólo la gente jugueteó en los charcos y en los descampados, sino que proyectó ese espontáneo frenesí que la vida cotidiana recorta y desluce. Un rezo no articulado se elevó sobre las calles. Con él, cientos de miles pedimos  que el denso chubasco nos trajera una fracción igual de suerte. Todo apunta a que vamos a necesitarla.

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16 de mayo de 2010
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Mi última pizca de fe

Click here to view the embedded video. Click here to view the embedded video. Vamos a reducirlos a la obediencia de la ley. Julio, abogado Hace más de 60 días envié a varias instituciones cubanas una denuncia por detención ilegal, violencia policial y encarcelación arbitraria. A partir de la muerte de Orlando Zapata Tamayo sucesivos arrestos ilegales impidieron a más de un centenar de personas participar en las actividades relacionadas con su funeral. Estuve entre los muchos que terminaron en un calabozo el 24 de febrero cuando nos dirigíamos a firmar el libro de condolencias abierto en su nombre. El grado de violencia empleado contra mí y la contravención de los procedimientos para recluir a un individuo en una Estación de Policía, me hicieron interponer una demanda con pocas esperanzas de que fuera ventilada en un tribunal. Durante todo este tiempo he esperado la respuesta tanto de la Fiscalía Militar como de la Fiscalía General, haciendo un esfuerzo por no sacar a la luz este testimonio revelador, evidencia dolorosa de cuán vulnerados son nuestros derechos. Afortunadamente mi teléfono móvil registró el audio de lo ocurrido aquel miércoles gris, e incluso después de ser confiscado grabó las conversaciones que tenían los agentes de la seguridad del estado y los policías ?sin placas? que nos habían encerrado a la fuerza en la estación de Infanta y Manglar. La evidencia contiene los nombres de algunos responsables y devela el trasfondo político de la operación contra opositores, periodistas independientes y bloggers. He enviado copias de este expediente de ?secuestro? también a organismos internacionales de Derechos Humanos, protección a reporteros y todos aquellos relacionados con malos tratos. Varios abogados de la Asociación Jurídica de Cuba me han asesorado en este empeño. Aunque existen pocas posibilidades de que alguien salga juzgado, al menos los responsables sabrán que sus atrocidades ya no quedan en el silencio de la víctima. La tecnología ha permitido que todo esto salga a la luz. —————— * Algunos elementos para completar este dossier de ?secuestro?: - La voz femenina que me acompaña en la grabación es la de mi hermana Yunia Sánchez. - Transcripción de la grabación. - Acuses de recibo en la Fiscalía Militar,  Fiscalía General, Asamblea Nacional del Poder Popular, Estación de Policía  donde ocurrieron los hechos, Consejo de Estado y Sede Nacional de la  PNR.

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14 de mayo de 2010
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El entorno del sometimiento

Para Dania Virgen García El entorno del sometimiento estuvo una vez en una vieja cárcel de paredes gruesas, a la manera de la fortaleza de La Cabaña en la bahía de La Habana. Una prisión que antes había sido cuartel militar, porque tanto los soldados como los reclusos sufren de similares impedimentos para comportarse como seres libres. Unos y otros están sujetos con algún grillete, sea éste el impuesto por una sanción penal o por el poder de sus sargentos y comandantes. No sería de extrañar que José Martí en lugar de escribir ?Un pueblo no se funda, General, como se manda un campamento?, hubiera hecho el símil con un presidio donde el ciudadano está a merced de sus custodios, bajo la sombra de sus cancerberos. Ahora también tenemos prisiones modernas, con la misma arquitectura que los preuniversitarios en el campo y sin embargo igual de atávicas en sus métodos de sojuzgamiento. No exhiben gruesas rejas, pero sí tenientes que reducen la autoestima, doctores que no están cuando se les necesita y la presión de una doctrina que culpa al reo por no haberse dejado convertir en un ?hombre nuevo?. En muchas cárceles cubanas se intenta quitarle a la persona el respeto por sí misma. De ahí que ésta deba convivir con sus excrecencias y compartir la de sus compañeros de celda. Las paredes de la prisión de mujeres de Manto Negro ?por ejemplo? están salpicadas de lágrimas, sangre, fluidos y saliva, también hay nombres y fechas, conjuros, amenazas y promesas. Los ladrillos de una u otra cárcel ?la antigua y la moderna? han sido ubicados de forma que la libertad no se cuele a través de ellos, para que ninguna rendija deje pasar un gramo de optimismo. Los constructores las han hecho a partir de sus propias fobias, potenciando todo aquello que les produciría pavor. La sordidez de una cárcel es la cara pervertida de la justicia y quienes en nuestro país han erigido y mantienen ciertos sombríos presidios están confesando que le temen al ser humano.

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12 de mayo de 2010
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El Boomeran(g)
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