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Escrito por

Joana Bonet

Joana Bonet es periodista y filóloga, escribe en prensa desde los 18 años sobre literatura, moda, tendencias sociales, feminismo, política y paradojas contemporáneas. Especializada en la creación de nuevas cabeceras y formatos editoriales, ha impulsado a lo largo de su carrera diversos proyectos editoriales. En 2016, crea el suplemento mensual Fashion&Arts Magazine (La Vanguardia y Prensa Ibérica), que también dirige. Dos años antes diseñó el lanzamiento de la revista Icon para El País. Entre 1996 y 2012 dirigió la revista Marie Claire, y antes, en 1992, creó y dirigió la revista Woman (Grupo Z), que refrescó y actualizó el género de las revistas femeninas. Durante este tiempo ha colaborado también con medios escritos, radiofónicos y televisivos (de El País o Vogue París a Hoy por Hoy de la cadena SER y Julia en la onda de Onda Cero a El Club de TV3 o Humanos y Divinos de TVE) y publicado diversos ensayos, entre los que destacan Hombres, material sensible, Las metrosesenta, Generación paréntesis, Fabulosas y rebeldes y la biografía Chacón. La mujer que pudo gobernar. Desde 2006 tiene una columna de opinión en La Vanguardia. 

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Nico, hielo y nailon

No se ha repetido una voz como la suya. Glacial. Lineal. ?Un ordenador IBM con el acento de la Garbo?, la definía el Popism de Warhol. ?Ahí estaba su grave y diáfano contralto, sin rastros de vibralto, perfectamente ajustado en el tono. Era una profesional de los pies a la cabeza?, en palabras de su biógrafo Richard Witts, quien asistió atónito a una actuación en la BBC donde todos los demás invitados recurrían al play back menos ella: la yonqui, la punki, la mentirosa compulsiva, la Miss Pop 1966, la Dietrich de la Velvet Undeground: Nico. Cómo nos fascinaba en los ochenta cuando cantó en Madrid, un año antes de morir, ataviada de melancolía pero capaz de mantener el efecto hipnótico de su voz. Como buenos veinteañeros, permanecíamos ajenos a sus pies descalzos y a su retorcida maternidad: cuando a su hijo Ari, nacido de una relación con Alain Delon, le dolían los dientes, ella le pasaba un dedo untado de heroína. Años más tarde, él confesó: ?Mi madre me ayudaba a pincharme heroína y compartíamos las agujas?. A Nico le gustaba decir que era una superviviente: convivió con el caballo hasta los cuarenta y nueve años, a diferencia de sus amantes Jim Morrison o Brian Jones. Fue una compositora que trabajaba con el lirismo, singularísima, pero en vida se la trató como a una yonqui que se había tirado a una buena pandilla de estrellas. También fue un icono para la moda: ?Sencillo significa elegante y dramático, que son buenos cimientos?, dijo en una entrevista. Estos días suena de nuevo una de sus canciones míticas, Sunday morning. La trae un anuncio de H&M, con una parejita entre folk y rock, versionada con azúcar y resucitando aquel flower power que ella trataba con sarcasmo. Nada que ver con la heladora profundidad de Nico. Se cumplen este año 30 de su último disco de estudio, Camera obscura, justo intentaba alzar el vuelo después de una época donde quiso dejar de ser Nico para tomar el alma de Christha Päffgen aquella niña bastarda y huérfana, demasiado alta y demasiado rubia para pasar desapercibida por la vida hasta que se convirtió en un cesto luces y sombras, de sublimación y calamidad. También de frivolización de una bohemia que causaría estragos. Nico se erigió en una contradicción permanente, compleja hasta en sus propias mentiras, que acababa creyéndose. Esa belleza vikinga y un sorprendente desparpajo de veinteañera, una mezcla entre Brigitte Bardot y Kate Moss, le valió las portadas de Harper´s Bazaar o Vogue. Pero ella siempre necesitaba algo más excitante. De la mano de Fellini, siempre dispuesto a celebrar la belleza femenina, hizo un cameo en la mítica Dolce vita. Y a mitad de los sesenta empezó a cantar persiguiendo el recuerdo de los discos de Zarah Leander que le ponía su madre. Su muerte en Ibiza cayó igual que un blues entre trágico y absurdo: se despeñó cuando bajaba en bicicleta al pueblo para comprar marihuana. Antes de salir de casa se arrolló el pañuelo a la cabeza, muy cuidadosamente, según contó su hijo. No la volvería a ver. Un taxista la encontró medio muerta en Ses Figueretes. Intentó que la salvaran en cuatro hospitales pero en tres fue rechazada por extranjera y por colgada. En el cuarto una enfermera le diagnosticó una insolación. Murió de hemorragia cerebral tras una larga agonía. Sus amigos le dijeron al biógrafo que la moraleja de la vida de Nico era ?No te pongas enfermo en España?. No fue un final romántico para quien cantaba: ?Las encantadoras huellas plateadas emborronan mis páginas en blanco?. Pero permanece su voz existencialista como un cubo de hielo y nailon. Delicatessen / Sybilla

Conservo el honor de haberle hecho una de sus primeras entrevistas, gracias a Pepa Domingo, que con su tienda de Lleida se adelantó dos décadas a la moda. Era tan tímida que hablamos frente a un espejo en lugar de hacerlo cara a cara. Sus prendas son filosofía y botánica. Hasta mañana tiene una tienda efímera en el taller de Nani Marquina. Quiere sentirse ?como una compañía de titiriteros que llega a una ciudad, abre sus baúles durante unos días y luego se va a otra?. La gran Sybilla. Puro siglo XXI / Irene Escolar

Tiene un porte distinguido y su mirada absorbe la vida. Une talento y belleza con radicalidad y desborda con su inquietud por las letras. Irene Escolar, hija y nieta de una histórica estirpe teatral, pasea estos días la mención especial del jurado que acaba de obtener en San Sebastián. Es una rara avis, que alterna el teatro con la biblioteca, cuya versatilidad no entiende de tablas o pantallas, de personajes de época o personajes en busca de autor. Sátira y libertad / Martin Amis

El Holocausto es un asunto resbaladizo si se enfoca desde la comedia. Por eso Martin Amis, desmarcándose de la polémica que ha acompañado a su nueva novela, La zona de interés (Anagrama), insiste en que ?la risa no siempre entraña felicidad, te puedes reír por desdeño, por desprecio, y ahí entramos en la sátira, que no es más que una ironía militante con la que quieres destruir lo que te produce la risa?. Este es el brillante matiz de un novelista virtuoso y osado. (La Vanguardia)

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3 de octubre de 2015
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Los sapiosexuales

Hubo un tiempo en que se propagó una leyenda urbana que pudo llegar a hacer mucho daño a la cultura, me refiero a la poca destreza sexual de los intelectuales. El hombre insuflado de saber no tenía buen currículum en la cama, más bien todo lo contrario: era un presunto acto fallido en sí mismo. Se les suponía demasiado ensimismados para aplicarse en las artes eróticas, aparte de su exceso de narcisismo, que les impedía entregarse a los placeres de otro cuerpo. El caso es que la idea de los intelectuales como pésimos amantes ?con gran maledicencia se daba por hecho que la tenían pequeña? se extendió entre las mujeres y estas empezaron a mirar con suspicacia a los mismos que antaño habían ocupado el Olimpo de sus fantasías. Fue así como el modelo de profesor torturado, aquel que leía poemas de Auden con voz ronca pero besaba como si en lugar de lengua tuviera un embudo, entró en franco retroceso. Además de su fama de malos folladores, aquellos tipos capaces de traducir a Goethe o sintetizar a Kant también eran pobres como ratas. Futbolistas, actores, mecánicos hipster, top models o bomberos encumbraron un nuevo ideal erótico que se fue perpetuando en calendarios y anuncios. El último revuelo procede de Francia, donde unos deportistas hipermusculados salen desnudos en un calendario, y parecen absolutamente cómodos con su anatomía. Uno de ellos, Sylvain Potard, campeón de artes marciales, ha recibido incluso la atención de la exministra de Sanidad, que ha venido a decir: ?Oh la là… ¡qué bendición!?. El señor Potard aparece sentado sobre unas dunas con una mirada serena, ajena a la pujanza con la que emerge su pene. ?No hay ningún retoque?, ha tenido que afirmar, saliendo al paso de las acusaciones de Photoshop. Pero con los nuevos códigos de este mundo hipersexualizado triunfa una nueva etiqueta social, la del sapiosexual, que, según el estudio de la Universidad de Maryland, acaba de un plumazo con la idea de que el intelecto está reñido con Venus. Todo lo contrario: demuestra que la actividad sexual estimula el crecimiento de nuevas células cerebrales mejorando nuestro ejercicio cognitivo. Aquellas personas provistas de ingenio, humor y empatía resultan más irresistibles y duraderas como amantes que los Míster Bíceps. Incluso el mítico calendario Pirelli ?una sofisticada versión del almanaque para camioneros? ha decidido sustituir este año a las modelos ligeras de ropa por señoras de cabezas burbujeantes, y ahí están, retratadas por Annie Leibovitz, Patti Smith, Yoko Ono o Amy Schumer, cuyo atractivo no reside tanto en sus tetas, sino en su cerebro, órgano gracias al cual se lo han pasado estupendamente bien en la vida. (La Vanguardia)

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30 de septiembre de 2015
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La resaca metafísica

Resaca es una de las palabras más curiosas del español: no proviene del latín sino del francés, y su origen escrito se remonta al descubrimiento de América, para referirse al retroceso de las olas desde el punto máximo que alcanzan en la orilla, así como su reflujo. Debió de ser un poeta borracho quien utilizó por primera vez este término para atrapar el malestar que invade cuerpo y mente la mañana después de una ingesta de alcohol, cuando los restos de la noche permanecen dejando al descubierto un andar pesante, un mirar borroso y un estado de miserable penalidad invadido de las toxinas que afloran a la luz del sol. Catalunya despierta hoy lunes con resaca, tanto unos como otros. Los que dirán que han llegado a puerto, y los que opinan que todo acaba de empezar. Han sido meses de deseo exultante para unos, y de fastidio cansino para otros. La tensión emocional ha emulado la de una final futbolística, en la que las gradas se muestran exultantes antes de conseguir la victoria, mientras los cantos apocalípticos anuncian el choque de trenes, cristales, jarrones y mapas. Qué poca atención ha merecido ese estado de pensar lento y melancólico por parte de la comunidad científica. Y no me refiero únicamente a la resaca fisiológica, sino, sobre todo, a la existencial. A la forma en que se liberan los demonios que tan arduamente habrá que enterrar al día siguiente. Mientras escribo estas líneas, Catalunya vota, superando todos los índices de participación. La épica ha vestido la jornada de ayer con el traje largo de la historia, extendiendo la urgencia de decidir el futuro. Kingsley Amis fue un aplicado bebedor, práctico y teórico, que escribió desternillantes ensayos sobre el estado metafísico de la resaca ?reunidos en un volumen titulado Sobrebeber por la editorial Malpaso?. Su descripción de la misma es antológica: ?Cuando esa mezcla inefable de depresión, tristeza (no son lo mismo), angustia, desprecio de uno mismo, sensación de fracaso y miedo al futuro empiece a imponerse, recuerda que lo que tienes es resaca. No te estás poniendo enfermo, no has sufrido una leve lesión cerebral, no haces tan mal tu trabajo, tu familia y tus amigos no han tramado una conspiración de silencio a tu alrededor para que no descubras que eres un mierda, no estás viendo por fin cómo es realmente la vida y no hay por qué llorar por la leche derramada?. La gran resaca con la que hoy despierta Catalunya será sin duda una excelente oportunidad para el autoconocimiento: con tanto trago dialéctico corto y largo, tanta doble y triple nacionalidad, y tanto amor declarado por esos buenos españoles que quieren catalanizar España, hoy Catalunya amanecerá despacio, igual que después de un funeral o una boda cuando la rutina regresa a sorbos. No habrá más remedio que, como con una resaca, suavizar los efectos de la catarsis: bastará con interrumpir la sobriedad para recordar lo bien que hemos bailado. (La Vanguardia)

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28 de septiembre de 2015
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Cuando la vida duele

Hay libros que te desvirgan. Te acompañan en los ritos de pasaje, y al terminar de leerlos sientes que el tiempo ha pasado por encima de ti, que te has hecho mayor. Recuerdo cómo atrapé La campana de cristal de Sylvia Plath apenas cumplidos los veinte. Con un velo de clandestinidad y desafío, igual que una droga. No compartí con casi nadie mi descubrimiento, porque quería asumir aquella historia de autodestrucción sin escalofríos, algo que no lograría hasta que empecé a trabajar en revistas de moda y allí entendí lo que tuvo que suponer para Sylvia Plath su paso por Mademoiselle como redactora invitada. Aquella brillante estudiante del Smith College, una joven sensible y analítica, obsesivamente perfeccionista, aterrizó en una glamurosa redacción llena de inquinas y frustraciones y habitada por una fauna de relaciones públicas maledicentes, estilistas analfabetas y jefecillas de postín. En medio de aquella danza fatua, le organizaron un encuentro con un millonario peruano que intentó violarla y la insultó con desprecio. Elizabeth Winder, biógrafa de Plath, enumera la vestimenta que se compró para aquel stage: ?Blusas de auténtico nylon, faldas grises rectas, jerseis negros ceñidos y zapatos de tacón negros?. Tras su temporada en Mademoiselle tiró toda aquella ropa por la ventana, y empezó el colapso nervioso que dio lugar a todo lo que vendría. ?Algún dios me agarraba por las raíces del pelo?, escribió. Muchos más años, digamos que hasta hace cuatro días, me costó comprender el suicidio de Sylvia Plath, o mejor dicho, aceptar la oscuridad que invade la mente. Me preguntaba cómo una mujer preciosa y con estilo, una escritora enorme, madre de dos hijos pequeños podía ser capaz de auto aniquilarse. Las crónicas cuentan que el 11 de febrero de 1963, en el barrio londinense de Primrose Hill ?en la misma casa donde había vivido W.B. Yeats?, Sylvia se levantó de madrugada, como siempre ?solía escribir sus poemas muy temprano?, preparó el desayuno para sus hijos, Frieda y Nicholas, de tres y un años (una bandeja con pan, mantequilla y leche), se encerró en la cocina sellando los resquicios de la puerta con toallas y metió la cabeza en el horno. Tenía treinta años. Y lo mejor de su poesía aún no había sido publicado. Dos años después, en 1965, vería la luz su obra póstuma, Ariel, uno de los más grandes libros de poesía la segunda mitad del siglo XX. Pero lamentablemente a Plath se la conoce más por ser una bella e ilustre suicida que por sus versos soberbios: ?La perfección es terrible: no puede tener hijos. Fría como el aliento de la nieve, tapona la matriz?. Este año, y de momento sin revival alguno, se celebran cincuenta años de su publicación, pulido y censurado por Ted Hughes, su exmarido, que consumió su vida intentando descifrar los porqués del final una relación de la que ella contaría sus inicios, cuando él la besó violentamente en la boca y ella le mordió fuerte la mejilla hasta que brotó la sangre. Plath fue una heroína trágica ??mi gran tragedia es haber nacido mujer?? destruida por un mundo con el que no se entendió, acaso por la obsesión de colorear de pequeña sin salirse de la raya, aunque también por la inseguridad, el frío de la enfermedad, los tranquilizantes a los 19 años. No excluyó su fijación con la muerte: ?Morir es un arte, como todo. Yo lo hago excepcionalmente bien. Tan bien, que parece un infierno. Tan bien que parece de verdad. Supongo que cabría hablar de vocación?. Ya es hora que su enormidad como poeta transcienda al malditismo. ¡Por fin! / Jennifer Aniston A pesar de tener ?el mejor pelo de América? y de ser una de las actrices más taquilleras, Aniston arrastraba el gafe desde su traumática separación de Brad Pitt. Un maleficio que, tal y como anunció el mismo día de su boda con Justin Theroux, se romperá la próxima primavera, cuando nazcan sus gemelas Viola y Ava. Una feliz combinación de liberación y ciencia, después de largos años en que los periodistas indagaban acerca de su no maternidad como si fuera una autocondena. Contra la intemperie / Ricardo Piglia Ricardo Piglia es un exquisito tanto como lector ?fan de Faulkner, Kafka o Musil? como escritor: accesible y a la vez riguroso, intelectual pero accesible, fascinante y original. Por estos méritos, el autor de Respiración artificial ha merecido el premio Formentor ?en cuya nómina se encuentran nombres de la talla de Beckett o Saul Bellow?. Piglia, aquejado de ELA, no podrá recogerlo y ha delegado en su editor Jorge Herralde. Bajo el mítico pino, una cadena de afectos a sus pies. ‘Like a rolling stone’ / David Cameron Ya tenemos el Piggate: no todos los días se desayuna con la noticia de que un primer ministro conservador y oxfordiano, un líder global, introdujo sus partes íntimas en la boca de un cerdo muerto en no sé qué ceremonia de iniciación. Pero entre las revelaciones del vengativo lord Ashcroft, exvicepresidente de los tories, hay material aún más explosivo como las fiestas, ya en el cargo, entre evasores de impuestos y cocaína en bandejas de plata. (La Vanguardia)

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26 de septiembre de 2015
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El rojeras antigolfista

Por fin un candidato que se perfuma con Nenuco, y que es muy de llorar. Porque Antonio Baños admite que le hace llorar prácticamente todo. Como buen hijo de la generación X, no solo ha alargado la adolescencia, sino que parece dispuesto a no perder la infancia; ahí donde, según el poeta, descansa la mejor idea de la patria. ?Mi infancia fue muy feliz, toda ella está llena de buenos recuerdos?. La acidez que exhibe estos días en campaña no excluye una emotividad que lo envuelve como capas de cebolla: sin impostura, fajador de mano en la cintura que a veces también se acaricia el cuello, al estilo Séneca. En los debates televisivos ha explicado igual que un psicólogo cognitivo el vínculo emocional entre España y Catalunya: ?La España que llevamos en la memoria y el corazón, la de las luchas y los afectos, es irrompible; pero el Estado español es inviable?. Confiesa, como buen hombre nenuco ?aunque en las redacciones aseguran que le privaba el olor a hombre?, que de niño quería ser antropólogo: ?Creo que imaginaba a un antropólogo como una especie de explorador/periodista/escritor?. Un poco más tarde fantaseaba con ser una estrella de rock, y, de hecho, ahí están sus pinitos sobre los escenarios con Los Carradine. Pero también le ha echado codos para escribir su Posteconomía. No va de puntillas por la vida y denuncia la rebelión de las élites que no sueltan sus yates en la Costa Azul ni sus esquís en Gstaad: ?Son unas élites irresponsables, que no pueden ser demócratas porque no se vinculan a una comunidad?. Le pido que defina a nuestra generación: ?En mitad de todo: mitad analógicos, mitad digitales; mitad 68 mitad antiglobalización; mitad punk, mitad grunge… Fuimos la primera generación precarizada, la primera criada con la televisión, Vimos caer el Muro y flipamos con el Spectrum. La primera decepcionada con la transición, testigo de todas las derrotas de la izquierda y el triunfo del neoliberalismo?. En verdad parece que Baños se lo pasa muy bien: tan solo lleva 57 días en política y afirma convencido en los debates que el día 28 comenzará una nueva república ?y no la de Ikea? y que lo cambiará todo. Con su corbata rosa y su chaleco negro, vestido a ratos como el mago Tamariz pero con un aire entre Umberto Eco y Fernando Arrabal, no hay que negarle sentido del humor, acaso el más destacado entre los candidatos del 27-S. No en vano su película favorita es La vida de Brian. En el cortometraje de campaña de la CUP, ?Anaven lents perque anaven lluny?, sus compañeros piden a Baños un gato para cambiar una rueda pinchada, y él aparece con un Maneki-neko, ese felino amuleto japonés. Poliédrico ?periodista y escritor, tertuliano, analista económico, músico y ahora político?, quienes le conocen dicen de él que es un buen tipo, que escribe muy bien, radical anticapitalista, coherente incluso en el vestir y que nunca llegaba a final de mes. Según sus propias palabras, de hombre sincero y enrollado que confiesa: ?En la vida de un servidor, un par de cosas le han traído problemas de forma persistente. Son los gin-tonics y el optimismo?. Su papel el 27-S podrá reducirse al de fiel escudero de Romeva y Junts pel Sí. Pero un escudero, como Sancho en El Quijote, con voluntad de arremangarse y hacer política. Sancho sorprende a propios y extraños al declarar que el objetivo de su gobierno en la Ínsula Barataria será ?limpiar esta ínsula de todo género de inmundicia?. Baños está empeñado en que el aburrimiento no acabe por matar a la identidad. (La Vanguardia)

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24 de septiembre de 2015
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Un clásico de otoño

Ya son tres los candidatos del 27-S que no utilizan perfume, que se autoexcluyen del nuevo sensualismo que ofrece la industria olfativa. Ni una nube de almizcle o pachuli será pulverizada frente a su espejo. Ni siquiera una humilde agua de lavanda. Espadaler, al igual que Inés Arrimadas y Lluís Rabell, no se aromatiza. Van por la vida a cuerpo y sin aditivos. Aunque el de Espadaler es un cuerpo asombrado por la capacidad de energía que genera. ?Me siento cómodo, con muchas pilas. Aunque, eso sí, soy hombre más de entrevistas cara a cara, reposadas, que de ese guirigay de los debates atropellados?. ?¿Pragmático??, le pregunto. ?Sí, más pragmático que idealista: el corazón es importante, pero hacer política es la síntesis de la cabeza?. De niño quería ser veterinario, hasta que le pusieron una ración de vísceras sobre la mesa del aula. Impresionable, pero no impresionado. Para creer en sí mismo, la mayor obligación en campaña, el candidato debe atender calladamente las encuestas sin creérselas a pesar de la fuerza mental ?y visual? de los porcentajes. Admite que cualquier cosa será un éxito. ?Ocurre cuando se pasa de la nada a tres diputados: tener presencia en el Parlament, a pesar de que como partido único sólo tengamos dos meses, es nuestro objetivo?. Tiene a su favor sus conocimientos de Historia, y su pasado como conseller de Medi Ambient y más tarde de Interior. Aquí no hay mitología de piel callosa. Un ejemplo: cuando lloró un par de veces, codo con codo con los Mossos, ante dos bajas: ?Son momentos de gran dureza: ver a los compañeros hundidos ante tanta brutalidad?. Día a día, junto a su esposa Anna, se ocupa de enaltecer el espíritu, de arrancar tiempo para leer, sobre todo a los clásicos traducidos por Carles Riba. En su casa de Vic se escucha a Bach. Su hijo Miquel, de 12 años, es un virtuoso del violonchelo, y María, con 10, toca el violín. Espadaler supura orgullo: ?La música ayuda a disciplinarse, a abrir la mente?. Se ha dejado crecer la fina perilla de otros tiempos y hoy luce una barba cuidada, que afina la redondez de su rostro. Ni asomo de hipsterismo o progresía: canas de cincuentón, gafas de pasta negras, camisas blancas y corbatas la vie en rose. Habla bien, escoge con mimo las palabras; utiliza un tono bajo que reclama atención; modula armónicamente su discurso para no resultar cargante, subraya con las manos, e incluso con suaves movimientos de cabeza. Siempre cabal, a veces críptico. Al salir de los platós llama a su madre: ?Es una mujer de una gran fortaleza; sufre con la campaña, me avisa y me dice ?ten cuidado, te van a apretar por aquí?…?. Cándida es la mejor juez de su hijo a la hora de dirimir si se ha entendido su mensaje. Las señoras que iban al antiguo Iradier me dicen que Espadaler les parece un hombre triste. ?En absoluto?, niega él, y añade: ?Lo que no haré es dejar de ser yo?. Afirma que es un tipo normal y que poco jugo le podré sacar. ?Soy una persona de convicciones, que sabe respetar las verdades del otro; defendemos la nuestra, consciente de que todo el mundo tiene su parte de verdad. Dialogando y sin romper nada. No somos rupturistas, porque quienes pagan los platos rotos siempre son los débiles?. Una de las frases más sonoras de su campaña ha sido: ?Unió es la CiU del siglo XXI?. Lo afirma con la confianza y el seny del hombre ordenado que escribe a pluma. Acaba de perder una Smart roja a la que tenía cariño: ?Una pluma la acabas haciendo tuya?. ¿Y a un viejo partido recién divorciado? (La Vanguardia)

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22 de septiembre de 2015
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Campeonas rotas

Qué puede empujar a una mujer guapa, deportista de élite y con éxito, que sale en las páginas de Deporte del periódico y es aplaudida en las pistas, a trabajar como prostituta de lujo? La historia de Suzy Favor-Hamilton, conocida entre sus clientes como Kelly Lundy, ha causado asombro. Suzy participó en tres Juegos Olímpicos, mientras Kelly ofrecía su cuerpo en los hoteles dorados de Las Vegas. Suzy y Kelly eran la misma persona aunque parecieran la noche y el día. De la disciplina del deporte de alta competición al abandono en una suite de mármol rosa, a 600 dólares la hora. ?No espero que la gente me comprenda, pero para mi tenía sentido?, declaró cuando salió a la luz su doble vida a causa de un cliente indiscreto. Ahora se atreve a contarlo para reflexionar sobre el autoengaño y la naturalidad con los que derribó el propio muro de su estima, en un libro titulado Fast girl. No se debe de frivolizar ante un asunto que pervierte la escalera de valores. Que glorifica el dinero fácil y el mundo vip de las escorts con hombres aburridos a los que sólo les divierte la transgresión. Este es un caso que nada tiene que ver con la esclavitud sexual y la trata. Nadie más que ella misma vulneró su libertad, empujada a malgastarla para autodestruirse. Una temporada en el infierno, desnuda de versos, con anorexia y depresión, desestabilizó a esta mujer que lo ganaba todo en los campeonatos nacionales norteamericanos entre los 800 y 1.500 metros. En Sydney, en el 2000, la entonces número uno del ranking mundial del kilómetro y medio se rompió cuando afrontaba los últimos metros en primera posición. Incapaz de aguantar la presión, ni el suicidio aún caliente de su hermano. Sus rivales la adelantaron sin piedad mientras ella se retorcía en la pista. Puede ser que ya pesara más la vida de Kelly que la de Suzy: ella misma reconoce que la vida de puta cara era ante todo una evasión, que se prostituía para escapar de la vida competitiva que la estaba machacando de la misma forma en que otros se entregan a una adicción como huida hacia adelante. Abundan los casos de deportistas o exdeportistas de élite arrasados por una nube negra, la otra cara de la gloria. Con los rigores de la crisis nos llegaron los casos de universitarias que iban considerando natural acostarse un par de veces al mes con un hombre para pagarse la matrícula. Empiezan con moderación. Pero cruzan el límite; aceptan el descontrol que puede abocarlas a un lugar desconocido. Luego viene la gula: aquel bolso de marca, una escapada de fin de semana…Y la excepción se convierte en rutina. Entran en una espiral que poco tiene que ver con el sexo concebido como un lenguaje íntimo y libre entre dos personas que se desean. Todas insisten en que lo dejarán pronto: cuando acaben la carrera, cuando paguen sus deudas, cuando encuentren un trabajo mejor. A su alrededor, todos prefieren mirar a otro lado. (La Vanguardia)

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21 de septiembre de 2015
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La mujer que eligió vivir de los versos

En las historias de amor, el inicio determina la bacteria. El bicho que resistirá o sucumbirá entre ambos. La anatomía patológica que unirá dos almas y dos cuerpos. ?¿Cómo os conocisteis??, preguntamos a las parejas imantadas. Los detalles del origen, su encuentro en la vida justo cuando se estaban buscando sin saberlo, marcarán todo lo bueno y lo malo por venir. No es de extrañar que la bacteria que unió a Zenobia Camprubí y Juan Ramón Jiménez fuera imposible de erradicar, imbatible a cualquier desaliento, ya sean las penurias económicas, las languideces del poeta triste, el exilio o la enfermedad. Porque Juan Ramón se enamoró de su risa a través de un tabique. El que separaba la austera pensión donde vivía de la casa de los Byne, un matrimonio norteamericano amigo de la familia de ?la americanita?, como la apodaba Gómez de la Serna. Zenobia era hija del ingeniero catalán Raimundo Camprubí y de Isabel Aymar, descendiente de una próspera familia puertorriqueña. Las fiestas sociales consistían en una debilidad de aquella joven trilingüe, bien educada y tocada de una luminosa curiosidad que había estudiado en la Universidad de Columbia. Un espíritu libre cuya risa atravesó la pared del poeta, sumido en sus ensoñaciones. Días después fueron presentados en la Residencia de Estudiantes. Él reconoció su risa sonora. También reconoció a la mujer de su vida. Hay dos etiquetas que definen la personalidad de Zenobia: la de ?mujer moderna? y la de ?mujer en la sombra?. Que nadie crea que se logra ser el mejor poeta español, viviendo del verso y del caer la tarde, si no se es inmensamente rico, o no se tiene al lado un ángel. Zenobia ejerció de secretaria, traductora, representante y psicóloga de Juan Ramón. Se partió el pecho. Incluso le buscaba cursos y conferencias en universidades. ?La mera compra de unas pastillas de menta, una botella de jerez o un lápiz rojo para subrayar les hace felices momentáneamente? ( Pasé la mañana escribiendo de Anna Caballé). Casi 60 años después de su muerte aún seguimos tratando de desatar sus contradicciones. Como el hecho de que una de las pioneras del feminismo español, íntima de las Victoria Kent, María de Maeztu… (las mujeres del Lyceum Club Femenino fueron las únicas españolas con las que logró entenderse), aceptase plegar su personalidad y talento a los de su marido. Fue un amor supremo. Una entrega colosal. Lo escribió claro: ?El pusilánime, hipocondríaco, depresivo y neurasténico poeta se habría hundido en un pozo sin fondo (…) pero el día en que juntó su destino con el mío, cambió ese fin. Después de todo, yo soy en parte dueña de mi propia vida (?) En esta empresa nuestra, yo siempre he sido Sancho?. Juntos tradujeron a Tagore, Shakespeare, Poe o Shelley. Pese a todo ella sentía que ?sin una actividad razonable, por la noche se siente una como vacía de la propia personalidad?. Sobrellevaba con animosidad una vida nómada, aunque decía que en algunas ocasiones los dos, juntos, se despertaban sin saber en que lugar del mundo estaban. Sus diarios poseen un valor incalculable, y aún por reconocer. Fue la única mujer, junto a Rosa Chacel, que dejó un diario escrito de la vida y la literatura de mitad del siglo XX. Pero su figura siempre ha sido glosada en relación al poeta. Por ello, la exposición se ha inaugurado esta semana en Córdoba, Zenobia Camprubí, en primera persona, reconoce la enorme diarista que fue ?este otoño se publicarán sus hasta ahora inéditos Diarios de juventud?. La esperada reivindicación de la mujer que eligió fieramente vivir en los versos. Formas vividas / Daniel Riera Daniel Riera, uno de nuestros fotógrafos de moda más internacionales ?que ha heredado el aliento de Bruce Weber y la narración de Lindbergh? acaba de inaugurar expo en la prestigiosa galería neoyorquina Casa de Costa. The vivid language es una fascinante crónica de su romance con las formas, ya sean estas una mano abriendo paso entre vetas minerales, las pecas que salpican un hombro o un bloque de edificios a medio construir, captando el non-finito que nos rodea. Teléfono rojo / Elton John Sólo un exceso de ego puede hacerte creer que el macho caucásico de Putin llame a un gay para pedirle una conversación sobre los derechos de los homosexuales. Elton John, muy indiscretamente y por Instagram lo pregonó a los cuatro vientos en lugar de hablarlo antes con su marido. ?Si quiere que vaya a la celebración del orgullo gay en Moscú, iré?, le respondió al presunto presidente ante su invitación, sin pensar por un solo momento que le estaban tomando el pelo. Saludable carisma / Michelle Obama Qué inteligencia la de Michelle Obama, que lo primero que hizo al llegar a la Casa Blanca fue sembrar un huerto ecológico. Allí, entre tomateras y pimientos, encuentra escapatorias. Qué mejor lugar para llevar a los invitados, en vez de a un estanque con patos. El brazo tonificado de Michelle y el aún más musculado de Letizia apuntan no se sabe si a la lechuga o al pepino, pero con tanta determinación y simetría que su saludable carisma implosiona en foto. (La Vanguardia)

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19 de septiembre de 2015
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Mírame a los ojos

Estos chicos prodigio de Ciutadans, sin apenas pasado. Nacidos de la inquietud de un grupo de intelectuales que después de tantos libros y columnas decidieron escribir un partido político. Rivera, Villacís y ahora Arrimadas. Tienen algo de secta moderna: educados, fotogénicos, con másters en la Costa Azul y con una forma de hacer política más profesional que vocacional. Se entregan a fondo. Lo de JASP ?Jóvenes Aunque Sobradamente Preparados? es ya una antigualla, mejor invocar el espíritu startup o un perfil de community manager. Empecemos por su nombre, mucho menos apasionado que las colles de Junts pel Sí o Catalunya Sí que es Pot. Un enunciado sobrio que se presenta como un derroche de sentido común. La de un partido bisagra, aunque cargue por la derecha, evocando la moderada radicalidad lerrouxista. El fenómeno Rivera, aupado por un efecto reactivo ante Podemos, ha convertido al fenómeno Iglesias en una especie de Pussy Riot que le pide sexo salvaje a Mas. Pero el audaz Albert no da para todo, y tiene que repartirse el mapa entre sus cachorros. En un partido nuevo todo suena a nuevo, por eso que le llamen ?sorprendente? o ?inesperada? a la candidata de Ciutadans demuestra que la llamada generación tapón sigue insistiendo en repetir cromos. Ni caso. Ellos saben mirar de frente. Y hablar con un micrófono sin acalorarse. Como Inés Arrimadas, que cuenta con dos atributos colosales: es mujer ?la única en liza en el 27-S?, y es jerezana. De lo primero no se esconde, y eso que recibe piropos como si fuera Paula Echevarría. ?¿Le molesta que le llamen guapa o la niña??, le pregunto. ?No, porque no me llaman ninguna de las dos cosas?, responde por whatsapp. Internet lo niega. Y es que en política ha llegado por fin la apostura y el piropo. Decisiva es la resurrección de aquel viejo cartel de ?se requiere buena presencia? que los progres tanto detestaron. Arrimadas, con sus blazers entallados, sus pitillos, su melena estilo Inés Sastre y su tacón medio de cinco o siete centímetros, borda el código. ¿Marcas? ?Compro en todo tipo de tiendas. ¿Música? Rock. Lo de jerezana parece pasar más inadvertido; primero por su acento salmantino heredado de sus padres, aunque alguna ese se come. Dice que le gusta el sherry y que señoritos hay en todas partes. En cinco años ha aprendido un catalán corrientísimo ?que incluye fetges y jutges?, pero lo foráneo se le cuela en su falta de unidad fonética en las vocales y en las eses sonoras. A las ideas les añade una vocal: ideies. Por supuesto que la han llamado pija, ese adjetivo rabioso que se utiliza contra las mujeres bien perfumadas. Le pregunto por su perfume como quien pregunta por su equipo de fútbol: ?No llevo perfume?. A sus 34 años, tiene más horas de tertulia televisiva que de mitin de campaña. Mezcla el lenguaje político con el empresarial. ?No tenemos tiempo para perder más tiempo?. Dice que no es feminista, pero al interrogarla sobre el hecho de que sea la única candidata del 27-S responde como una de ellas: ?Estamos muy lejos de la igualdad real entre hombres y mujeres?. Habla rápido pero sin atropellarse, como hipnotizando a la audiencia. Y tiene un buen contraplano ?cuando la cámara te graba mientras estás escuchando o mirando las musarañas? en el que ella levanta barbilla, serena, con media sonrisa, sin ansiedad, mirando a los ojos de su interlocutor, copiándole estilo a la reina Letizia. Arrimadas es otra tímida que cruza la cuarta pared, feliz al saberse ?la candidata mejor valorada para presidir la Generalitat?, asegura. Una mujer que llora muy poco. (La Vanguardia)

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18 de septiembre de 2015
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Cámaras limpias

La balsa flota en el mar, a veinticinco kilómetros de las costas de Libia. Parece una isla poblada de terror y esperanza. Bocas abiertas y sonrisas desparramadas expresan su conmoción: están salvados, alguien les mira. Firmada por Massimo Sestini, es una de las fotos premiadas en el World Press Photo, que estos días se exponen en el COAM de Madrid ?y en noviembre en el CCCB de Barcelona?. Ha sido seleccionada entre otras muchas imágenes que reflejan la tragedia y el absurdo horror de la humanidad; la banalidad del mal, la barbarie y la desolación. Como la serie de una ejecución pública en Irán, a cuyo protagonista, antes de ser ahorcado, lo abofetea la madre de su víctima mientras su propia madre se suena la nariz con aflicción. O la foto de las batas a cuadros y las sandalias rojas que dejaron en casa las estudiantes nigerianas secuestradas por Boko Haram, de las que nunca se supo más. Hay lugar para algún destello de felicidad, como el que transmite la imagen ganadora del certamen internacional, Jon y Alex, que retrata a una pareja de hombres que se aman en San Petersburgo con una intimidad que no deja espacio para nadie, ni siquiera para la persecución que les amenaza. Pero en esa intimidad respiraba alguien más: Mad Nissen, el autor del disparo. El ojo que en otros escenarios permanece frente al cadáver caliente y siente hambre de puro miedo. Un fotorreportero, un periodista a pie de obra, es un soldado de la historia en minúsculas. No es extraño que en las películas tengan tanto éxito como personajes; héroes o antihéroes que ponen en peligro su vida en nombre de la verdad. ?Un periodista debe ser un hombre abierto a otros hombres, a otras razones y a otras culturas, tolerante y humanitario?, sostenía Kapucinski, en las antípodas del odio o la hostilidad. Por eso ha causado tanta repugnancia el vídeo de Petra Laszlo, la camarógrafa húngara que ha pateado el alma de un oficio, de su deontología profesional y su compromiso social. Gracias a alguien que cumplía admirablemente su trabajo hemos visto cómo, sosteniendo su cámara como si fuera una pesada pieza de artillería, Laszlo pateaba a una niña y zancadilleaba a un hombre con su hijo de siete años en brazos. Un hombre que no es peligroso, un padre muerto de miedo a quien hace llorar de humillación. Ninguna de sus cobardes excusas ha podido disculpar la traición a su casta. Día a día, desde el otro lado del periódico, del telediario y el móvil, miles de profesionales se juegan la vida por cuatro duros mientras comparten su botella de agua con alguna madre y sus hijos. Alertan, socorren, se compadecen, sin dejar de cumplir con su principal misión: ser nuestros ojos. Nuestra mirada. Que queremos limpia. (La Vanguardia)

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16 de septiembre de 2015
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El Boomeran(g)
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