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Escrito por

Joana Bonet

Joana Bonet es periodista y filóloga, escribe en prensa desde los 18 años sobre literatura, moda, tendencias sociales, feminismo, política y paradojas contemporáneas. Especializada en la creación de nuevas cabeceras y formatos editoriales, ha impulsado a lo largo de su carrera diversos proyectos editoriales. En 2016, crea el suplemento mensual Fashion&Arts Magazine (La Vanguardia y Prensa Ibérica), que también dirige. Dos años antes diseñó el lanzamiento de la revista Icon para El País. Entre 1996 y 2012 dirigió la revista Marie Claire, y antes, en 1992, creó y dirigió la revista Woman (Grupo Z), que refrescó y actualizó el género de las revistas femeninas. Durante este tiempo ha colaborado también con medios escritos, radiofónicos y televisivos (de El País o Vogue París a Hoy por Hoy de la cadena SER y Julia en la onda de Onda Cero a El Club de TV3 o Humanos y Divinos de TVE) y publicado diversos ensayos, entre los que destacan Hombres, material sensible, Las metrosesenta, Generación paréntesis, Fabulosas y rebeldes y la biografía Chacón. La mujer que pudo gobernar. Desde 2006 tiene una columna de opinión en La Vanguardia. 

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Cuando la vida duele

Hay libros que te desvirgan. Te acompañan en los ritos de pasaje, y al terminar de leerlos sientes que el tiempo ha pasado por encima de ti, que te has hecho mayor. Recuerdo cómo atrapé La campana de cristal de Sylvia Plath apenas cumplidos los veinte. Con un velo de clandestinidad y desafío, igual que una droga. No compartí con casi nadie mi descubrimiento, porque quería asumir aquella historia de autodestrucción sin escalofríos, algo que no lograría hasta que empecé a trabajar en revistas de moda y allí entendí lo que tuvo que suponer para Sylvia Plath su paso por Mademoiselle como redactora invitada. Aquella brillante estudiante del Smith College, una joven sensible y analítica, obsesivamente perfeccionista, aterrizó en una glamurosa redacción llena de inquinas y frustraciones y habitada por una fauna de relaciones públicas maledicentes, estilistas analfabetas y jefecillas de postín. En medio de aquella danza fatua, le organizaron un encuentro con un millonario peruano que intentó violarla y la insultó con desprecio. Elizabeth Winder, biógrafa de Plath, enumera la vestimenta que se compró para aquel stage: ?Blusas de auténtico nylon, faldas grises rectas, jerseis negros ceñidos y zapatos de tacón negros?. Tras su temporada en Mademoiselle tiró toda aquella ropa por la ventana, y empezó el colapso nervioso que dio lugar a todo lo que vendría. ?Algún dios me agarraba por las raíces del pelo?, escribió. Muchos más años, digamos que hasta hace cuatro días, me costó comprender el suicidio de Sylvia Plath, o mejor dicho, aceptar la oscuridad que invade la mente. Me preguntaba cómo una mujer preciosa y con estilo, una escritora enorme, madre de dos hijos pequeños podía ser capaz de auto aniquilarse. Las crónicas cuentan que el 11 de febrero de 1963, en el barrio londinense de Primrose Hill ?en la misma casa donde había vivido W.B. Yeats?, Sylvia se levantó de madrugada, como siempre ?solía escribir sus poemas muy temprano?, preparó el desayuno para sus hijos, Frieda y Nicholas, de tres y un años (una bandeja con pan, mantequilla y leche), se encerró en la cocina sellando los resquicios de la puerta con toallas y metió la cabeza en el horno. Tenía treinta años. Y lo mejor de su poesía aún no había sido publicado. Dos años después, en 1965, vería la luz su obra póstuma, Ariel, uno de los más grandes libros de poesía la segunda mitad del siglo XX. Pero lamentablemente a Plath se la conoce más por ser una bella e ilustre suicida que por sus versos soberbios: ?La perfección es terrible: no puede tener hijos. Fría como el aliento de la nieve, tapona la matriz?. Este año, y de momento sin revival alguno, se celebran cincuenta años de su publicación, pulido y censurado por Ted Hughes, su exmarido, que consumió su vida intentando descifrar los porqués del final una relación de la que ella contaría sus inicios, cuando él la besó violentamente en la boca y ella le mordió fuerte la mejilla hasta que brotó la sangre. Plath fue una heroína trágica ??mi gran tragedia es haber nacido mujer?? destruida por un mundo con el que no se entendió, acaso por la obsesión de colorear de pequeña sin salirse de la raya, aunque también por la inseguridad, el frío de la enfermedad, los tranquilizantes a los 19 años. No excluyó su fijación con la muerte: ?Morir es un arte, como todo. Yo lo hago excepcionalmente bien. Tan bien, que parece un infierno. Tan bien que parece de verdad. Supongo que cabría hablar de vocación?. Ya es hora que su enormidad como poeta transcienda al malditismo. ¡Por fin! / Jennifer Aniston A pesar de tener ?el mejor pelo de América? y de ser una de las actrices más taquilleras, Aniston arrastraba el gafe desde su traumática separación de Brad Pitt. Un maleficio que, tal y como anunció el mismo día de su boda con Justin Theroux, se romperá la próxima primavera, cuando nazcan sus gemelas Viola y Ava. Una feliz combinación de liberación y ciencia, después de largos años en que los periodistas indagaban acerca de su no maternidad como si fuera una autocondena. Contra la intemperie / Ricardo Piglia Ricardo Piglia es un exquisito tanto como lector ?fan de Faulkner, Kafka o Musil? como escritor: accesible y a la vez riguroso, intelectual pero accesible, fascinante y original. Por estos méritos, el autor de Respiración artificial ha merecido el premio Formentor ?en cuya nómina se encuentran nombres de la talla de Beckett o Saul Bellow?. Piglia, aquejado de ELA, no podrá recogerlo y ha delegado en su editor Jorge Herralde. Bajo el mítico pino, una cadena de afectos a sus pies. ‘Like a rolling stone’ / David Cameron Ya tenemos el Piggate: no todos los días se desayuna con la noticia de que un primer ministro conservador y oxfordiano, un líder global, introdujo sus partes íntimas en la boca de un cerdo muerto en no sé qué ceremonia de iniciación. Pero entre las revelaciones del vengativo lord Ashcroft, exvicepresidente de los tories, hay material aún más explosivo como las fiestas, ya en el cargo, entre evasores de impuestos y cocaína en bandejas de plata. (La Vanguardia)

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26 de septiembre de 2015
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El rojeras antigolfista

Por fin un candidato que se perfuma con Nenuco, y que es muy de llorar. Porque Antonio Baños admite que le hace llorar prácticamente todo. Como buen hijo de la generación X, no solo ha alargado la adolescencia, sino que parece dispuesto a no perder la infancia; ahí donde, según el poeta, descansa la mejor idea de la patria. ?Mi infancia fue muy feliz, toda ella está llena de buenos recuerdos?. La acidez que exhibe estos días en campaña no excluye una emotividad que lo envuelve como capas de cebolla: sin impostura, fajador de mano en la cintura que a veces también se acaricia el cuello, al estilo Séneca. En los debates televisivos ha explicado igual que un psicólogo cognitivo el vínculo emocional entre España y Catalunya: ?La España que llevamos en la memoria y el corazón, la de las luchas y los afectos, es irrompible; pero el Estado español es inviable?. Confiesa, como buen hombre nenuco ?aunque en las redacciones aseguran que le privaba el olor a hombre?, que de niño quería ser antropólogo: ?Creo que imaginaba a un antropólogo como una especie de explorador/periodista/escritor?. Un poco más tarde fantaseaba con ser una estrella de rock, y, de hecho, ahí están sus pinitos sobre los escenarios con Los Carradine. Pero también le ha echado codos para escribir su Posteconomía. No va de puntillas por la vida y denuncia la rebelión de las élites que no sueltan sus yates en la Costa Azul ni sus esquís en Gstaad: ?Son unas élites irresponsables, que no pueden ser demócratas porque no se vinculan a una comunidad?. Le pido que defina a nuestra generación: ?En mitad de todo: mitad analógicos, mitad digitales; mitad 68 mitad antiglobalización; mitad punk, mitad grunge… Fuimos la primera generación precarizada, la primera criada con la televisión, Vimos caer el Muro y flipamos con el Spectrum. La primera decepcionada con la transición, testigo de todas las derrotas de la izquierda y el triunfo del neoliberalismo?. En verdad parece que Baños se lo pasa muy bien: tan solo lleva 57 días en política y afirma convencido en los debates que el día 28 comenzará una nueva república ?y no la de Ikea? y que lo cambiará todo. Con su corbata rosa y su chaleco negro, vestido a ratos como el mago Tamariz pero con un aire entre Umberto Eco y Fernando Arrabal, no hay que negarle sentido del humor, acaso el más destacado entre los candidatos del 27-S. No en vano su película favorita es La vida de Brian. En el cortometraje de campaña de la CUP, ?Anaven lents perque anaven lluny?, sus compañeros piden a Baños un gato para cambiar una rueda pinchada, y él aparece con un Maneki-neko, ese felino amuleto japonés. Poliédrico ?periodista y escritor, tertuliano, analista económico, músico y ahora político?, quienes le conocen dicen de él que es un buen tipo, que escribe muy bien, radical anticapitalista, coherente incluso en el vestir y que nunca llegaba a final de mes. Según sus propias palabras, de hombre sincero y enrollado que confiesa: ?En la vida de un servidor, un par de cosas le han traído problemas de forma persistente. Son los gin-tonics y el optimismo?. Su papel el 27-S podrá reducirse al de fiel escudero de Romeva y Junts pel Sí. Pero un escudero, como Sancho en El Quijote, con voluntad de arremangarse y hacer política. Sancho sorprende a propios y extraños al declarar que el objetivo de su gobierno en la Ínsula Barataria será ?limpiar esta ínsula de todo género de inmundicia?. Baños está empeñado en que el aburrimiento no acabe por matar a la identidad. (La Vanguardia)

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24 de septiembre de 2015
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Un clásico de otoño

Ya son tres los candidatos del 27-S que no utilizan perfume, que se autoexcluyen del nuevo sensualismo que ofrece la industria olfativa. Ni una nube de almizcle o pachuli será pulverizada frente a su espejo. Ni siquiera una humilde agua de lavanda. Espadaler, al igual que Inés Arrimadas y Lluís Rabell, no se aromatiza. Van por la vida a cuerpo y sin aditivos. Aunque el de Espadaler es un cuerpo asombrado por la capacidad de energía que genera. ?Me siento cómodo, con muchas pilas. Aunque, eso sí, soy hombre más de entrevistas cara a cara, reposadas, que de ese guirigay de los debates atropellados?. ?¿Pragmático??, le pregunto. ?Sí, más pragmático que idealista: el corazón es importante, pero hacer política es la síntesis de la cabeza?. De niño quería ser veterinario, hasta que le pusieron una ración de vísceras sobre la mesa del aula. Impresionable, pero no impresionado. Para creer en sí mismo, la mayor obligación en campaña, el candidato debe atender calladamente las encuestas sin creérselas a pesar de la fuerza mental ?y visual? de los porcentajes. Admite que cualquier cosa será un éxito. ?Ocurre cuando se pasa de la nada a tres diputados: tener presencia en el Parlament, a pesar de que como partido único sólo tengamos dos meses, es nuestro objetivo?. Tiene a su favor sus conocimientos de Historia, y su pasado como conseller de Medi Ambient y más tarde de Interior. Aquí no hay mitología de piel callosa. Un ejemplo: cuando lloró un par de veces, codo con codo con los Mossos, ante dos bajas: ?Son momentos de gran dureza: ver a los compañeros hundidos ante tanta brutalidad?. Día a día, junto a su esposa Anna, se ocupa de enaltecer el espíritu, de arrancar tiempo para leer, sobre todo a los clásicos traducidos por Carles Riba. En su casa de Vic se escucha a Bach. Su hijo Miquel, de 12 años, es un virtuoso del violonchelo, y María, con 10, toca el violín. Espadaler supura orgullo: ?La música ayuda a disciplinarse, a abrir la mente?. Se ha dejado crecer la fina perilla de otros tiempos y hoy luce una barba cuidada, que afina la redondez de su rostro. Ni asomo de hipsterismo o progresía: canas de cincuentón, gafas de pasta negras, camisas blancas y corbatas la vie en rose. Habla bien, escoge con mimo las palabras; utiliza un tono bajo que reclama atención; modula armónicamente su discurso para no resultar cargante, subraya con las manos, e incluso con suaves movimientos de cabeza. Siempre cabal, a veces críptico. Al salir de los platós llama a su madre: ?Es una mujer de una gran fortaleza; sufre con la campaña, me avisa y me dice ?ten cuidado, te van a apretar por aquí?…?. Cándida es la mejor juez de su hijo a la hora de dirimir si se ha entendido su mensaje. Las señoras que iban al antiguo Iradier me dicen que Espadaler les parece un hombre triste. ?En absoluto?, niega él, y añade: ?Lo que no haré es dejar de ser yo?. Afirma que es un tipo normal y que poco jugo le podré sacar. ?Soy una persona de convicciones, que sabe respetar las verdades del otro; defendemos la nuestra, consciente de que todo el mundo tiene su parte de verdad. Dialogando y sin romper nada. No somos rupturistas, porque quienes pagan los platos rotos siempre son los débiles?. Una de las frases más sonoras de su campaña ha sido: ?Unió es la CiU del siglo XXI?. Lo afirma con la confianza y el seny del hombre ordenado que escribe a pluma. Acaba de perder una Smart roja a la que tenía cariño: ?Una pluma la acabas haciendo tuya?. ¿Y a un viejo partido recién divorciado? (La Vanguardia)

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22 de septiembre de 2015
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Campeonas rotas

Qué puede empujar a una mujer guapa, deportista de élite y con éxito, que sale en las páginas de Deporte del periódico y es aplaudida en las pistas, a trabajar como prostituta de lujo? La historia de Suzy Favor-Hamilton, conocida entre sus clientes como Kelly Lundy, ha causado asombro. Suzy participó en tres Juegos Olímpicos, mientras Kelly ofrecía su cuerpo en los hoteles dorados de Las Vegas. Suzy y Kelly eran la misma persona aunque parecieran la noche y el día. De la disciplina del deporte de alta competición al abandono en una suite de mármol rosa, a 600 dólares la hora. ?No espero que la gente me comprenda, pero para mi tenía sentido?, declaró cuando salió a la luz su doble vida a causa de un cliente indiscreto. Ahora se atreve a contarlo para reflexionar sobre el autoengaño y la naturalidad con los que derribó el propio muro de su estima, en un libro titulado Fast girl. No se debe de frivolizar ante un asunto que pervierte la escalera de valores. Que glorifica el dinero fácil y el mundo vip de las escorts con hombres aburridos a los que sólo les divierte la transgresión. Este es un caso que nada tiene que ver con la esclavitud sexual y la trata. Nadie más que ella misma vulneró su libertad, empujada a malgastarla para autodestruirse. Una temporada en el infierno, desnuda de versos, con anorexia y depresión, desestabilizó a esta mujer que lo ganaba todo en los campeonatos nacionales norteamericanos entre los 800 y 1.500 metros. En Sydney, en el 2000, la entonces número uno del ranking mundial del kilómetro y medio se rompió cuando afrontaba los últimos metros en primera posición. Incapaz de aguantar la presión, ni el suicidio aún caliente de su hermano. Sus rivales la adelantaron sin piedad mientras ella se retorcía en la pista. Puede ser que ya pesara más la vida de Kelly que la de Suzy: ella misma reconoce que la vida de puta cara era ante todo una evasión, que se prostituía para escapar de la vida competitiva que la estaba machacando de la misma forma en que otros se entregan a una adicción como huida hacia adelante. Abundan los casos de deportistas o exdeportistas de élite arrasados por una nube negra, la otra cara de la gloria. Con los rigores de la crisis nos llegaron los casos de universitarias que iban considerando natural acostarse un par de veces al mes con un hombre para pagarse la matrícula. Empiezan con moderación. Pero cruzan el límite; aceptan el descontrol que puede abocarlas a un lugar desconocido. Luego viene la gula: aquel bolso de marca, una escapada de fin de semana…Y la excepción se convierte en rutina. Entran en una espiral que poco tiene que ver con el sexo concebido como un lenguaje íntimo y libre entre dos personas que se desean. Todas insisten en que lo dejarán pronto: cuando acaben la carrera, cuando paguen sus deudas, cuando encuentren un trabajo mejor. A su alrededor, todos prefieren mirar a otro lado. (La Vanguardia)

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21 de septiembre de 2015
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La mujer que eligió vivir de los versos

En las historias de amor, el inicio determina la bacteria. El bicho que resistirá o sucumbirá entre ambos. La anatomía patológica que unirá dos almas y dos cuerpos. ?¿Cómo os conocisteis??, preguntamos a las parejas imantadas. Los detalles del origen, su encuentro en la vida justo cuando se estaban buscando sin saberlo, marcarán todo lo bueno y lo malo por venir. No es de extrañar que la bacteria que unió a Zenobia Camprubí y Juan Ramón Jiménez fuera imposible de erradicar, imbatible a cualquier desaliento, ya sean las penurias económicas, las languideces del poeta triste, el exilio o la enfermedad. Porque Juan Ramón se enamoró de su risa a través de un tabique. El que separaba la austera pensión donde vivía de la casa de los Byne, un matrimonio norteamericano amigo de la familia de ?la americanita?, como la apodaba Gómez de la Serna. Zenobia era hija del ingeniero catalán Raimundo Camprubí y de Isabel Aymar, descendiente de una próspera familia puertorriqueña. Las fiestas sociales consistían en una debilidad de aquella joven trilingüe, bien educada y tocada de una luminosa curiosidad que había estudiado en la Universidad de Columbia. Un espíritu libre cuya risa atravesó la pared del poeta, sumido en sus ensoñaciones. Días después fueron presentados en la Residencia de Estudiantes. Él reconoció su risa sonora. También reconoció a la mujer de su vida. Hay dos etiquetas que definen la personalidad de Zenobia: la de ?mujer moderna? y la de ?mujer en la sombra?. Que nadie crea que se logra ser el mejor poeta español, viviendo del verso y del caer la tarde, si no se es inmensamente rico, o no se tiene al lado un ángel. Zenobia ejerció de secretaria, traductora, representante y psicóloga de Juan Ramón. Se partió el pecho. Incluso le buscaba cursos y conferencias en universidades. ?La mera compra de unas pastillas de menta, una botella de jerez o un lápiz rojo para subrayar les hace felices momentáneamente? ( Pasé la mañana escribiendo de Anna Caballé). Casi 60 años después de su muerte aún seguimos tratando de desatar sus contradicciones. Como el hecho de que una de las pioneras del feminismo español, íntima de las Victoria Kent, María de Maeztu… (las mujeres del Lyceum Club Femenino fueron las únicas españolas con las que logró entenderse), aceptase plegar su personalidad y talento a los de su marido. Fue un amor supremo. Una entrega colosal. Lo escribió claro: ?El pusilánime, hipocondríaco, depresivo y neurasténico poeta se habría hundido en un pozo sin fondo (…) pero el día en que juntó su destino con el mío, cambió ese fin. Después de todo, yo soy en parte dueña de mi propia vida (?) En esta empresa nuestra, yo siempre he sido Sancho?. Juntos tradujeron a Tagore, Shakespeare, Poe o Shelley. Pese a todo ella sentía que ?sin una actividad razonable, por la noche se siente una como vacía de la propia personalidad?. Sobrellevaba con animosidad una vida nómada, aunque decía que en algunas ocasiones los dos, juntos, se despertaban sin saber en que lugar del mundo estaban. Sus diarios poseen un valor incalculable, y aún por reconocer. Fue la única mujer, junto a Rosa Chacel, que dejó un diario escrito de la vida y la literatura de mitad del siglo XX. Pero su figura siempre ha sido glosada en relación al poeta. Por ello, la exposición se ha inaugurado esta semana en Córdoba, Zenobia Camprubí, en primera persona, reconoce la enorme diarista que fue ?este otoño se publicarán sus hasta ahora inéditos Diarios de juventud?. La esperada reivindicación de la mujer que eligió fieramente vivir en los versos. Formas vividas / Daniel Riera Daniel Riera, uno de nuestros fotógrafos de moda más internacionales ?que ha heredado el aliento de Bruce Weber y la narración de Lindbergh? acaba de inaugurar expo en la prestigiosa galería neoyorquina Casa de Costa. The vivid language es una fascinante crónica de su romance con las formas, ya sean estas una mano abriendo paso entre vetas minerales, las pecas que salpican un hombro o un bloque de edificios a medio construir, captando el non-finito que nos rodea. Teléfono rojo / Elton John Sólo un exceso de ego puede hacerte creer que el macho caucásico de Putin llame a un gay para pedirle una conversación sobre los derechos de los homosexuales. Elton John, muy indiscretamente y por Instagram lo pregonó a los cuatro vientos en lugar de hablarlo antes con su marido. ?Si quiere que vaya a la celebración del orgullo gay en Moscú, iré?, le respondió al presunto presidente ante su invitación, sin pensar por un solo momento que le estaban tomando el pelo. Saludable carisma / Michelle Obama Qué inteligencia la de Michelle Obama, que lo primero que hizo al llegar a la Casa Blanca fue sembrar un huerto ecológico. Allí, entre tomateras y pimientos, encuentra escapatorias. Qué mejor lugar para llevar a los invitados, en vez de a un estanque con patos. El brazo tonificado de Michelle y el aún más musculado de Letizia apuntan no se sabe si a la lechuga o al pepino, pero con tanta determinación y simetría que su saludable carisma implosiona en foto. (La Vanguardia)

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19 de septiembre de 2015
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Mírame a los ojos

Estos chicos prodigio de Ciutadans, sin apenas pasado. Nacidos de la inquietud de un grupo de intelectuales que después de tantos libros y columnas decidieron escribir un partido político. Rivera, Villacís y ahora Arrimadas. Tienen algo de secta moderna: educados, fotogénicos, con másters en la Costa Azul y con una forma de hacer política más profesional que vocacional. Se entregan a fondo. Lo de JASP ?Jóvenes Aunque Sobradamente Preparados? es ya una antigualla, mejor invocar el espíritu startup o un perfil de community manager. Empecemos por su nombre, mucho menos apasionado que las colles de Junts pel Sí o Catalunya Sí que es Pot. Un enunciado sobrio que se presenta como un derroche de sentido común. La de un partido bisagra, aunque cargue por la derecha, evocando la moderada radicalidad lerrouxista. El fenómeno Rivera, aupado por un efecto reactivo ante Podemos, ha convertido al fenómeno Iglesias en una especie de Pussy Riot que le pide sexo salvaje a Mas. Pero el audaz Albert no da para todo, y tiene que repartirse el mapa entre sus cachorros. En un partido nuevo todo suena a nuevo, por eso que le llamen ?sorprendente? o ?inesperada? a la candidata de Ciutadans demuestra que la llamada generación tapón sigue insistiendo en repetir cromos. Ni caso. Ellos saben mirar de frente. Y hablar con un micrófono sin acalorarse. Como Inés Arrimadas, que cuenta con dos atributos colosales: es mujer ?la única en liza en el 27-S?, y es jerezana. De lo primero no se esconde, y eso que recibe piropos como si fuera Paula Echevarría. ?¿Le molesta que le llamen guapa o la niña??, le pregunto. ?No, porque no me llaman ninguna de las dos cosas?, responde por whatsapp. Internet lo niega. Y es que en política ha llegado por fin la apostura y el piropo. Decisiva es la resurrección de aquel viejo cartel de ?se requiere buena presencia? que los progres tanto detestaron. Arrimadas, con sus blazers entallados, sus pitillos, su melena estilo Inés Sastre y su tacón medio de cinco o siete centímetros, borda el código. ¿Marcas? ?Compro en todo tipo de tiendas. ¿Música? Rock. Lo de jerezana parece pasar más inadvertido; primero por su acento salmantino heredado de sus padres, aunque alguna ese se come. Dice que le gusta el sherry y que señoritos hay en todas partes. En cinco años ha aprendido un catalán corrientísimo ?que incluye fetges y jutges?, pero lo foráneo se le cuela en su falta de unidad fonética en las vocales y en las eses sonoras. A las ideas les añade una vocal: ideies. Por supuesto que la han llamado pija, ese adjetivo rabioso que se utiliza contra las mujeres bien perfumadas. Le pregunto por su perfume como quien pregunta por su equipo de fútbol: ?No llevo perfume?. A sus 34 años, tiene más horas de tertulia televisiva que de mitin de campaña. Mezcla el lenguaje político con el empresarial. ?No tenemos tiempo para perder más tiempo?. Dice que no es feminista, pero al interrogarla sobre el hecho de que sea la única candidata del 27-S responde como una de ellas: ?Estamos muy lejos de la igualdad real entre hombres y mujeres?. Habla rápido pero sin atropellarse, como hipnotizando a la audiencia. Y tiene un buen contraplano ?cuando la cámara te graba mientras estás escuchando o mirando las musarañas? en el que ella levanta barbilla, serena, con media sonrisa, sin ansiedad, mirando a los ojos de su interlocutor, copiándole estilo a la reina Letizia. Arrimadas es otra tímida que cruza la cuarta pared, feliz al saberse ?la candidata mejor valorada para presidir la Generalitat?, asegura. Una mujer que llora muy poco. (La Vanguardia)

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18 de septiembre de 2015
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Cámaras limpias

La balsa flota en el mar, a veinticinco kilómetros de las costas de Libia. Parece una isla poblada de terror y esperanza. Bocas abiertas y sonrisas desparramadas expresan su conmoción: están salvados, alguien les mira. Firmada por Massimo Sestini, es una de las fotos premiadas en el World Press Photo, que estos días se exponen en el COAM de Madrid ?y en noviembre en el CCCB de Barcelona?. Ha sido seleccionada entre otras muchas imágenes que reflejan la tragedia y el absurdo horror de la humanidad; la banalidad del mal, la barbarie y la desolación. Como la serie de una ejecución pública en Irán, a cuyo protagonista, antes de ser ahorcado, lo abofetea la madre de su víctima mientras su propia madre se suena la nariz con aflicción. O la foto de las batas a cuadros y las sandalias rojas que dejaron en casa las estudiantes nigerianas secuestradas por Boko Haram, de las que nunca se supo más. Hay lugar para algún destello de felicidad, como el que transmite la imagen ganadora del certamen internacional, Jon y Alex, que retrata a una pareja de hombres que se aman en San Petersburgo con una intimidad que no deja espacio para nadie, ni siquiera para la persecución que les amenaza. Pero en esa intimidad respiraba alguien más: Mad Nissen, el autor del disparo. El ojo que en otros escenarios permanece frente al cadáver caliente y siente hambre de puro miedo. Un fotorreportero, un periodista a pie de obra, es un soldado de la historia en minúsculas. No es extraño que en las películas tengan tanto éxito como personajes; héroes o antihéroes que ponen en peligro su vida en nombre de la verdad. ?Un periodista debe ser un hombre abierto a otros hombres, a otras razones y a otras culturas, tolerante y humanitario?, sostenía Kapucinski, en las antípodas del odio o la hostilidad. Por eso ha causado tanta repugnancia el vídeo de Petra Laszlo, la camarógrafa húngara que ha pateado el alma de un oficio, de su deontología profesional y su compromiso social. Gracias a alguien que cumplía admirablemente su trabajo hemos visto cómo, sosteniendo su cámara como si fuera una pesada pieza de artillería, Laszlo pateaba a una niña y zancadilleaba a un hombre con su hijo de siete años en brazos. Un hombre que no es peligroso, un padre muerto de miedo a quien hace llorar de humillación. Ninguna de sus cobardes excusas ha podido disculpar la traición a su casta. Día a día, desde el otro lado del periódico, del telediario y el móvil, miles de profesionales se juegan la vida por cuatro duros mientras comparten su botella de agua con alguna madre y sus hijos. Alertan, socorren, se compadecen, sin dejar de cumplir con su principal misión: ser nuestros ojos. Nuestra mirada. Que queremos limpia. (La Vanguardia)

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16 de septiembre de 2015
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Bailando

Ahí va otro hombre con cristales de diseño, ya son dos con Romeva. ¿A qué esperar para que Catalunya reivindique la capitalidad de la óptica contemporánea? ¿O es que ni Òptica Universitària se anima y los junta, con Baños y Espadaler, en una campaña tipo la de Gorbachov con las maletas Vuitton? La gafa de tendencia prendió en la política catalana en el 92, y ha dado para un amplio catálogo de masculinidades detallistas. La varilla de Iceta ?Tag Heuer? es roja, como tenía que ser, porque ni los socialistas ni Ana Patricia Botín entienden otro color que no sea el escarlata como complemento. Iceta es un hombre con tanto BUP a sus espaldas que nunca ha tenido que hacer las maletas. De fontanero a ingeniero ??cocinero?, dice él?, y ahora bombero: no hay cargo que, en 30 años, no haya desempeñado en el partido. ?Se parece a François Hollande en gay?, comentan unas señoras que van al antiguo Iradier; otras dicen que lo encuentran soso. En París, en un restaurante, se le acercó una comensal a pedirle un autógrafo: ?Madame, je suis un socialiste catalan…?, tuvo que responderle en su buen francés. Porque Iceta lee a Durrell en inglés y a Yourcenar en francés, con debilidad por su Opus nigrum yla rabia del saber del sabio Zenón que debe luchar contra prejuicios y supersticiones en los albores del Renacimiento. Claro que la opinión acerca de su sosería fue emitida antes del subidón de la canción de Queen. Con la gracia que tienen los rollizos cuando redondean la cintura y agitan las manos. Pasmado se quedó Pedro Sánchez, educado en el decoro madrileño. Cuando Iceta hizo temblar el entarimado, nadie podía pararle. Billy Elliot le llamaron en las redes. El político necesita adrenalina en campaña. Hacer cosas diferentes, ser trending topic, parecerle menos soso a las señoras del gimnasio. Le pregunto por teléfono, cuando va en coche a un mitin en Tarragona, si aquel bailoteo fue un momento loco de Priscilla, reina del desierto y me dice que no, que si hubiera querido hacer un guiño gay hubiera elegido a Gloria Gaynor y su I will survive. Mientras esperamos con impaciencia una lista más arrebatada, podemos escuchar la que ha hecho en Spotify: Elton John, Carly Simon, Carole King, James Taylor, The Carpenters… música melódica, agradable, clásica, de un hombre emotivo que llora en el cine y sueña despierto tras la ventanilla del tren. Acostumbra a decir que no es guapo, y que por eso cuida el detalle. Le pregunto por su perfume; otros preguntan por el horóscopo. A través de él adivinas el gusto por la densidad o la ligereza. El Jardín de Monsieur Li de Hermès, me confiesa un tanto esnob: ?Lo compré por el nombre?. No le llamen gauche caviar. Exceptuando las fragancias, no hay tanto artificio ni exquisitez en el socialismo catalán desde que se desinflaron los burgueses afrancesados. Iceta vende suavidad de formas y arrima el hombro del diálogo, extendiendo por pueblos y ciudades la bandera de la tercera vía ?que tanto irrita a ambos extremos?, la principal baza de la reconquista socialista de La Moncloa. Le pone ganas. Controla su discurso, retarda o acelera el ritmo. Busca a la velocidad del rayo un sinónimo para no repetirse. Disfruta hablando, y se nota. Apenas necesita gestos gracias sus inflexiones: algún arqueo de las cejas o pasarse el dedo bajo la nariz. Se sabe más a contra corriente que nunca, pero él es un optimista. Aunque en las encuestas los unionistas como él estén en franca retirada, él anuncia pactos, puentes, federalismos, fuera fronteras… y a relajar espíritus. Bailando. (La Vanguardia)

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15 de septiembre de 2015
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Aborto y perdón

Le pregunto a mi cuñado, el doctor Alfons Vergés, si el perdón del jubileo concedido por este Papa, improbable pero hallado, a las mujeres que han abortado es extensible a los ginecólogos. Vergés es un señor de la Bonanova, culto, humanista, que habla en castellano y catalán; una referencia en la ginecología española. A lo largo de su vida ha guardado los papeles que otros tiraban; rastrea y codicia archivos, colecciona publicaciones que, de 1600 en adelante, conforman una historia de la lucha para parir la vida. Y me responde con esta perla, que tan bien ilustra la relativización entre moral y contexto. ?En 1936, durante la República, el Parlament catalán aprobó una ley del aborto, firmada por Tarradellas, que se convirtió en la más progresista de Europa. Permitía la interrupción del embarazo por razones eugenésicas, éticas y sentimentales, de las que se encargaba, con exaltada literatura, de defender la conselleria: ?Aquellos que soñamos con una era de belleza no podíamos consentir la existencia de seres estigmatizados por las lacras de sus padres??. Pero la vida en los gabinetes de los ginecólogos transcurría de otra manera. El jefe de Ginecología del hospital de Sant Pau, el doctor Terrades Pla, contrario a practicarlos, le pidió consejo al obispo, estando dispuesto a renunciar a su puesto. Pero el prócer le pidió que permaneciera en él, intentando por todos los medios disuadir a la máxima cantidad de mujeres posible, ya que mucho más peligroso sería que otro médico sin escrúpulos ocupara su cargo. Por el contrario, en el hospital Clínic obedecía sin chistar el catedrático de Ginecología doctor Conill Montobio, quien, junto a su equipo, practicó muchos más abortos que los de Sant Pau. Pero cuando el franquismo se sentó en el trono deseoso de perseguir la amoralidad, el doctor Conill corrió hacia Roma, donde consiguió una audiencia con el papa Pío XII, al que confesó su pecado y declaró su arrepentimiento. Conill, que hacía pronunciar su nombre con acento en la o, regresó al Clínic con todos los honores de la venia papal mientras que a Terrades lo echaron de Sant Pau. Vergés guarda las cuartillas amarillentas del discurso que leyó Terrades, años más tarde, en el curso inaugural 1946-1947 en la Real Academia de Medicina, teñido de dramatismo: ?No es que aspirara a una medalla, porque no me seducen las vanidades humanas, pero sí a un reconocimiento leal de mi esfuerzo?. El médico atribuye su ?injusticia? a ?la pasión que emborracha los juicios tras una guerra intestina, sobre todo después de haber luchado desde dentro del sistema contra una ley (única el en el mundo) que era un baldón de ignominia para Catalunya?. Las historias de heroicidad fallidas zurcen la vida, igual que pesados fardos. Hasta que, un día, el jefe de la Iglesia actualiza la vieja frase de Terencio: ?Nada humano me es ajeno?. Y hace descarrillar tabúes. (La Vanguardia)

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14 de septiembre de 2015
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Los ?missing?

Las más analíticas los llaman fóbicos. Las despechadas, cobardes, mientras que las reincidentes los liquidan con un ?¡que te den!?. Es un clásico, el del hombre que escapa del amor de una mujer. De su complaciente risa y sus terribles esperanzas. Inmaduros, vanidosos, ególatras, narcisistas…, una interminable colección de adjetivos decora a quienes siguen interrogándose acerca de tan imprevisible comportamiento. Las de un señor ?a veces es decir demasiado? que de la noche a la mañana, sin mediar explicación alguna, ni besos de despedida, ni tan siquiera un cirio en la escalera, se esfuma. Deja de responder a los mensajes. Desaparece de los bares donde se enroscaba a tu cuello, no sin cierta molestia. De golpe, de la pasión a la nada. Las mujeres siempre quieren saber por qué. Hurgan, insisten, rebobinan una y otra vez la película del ?nosotros?, revisan los últimos mensajes, espían su horario por el WhatsApp? El deleite en el abandono es una de las experiencias más miserables del alma femenina, de la que, además, nadie quiere ser partícipe. Esa es otra de las consecuencias de haber dado con un missing. Que los amigos primero se compadecen pacientemente del lloriqueo, después pasan a cómplices en el asombro, pero acaban por no poder soportar la cansina ira y la depresión. A mis amigas víctimas de un missing suelo recomendarles que aflojen objetivos en la vida. Que tomen el sol, disfruten de buenas conversaciones, beban vino y sientan las cosquillas de la brisa sobre el pecho. Poco más. En un pasaje de El halcón maltés, Dashiell Hammett cuenta por boca del detective Sam Spade el caso de una mujer que le encargó buscar a su esposo, desaparecido de un día para otro sin dejar rastro. Cuando por fin lo encuentra, él le explica por qué un buen marido y padre, un hombre de negocios de éxito, lo deja todo de repente: un accidente afortunado le hace sentir ?como si alguien hubiera levantado la tapa que cubre la vida, permitiendo ver su mecanismo?. El azar sacude su existencia. Y decide empezar de nuevo. En España hay decenas de personas que desaparecen cada año sin que se vuelva a saber de ellas: 3.496 desde 1977, año en el que se contabilizan los dos primeros casos aún sin resolver de la democracia. Dejando de lado los sensibles casos criminales, queda una importante cantidad de voluntarios mutis. Los datos oficiales presentados en una respuesta del Gobierno a una pregunta planteada en el Senado por familiares señalan que la gran mayoría de los casos (cerca del 90%) se resuelve a lo largo del primer año y que el resto difícilmente se cierra. Los hay que se dejaron en casa al salir hasta la documentación en la cartera. Su silencio, tanto en los hombres fóbicos como en los halcones malteses, es una conquista sin respuesta. (La Vanguardia)

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9 de septiembre de 2015
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El Boomeran(g)
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