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Escrito por

Joana Bonet

Joana Bonet es periodista y filóloga, escribe en prensa desde los 18 años sobre literatura, moda, tendencias sociales, feminismo, política y paradojas contemporáneas. Especializada en la creación de nuevas cabeceras y formatos editoriales, ha impulsado a lo largo de su carrera diversos proyectos editoriales. En 2016, crea el suplemento mensual Fashion&Arts Magazine (La Vanguardia y Prensa Ibérica), que también dirige. Dos años antes diseñó el lanzamiento de la revista Icon para El País. Entre 1996 y 2012 dirigió la revista Marie Claire, y antes, en 1992, creó y dirigió la revista Woman (Grupo Z), que refrescó y actualizó el género de las revistas femeninas. Durante este tiempo ha colaborado también con medios escritos, radiofónicos y televisivos (de El País o Vogue París a Hoy por Hoy de la cadena SER y Julia en la onda de Onda Cero a El Club de TV3 o Humanos y Divinos de TVE) y publicado diversos ensayos, entre los que destacan Hombres, material sensible, Las metrosesenta, Generación paréntesis, Fabulosas y rebeldes y la biografía Chacón. La mujer que pudo gobernar. Desde 2006 tiene una columna de opinión en La Vanguardia. 

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La culpa es del photoshop

Si quieres publicar en portada a una actriz que cotice, estás sujeto a la aprobación de la foto, y a menudo también del texto, por parte de sus agentes y/o publicistas que promocionan su última película y que suelen actuar como una apasionante cadena de obstáculos. Es habitual que se firmen documentos y se establezcan condiciones. Y que la estrella exija a su maquillador-peluquero para evitar inseguridades aunque a la revista le salga más caro de lo previsto. Hay agentes muy yanquis que dan indicaciones para el catering. Arreglan la hora de recogida en coche y, cuando el equipo del plató ha desayunado dos veces, aparece ella, encantadora, grácil, pidiendo disculpas por el atasco, dispuesta a darlo todo. Si a la estrella en cuestión no le gusta la ropa, el ambiente en el estudio se espesa y oscurece como un cielo a punto de llover. A más de una he visto yo parar una sesión cual madrastra de Cenicienta para mandar a la estilista ?a buscar algo decente?, o al mismísimo cuerno. Por fin todos los elementos armonizan: un secador de pelo hace de viento, una pinzas de tender ciñen el talle de la camisa y el estudio vuelve a cobrar el ánimo de las mañanas felices. ?¡Qué natural me veo!?. ?Ya me quitaréis esta lorza, ¿eh?… sed compasivos?, le dice con complicidad al fotógrafo. Todos asienten, complacidos, porque ella es tan voluble como seductora. Se va lanzando besos con la mano, custodiada por su corte y su chambelán, que revisa: ?Mandadme la foto enseguida?. Algunas luego se molestan con el resultado. Acusan al fotógrafo, un peón en la cadena, de querer tunearlas y arrebatarles su gesto y su carisma. En cambio, no suelen protestar si se les borran granos, pelos, manchas u otras irregularidades. Y casi nunca se quejan si se trata de una campaña de publicidad con una elevada remuneración de por medio. Jamás la fotografía de estudio ?un arte que en absoluto acaba con el disparo? había sido tan proclive a la cara lavada, buscando ese instante selfie. El photoshop no nació en la era del bótox, sino hace más de un siglo y medio, cuando se trataba la imagen con pincel y gouache blanco y se rasgaba el papel fotográfico. Así se consolidaron muchos iconos universales, desde los mitos de Hollywood hasta los líderes políticos. El retoque forma parte del proceso que busca la imagen pública, mientras que la cara lavada felizmente es hoy una tendencia que se inscribe en un cambio de paradigma, igual que esa política sin corbatas y sin pendientes, pero que no todo el mundo soporta. (La Vanguardia)

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14 de octubre de 2015
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Belleza divina

Los periódicos italianos siguen ventilando la fina tapicería vaticana manchada por el prelado Krzysztof Charamsa tras la revelación de su homosexualidad. De sus palabras en la entrevista realizada en La Vanguardia por Josep Playà Masset sobresale un mensaje que a buena hora nos es dado: ?Yo mismo elegí ser cura porque como homosexual tenía una sensibilidad, un sentido de la trascendencia, una espiritualidad que me acerca a lo religioso. Otra razón es que la corporación del clero es una sociedad de hombres??. Directo y al centro: una vida entre hombres como detonador de vocaciones. Algo parecido a afirmar que en la Iglesia hay casi tantos gays y misóginos como en la moda. Hubo un tiempo, en los pueblos de la Catalunya profunda, en que los curas recibían la constante visita de algunas parroquianas que iban a planchar los manteles del altar o a cambiar las flores de la capilla. Pero la ociosa represión del vecindario acababa en socarronería que exaltaba las intenciones de las beatas; y más de una hubo que se hizo católica platónica. El celibato siempre fue un hueso difícil de roer, para creyentes y ateos. Una sensación parecida a la que aprisiona al fumador, incapaz de explicarse como hay tanta gente que puede vivir sin fumar. Pero el éxtasis espiritual atraviesa hasta exprimir la verdadera felicidad. Hasta transformar la mística en erótica y exaltar la dicha con el lenguaje del cuerpo, como hacían san Juan y santa Teresa a golpe de versos. Se expone estos días en Florencia una portentosa antología que rinde culto al éxtasis de vírgenes y santos, de la Madonna de Munch a la Crucifixión blanca de Chagall. Se titula Bellezza divina, y abundan las miradas transidas, vacías de cualquier sensación terrenal, que nos trasladan a la expresión de la petite morte: ahí están esos rostros y cuerpos que experimentan el placer no del sexo sino del alma, aunque su estremecimiento confunda. En Sansepolcro, muy cerca de Asís, converso con el profesor Pier Luigi Rossi, una eminencia que ha revolucionado la alimentación con su nutrición molecular. Rossi imparte clases en la Universidad Católica del Sagrado Corazón. Comentamos la simpatía que sienten por el Papa tanto feligreses europeos como yanquis o comunistas cubanos, y de cómo podría afectarle la expulsión de Charamsa, después de haber dado tantos pasos para acercar la Iglesia a los que hasta ahora había esquinado. ?Existe un cambio de paradigma general que también afecta a la Iglesia. Pero este cambio debe sobrevivir a Francisco. El peligro de los líderes como él es que no haya tiempo para consolidar sus ideas, y más cuando aún hay tanta gente que teme perder poder. O lo que es lo mismo: perder las viejas ideas?, reflexiona Rossi. Porque la Iglesia también ha tenido que salir de su zona de confort ?esa expresión socorrida que ilustra a la perfección la necesidad de cambio?. Que la belleza divina inspire sus pasos. (La Vanguardia)

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13 de octubre de 2015
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Cuando Agatha se volvió misterio

Los fans de Agatha Christie acudieron el pasado mes de septiembre en peregrinación a Torquay, al suroeste de Inglaterra, la ciudad costera donde nació hace 125 años la reina del misterio. Pocos cultos son comparables al que se le profesa a esta mujer que tras la placidez de un moño ordenado y una corpulencia domeñada por un traje chaqueta de sufragista sigue siendo la mayor best seller de todos los tiempos ?sólo superada en ediciones por la Biblia y Shakespeare?. Avezada viajera, amante de los cruceros de lujo y de los vagones del Orient Express, también resultó una investigadora obsesiva con formación química y años de laboratorio. Sus voluntariados en el hospital de Torquay y la farmacia del University College de Londres durante las dos guerras mundiales la familiarizaron de tal manera con el fósforo y el cianuro que años más tarde fue admirada por la comunidad científica debido a la exactitud de sus fórmulas. Aunque ha sido enmarcada entre los tejedores de misterios intuitivos, junto a Chesterton o Conan Doyle, más preocupados por el ambiente y los personajes que por la exactitud de los mecanismos, tendía pistas con mesura y audacia para que sus lectores pudieran resolver el misterio al tiempo que sus propios personajes. Algo que no ocurrió en su biografía, donde figuran unos puntos suspensivos que nunca se acabaron de cerrar. La experiencia está llena de giros que oscilan entre el infortunio y la suerte, el abandono y la gloria, y así le ocurrió a la prolífica autora aquella noche del 3 de diciembre de 1926 en la que su automóvil ?que palabra tan antigua parece? apareció abandonado junto al lago de Newlands Corner. Su abrigo de pieles tendido en el asiento del copiloto, el equipaje en el maletero y alguna pequeña mancha de sangre hicieron temer lo peor. La inexplicable desaparición provocó gran conmoción en la opinión pública. Más de mil policías, quince mil voluntarios y varios aviones rastrearon palmo a palmo la zona donde desapareció. Once días después era identificada como una huésped del Swan Hydropathic Hotel en Harrogate, un balneario donde se había registrado bajo el nombre de Teresa Neele. La escritora, que después alegaría una extraña amnesia, afirmó no reconocerse en las fotos que publicaba la prensa y tampoco fue capaz de identificar a su marido cuando llegó a su encuentro. Nunca explicó nada de lo que le sucedió en esos once vaporosos días. Hay quienes vieron el episodio como una suerte de venganza contra su marido Archibald, tras conocerse que pocos días antes de desaparecer le había confesado su amor por otra mujer, Nancy Neele ?el mismo apellido que utilizó en su rocambolesca aventura?, y pedido el divorcio. Unos dijeron que quería avergonzarle públicamente, otros afirmaron que trató de hacerle parecer culpable de su desaparición, como si de una de sus novelas se tratase. También hubo quienes, a costa del inmenso éxito de El asesinato de Rogelio Ackroyd, denunciaron una sofisticada campaña publicitaria. Incluso algún biógrafo ha tratado de demostrar que sufrió un padecimiento psicológico denominado ?estado de fuga? ante el shock de la infidelidad. Dos años después Agatha encontró al hombre de su vida, egiptólogo, Max Mallowan, con el que fue feliz? e incluso se afirma que dijo aquello que se non è vero, è ben trovato: para ser feliz cásate con un arqueólogo, cuanto más vieja te hagas, más encantadora te encontrará. Portentosa figura que, aún a día de hoy, mantiene la cabeza bien alta en las librerías y los anaqueles de mujeres ?pocas? que murieron exitosas, ricas y felices. Vuelta al sofá / Renée Zellweger Pero, ¿quién echaba de menos a Bridget Jones? Esa caricatura que se vendió como ?posfeminismo? y encarnó la crisis de las treintañeras a las que no les valía el éxito profesional si no triunfaban en el amor. Inseguras a pesar de sus cualidades, torpes, siempre a dieta, inmaduras y dependientes con los afectos. Helen Fielding se forró con el género chick lit, una mezcla de glamour y mala leche. Ahora, en su comeback, la tuneada Renée Zellweger demostrará si Bridget ha cambiado también. A lo Botticelli / Maria Grazia Chiruri Sobrevivir a Valentino, el modisto que enfundó en rojo a la mismísima alfombra roja, el modisto de realezas y prime donne, parecía un ejercicio ocioso. Pero quienes asumieron la dirección creativa de la firma en el 2008, Maria Grazia Chiruri y Pier Paolo Piccioli, se han erigido en virtuosos de la moda. Su último desfile parisino, inspirado en África, levantó aplausos y silencios admirativos. Esculpen una hiperfeminidad refinada: una especie de Botticelli en el café Costes. Adiós en ‘noir’ / Henning Mankell Cuando la editorial Tusquets nos descubrió al inspector Wallander los países nórdicos solo eran ejemplares en diseño y políticas sociales. Sin embargo, con cada nueva novela de Mankell, Suecia y noir se convertían en sinónimos. En el 2014 le diagnosticaron un tumor pulmonar con metástasis vertebral. ?Moriré de esta enfermedad?, dijo, y así ha sido. Se ha ido tan negro como siempre: bromeando acerca de que la vértebra delatora de su mal es la misma que se rompe cuando te ahorcan. (La Vanguardia)

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10 de octubre de 2015
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La boda gay

No hay nada como una boda gay para soltar los demonios. Un paraíso habitado por la alegría de camisa abierta y caderas excitadas. Es asombrosa esa iconografía festiva con la que rinden tributo a lo hortera consiguiendo revertirlo. Porque ante todo prevalece el amor universal que descorchan cuando están en su salsa, borrando siglos de crueles persecuciones, de estigmas, de bulling, de baladas de la cárcel de Reading? De hipocresía y silencio. Por supuesto que persiste un sanbenito del gay divertido, igual que les ocurre a los andaluces: como si levantaran de la cama con la guitarra y los lunares puestos. Homosexuales taciturnos, melancólicos o aburridos los ha habido y los habrá siempre, como sevillanos deprimidos. Pero la gozosa desinhibición gay a menudo rompe muros de contención, y se contagia. Bien lo sabía Miquel Iceta cuando protagonizó el momento más “Priscilla, reina del desierto” de la campaña catalana haciendo temblar el entarimado con el “Don´t Stop Me Now” de Queen. Me confesó que le entró el subidón. Que se dejó ir, con la rumba suficiente en el cuerpo para no poder dejar de moverse, sorprendiendo a un Pedro Sánchez cuya transgresión frente a las cámaras incluye algún gin tonic y poco más. ?El listón está tan bajo que te sacan bailando en un mitin y haces el momento estelar de la campaña? comentaban en las redes. Nadie discute que el matrimonio gay, gracias al gobierno de Zapatero, es una realidad consumada, y un modelo de éxito que está siendo copiado en todo el mundo, barriendo un espantoso ridículo que ha confundido el amor con los pantalones y la dignidad humana con la identidad sexual. Hace unos días me encontré con Jesús, el viudo de Pedro Zerolo, y lo recordamos de la manera que se hace con aquellos que pasaron cerca nuestro como un ángel. Al despedirnos me dio su teléfono: “Jesús de Zerolo”, me dijo. Así se escribe la historia en minúsculas. Y luego están las escenificaciones. Que a veces resultan imprescindibles para exorcizar fantasmas recalcitrantes. Como el alegato de la historia del movimiento gay que por fin ha hecho suyo el PP, y su presidente, Mariano Rajoy, en la boda de Javier Maroto. Una nueva etapa. Un callar bocas. Un puñado de votos. Muchos hemos sido los ciudadanos que no hemos dejado de lamentar cuántas fatigas nos hubiéramos ahorrado si Javier Maroto y su ya marido se hubieran casado antes. Si hubieran anticipado unos años su fiesta eurovisiva, enfebrecida con el “Building Bridges” de Conchita Wurst, los clásicos de Abba, e incluso el “La, la, la” de la Masielona; la demostración de una realidad por fin aceptada por la derecha mainstream. Que en los medios sigan apareciendo listados de políticos gays, indica que aún hablamos de excepción. Pero su visibilidad, la tan manida salida del armario, ha conseguido su efecto benefactor. El último es Eric Fanning, homosexual declarado que ha sido nombrado por Obama como jefe del Ejército de Tierra de los EEUU; ahí es nada. La política no debería de dimitir de estos compromisos pendientes con la sociedad. Aunque en el caso de las lesbianas los armarios siguen llenos. ?Cada cual debe manifestarse como es. Y si está normalizado que, directa o indirectamente, las mujeres y hombres que se dedican a la política se manifiestan como heterosexuales, igual derecho tenemos los homosexuales, transexuales y bisexuales?, sostenía Zerolo. La ovación cerrada al matrimonio, y a la realidad homosexual, en la España de hoy se debe al activismo de hombres y mujeres resistentes a los prejuicios y a favor de la igualdad en todas sus variantes. Como Pedro Zerolo, pionero en la lucha, que sonreiría con su bondad universal al ver a Rajoy bailando la conga con el “YMCA”. (Icon)

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8 de octubre de 2015
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El miembro tabú

Estimado lector, si aún no ha desayunado le invito a que posponga esta lectura para más tarde: nada más lejos de mi intención que arrebatarle la suavidad de la mañana con asuntos proclives al sobresalto. Ayer me llamaron los amigos de La ventana de la Ser, Carles Francino acompañado por Álex Grijelmo y Benjamín Prado, para debatir en antena sobre las razones por las que los hombres son tan caros de ver completamente desnudos en la pantalla. De primeras llegamos a ese callejón sin salida que lo aglutina todo: el machismo, cuyas víctimas colaterales también son ellos. Pero, además, que sólo siete de cada cien directores de cine sean mujeres tiene mucho que ver: una herencia de casi 120 años de miradas masculinas ha deformado nuestra visión de lo erótico imponiendo el punto de vista del hombre. A lo largo de la historia, de la rotundidad de las venus primitivas al abuso del cuerpo desnudo como refuerzo del talento, el concepto estético de la belleza ha sido escenificado por mujeres. Recuerdo con qué grandilocuencia algunas actrices anunciaban aquello de que se desnudarían ?siempre que lo exija el guión?, y así los libretos, más forzados que nunca, corrían a extenderles alfombras a sus deshabillés. Pero, a estas alturas de la liberación universal ¿dónde están los penes? ¿Por qué el cuerpo de la mujer se muestra sin remilgos y el desnudo frontal de los varones puede llegar a ser considerado, como dijo Sam Taylor-Wood, la directora de Cincuenta sombras de Grey, como algo ?asqueroso?? Por supuesto que hay desnudos puros, estéticos y libidinosos, también los hay grotescos: los que suelen mostrar los Full Monty de turno, culos peludos tratados con socarronería y desplante, como si la belleza masculina fuera también tabú para ellos. Un pequeño diálogo entre Gilbert & George lo ilustra a la perfección: ?Es raro: una mujer desnuda es hermosa; dos mujeres desnudas, muy interesante; pero dos hombres desnudos? uno es un estudio del cuerpo masculino; más de uno… Bueno, eso es ya algo serio?. A Francino y compañía les recordé uno de mis primeros aprendizajes como directora de revistas: ?Sexo sí, pero sin pelo?, me inculcaron unas editoras francesas, marcando el límite de lo conveniente en las partes despobladas de vello. Claro que hoy esta máxima no funcionaría, cuando la depilación genital se ha convertido en un mantra estético y erótico. En cambio, permanece el gran tabú ?a excepción de películas dirigidas por cineastas homosexuales, desde Pasolini hasta Almodóvar, o Steve McQueen y su generosa Shame? del desnudo integral masculino, como si el de las mujeres fuera puro erotismo y el de los hombres pornografía dura. (La Vanguardia)

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7 de octubre de 2015
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La novela más mala

“¿No te dolió??, le pregunté a Ana Saiz, una joven y talentosa ilustradora a quien nunca había visto en shorts, bajo los cuales asomaba un florido tatuaje que ocupaba medio muslo. ?Es una especie de dolor estimulante, retador?, me dijo. Igual que ocurre con los tacones de aguja, puede más el deseo de elevarse con ellos que su tortura; son pequeñas pruebas del azote que nos hace transgredir delicadamente. Nos encontrábamos en las Conversaciones Literarias de Formentor, junto a un grupo de escritores, editores y periodistas mezclados hábilmente por el factótum del encuentro, Basilio Baltasar. El asunto que tratar era la maldad en la literatura en sus diversas facetas y roces: de la crueldad al espanto, de la perfidia a la infamia y el desprecio. Puro masoquismo el que se planteaba: hablar en uno de los paisajes más cotizados del Mediterráneo de cráneos de bebé estampados contra las rocas o de las torres aquel 11-S convertidas en una visión hipnótica, como subrayó la pynchoniana Marta Fernández. O la destrucción del amor ?desde la representación del amor mismo?, la razón de vivir de Valmont y la marquesa de Las amistades peligrosas que desglosó José Carlos Llop. ?En el interior de cada uno de nosotros hay una ventana que da al infierno?, aseguró Sònia Hernández, autora de Los Pissimboni. Porque la literatura condensa los encuentros del artista con el diablo y coloniza un espacio cedido para el mal, hasta el extremo de convertirlo en pedagogía. Qué lectura tan penetrante hizo Justo Navarro de los relatos de los Grimm, cuyas terribles historias obedecen la lógica de que los cuentos de hadas fueron el hogar de la ley, atribuyendo a la literatura un valor legislativo. ?Pero la ley tiene un poder de persuasión del que carece la literatura?, aseguró el poeta. Aún y así influye en la vida. ?La obligación del creador puro es entrar en el abismo con los ojos abiertos?, dijo Eduardo Lago citando a Bolaño. Y habló de Bajo el volcán, de Malcolm Lowry, y de cómo quiso volver a esa vieja lectura que le cambió la vida como un ejercicio misterioso; una historia de soledad delirante en que ?la emoción no necesita apoyarse en palabras?. La rebelión del mal contra el bien sigue perturbando a la humanidad fuera de los libros. Asistimos cada día a una ración de crueldad televisada, y aun así no le ponemos rostro al mal. Por eso nos quedamos embobados ante las imágenes de los criminales que difunde la policía, intentando atisbar algún indicio de corrosión en su mirada. También somos capaces de asustarnos de nosotros mismos al aceptar la injusticia, la tortura y la excitación de adentrarse en las tinieblas. A indagar en el mal. ?Cuando el infierno y el cielo son lo mismo?, como señaló Victoria Cirlot en su magistral lectura de Cumbres borrascosas. Porque otra de las múltiples ventajas de la literatura es que nos sirve en bandeja la batalla del ser humano para acallar sus demonios. (La Vanguardia)

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5 de octubre de 2015
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Nico, hielo y nailon

No se ha repetido una voz como la suya. Glacial. Lineal. ?Un ordenador IBM con el acento de la Garbo?, la definía el Popism de Warhol. ?Ahí estaba su grave y diáfano contralto, sin rastros de vibralto, perfectamente ajustado en el tono. Era una profesional de los pies a la cabeza?, en palabras de su biógrafo Richard Witts, quien asistió atónito a una actuación en la BBC donde todos los demás invitados recurrían al play back menos ella: la yonqui, la punki, la mentirosa compulsiva, la Miss Pop 1966, la Dietrich de la Velvet Undeground: Nico. Cómo nos fascinaba en los ochenta cuando cantó en Madrid, un año antes de morir, ataviada de melancolía pero capaz de mantener el efecto hipnótico de su voz. Como buenos veinteañeros, permanecíamos ajenos a sus pies descalzos y a su retorcida maternidad: cuando a su hijo Ari, nacido de una relación con Alain Delon, le dolían los dientes, ella le pasaba un dedo untado de heroína. Años más tarde, él confesó: ?Mi madre me ayudaba a pincharme heroína y compartíamos las agujas?. A Nico le gustaba decir que era una superviviente: convivió con el caballo hasta los cuarenta y nueve años, a diferencia de sus amantes Jim Morrison o Brian Jones. Fue una compositora que trabajaba con el lirismo, singularísima, pero en vida se la trató como a una yonqui que se había tirado a una buena pandilla de estrellas. También fue un icono para la moda: ?Sencillo significa elegante y dramático, que son buenos cimientos?, dijo en una entrevista. Estos días suena de nuevo una de sus canciones míticas, Sunday morning. La trae un anuncio de H&M, con una parejita entre folk y rock, versionada con azúcar y resucitando aquel flower power que ella trataba con sarcasmo. Nada que ver con la heladora profundidad de Nico. Se cumplen este año 30 de su último disco de estudio, Camera obscura, justo intentaba alzar el vuelo después de una época donde quiso dejar de ser Nico para tomar el alma de Christha Päffgen aquella niña bastarda y huérfana, demasiado alta y demasiado rubia para pasar desapercibida por la vida hasta que se convirtió en un cesto luces y sombras, de sublimación y calamidad. También de frivolización de una bohemia que causaría estragos. Nico se erigió en una contradicción permanente, compleja hasta en sus propias mentiras, que acababa creyéndose. Esa belleza vikinga y un sorprendente desparpajo de veinteañera, una mezcla entre Brigitte Bardot y Kate Moss, le valió las portadas de Harper´s Bazaar o Vogue. Pero ella siempre necesitaba algo más excitante. De la mano de Fellini, siempre dispuesto a celebrar la belleza femenina, hizo un cameo en la mítica Dolce vita. Y a mitad de los sesenta empezó a cantar persiguiendo el recuerdo de los discos de Zarah Leander que le ponía su madre. Su muerte en Ibiza cayó igual que un blues entre trágico y absurdo: se despeñó cuando bajaba en bicicleta al pueblo para comprar marihuana. Antes de salir de casa se arrolló el pañuelo a la cabeza, muy cuidadosamente, según contó su hijo. No la volvería a ver. Un taxista la encontró medio muerta en Ses Figueretes. Intentó que la salvaran en cuatro hospitales pero en tres fue rechazada por extranjera y por colgada. En el cuarto una enfermera le diagnosticó una insolación. Murió de hemorragia cerebral tras una larga agonía. Sus amigos le dijeron al biógrafo que la moraleja de la vida de Nico era ?No te pongas enfermo en España?. No fue un final romántico para quien cantaba: ?Las encantadoras huellas plateadas emborronan mis páginas en blanco?. Pero permanece su voz existencialista como un cubo de hielo y nailon. Delicatessen / Sybilla

Conservo el honor de haberle hecho una de sus primeras entrevistas, gracias a Pepa Domingo, que con su tienda de Lleida se adelantó dos décadas a la moda. Era tan tímida que hablamos frente a un espejo en lugar de hacerlo cara a cara. Sus prendas son filosofía y botánica. Hasta mañana tiene una tienda efímera en el taller de Nani Marquina. Quiere sentirse ?como una compañía de titiriteros que llega a una ciudad, abre sus baúles durante unos días y luego se va a otra?. La gran Sybilla. Puro siglo XXI / Irene Escolar

Tiene un porte distinguido y su mirada absorbe la vida. Une talento y belleza con radicalidad y desborda con su inquietud por las letras. Irene Escolar, hija y nieta de una histórica estirpe teatral, pasea estos días la mención especial del jurado que acaba de obtener en San Sebastián. Es una rara avis, que alterna el teatro con la biblioteca, cuya versatilidad no entiende de tablas o pantallas, de personajes de época o personajes en busca de autor. Sátira y libertad / Martin Amis

El Holocausto es un asunto resbaladizo si se enfoca desde la comedia. Por eso Martin Amis, desmarcándose de la polémica que ha acompañado a su nueva novela, La zona de interés (Anagrama), insiste en que ?la risa no siempre entraña felicidad, te puedes reír por desdeño, por desprecio, y ahí entramos en la sátira, que no es más que una ironía militante con la que quieres destruir lo que te produce la risa?. Este es el brillante matiz de un novelista virtuoso y osado. (La Vanguardia)

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3 de octubre de 2015
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Los sapiosexuales

Hubo un tiempo en que se propagó una leyenda urbana que pudo llegar a hacer mucho daño a la cultura, me refiero a la poca destreza sexual de los intelectuales. El hombre insuflado de saber no tenía buen currículum en la cama, más bien todo lo contrario: era un presunto acto fallido en sí mismo. Se les suponía demasiado ensimismados para aplicarse en las artes eróticas, aparte de su exceso de narcisismo, que les impedía entregarse a los placeres de otro cuerpo. El caso es que la idea de los intelectuales como pésimos amantes ?con gran maledicencia se daba por hecho que la tenían pequeña? se extendió entre las mujeres y estas empezaron a mirar con suspicacia a los mismos que antaño habían ocupado el Olimpo de sus fantasías. Fue así como el modelo de profesor torturado, aquel que leía poemas de Auden con voz ronca pero besaba como si en lugar de lengua tuviera un embudo, entró en franco retroceso. Además de su fama de malos folladores, aquellos tipos capaces de traducir a Goethe o sintetizar a Kant también eran pobres como ratas. Futbolistas, actores, mecánicos hipster, top models o bomberos encumbraron un nuevo ideal erótico que se fue perpetuando en calendarios y anuncios. El último revuelo procede de Francia, donde unos deportistas hipermusculados salen desnudos en un calendario, y parecen absolutamente cómodos con su anatomía. Uno de ellos, Sylvain Potard, campeón de artes marciales, ha recibido incluso la atención de la exministra de Sanidad, que ha venido a decir: ?Oh la là… ¡qué bendición!?. El señor Potard aparece sentado sobre unas dunas con una mirada serena, ajena a la pujanza con la que emerge su pene. ?No hay ningún retoque?, ha tenido que afirmar, saliendo al paso de las acusaciones de Photoshop. Pero con los nuevos códigos de este mundo hipersexualizado triunfa una nueva etiqueta social, la del sapiosexual, que, según el estudio de la Universidad de Maryland, acaba de un plumazo con la idea de que el intelecto está reñido con Venus. Todo lo contrario: demuestra que la actividad sexual estimula el crecimiento de nuevas células cerebrales mejorando nuestro ejercicio cognitivo. Aquellas personas provistas de ingenio, humor y empatía resultan más irresistibles y duraderas como amantes que los Míster Bíceps. Incluso el mítico calendario Pirelli ?una sofisticada versión del almanaque para camioneros? ha decidido sustituir este año a las modelos ligeras de ropa por señoras de cabezas burbujeantes, y ahí están, retratadas por Annie Leibovitz, Patti Smith, Yoko Ono o Amy Schumer, cuyo atractivo no reside tanto en sus tetas, sino en su cerebro, órgano gracias al cual se lo han pasado estupendamente bien en la vida. (La Vanguardia)

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30 de septiembre de 2015
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La resaca metafísica

Resaca es una de las palabras más curiosas del español: no proviene del latín sino del francés, y su origen escrito se remonta al descubrimiento de América, para referirse al retroceso de las olas desde el punto máximo que alcanzan en la orilla, así como su reflujo. Debió de ser un poeta borracho quien utilizó por primera vez este término para atrapar el malestar que invade cuerpo y mente la mañana después de una ingesta de alcohol, cuando los restos de la noche permanecen dejando al descubierto un andar pesante, un mirar borroso y un estado de miserable penalidad invadido de las toxinas que afloran a la luz del sol. Catalunya despierta hoy lunes con resaca, tanto unos como otros. Los que dirán que han llegado a puerto, y los que opinan que todo acaba de empezar. Han sido meses de deseo exultante para unos, y de fastidio cansino para otros. La tensión emocional ha emulado la de una final futbolística, en la que las gradas se muestran exultantes antes de conseguir la victoria, mientras los cantos apocalípticos anuncian el choque de trenes, cristales, jarrones y mapas. Qué poca atención ha merecido ese estado de pensar lento y melancólico por parte de la comunidad científica. Y no me refiero únicamente a la resaca fisiológica, sino, sobre todo, a la existencial. A la forma en que se liberan los demonios que tan arduamente habrá que enterrar al día siguiente. Mientras escribo estas líneas, Catalunya vota, superando todos los índices de participación. La épica ha vestido la jornada de ayer con el traje largo de la historia, extendiendo la urgencia de decidir el futuro. Kingsley Amis fue un aplicado bebedor, práctico y teórico, que escribió desternillantes ensayos sobre el estado metafísico de la resaca ?reunidos en un volumen titulado Sobrebeber por la editorial Malpaso?. Su descripción de la misma es antológica: ?Cuando esa mezcla inefable de depresión, tristeza (no son lo mismo), angustia, desprecio de uno mismo, sensación de fracaso y miedo al futuro empiece a imponerse, recuerda que lo que tienes es resaca. No te estás poniendo enfermo, no has sufrido una leve lesión cerebral, no haces tan mal tu trabajo, tu familia y tus amigos no han tramado una conspiración de silencio a tu alrededor para que no descubras que eres un mierda, no estás viendo por fin cómo es realmente la vida y no hay por qué llorar por la leche derramada?. La gran resaca con la que hoy despierta Catalunya será sin duda una excelente oportunidad para el autoconocimiento: con tanto trago dialéctico corto y largo, tanta doble y triple nacionalidad, y tanto amor declarado por esos buenos españoles que quieren catalanizar España, hoy Catalunya amanecerá despacio, igual que después de un funeral o una boda cuando la rutina regresa a sorbos. No habrá más remedio que, como con una resaca, suavizar los efectos de la catarsis: bastará con interrumpir la sobriedad para recordar lo bien que hemos bailado. (La Vanguardia)

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28 de septiembre de 2015
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El Boomeran(g)
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