Skip to main content
Escrito por

Joana Bonet

Joana Bonet es periodista y filóloga, escribe en prensa desde los 18 años sobre literatura, moda, tendencias sociales, feminismo, política y paradojas contemporáneas. Especializada en la creación de nuevas cabeceras y formatos editoriales, ha impulsado a lo largo de su carrera diversos proyectos editoriales. En 2016, crea el suplemento mensual Fashion&Arts Magazine (La Vanguardia y Prensa Ibérica), que también dirige. Dos años antes diseñó el lanzamiento de la revista Icon para El País. Entre 1996 y 2012 dirigió la revista Marie Claire, y antes, en 1992, creó y dirigió la revista Woman (Grupo Z), que refrescó y actualizó el género de las revistas femeninas. Durante este tiempo ha colaborado también con medios escritos, radiofónicos y televisivos (de El País o Vogue París a Hoy por Hoy de la cadena SER y Julia en la onda de Onda Cero a El Club de TV3 o Humanos y Divinos de TVE) y publicado diversos ensayos, entre los que destacan Hombres, material sensible, Las metrosesenta, Generación paréntesis, Fabulosas y rebeldes y la biografía Chacón. La mujer que pudo gobernar. Desde 2006 tiene una columna de opinión en La Vanguardia. 

Blogs de autor

Fuera de lo normal

Lo excepcional, único y original sigue habitando las casillas de las aspiraciones sublimes. Digamos que nadie sueña con transformarse en lo que acostumbramos a llamar un ?ciudadano de a pie? o ?la vecina de al lado? sino que prefiere soñarse como héroe o incluso ángel, o, al menos, poseer cierta virtud que lo distinga del resto. Estándar le decimos a lo que se iguala y se repite, a lo conocido, a lo normal, mientras deluxe o premium identifican una categoría superior, como ocurre con las habitaciones de hotel. Hubo décadas que premiaron la diferencia, e incluso hoy los cánones estéticos se han ablandado en la pasarela: si tienes algo raro puedes ser una estrella, parece rezar el nuevo eslogan. Pero, al mismo tiempo, nunca la normalidad se había propuesto llegar tan lejos. Mientras escribo esto, la prensa recoge una encuesta que concluye que a los trabajadores españoles les gustaría tener de jefe a personas normales, como Bertín Osborne o Dani Rovira. Lo que ocurre es que se trata de una falsa percepción, porque ¿de verdad cree usted que son personas normales? Aunque su capacidad para transmitir bonhomía ?cada uno a su manera? sea aplaudida, es absurdo suponer que ambos personajes con sus vidas detrás de platós ?donde casi nada es normal y casi todo está preparado? representen al ?hombre normal?. Si hoy en día tenemos claras nociones como la de ?estatura normal? o ?salario medio? se debe, en buena medida, a que un belga llamado Adolphe Quetelet decidió cambiar las matemáticas por una disciplina entonces naciente: el comportamiento social. Europa experimentaba entonces lo que desde nuestro punto de vista 3.0 podríamos denominar una primera ola de big data: los estados creaban y engrasaban sus maquinarias burocráticas, y entonces comenzaron a recogerse y analizarse todo tipo de datos acerca de sus contornos a fin de hallar el punto medio. En el otro extremo de lo normal, se encuentra lo raro, inútil y a menudo bello que se adhiere al concepto de exclusividad. De la moda a la poesía, se crean universos que nos hacen sentir un pellizco de emoción que nada tiene que ver con lo común y anodino. ?El poeta besa el pico de un pavo real / y cree que al hacerlo vuela / el ave se burla de su ingenuidad / pero el poeta ya se encuentra / a tres metros sobre tierra?. Son versos de Carla Badillo, premio de poesía Fundación Loewe a la creación joven. Decía Badillo en la entrega de unos galardones que se han convertido en una especie de Planeta de la poesía que en todo riesgo existe una poética, y es cierto. Cada vez que salimos de la zona trillada y gris de la normalidad y cruzamos una avenida que nos es ajena nos abrimos al descubrimiento, del que tanto necesita nuestra rutina. (La Vanguardia)

Leer más
profile avatar
16 de marzo de 2016
Blogs de autor

Repulsión

Ya no estamos hablando de la bronca política de siempre, amenizada por las bancadas pateando la tarima del Congreso, ni de las esgrimas dialécticas que requieren escupidero y acaban por empequeñecer más al matón que al conejo. Hoy, el clima de odio, de hostia seca y planchada, arrecia entre la clase política y el electorado más militante del tal forma que llega a resultar incómodo que los contrarios se sienten en una misma mesa, donde antes comían todos. La falta de entendimiento para gobernar se gesticula con brusquedad y plantones, elevando el volumen del insulto, enfrentando a hermanos políticos pero también a familias biológicas. Es el resultado de una radicalización de posiciones, de bandos territoriales e ideológicos desprovistos de voluntad de sutura, que desconsuela a aquellos que pretendemos que la vida sea más fácil porque al fin y al cabo todos moriremos. Los gatos más viejos permanecen atónitos ante la pelea, con la misma mirada que Luis de Guindos cuando lo del beso entre Iglesias y Domènech, y los primeras espadas sudan la camisa y tiran de coraje y mala baba. Todos dan calabazas a Sánchez y a Rivera, como si fueran cónyuges despechados que evitan hablarse. Y reproducen ese mal rollo de escena de dormitorio congelada y muda, cortada por cuchillos en el aire. La nueva izquierda le saca a los partidos sénior sus peores antepasados: manos manchadas frente a manos lavadas con Lux. En Barcelona, la alcaldesa Ada Colau se arroja a los militares en un escenario tan blanco como el Saló de l?Ensenyament y les pide que mejor se larguen con su stand. ?Ya sabes que nosotros como Ayuntamiento preferimos que no haya presencia militar en el salón?. El folklore izquierdista causa estragos y demuestra que no logra jubilar la idea de un ejército de otra época, aunque hoy sea la institución más valorada de la sociedad española y hace unos años le pasara revista una mujer embarazada. Buenos y malos, militares y civiles, rastafaris y casta, nos enfrentamos a un panorama desalentador para la convivencia, arremangado por ese costumbrismo de derechas que se pone muy mal educado y arrufa las narices ante el cambio. Las sacudidas del odio embrutecen pero a la vez mueven el mundo; algunas provocan salvajadas y otras logran auténticas heroicidades. La editorial Adriana Hidalgo acaba de publicar una antología de textos misántropos de grandes autores: Oda al odio, que compila y prologa Ariel Magnus. En su prólogo escribe: ?Preferir al misántropo puro, casi tautológico, ese que no tiene razones personales para su aversión, no debe impedirnos comprender que también otras causas, por muy individuales, y en este sentido, despreciables que sean, pueden gestar un odio sincero y bello?. Dicen que el odio puede ser una forma de expresar amor, pero nuestros líderes políticos demuestran que el suyo tan sólo es una forma de repulsión.

Leer más
profile avatar
14 de marzo de 2016
Blogs de autor

Cortesana de Estado

Fue también una cortesana, no tan brillante y maligna como la Pompadour, que se impuso en Versalles, donde entretenía a Luis XV con sus insolencias y sus intrigas políticas. Aquella joven sonrosada, hija de un conductor de caballos, que ascendió en la corte por su belleza y sus pericias, fue odiada por el pueblo, llorada a su muerte por el rey y considerada por Voltaire una filósofa. ?Excepto la felicidad de estar con el rey, el resto no es más que un catálogo de maldades, mediocridades, de todas las miserias de las que los pobres humanos son capaces?, le escribió a su hermano. Un siglo después de que la Pompadour muriese de pulmonía, nacía en Pensilvania Bessie Wallis Warfield, hija de una pareja que aún no había tenido tiempo de casarse. Y, como la amante de Luis XV, llegó a infiltrarse en una corte que la temía y la maldecía a partes iguales; eso sí, no llegó a reina. Sería la primera duquesa de Windsor. Su padre murió joven y el ascensor burgués elevó socialmente a la madre con una segunda boda, mientras los abuelos le pagaban una buena escuela a Wallis. Enseguida se distinguió por su impertinencia y su carácter dominante. Siempre se ha escrito que no era guapa, para, a continuación, explicitarse que fue la más elegante, un símbolo de perfección estética. No tengo dudas de que el aire cortante que desprendía su presencia procedía de su insobornable seguridad, la de quien siempre miraba a la cámara elevando clavículas, barbilla y cejas. Tenía unos pómulos demasiado prominentes y una sonrisa invertida, como de clown, pero aún así logró ser admirada. Fue una fea que subvirtió los cánones en pos de su carisma y sus ambiciones. Su principal misión, a los 18 años, consistió en encontrar un marido rico. Se casó con un aviador que resultó ser alcohólico y celoso. Según no pocos de sus biógrafos, en China, donde se trasladó a vivir la pareja, frecuentó casas de apuestas y burdeles, estuvo implicada en tráfico de drogas y ejerció labores de espía. Uno de sus amantes, el conde Galezzano Ciano, yerno de Mussolini, la instruyó en el fascismo. Nada más divorciarse se casó de nuevo, con un inglés rico y refinado, Ernest Aldrich Simpson, quien la llevó a las fiestas de la campiña con el príncipe de Gales. Se enamoraron. No hubo vuelta atrás. Jaque mate a la flema inglesa: doblemente divorciada, filonazi, maquiavélica, amante del lujo, coleccionista de hombres. Y embobó al rey que abdicaría por amor, el que aseguró no poder asumir su responsabilidad sin el apoyo de la mujer a la que amaba. Se casaron en un castillo del valle del Loira y por supuesto nadie de la familia real británica fue a la boda. Para encender su popularidad, Cecil Beaton realizó un reportaje de Wallis en el castillo Candé, quien, para la ocasión, vistió de un traje de Schiaparelli de estilo neoclásico, pero con la langosta de Dalí estampada sobre la tela. La duquesa de Windsor paseaba temple y osadía, aunque sobre todo desprecio. Como del que haría gala tras la invasión alemana del norte de Francia y los primeros bombardeos sobre Gran Bretaña, en mayo de 1940, al declarar a un periodista: ?No puedo decir que sienta lástima por ellos?. La pareja escapó del conflicto y se instaló en Bahamas, donde Churchill había nombrado gobernador al duque; ella se consagró a las obras de la Cruz Roja, pero en su correspondencia no deja de menospreciar a la población local llamándoles ?negros perezosos?. Murió en fuga, demente, sola y triste desde la muerte de Edward. Ahora se cumplen 30 años de su muerte. Nunca sobresalió como alma caritativa, pero en su testamento sorprendió con la donación de su joyero, una vez subastado, al Instituto Pasteur. Recaudó 45 millones de dólares para la investigación, un final impredecible para una mujer tan elegante como venenosa. (La Vanguardia)

Leer más
profile avatar
12 de marzo de 2016
Blogs de autor

Igualdad y estrategia

Desde hace una semana, el bombardeo acerca de la desigualdad de las mujeres nos llega por tierra, mar y aire. Desde la brecha salarial, tan difícil de equilibrar incluso en Islandia ?el país más igualitario del mundo, donde las mujeres también siguen cobrando un 20% menos?, hasta la bicha inmunda que empieza atacando con sutilezas y acaba con brutalidades: la violencia machista. Las penalidades que deben tragarse por el simple hecho de ser mujer son aún innumerables e irracionales. Pero ¿es conveniente comprimir en unos pocos días tantas informaciones aprovechando la percha del día internacional de la Mujer, sobre todo cuando a los españoles, según las encuestas del CIS, el asunto de la igualdad les interesa más bien poco? ¿Cuál será la reacción de la gente ante titulares, noticias o testimonios en los que se habla de la ?normalidad? del acoso, y no sólo en India sino en la misma acera de tu casa? El 43% de las jóvenes de Londres ha sufrido en sus calles algún tipo de asalto, en especial que le metan mano sin consentimiento. Recuerdo al detalle la vez en que, de adolescente, fui presa de un gracioso que me tocó el culo en una discoteca de Granada, así como mi reacción, que, muy lejos de la parálisis que puede embargarte por lo inesperado del abuso, cristalizó en una bofetada seca; puro instinto o al menos una respuesta equitativa a su molesta garra. Últimamente pienso que el marketing sobre la igualdad debería reformatear su estrategia. Es demasiado sincero, transparente, frontal, incluso ingenuo. En una sociedad arreada por depredadores y especuladores, las reivindicaciones de las mujeres vienen a ser como la fantasía del verano azul que tarda en llegar, y cuando por fin asoma la nariz lo hace a medias, con sus días de lluvia y su apartamento incómodo. No hay mayor capacidad de convicción que la que se extrae del dato empírico. Demostrar, por ejemplo, el tiempo que las mujeres entregan gratuitamente en su vida familiar y, como se dice ahora, ?monetizarlo?: es decir, calcularlo a diez euros ?lo que cobra una asistenta? la hora. O explicar qué ocurriría si abandonaran una profesión que copan, como la de enfermera, ¿quién las sustituiría? Aseguran las islandesas que la clave de su éxito ha sido una política de conciliación laboral: desde el 2003 poseen un sistema único de bajas parentales, ¡de nueve meses! Además de medidas de apoyo público a las familias. Así, es fácil alardear de ser los más fértiles de Europa, con una media de dos hijos por cabeza, pero también les ponen casitas a los huldufólk, esa especie de gnomos en los que creen ciegamente. Determinación y dulzura, estrategia y táctica, reivindicar convenciendo todos los días del año. (La Vanguardia)

Leer más
profile avatar
9 de marzo de 2016
Blogs de autor

La estafa romántica

El regreso pop de los noventa hace estragos en las colecciones de Calvin Klein, con sus pantalones bajos de cintura y sus blancos nucleares, o de Céline, monocromáticas y calzadas planas. Es un retro que huele fresco, porque los noventa aún están en el descansillo de la memoria, jaleados por este revival que evoca el aerobic de Cindy Crawford y las series de televisión cosidas de chistes blancos sobre los enredos de la vida familiar, como Madres forzosas ?secuela femenina de aquellos Padres forzosos que emite Netflix y es un filón?. Aunque fueran años divertidos, algo sonámbulos, buenos jinetes de la tecnología, drogatas sofisticados, estetas a ritmo del Freedom de George Michael, si algo relamió de verdad esa época fue la apología de un romanticismo inspirado de la forma más perversa posible en la factoría Disney. No podía ser de otra forma, Pretty woman se estrenó en 1990: la Cenicienta se convertía en putilla, y el príncipe era un yuppie Richard Gere que consumía sexo de pago, instruía a la chica asalvajada y, cada vez más entregado a su escort, le daba la tarjeta para ir de compras por Beverly Hills. Una secuencia inolvidable porque le ponía rostro a un vil deseo que, secretamente, sentían muchas mujeres. Las comedias románticas han ensuciado, un poco más si cabe, los paños del amor. Mientras se hincha la burbuja del love coaching ?psicólogos que te ayudan a preparar una cita o a no cometer los mismos errores con una y otra pareja?, leo un interesante artículo en The Atlantic sobre cómo muchas comedias románticas, aparte de tontas y cursis, acaban dando lecciones emocionalmente dañinas. Y de forma más exacerbada para las mujeres, cuyo disco duro aún mantiene intacto el ideal del amor de película. No sólo emborronan la realidad sino que llegan incluso a normalizar comportamientos como el acecho o los celos, primeros signos del maltrato, haciéndolos parecer una etapa habitual del romance. Así se desprende de un estudio realizado por Julia Lippman, de la Universidad de Michigan. A un grupo de 426 mujeres se les proyectaron los resúmenes de seis comedias románticas, con hombres que persiguen a una mujer, a los que se representa de manera encantadora, como en Algo pasa con Mary (1998), o amantes que logran aterrorizar a la protagonista, tipo Durmiendo con su enemigo (1991). A las cobayas humanas del estudio les parecieron estupendas: les tocaron emocionalmente. Tanto que acabaron aprobando el mito y aceptando que el enamorado sea un psicópata. No se puede condenar moralmente la ficción, ni siquiera la mala, pero cabría cuestionarse los motivos de la oferta y demanda de ese romanticismo noventero que perpetúa roles sexuales y eleva el nivel de tolerancia ante una serie de tics dudosos entre dos que se quieren: aquello que muchas jóvenes siguen confundiendo con amor y no es nada más que control. (La Vanguardia)

Leer más
profile avatar
7 de marzo de 2016
Blogs de autor

Elegancia insumisa

El péndulo de la vida la llevó de las tierras minadas por las que trataban de huir los judíos y otros perseguidos por los nazis, donde salvó a un soldado moribundo y fue herida por las balas, hasta las exquisitas boiseries de los despachos con buena calefacción en los que gobernó como directora de Vogue Paris durante dieciséis años, inspiradora y visionaria de una moda a punto de parir a Saint Laurent y a Karl Lagerfeld. Acaso sea una manera sensacionalista de introducir la vida de esta periodista y escritora ?premio Goncourt 1966 y autora del libro más brillante sobre Chanel, L?irrégulière, ou mon itinéraire Chanel? que falleció hace un mes y medio con 95 años y una vida formidable. Porque en verdad Charles-Roux fue una revolucionaria con perlas que alternaba el lirismo con los tacos. De orígenes acomodados, de Neuilly-sur-Seine, la periferia más lamida de París, pertenecía a una familia de ricos fabricantes marselleses de jabones y aceites. Su padre, François Charles-Roux, diplomático y miembro del Instituto de Francia, fue también un próspero hombre de negocios (el último presidente de la compañía del Canal de Suez). Nada más estallar la Segunda Guerra Mundial, y aunque fuera un gaullista convencido, sirvió al régimen de Vichy durante unos dubitativos meses, hasta dimitir. Ella, idealista y justiciera, se enroló en la Resistencia. En Francia existe una indócil tradición de hijos que se revuelven contra sus orígenes patricios ?de Louis Malle a Hervé Bazin?, y la joven Edmonde fue un buen ejemplo en femenino. Recibió la Cruz de Guerra y la Legión de Honor en 1945, por su coraje como enfermera, pero al terminar la contienda las familias bien la miraban con un mohín precavido, como si apestara a cloroformo y comunismo. Pasó de repartir el correo en la redacción de la revista Elle a recibir la oferta de dirigir Vogue. Convocó a grandes fotógrafos y les instó a que utilizaran la moda como coartada para componer y crear historias visuales de gran calidad, desde Guy Bordin a Avedon, pasando por Irving Penn. Abundando en la tradición literaria de las revistas de moda o femeninas ?por las que pasaron J.L. Borges, Oscar Wilde, Stéphane Mallarmé o Sylvia Plath?, puso a escribir en las páginas de Vogue a Roland Petit o Colette, hasta erigirse en juez y parte de una corriente ética y estética que en los años sesenta empezaría a desnudar a las mujeres. Amiga de Coco Chanel o Isabelle Eberhardt, y tan contradictoria entre exquisitez e ideología, al estilo de Marguerite Duras, nunca quiso tener hijos y se sintió cómoda llevando la contraria, protegiendo su independencia sentimental e intelectual. ?Me convertí en una persona abominablemente libre?. En 1973, con 53 años, camino de una década después de su despido en Vogue ?por haber querido publicar en portada una modelo negra (algo que no sucedería hasta veinte años más tarde, con Naomi Campbell)? Edmonde se casó con Gaston Defferre, alcalde de Marsella y posteriormente ministro del Interior de Miterrand. ?Un político es un hombre de acción, por ello es tan útil y enriquecedor tener al lado a alguien que te invita a la reflexión, alguien intelectual, crítico, honesto?, decía Defferre a la televisión francesa sobre su mujer. Mitterrand se rindió ante ella, y la convirtió en una de sus máximas asesoras, sobre todo con su hierro literario. Dice de ella el académico Marc Lambon que no tenía frío en los ojos, que amaba La arlesiana de Bizet y los vestidos de Lacroix, que detentaba una fidelidad de estatua. Fue una pasajera de la gran vida ?presidenta de la Academia Goncourt desde 2002, recibió innumerables homenajes y el reconocimiento de sus compatriotas?, pero nunca dejó de sentirse como un polizón a bordo. Nueva chica Mango / Liu Wen Aún resuena la reivindicación de afroamericanos y latinos en la última gala de los Oscar a fin de conjurar el cánon ortodoxo, occidental y blanco, pero ¿y los asiáticos? A pesar de su ascendencia global, son pocos los nombres mediáticos y menos en la pasarela. En su creativa apuesta en hacer campaña de una tendencia cada mes, Mango reivindica en marzo el Soft Minimal que encarna su nueva modelo: una mujer de ojos rasgados y espíritu slow, la top oriental Liu Wen, tan dulce como magnética. Afrontar el cáncer / Gloria Vergés Desde que se creó la Fundación Ricardo Fisas ?el fundador de Natura Bissé?, enfocada a los tratamientos de estética oncológica, se ha atendido ya a más de 1.200.000 personas (en 3.500 hospitales de 24 países). Abordar los efectos de la quimioterapia forma parte de la misión que encabeza Gloria Vergés, viuda de Fisas, una mujer que desborda humanidad y carisma, y que consigue mejorar la vida de tantas mujeres sin recursos a base de un compromiso firme, y sin megáfonos. Visión y lujo / Enrique Loewe Knappe En España viven más de catorce mil centenarios, y Enrique Loewe Knappe, con sus 103 años, era uno de ellos. El hombre que impulsó uno de los pilares más lujosos de la marca España, el que apostó por la artesanía exquisita y los curtidos al acabar la Guerra Civil inaugurando la icónica tienda de la Gran Vía madrileña, ha fallecido esta semana. En los ochenta devolvió a España su nombre en la moda, aunque después sus herederos llevarían el made in Spain al holding de lujo de LVMH. Genio y figura. (La Vanguardia)

Leer más
profile avatar
5 de marzo de 2016
Blogs de autor

Los visones de Serrano

En Madrid sabes que ha llegado el frío cuando las mujeres de Serrano sacan el abrigo de visón una mañana de sábado. Los ves de lejos, pero hueles la naftalina e incluso sientes el tacto del plástico que protege su brillo mórbido e informa acerca de la excepcionalidad de su pelo, que tanto enfurece a los ecologistas (y de cuya manufactura se leen relatos verdaderamente cruentos, empezando por los 60 visones necesarios para confeccionar un modelo). Un aguijón anacrónico te atraviesa ante el desfile de esos buenos abrigos que florecieron en la España del pelotazo, la misma que se enjoyaba como los faraones en sus sarcófagos, aunque siempre haya sido de dudoso gusto ponerse el juego de pendientes, collar y pulsera completo, tanto como lucir diamantes antes de los cuarenta. El lujo añejo del visón mullido es rancio e incluso ridículo: son parduzcos, a menudo bicolores, no como los de la Benarroch, que llevan el pelo por dentro, igual que si fuera un secreto ?en aquellos inviernos socialistas los lucía la gauche de la bodeguilla, que se descocaba en Lucio con música de Julio Iglesias?. Hoy las pieles chocan estrepitosamente con la funcionalidad estética poscrisis. Algo parecido a lo que los anglosajones denominan overdressed: vestirse demasiado cuando tocaba ir informal, con capucha, plumón o parka. Pero, con todo, el acto de sacar el abrigo más caliente del armario da fe de un tiempo en el que los inviernos eran más largos y rigurosos. Cuando el frío de la infancia se representaba con una ráfaga de viento cortante que abría de golpe la ventana y nos apretaba dentro de las sábanas heladas. Hoy el frío, como el lujo, se ha desjerarquizado. En Navidad algunos llevaban manga corta, y ahora, a punto de descorchar la primavera, ya con las coreografías de los pájaros migrantes pintando el cielo, la nieve cae y los chicos la graban a cámara lenta, como en el cuento de Joyce. Las estaciones se alargan y el invierno tardío retrasa la venta de las nuevas colecciones. La atemporalidad se ha instalado en los ciclos del mercado, de la misma forma que la simplicidad ennoblecida por los buenos tejidos marca tendencia. Se impone una estética nórdica, limpia, sin cascabeles. Nos hemos ido quitando capas; ?de cebolla no, de alcachofa?, me dice mi amiga Silvia. En cuanto al lujo, su acepción contemporánea va más allá de la etiqueta y del valor para marcar la diferencia, porque la distinción se alcanza hoy con la experiencia. La ostentación se ha reconvertido en lujo efímero, transitorio: el que se ha quitado oro de encima, el que no tiene miedo ni tiempo a envejecer. Lo contrario al de esas señoras de Serrano, que en el Madrid de Carmena se ponen el visón y diez años encima. (La Vanguardia)

Leer más
profile avatar
2 de marzo de 2016
Blogs de autor

Política de salón

Qué lejos estamos de aquella visión que inmortalizó Churchill de las nutritivas propiedades de la charla: ?Una buena conversación debe agotar el tema, no a los interlocutores?. Justo lo contrario de lo que hacen nuestros políticos, que nos han dejado exhaustos a todos con tanto eslogan lanzado como un bumerán mediático, aparte de los recados que se han ido enviando a través de los medios de comunicación. Estos han ejercido de saltimbanquis informativos al recoger sus maquiavélicas estrategias: un día blanco y al otro negro, un día pacto y al otro negociaciones rotas, en un tira y afloja propio de un puñado de adolescentes egotizados. Poco han hurgado bajo las palabras solemnes en el gran asunto que les incumbe: gobernar. La capacidad de hallar corrientes propicias en un mar tempestuoso ha sido uno de los grandes logros de la condición humana y de su hechura intelectual. Benedetta Cravieri sostenía en La cultura de la conversación ( Siruela) que las personas ilustradas, frente a una gran crisis de valores, necesitaban buscar nuevos puntos de referencia plegando la filosofía, la moral, la política o la economía a una forma dialéctica y narrativa. Pero también advertía: ?La gente de mundo se muestra maravillosamente omnívora, pero la conversación es un arte, y sus contenidos acaban siendo sepultados?. La gran conversación, la plaza y el café concurrido con notas escritas en la servilleta de papel han desembocado hoy en la red, en los 140 caracteres y los ?me gusta?. En España nunca fuimos capaces de reproducir esa tradición francesa que todos ?por separado? nos hemos acostumbrado a admirar: la conversación de trago largo, la de los salones literarios y los cafés existencialistas, la polémica servida en cápsulas ingeniosas y lúcidas. Esa mezcla equilibrada de ligereza y profundidad, de elegancia y gusto, de apología de la/mi verdad desde el respeto de la opinión ajena. Aquí nos cuesta conversar y discutir. A menudo nos incomoda la presencia del otro cuando piensa diferente y nos coloca en situaciones descorchadas que no sabemos gestionar. ?Sabes que siempre estoy a tu disposición?, le escribió Mariano Rajoy a Albert Rivera en una carta digna de un ejercicio de comentario de texto por la oralidad de su registro, demostrando que el descrédito y la pereza se han convertido en los más fieles enemigos de la comunicación enjundiosa, profunda. Recientes estudios aseguran que la conversación de cortesía ?en el ascensor, una inauguración o un taxi; la que los anglosajones denominan muy gráficamente small talk?, con fama de trivial, formulística y por lo general aburrida, es, en cambio, ?un lubricante social crucial, tan valioso como el vino o la risa?. La que no brota entre nuestra clase política, incapaz de ejercer la dialogante diplomacia para encontrar una salida digna a este marasmo que restaure la credibilidad hispánica. (La Vanguardia)

Leer más
profile avatar
29 de febrero de 2016
Blogs de autor

Rita Hayworth: la vida sin guantes

Su belleza la condenó desde niña, cuando su padre, el bailarín sevillano Eduardo Cansino, la obligó a vestirse y maquillarse como una cabaretera con doce años. Le prohibía que le llamara ?papá? en público, y, a puerta cerrada, abusaba de ella, incluso llegó a ofrecerla a cambio de bolos. La herida quedó abierta. Un estigma del que Margarita Carmen Cansino Hayworth (Nueva York, 1918) difícilmente se liberaría. Acaso el precio que debía pagar por poseer tan arrebatadora belleza. Su cuerpo era como un dibujo de Vargas: pechos grandes, piernas largas, curvas suaves y rotundas; sus rasgos alcazaban la perfección, el mentón distinguido, los pómulos helénicos, un rostro ávidamente femenino, sin ñoñería, y una mirada que absorbía tan finamente el dolor o el amor como el espanto. El derecho de pernada siempre estuvo muy consolidado en Hollywood. Y la joven Rita tenía que zafarse de los continuos asaltos de machos poderosos. Se casó con su descubridor, Edward Hudson, que la hizo adelgazar, le tiñó la melena de naranja y le hizo depilar los cabellos de la frente para agrandársela. Cuando se hastió de ella la obligó a prostituirse. Vendrían otros. El mandamás de Columbia, Harry Cohn, la convenció de oscurecer su latinidad y rebautizarse, acosándola hasta la extenuación. Adoptó el apellido de su madre, Volga Margaret Hayworth, bailarina del mítico Ziegfeld Follies, y así nació Rita Hayworth: con la luz cegadora de los focos sobre el cartel, braceando por zafarse de sus amos en la vida real. ?¡No ha habido una mujer como Gilda!” rezaba la publicidad del clásico, del que se cumplen setenta años de su estreno, y ella, que hasta entonces solo había mostrado sus habilidades dramáticas en “Solo los ángeles tienen alas?, junto a Cary Grant y Jean Arthur, le daría vida. La película la convertiría no solo en mito erótico, también en icono popular de una época: su “Put the Blame On Mame” con aquel memorable palabra de honor satinado negro y los guantes hasta los codos que desencadenaron una epidemia de imitaciones, sentó las bases del strip-tease. Por mucho que nadie llegara a ver el de Gilda. Pero su insinuación era infinita, y acaso por ello, por su capacidad perturbadora, la Iglesia Católica la consideró en España “gravemente peligrosa?. Por entonces ella había sucumbido al cortejo del niño mimado de Hollywood, Orson Welles. Se casó con él. Les llamaban ?la bella y el cerebro?, y decían que él estaba obsesionado con la actriz, más que con la mujer que la habitaba. En aquellos años ella dijo aquella frase célebre: ?Todos los hombres que conozco se acuestan con Gilda, pero se levantan conmigo?. Aún les daría tiempo a rodar una película juntos antes de divorciarse, “La dama de Shanghai?, un fracaso comercial, como acostumbra a ocurrir con las obras de arte. Rita se retiró del cine para casarse con el príncipe iraní Ali Khan, aunque su maldición con los hombres volvería a cumplirse: el matrimonio no llegó a los cinco años. Regresó a Hollywood, pero nada sería igual, en adelante persiguió sin suerte la sombra de Gilda, mientras iba perdiendo la cabeza. La fotografiaron despeinada, medio ida. Alcohólica sin retorno, sentenciaron. Hasta que sus ataques de ira y sus lapsus de memoria fueron diagnosticados como Alzheimer. Fue una de sus primeras víctimas famosas, y contribuyó a ponerle cara a la enfermedad. Aquella bella mujer que encumbró una expresión sensual y cimbreante de la feminidad, de la que abusaron en su juventud, que tuvo cinco maridos fugaces, que alcanzó la corona de icono del cine mundial, murió en su casa de Nueva York sin saber quien era. Y todo pareció desgraciado, pero también hermosamente real por la manera en que seguimos adorando su melena ondulada y rojiza. Siempre sorprendente / Paulina Rubio

A finales del pasado enero lanzaba “Si te vas”, single adelanto de su nuevo álbum; ya le ha puesto fecha a su vuelta a los escenarios ?junio?; y acaba de anunciar que está escribiendo unas memorias, quizá pensando en el proverbio chino: “la tinta de color más pobre vale más que la mejor memoria”. Y todo eso estando de baja prematernidad. Habrá quien piense que es tarde para volver a ser madre y pronto para autobiografías, sin reparar en que “la chica dorada” siempre sorprende. Cantar y olvidar / Natasha Kampusch

El suyo es un nombre extrañamente grabado en nuestro cerebro, por la combinación de la noria fricativa de su pronunciación con la aterradora historia de su década de cautiverio en manos de un psicópata obsesionado con ella. Hace unos años escribió un libro intentando librarse de aquella experiencia tétrica, fue un bestseller y se llevó a la gran pantalla. Pero no debió ser suficiente. Ahora canta junto al grupo alemán SAG7 ?Forget you? (Olvidarte). ¡Ojalá lo consiga! Entusiasmo a Milano / Alessandro Michele

Milán vuelve a ser la capital mundial de la moda estos días, y uno de sus cortesanos más observados ha sido el diseñador Alessandro Michele, director creativo de Gucci. Pocos le conocían hace un año, cuando fue elegido para sustituir a Frida Giannini al frente de la marca de lujo italiana, y ahora se aplaude con fervor la deslumbrantemente colorida ?y monocroma? colección que acaba de presentar. Ni Dario Renzi se lo perdió. Y es que Michele está llamado a grandes cosas, quizá porque es consciente de que, como dijo Dior, ?no hay belleza sin entusiasmo?.

Leer más
profile avatar
27 de febrero de 2016
Blogs de autor

?Histeriquear?

Rajoy ha puesto, una vez más, el dedo en la herida abierta, y ha pedido al PP valenciano que no caiga en ?la histeria?, que es precisamente el estado en el que ha estado sumido durante años: una permanente excitación nerviosa salpicada de cambios de humor, exhibicionismos de todo tipo y convulsiones judiciales, incluidas las parálisis falleras y los sofocos de vergüenza ajena. Cuántas generaciones de mujeres tuvieron que sobreponerse a la maledicencia cuando se las acusaba de ese mal supuestamente derivado de su útero ?ya que histeria deriva del griego hystéra: matriz?, y se especulaba que de los hervores de aquel órgano tabú brotaba esa clase de demencia tan vistosa y apasionada. Hasta que empezó a identificarse a los primeros machos histéricos, tan vulnerables como las hembras así etiquetadas. La psicología asegura que los síntomas histéricos son un intento de defensa, una autoprotección, en una situación que no sabemos cómo se resolverá: un estar en guardia, pero a la vez un hacerse notar. Aunque también existe la llamada histeria colectiva, a la que ahora se refiere Rajoy, quien pretende rebajar sus espasmos. Los efectos de la ansiedad se multiplican en las puertas de los juzgados valencianos y rodean a los encausados. No faltan quienes aplauden con los ojos cerrados a sus amigos, como Francisco Camps, que se mostró indignado ante la angustia que estos días viven sus compañeros a golpe de registro e interrogatorio. ?Rita Barberá vive de alquiler y no se ha llevado ni un paquete de rosquilletas?, ha manifestado alto y claro devolviéndole el apoyo que la exalcadesa le brindó cuando lo del sastrecillo valiente: ?No asaltó el Ayuntamiento, sino que ganaba por mayorías absolutas?. Uno de los síntomas más comunes de la histeria es una reacción de inmovilización corporal, como la que tiene preso a Rajoy, y de la que en el PP sólo escapan las voces que se han rebelado, como las del portavoz Casado ??estamos hasta las narices de la corrupción?? o Antón Damborenea, presidente del partido en Vizcaya, quien muy freudianamente aseguró estar ?hasta los cojones?. (La Vanguardia)

Leer más
profile avatar
24 de febrero de 2016
Close Menu
El Boomeran(g)
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.