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Escrito por

Iván Thays

Iván Thays es escritor peruano (Lima, 1968) autor de las novelas "El viaje interior" y "La disciplina de la vanidad". Premio Principe Claus 2000. Dirigió el programa literario de TV Vano Oficio por 7 años. Ha sido elegido como uno de los esccritores latinoamericanos más importantes menores de 39 años por el Hay Festival, organizador del Bogotá39. Finalista del Premio Herralde del 2008 con la novela "Un lugar llamado Oreja de perro".

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Soledad Puertolas: "somos invisibles"

Soledad Puertolas. Foto: uly martin. Fuente: elpaís Soledad Puertolas ha hecho, sin aspavientos ni exhibicionismo, una de las obras narrativas más sólidas de la literatura castellana. Como tiene un look medio diva freak, medio neurótica, a lo Herta Muller, Clarice Lispector, Iris Murdoch, Amelie Nothomb, Elfriede Jelinek (el modelo Virginia Woolf, digamos), la olvidan incluso las mismas escritoras que defienden la literatura escrita por mujeres. Pero vale la pena leerla. Está a punto de publicar en Anagrama un nuevo libro de cuentos y de asumir un puesto en la RAE. Mientras tanto, juega con sus perras Coti y Lura. Así nomás es. Dice la nota en El País:Me fascinan los secundarios y la idea de que acaben siendo los principales en algún momento". De eso trata también su nuevo libro, Compañeras de viaje (Anagrama), un conjunto de relatos que llegará a las librerías en un par de semanas. "La protagonista de todos", explica la escritora, "es una mujer que viaja acompañando a otra persona. Es casi un prototipo: alguien que acompaña y cuando llegan al destino del viaje no tiene nada que hacer". [...] Ana María Matute suele decir que muchas veces se trata a las escritoras como a las hermanas pequeñas de la literatura. Soledad Puértolas va más allá: "Más que pequeñas yo diría que a veces somos invisibles. O no te ven o destacan que eres una mujer. ¿Es eso una categoría literaria?". ¿Lo es? He ahí la cuarta pregunta de manual: ¿Existe una escritura femenina? "Siempre contesto con otra pregunta. Pensemos en cuántos hombres distintos hay. ¿Vamos a imaginar que las mujeres son todas iguales? Analizar un libro desde el punto de vista del género es como hacerlo desde el punto de vista de nacer en Zaragoza o en Mérida. ¿Hay un rasgo específicamente emeritense en la literatura?". Si la literatura no tiene sexo, ¿lo tiene la lengua?, ¿es sexista la gramática?, ¿aspira Soledad Puértolas a ser nueva "miembra" de la RAE? "La lengua es muy maleable, se pone a nuestro servicio", responde. "Ahora tenemos la sensibilidad muy exacerbada porque la igualdad no progresa del todo en la sociedad: vemos maltrato, discriminación salarial... La tentación es agarrarse a lo visible, pero lo importante es cambiar la realidad. ¿Cómo se hace? No lo sé".

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28 de enero de 2010
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Festivales literarios

programa del Hay Festival Cartagena 2010. Fuente: hayfestival Mientras esperamos, en mayo, el fabuloso Festival de la Palabra que Mayra Santos Febres y otros cómplices está organizando en Puerto Rico (en la tierra de Maelo ya se respira el ambiente de Festival, por cierto, gracias al entusiasmo de Mayra y con la presencia de la cubana Karla Suárez, quien se adelantó y fue a Puerto Rico a dar unos talleres y comenta la visita en El País), podemos ir calentando motores con el Hay Festival Cartagena 2010 que empieza mañana, 28 de enero y contará con la presencia de Ian McEwan, Almudena Grandes, Michael Ondaatje, Mario Vargas Llosa, Manuel Gutiérrez Aragón, Guillermo Fadanelli, William Ospina, Fernando Trueba, Zoé Valdés entre otros. Ya Daniel Mordzinski viajó hasta allá y tiene la cámara en ristre para mandarme algunas fotos. A propósito, en el diario argentino La Nación, Susana Reinoso habla sobre los Festivales Literarios:¿Cuánto cuesta un festival literario? Entre US$ 400.000 y 2.000.000, según el festival de que se trate. En el primer caso se halla el Carnaval de las Artes. En el segundo, el Hay Festival. Desde Colombia, Heriberto Fiorillo, director del Carnaval de las Artes, que este año realiza su cuarta entrega, dice a LA NACION: "Nuestro propósito es que los escritores y los artistas nos revelen sus procesos de creación e invitamos a los jóvenes para que conozcan por dentro la literatura, el periodismo, la magia. El contacto con el público se da en espacios que funcionan como pequeños talleres. La obra es más importante que el artista o el escritor". Desde Madrid, la directora de Proyecto y organizadora de las ediciones de Granada y de Segovia del Hay Festival, la argentina Sheila Cremaschi, define los encuentros: "Cada festival es un animal único, con su propia vida y hasta la identidad de los lugares modifica nuestras concepciones. Destaco como saliente la proximidad que tienen los escritores con sus lectores durante los cuatro días que dura el festival. Es un momento renacentista en el que conviven artistas, escritores y músicos en un mismo espacio". Desde Italia, Silvio Benedetto señala: "Estos encuentros artísticos en la Liguria [Cinque Terre] surgen como un punto de encuentro entre el pasado, por el papel que el puerto de Génova tuvo en la migración de los que se hicieron a la mar, y el presente, en el diálogo con otras poblaciones. El intercambio de los escritores y de los artistas se da con los pobladores locales". Lo intransferible de un festival literario, coinciden los consultados, es esa magia que se produce en una pequeña ciudad cuando es "tomada" por la literatura. Y de pronto, un lector desprevenido se sienta en un café al lado de Martin Amis, o se cruza con Gabo García Márquez y su hermano Jaime volviendo de una cena en la histórica Cartagena de Indias. Sólo por placer de verlos andar, como mortales, ya vale la pena.

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27 de enero de 2010
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¿La generación de oro sigue brillando?

Illustration: Ian McEwan, Martin Amis and Julian Barnes Photo: Andy Watt/Folioart. Telegraph Mientras que la editorial Anagrama sigue creyendo en el llamado Dream Team de la narrativa británica, reconozcamos que un poco deslucida en la actualidad, y publica la última de Julian Barnes Nada que temer, en Telegraph.uk no les perdonan nada a los que califica como "generación de oro" Los acusa de agotados, recopila sus fracasos, los llama "divos" y acusa a la crítica de falocentrista. Sin embargo, confiesa que no serán fácilmente desplazados. Nada que temer, como diría Barnes. Los viejos-jóvenes todavía están en la danza, eso es un hecho. Yo leo todo lo que escriben, aunque mi entusiasmo no es el de antes. El artículo de Alex Clark se titula: Martin Amis, Ian McEwan: does the golden generation still glitter? Lo copio entero porque está buenísimo: Despite his previous professions of distaste for the comic novel, one might almost suspect Ian McEwan of using fiction to make a joke at our expense ? or even his own. At the end of last year, an extract of his forthcoming novel, Solar, appeared in the New Yorker magazine and immediately posed the reader a question: is literature at its most useful ? or is it indeed only useful ? when you are trying to get someone into bed? In the extract, we learn that the novel?s protagonist, a Nobel Prize-winning physicist, a serial marrier and dedicated philanderer, makes his first significant youthful romantic conquest by convincing the object of his affections that he is an aficionado of Milton and, to boot, that he has little time for the hoary old opposition of art and science: ?All knowledge interested him, he said; the demarcations between subjects were mere conveniences or historical accidents or the inertia of tradition.? Mastering art by dint of furious mugging up and a little rational thought makes Michael Beard, we hear, feel ?intellectually free? (even though his first wife eventually walks out on him after having her consciousness raised). Unseasonally speaking, we might accuse McEwan of being a turkey voting for Christmas. The novel, to be published here in March, has been billed as a satirical look at climate change and was germinated on a trip to the Arctic to observe that very phenomenon, in which McEwan saw that the vagaries of group behaviour might provide a useful insight into our tricky relationship with the planet. But McEwan?s recurrent concern with the uses and abuses of fiction ? in evidence in perhaps his most widely read novel, Atonement (2001), hung on a narrative trick revealed only at its conclusion, and in the thrillerish denouement of 2005?s Saturday, which juxtaposed violence with Matthew Arnold, provides an intriguing portrait of a novelist consistently interested in the purpose and potential of his form. At the same time, McEwan has also pulled off that rare feat in the world of the literary novel ? writing books that appeal to a large and loyal readership while also garnering attentive and, even when mixed, serious reviews. In the flood of novels to be published in the opening months of the decade, Solar stands out, alongside Martin Amis?s The Pregnant Widow and Peter Carey?s Parrot and Olivier in America, as among the most eagerly anticipated. Together with Julian Barnes and Kazuo Ishiguro, both of whom had books out last year, these writers can be seen as the lasting success stories of a generation of writers who rose to prominence in the Seventies and Eighties and who have emerged ? in that impossible parlour game of second-guessing posterity ? as those with at least a fighting chance of being read in a few decades. But what does that tell us about our literary landscape, its recent past and its likely future? There is, in the first instance, an obvious point to be made about the peculiar nature of literary celebrity. Of the writers mentioned above, it is Amis and McEwan whose books are most breathily previewed and whose pronouncements on a range of topics, most noticeably both writers? comments on Islamic fundamentalism, have been widely reported and minutely dissected; added to which, Amis in particular has frequently seen his private life come under scrutiny. In a culture in which it is debatable whether any writer is ever really ?famous? ? Amis?s most recent tangle with the press came when he had the temerity to question the writing talents and physical attributes of Katie Price, a celebrity nonpareil ? Amis and McEwan come the closest Britain has. In Amis?s case, the (not entirely literary) reasons are clear enough: the combination of a famous writer father, an early determination to include an awful lot of sex in his work and the odd diary-friendly interlude such as expensive dental work is enough to create a reputation for controversy and notoriety. For McEwan, there is something a little more subtle at play, with widespread media attention only arriving in the past few years. It was Saturday, set against the anti-Iraq War demonstrations of 2003 and frequently adopting something close to a documentary style, that catapulted its writer on to the national news; it was as if we felt that here was a writer to whom we could entrust the task of telling us what was going on, in a language that we could understand. That level of recognition does not, however, guarantee blanket approval. McEwan has seen his fair share of negative reviews, most notably when fellow novelist John Banville wrote a vehemently dissenting review of Saturday in The New York Review of Books; it was, he said, ?a neoliberal polemic gone wrong?, its author demonstrating ?a disturbing tendency towards mellowness?. Last year, the critic James Wood, writing in the London Review of Books in far more generally approving terms, drew attention to McEwan?s predilection for narrative manipulation and wrote suggestively about the reader?s own collusion with it. But if McEwan sometimes finds himself on the receiving end of a less-than-enthusiastic critical reception, Amis must surely wonder who will be first to take a potshot. After the brief respite of his memoir, Experience (2000), which appeared to surprise critics with its candour and painstakingly delineated emotion, Amis came in for a drubbing when he published the novel Yellow Dog in 2003, with Tibor Fischer even writing that he feared being seen reading it on the Tube. The Pregnant Widow, which is set in an Italian castle in 1970 and centres on the sexual adventures of a group of young men and women, has been described in advance as a discussion of feminism; whether Amis?s detractors, who accuse him regularly and with highly arguable accuracy of misogyny, view it that way remains to be seen. There is much less to fear, one imagines, for Peter Carey, whose new novel is a re-imagining of the American adventures of Alexis de Tocqueville; following the ambitiously fractured narrative of political extremism in his last novel, His Illegal Self, it suggests a writer whose fascination for oddballs and off-kilter stories ensures a resistance to easy categorisation. It is a truism that any examination of a group of writers generally concludes that they have little in common; those who dedicate their lives to creating literary fiction are usually striving to isolate their own voices rather than to tune in to others?. If Amis and McEwan repeatedly attract the noisiest attention, it is both a testament to the steadfastness of their ambition ? McEwan?s commitment to exploring his fascination with the intervention of chance calamity into ordinary and otherwise ordered lives, for example, or Amis?s bravura probing of the possibilities and limits of his pyrotechnical style ? and an interesting commentary on our own attitudes towards the contemporary novel. Despite the critical and commercial success of her Man Booker Prize-winning novel Wolf Hall, and the consistently exceptional quality and curiosity of her earlier work, Hilary Mantel has not often been spoken of in the same breath as the triumvirate of McEwan, Amis and Julian Barnes; similarly, A.S Byatt, Rose Tremain and Pat Barker, even though their work has pleased both prize juries and large numbers of readers. It is hard not to see a gender bias at work here, though not only that; one wonders if there is a suspicion of a certain sort of narrative complexity. It is hard to consider the work of such diverse writers as Howard Jacobson, John Banville, Sebastian Barry or the late Gordon Burn and judge them to be lesser talents than their more volubly discussed contemporaries; but in each, there is a less immediately apparent artistic agenda that can almost be seen as a greater willingness to immerse themselves in the ambiguities and meandering byways of the form. But if all the writers who are loosely grouped together as contemporaries can be credited with invigorating the novel over the past 30 or 40 years ? and with freeing it from some of the dead-ends that conventional realism had pulled it towards ? then what of the coming generation? Easy though it is to come up with a list of novelists in their thirties or forties ? many of whom featured, like their predecessors, on Granta?s once-a-decade list of the Best of Young British Novelists ? it is also true that the literary landscape is much altered. Now, writers such as David Peace, Zadie Smith, Sarah Waters, A.L Kennedy, Nicola Barker and Andrew O?Hagan, to name but a few, must operate in an environment where there is far less opportunity for critical discussion and far more pressure on a writer to perform well earlier in their career. And these are the writers who have already enjoyed a large measure of success ? including not only the approval of reviewers but also the attentions of screenwriters keen to map their work onto another medium or the imprimatur of television book clubs. For an even newer generation of writers to flourish ? and for us to discover who will be the next Ishiguro or Barnes, Amis or McEwan ? the reading public must first keep faith with the novel, in all its time-consuming and often puzzling variety, whether or not that reading experience takes place electronically or on old-fashioned paper, and whether or not it comes accompanied by an author?s podcast or online interview. In the meantime, during the coming weeks critics and readers will determine the success or otherwise of a clutch of heavyweight new novels. Whatever the verdicts, the longevity of their creators can hardly fail to impress.

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22 de enero de 2010
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Frabrizio Mejía en Babelia

Fabrizio Mejía. Foto: Iván Thays Fuente: moleskine Genial el artículo del mexicano Fabrizio Mejía en Babelia. El comienzo es tajante, como un cuchillo. Dice: "Durante medio siglo, América Latina contó con un conjunto de mitos que le permitían rebasarse: era desigual, pero se imaginó abundante; era corrupta, pero creyó en la justicia; era violenta, pero practicó la convivencia. Esos tres mitos hoy están en declive y se abre una era en la que Latinoamérica prefiere pensarse como monstruo más que como prodigio." El final es más bien críptico o una extraña broma, o un acertijo sin solución (o las res cosas juntas, tratando de Fabrizio): "Latinoamérica ahora es el futuro de Europa." Coloco un fragmento. No se pierdan la anécdota de Lavoe, es buenísima (¿se la habrá inventado Fabrizio?) Uds. léanlo completo. Dice la nota:En Latinoamérica, la ley y la justicia casi nunca coinciden. Dentro de la Columna a la Independencia en Ciudad de México hay una estatua de un hombre barbado quien, amarrado de las manos, mira al horizonte. Desconocido y sin letrero que lo identifique, es Guillén (William) de Lombardo (Lampart), un irlandés nacido en Wexford en 1616. Es llevado ante la Inquisición el 26 de octubre de 1642, acusado de proclamarse "rey de México", de querer liberar a indios y esclavos y de falsificar documentación real. Tras conspirar dentro de la cárcel con el astrólogo Melchor Pérez de Soto, "víctima de la imaginación y la melancolía"; José Bruñón de Vertiz, "El Caballero del Milagro", y Pedro Aponte, "inmune al dolor físico", escapa la Navidad de 1650 sólo para pegar una proclama: "No hay petición ni forma de justicia que la arbitraria". Guillén de Lampart es recapturado. Se le prohíbe entonces tener pluma y papel. Escribe con lodo sobre una sábana. Se le tortura. Hace una huelga de no bañarse. Escribe contra la Inquisición y la libertad de expresión. El 19 de noviembre de 1659 es finalmente puesto en una pira para quemarlo, pero él se arroja sobre el collar que le sostiene la cabeza y se ahorca antes de que lo enciendan. La acusación no es política: se le encuentra culpable de tener relaciones con el diablo porque, con los indios, comía peyote y alucinaba que él sería el nuevo gobernante de una Nueva España independiente. Más de dos siglos después, el novelista Vicente Rivapalacio lo convierte en un enamorado incurable y víctima de una conspiración de mujeres despechadas. En la celda le inventa un compañero: El Zorro. Es el mismo apodo que tenía el verdadero independentista de México, el cura Miguel Hidalgo. Casi un siglo después de consumada la independencia mexicana, Johnston McCulley crea a Diego de la Vega, El Zorro, en un pueblo de California. Lo demás lo hacen Douglas Fairbanks y Antonio Banderas. Pero el héroe latinoamericano requiere del escondite para ser realmente justiciero: tras una máscara, un pasamontañas, una espesa barba, son el espejo de sus enemigos: los omnipresentes caciques, los narcotraficantes, los presidentes demócratas que se reeligen y gobiernan con el ejército. Lo mismo Hugo Chávez que Álvaro Uribe, que Calderón. Los latinoamericanos siempre esperamos que salgan los Zorros para hacer justicia, la hagan con lujo de ingenio y se retiren. La secrecía, la movilidad, el anonimato, son indispensables para que no se les atrape, pero también para que sean admirados. En la lucha libre, el ganador conserva su máscara. La pregunta detrás del mito es muy simple: la ley es de los poderosos, pero debe haber alguien que la enfrente. Alguien que nos rescate, que nos organice, que nos diga qué hacer. Y que, luego, sea tan anónimo como todos nosotros, como una estatua de Lampart sin su nombre.. Quizá la idea más radical que Latinoamérica tuvo durante el barroco fue que todo cabía, que nada sobraba en el atrio de una iglesia: dioses, demonios, motivos indígenas, adornos romanos. La volvió a tener en el muralismo mexicano: en una pared convivían pobres, ricos, dictadores, guerrilleros, la muerte, indios y españoles. Y se reencontró con ella cuando, en 1962, los músicos puertorriqueños en Nueva York comenzaron a llamarle "salsa" a un momento de la pieza musical en la que se duplicaba el ritmo. El mundo estaba en riesgo de terminar por los misiles soviéticos en Cuba, y la música que se hacía en el Bronx trataba de hacer un último baile de convivencia: jazz, música cubana, puertorriqueña, dominicana, colombiana, tango y samba. El panameño Rubén Blades ha dicho que la "salsa" no es un estilo ni un género, sino un concepto. Es justo el mito de la diversidad que convive, que improvisa la existencia, que no la planea, sino que le da un cauce para fluir. Este mito de que todos son "nosotros" encuentra un desenlace en 1991. La orquesta del puertorriqueño Héctor Lavoe es invitada a tocar en una fiesta del narcotraficante colombiano Pablo Escobar. El capo, que sólo en ese año mandó asesinar a 7.000 personas, está, durante tres horas, resolviendo sus negocios de cocaína y no escucha la "salsa" de Lavoe. Lavoe está en el jardín y le han pedido tres veces que cante El cantante, su máximo hit. Lo ha tocado sin chistar. Para cuando Pablo Escobar baja a la fiesta, se ha perdido la actuación de Lavoe, que ya está cenando. Y entonces, Escobar pide El cantante por cuarta vez. Lavoe se niega a interpretarlo de nuevo y, acto seguido, su orquesta es encerrada en el sótano de la casa. Los narcotraficantes les quitan los zapatos a los músicos. Creen que van a morir y Lavoe logra escapar por una ventana. Corre a la carretera más cercana y detiene un taxi. Cuando el taxista mira que no tiene zapatos, duda de que el pasajero tenga dinero para pagarle. "Soy Héctor Lavoe", asegura, asustado, el músico. El taxista duda y le propone: "A ver: cánteme El cantante". Estos tres mitos latinoamericanos de prosperidad, justicia y tolerancia no parecen agotarse con la llegada de la democracia militarizada y el libre comercio de los monopolios. Pero, sin duda, se transformarán en una casa que todavía nadie habita. La Europa de Berlusconi y Sarkozy y la América de Chávez y Uribe parecen naufragios. Ambas geografías vamos a necesitar refundar nuestros mitos. No sé cómo. Todo lo que sé es que, al revés de otros tiempos, Latinoamérica ahora es el futuro de Europa.

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22 de enero de 2010
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Maxine Swann hippie

Maxine Swann. Foto: João Pina for The New York TimesConfieso que la novela que leí de Maxine Swann, Chicas serias (Emecé) me dejó perplejo, por no decir aburrido. La carátula, con esas piernas colgando, me hablaba de confesiones adolescentes. Como meterse en el baño de chicas. Y algo de eso hubo. Pero pensé que podría ser más interesante. Quizá la lectura de Las vírgenes suicidas me marcó mucho. En fin, como sea, no compré, ahora que estuve en Buenos Aires, su nuevo libro también en Emecé Niños Hippies cuyo título y carátula me interesó aún menos. La autora vive entre EEUU y Argentina. La revista Ñ trata de convencerme. No lo hará. Yo estoy más aburrido del hippismo que Houellebecq de su vieja. La nota también trae un texto, este sí bueno, de Swann sobre el exilio en Argentina. Dice la nota:No hay reglas para los cuatro hermanos de Niños Hippies. No hay límites, no hay horarios, no hay nadie que grite, cuando ya está oscureciendo, "hora de entrar". Lu, Maeve, Clyde, Tuck ?dos niñas y dos niños? "son libres de correr hacia donde quieran cuando quieran, así que lo hacen". Se pasan la vida arriba de los manzanos, bailan bajo la lluvia, se cubren el cuerpo con barro y se secan al sol. Ven a sus padres y a los amigos de sus padres bañarse desnudos en el arroyo. Maxine Swann tuvo una infancia similar a la de los hermanos de Niños Hippies (Emecé, 2009), en una granja de Pennsylvania, donde nació en 1969. "Una crianza sin límites te permite muchas aventuras, pero, por otro lado, te provoca miedo y mucho sentido de la responsabilidad. Tenés que formular tus propios límites", dice, vía e-mail, desde Nueva York, donde se encuentra dictando clases de Escritura Creativa en la Universidad de Columbia. La novela está estructurada en ocho relatos, que varían de la tercera a la primera persona (en la voz de Maeve, la segunda hija de la familia y alter ego de Swann) y que tienen ritmos y tonos diferentes. Cuentan, como si alguien estuviera marcando la estatura de los niños en una pared, distintos momentos de la particular crianza de los cuatro hermanos: una visita a la casa en ruinas de los excéntricos abuelos paternos, un viaje en auto con el padre (una figura por momentos adorable y por otras odiosa, pero siempre presente) y su nueva novia, la entrada en la adolescencia y los primeros pudores. En cada nuevo relato, los hermanos han crecido uno o dos años. El salto temporal de los capítulos tiene su correspondencia en el tiempo que le demandó a Swann concluir el libro. El primer relato fue escrito en 1997 y ganó el premio O.Henry, el Pushcart, el Ploughsares ´Cohen y un lugar en The Best American Short Stories (...) Maxine Swann llegó a Buenos Aires en abril de 2001, inicialmente por siete meses, pero su estadía se prolongó. En una crónica en The New York Times cuenta su experiencia durante la crisis, sus mudanzas, su descubrimiento de los barrios, gente y costumbres de Buenos Aires. Justamente, esta ciudad es escenario de su próxima novela "Los Extranjeros", que se publicará en 2010. "La novela sigue la historia de tres mujeres extranjeras ?una ucraniana, una alemana y una americana- que llegan a Buenos Aires diez años atrás. Aunque pertenecen a mundos sociales muy distintos, sus caminos se cruzan. Estoy interesada en poder captar una Buenos Aires particular así como también la condición del extranjero". Entre los escritores argentinos que leyó y le gustan nombra a Alejandra Pizarnik, Borges y Saer. "Tengo un particular afecto por la obra de Bioy Casares y en una nota más actual me gusta mucho Pola Olaixarac, su libro Las Teorías Salvajes: me impresionó", dice.

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22 de enero de 2010
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Hoy presentación (y Noveles 38)

portada del libro. Fuente: lashistorias.com.mx Salvador Luis no descansa. Hoy, a las 7:30 de la noche, en el Jazz Zone (un lugar al que no volveré por muchos años, por cierto), Katya Adaui, Mónica Belevan y Gabriel Rimache Sialer presentarán Asamblea Portátil, una antología de narradores latinoamericanos reunidos por Salvador Luis y editada por Mesa Redonda. Un consejo, en especial para Gabriel que es más picón y correa chica que Katya y Mónica: No respondas a los ataques, no uses el mircrófono para colocarte el vestido de víctima ni para insultar a los que te han atacado anónimamente. No malgastes tu tiempo. Disfruta el día. Disfruta la buena compañía. Celebra que has editado el libro y cuénta cómo surgió la idea. Deja que los demás se muerdan su amarga cola solos. No eres la víctima de nadie, nadie te tiene envidia, nadie te odia. Solo eres un pata que hace lo que le da la gana. Como todos nosotros.Por otra parte, como dije, Salvador no descansa y hoy me ha envidado el último número de Los Noveles, su revista virtual. Va por el 38. Esta vez con la participacion de Patricio Pron (Argentina), Benito del Pliego (Espana), Andrea Jeftanovic (Chile), Jose Oscar Lopez (Espana), Pablo Brescia(Argentina), Moises Vaca (Mexico), Jose Donayre (Peru) y una terapia musical con la cuentista mexicana Cecilia Eudave.

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20 de enero de 2010
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Censuran a Roncagliolo en RD

Santiago Roncagliolo dispuesto a dar pelea (pero sácate los lentes para entrenar, no seas fintero). Fuente: blog del filbaLa novela Memorias de una dama (Alfaguara) de Santiago Roncagliolo acaba de recibir su primer premio literario. No se trata de un premio pecunario, aunque podría redundar en eso, sino de un premio de ética literaria. La novela acaba de ser prohibida en República Dominicana, despertando el rechazo de los intelectuales de ese país. Como se sabe, el personaje central de esa novela es una señora de la alta sociedad dominicana que le dicta sus memorias a un joven escritor lleno de ambición literaria. Se pisan muchos callos en la novela, al parecer, y algunos personajes son fácilmente reconocibles (esete artículo en 7 días descubre a todos) para los implicados. Dice la nota en El Nacional:Los literatos dominicanos Andrés L. Mateo, Diógenes Valdez y Pablo Mackinney calificaron este lunes como ?un absurdo?, propio de la época de las cavernas, prohibir la venta en el país de la novela ?Memorias de una Dama?, escrita por el peruano Santiago Roncagliolo. Mateo y Valdez, ganadores del Premio Nacional de Literatura que auspicia la Secretaría de Estado de Cultura y la Fundación Corripio, en los años 2004 y 2005, respectivamente, afirmaron que esa prohibición constituye una violación a la libertad de información de la población dominicana. ?Es absurdo, negador de los derechos del autor y de los lectores impedir la circulación de esa novela?, afirmó Andrés L. Mateo. ?Es un absurdo porque la novela atraviesa el territorio de la ficción y como tal debe ser vista?, precisó el escritor y catedrático universitario, ganador de varios premios de ensayo y literatura, Dijo que, incluso, la referencia a hechos y personas vinculadas con la historia de la República dominicana se hacen sobre la base de personajes ficticios, cuya vinculación con los hechos únicamente se realiza a partir de un conocimiento muy especializado de la historia.Indicó que ?el caso de la familia a la que se refiere el rumor público se puede establecer por ciertos hechos que rodearon al ?pater? familiar, cuya vinculación con el tirano Rafael Leonidas Trujillo fue traumática y cuya relación con el fascismo de mussolini es un hecho histórico que todos conocemos?. ?Por lo tanto, de lo que estamos hablando es de ficción y no entiendo por qué se puede impedir la circulación de un texto literario que es una mezcla de muchos acontecimientos historicos epocales?, precisa.De lado, Valdez señala que, como un intelectual de avanzada, considera que prohibir la circulación de ese texto de interés literario e histórico es regresar a la epoca de las cavernas. ? Es un intento burdo de querer ocultar la realidad y tratar de borrar la historia?. No obstante, advirtió que ?todos los intentos por limitar la libertad de información siempre han fracasado?. ?Más tarde o más temprano el pueblo dominicano se enterará de lo que dice esa magnifica novela?, dijo Valdez. Atribuyó la prohibición a un falso concepto de que la historia la escriben los vencedores y que ?en este caso parece que los vencedores tienen mucho dinero y se creen con derecho a ocultar la verdad?. Mackinney afirmó que ?es tan inaceptable como criticable? la prohibición de Memorias de una Dama. Criticó que esa situación se produzca en una nación supuestamente democrática y donde existen instituciones para garantizar los derechos de los ciudadanos. ?Es inaceptable que alguien tenga el omnímodo poder de sacar de circulación en el país y en gran parte del continente americano, una novela que como ?Memorias de una dama?, desde la primera página advierte ser una obra de ficción?, insistió. Para este ?está inmejorablemente escrita?. El intelectual Diógenes Valedez indica que Memorias de una Dama, aunque utiliza nombres supuestos, éstos son fácilmente vinculables con familias que tuvieron alto nivel económicos durante la tiranía de trujillista y posteriormente entraron en conflicto con el tirano.En el diario Clave Digital de República Dominicana Fausto Rosario Adames también comenta sobre el veto en una columna de opinión.

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19 de enero de 2010
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Erri de Luca en España

Erri de Luca. Fuente: freevalltelina "La felicidad es un regalo, no un proyecto" dice Erri de Luca. Si no anotan esa frase y la ponen en la cabecera de su cama, o por lo menos en su refrigerador, es que no se han enterado de nada. Su última novela, Il peso della farfalla, quedó como uno de los libros más vendidos en la navidad italiana, por encima de El símbolo perdido de Dan Brown. Erri de Luca ya no es más un autor de culto en su país, y aunque aún tiene mucho camino por recorrer hasta llegar al reconocimiento de Magris o Tabucchi, en castellano tiene cada vez más admiradores. Y me pongo en la lista desde que leí Tres caballos (y aunque el viejo Erri hable mal del libro electrónico, lo perdono). Ahora Siruela ha traducido su penúltima novela, El día antes de la felicidad y seguro ya está apurando la traducción de su exitoso libro ultimo. Erri de Luca estuvo en España esta semana y mantuvo el miércoles una conversación pública con su traductor, Carlos Gumpert, para Siruela. En El Cultural pueden leer una charla con el escritor italiano.En su última novela, El día antes de la felicidad, se dice que el napolitano es bueno para el relato oral y el italiano para escribir. El italiano es bello porque es como un río, que recoge todos los afluentes de los diversos dialectos italianos. El napolitano, como cualquier otro dialecto, es más veloz. Si traduces una página del napolitano al italiano, el italiano se extiende el doble. El italiano va bien para la escritura, porque hay que tener tiempo. Y el napolitano es perfecto para el mercado, para discutir y para el amor. En alguna ocasión ha comentado que Nápoles es, a un tiempo, una ciudad monárquica y anárquica. ¿Cómo puede combinar estas dos cualidades contrapuestas? Es anárquica porque no deja que ningún poder pueda dominarla. El poder es como una especie de revoque que las piedras de la ciudad repelen, y lo hacen con sus terremotos y con su salitre. El poder allí no acaba nunca de establecerse sólidamente. Y monárquica porque los domingos necesita de un rey, para la fiesta. El último ha sido Maradona. Le gustan los fastos de las monarquías, como cuando fue capital de Europa bajo la monarquía española. Nápoles es todavía una ciudad muy española. ¿Cómo ve el boom de literatura sobre la mafia? ¿Aporta algo nuevo respecto a lo que ya han contado los viejos maestros, Sciascia, Camilleri...? Es simplemente un fenómeno editorial, con fines mercantiles. En ningún caso supone una manifestación de mayor sensibilidad o conocimiento sobre esta cuestión. Gaetano, protagonista de la novela, afirma que ?un hombre es una cuenca de recepción de historias, cuanto más al fondo esté, más recibe?. ¿A qué fondo se refiere exactamente? A la última fila de la clase, al último estrato de la escala social... Ahí es donde se acumulan las historias. Hoy ese fondo está en los campos de concentración de inmigrantes, y en su aventura. También afirma: ?El libro es un erizo, si está cerrado y compacto, aguanta el fuego?. Tanto la casa de mi padre como la mi madre fueron bombardeadas durante la guerra, y lo único que pudieron salvar entre los escombros fueron los libros. ¿Le queda alguna esperanza en la izquierda italiana? La izquierda italiana no existe. El partido de la oposición es una mera tentativa de concurrir también en el libre mercado. Vende la misma mercancía. ¿Siente frustración ante este panorama? Sí, porque Italia es un país que retrocede en conciencia cívica y de pertenencia a una comunidad. En Rosarno [Calabria] se ha consumado estos días el primer pogromo de nuestra historia, la agresión de una mayoría armada contra una minoría, considerada inferior. Ahora ha saltado a los medios porque los inmigrantes africanos se han rebelado, pero la caza al negro era un deporte habitual entre los jóvenes de Rosarno, desde hacía bastante tiempo. ¿Qué es la felicidad para Erri de Luca? Es algo sobre lo que no se puede fundar nada, ni una ciudad ni un amor, porque llega de forma imprevista y dura poco. La felicidad es un regalo, no un proyecto.

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15 de enero de 2010
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¡Resuciten a Benesdra!

carátula de la novela inhallable. Fuente: ezequielminardilibros Yo sabía que eso iba a ocurrir. Siempre tengo la compulsión de cumplir una misión imposible a último minuto en los países que visito. Tenía mis maletas hechas una semana antes, el taxi llamado a la hora puntual para que me lleve al aeropuerto y todo listo, amarrado y embolsado, pero, la verdad, me pase la última hora y media de mi estancia en Buenos Aires recorriendo todas las librerias de la calle Corrientes -37 grados- buscando la novela El traductor de Salvador Benesdra. Solo conseguí ampollas en los pies, sudor extremo, un duchazo y correr con las maletas hacia el taxista que ya me esperaba. Ya no la tienen. Está descatalogada. No hay. Una lástima. Ana Manzonni, de Eterna Cadencia me dijo que si buscaba un despeinado auténtico, un post-Artl, debía leer a Benesdra. Este artículo de Nora Avaro en El interpretador parece darle la razón. El suicidio (no se lo digan a mi psicóloga, que ya se harta de que todos los artistas que me movilizan hayan terminado suicidándose, aunque yo no lo sabía antes de admirarlos), su fama de loco, el autodidacta, el periodista alucinado, que me recuerda mucho a la fama oscura del mexicano Juan Vicente Melo (otro genio oculto, un grande en La obediencia nocturna), me convenció que leer El traductor era una exigencia este año. No lo conseguí y ahora es una obsesión. Ediciones de La Flor lo editó hace años y ya no se encuentra. ¿Qué pasa? Basta de peines ¡Resuciten a Benesdra! ¿Quién dice yo? ¿Quipén lo salva? ¿Eterna Cadencia editores? ¿451 editores? ¿HUM? ¿Estruendo Mudo? ¿Periférica? ¿Almadia? Vamos, anímense. Aquí una nota de Clarín en 2002. La pongo entera porque es lo mínimo que puedo hacer por alguien con una vida como la suya: Un libro que nos maravilla es siempre un regalo. Pero puede ser la pista de un asombro mayor: el descubrimiento de un narrador tan atípico en su apuesta literaria como en su vida, verdadera novela por entregas y materia prima de la ficción. Escrito en Buenos Aires entre 1992 y 1994, El traductor tiene más de 600 páginas, es la única novela de un escritor prácticamente desconocido ?Salvador Benesdra?, fue finalista del Premio Planeta 95 y logró un subsidio para publicación de la Fundación Antorchas. Pero SB no llegó a recibirlo, porque se mató pocos meses antes, el 2 de enero de 1996, saltando al vacío desde el balcón de su casa, el 10ø piso de Solís 456. Dos años después y gracias a una edición paga, la novela fue publicada por De la Flor. Las pocas lecturas periodísticas no ahorraron fervor: se lo comparó con Rayuela, Adán Buenosayres y los textos de Alfred Döblin y Robert Musil por su ambiciosa reflexión sobre la vida contemporánea y su retrato polifónico de la ciudad. Luego corrió la suerte ingrata de los libros que hibernan en depósitos. Benesdra era psicólogo y docente de la UBA. Su pasado incluye militancia en el Partido Obrero y actividad sindical, estudios en Francia y Alemania, años de periodismo, internaciones psiquiátricas e intentos de suicidio. Tenía 43 años, un buen pasar (gracias a un pequeño proyecto editorial desarrollado para SOCMA) y ningún contacto con el mundo literario, cosa que explica, parcialmente, la originalidad de su novela: el desenfrenado monólogo de Ricardo Zevi (alter ego de SB) que en tiempos de utilería menemista sobrevive a los derrumbes simultáneos de la URSS, sus ilusiones y la escenografía "progre" de Turba, editorial en la cual trabaja, y ?para algunos? versión ficcional de Página/12, donde SB fue redactor. Todo esto, mientras traduce a (y se pelea con) Brockner, un filósofo de ultraderecha (inventado de pies a discurso), y trata de encarrilar su vida amorosa junto a Romina, salteña, adventista y con problemas sexuales. En el caso Benesdra suenan otros ecos: el de John Kennedy Toole, que se suicidó en 1969 sin haber hallado editor para La conjura de los necios, luego clásico de la narrativa estadounidense, que lleva vendidos, sólo en castellano, unos de 700 mil ejemplares. O el que lo acerca a Santiago Dabove, argentino y autor de un único libro, La muerte y su traje, prologado por Borges y menos recordado de lo que su calidad merece. Más allá de estos paralelos, El traductor se alza como una primera novela notable. Huella cierta de un escritor desmesurado, dueño de una de las prosas más promisorias de la última década y con un mundo propio que recuerda, en su pintura de faunas diversas, al mejor Arlt. Hasta aquí, los datos que ofrecen el libro y el boca a boca. Ayer, 29 de noviembre, Salvador Benesdra hubiera cumplido 50 años. Y queremos contar su historia. Sobre SB (1952-1996), periodista argentino especializado en política internacional y economía que trabajó en La voz, La Razón y Página/12, políglota autodidacto, insomne de noches que duraban días enteros, orador brillante, lector voraz y errático y líder sindical conocido por dar vuelta asambleas gremiales con sólo tomar la palabra, se oyen las anécdotas más diversas. Quienes lo conocieron (las múltiples voces de este artículo) guardan recuerdos de antología. Muchos, sin embargo, prefieren el anonimato. Una reserva fundada en las esquirlas de esa muerte trágica y reciente. "¿Sabés cómo empezó a escribir El traductor? En el colectivo, con una laptop", cuenta una colega que lo conoció en Página. Antes de eso, nadie sabía de su vocación de escritor. "Pero siempre fue especial. En séptimo grado, mientras todos pensábamos en jugar a la pelota, el Turco era un frondizista apasionado", agrega Alejandro Mantero, compinche desde el Mariano Acosta. Se dice también que no habló hasta los 3 años y que de chico fue tartamudo. Que a los 12 ya había terminado de leer las obras completas de Lenin y a los 15 había afiliado al PO a Carlos Luis, su profesor de literatura en el Nacional Buenos Aires. Que aprobó la carrera de psicología en dos años para no ejercerla nunca. Que, polemista profesional, era capaz de convencer a las piedras, pero un tronco con las mujeres. Cuentan también que nadaba (en mar abierto) y bailaba (tango y samba) como los dioses. Que fue un hombre de lucidez y memoria irritantes, capaz de hacerle morder el polvo al historiador británico Paul Johnson refutando sus inconsistencias, como lo hizo en una entrevista del 91 que merecería figurar entre las highlights del periodismo argentino. Y que, con todo, aprendió a manejar recién a los 40, para protagonizar ?por despiste y velocidad? los choques más inverosímiles. En voz baja, propios y ajenos dicen además que estaba loco y que El traductor es, en gran parte, un reflejo de su vida, de su personalidad torrencial y de sus obsesiones. Fue víctima de brotes psicóticos ocasionales que lo llevaron en París (donde estudió psicología genética con Pierre Gréco y vivió entre 1977 y 1980) a ser internado en la Maison Blanche y en Buenos Aires a diferentes clínicas privadas y al Borda. Más allá de estos episodios, afirman, era un tipo simpático y generoso que podía reírse de su propia enfermedad con un: "Y sí, me broté... como los árboles". Todo es esencialmente cierto. También, los hondos bajones seguidos de rampante euforia (al mejor estilo Mr. Jones, el personaje maníaco depresivo de Richard Gere en cine), la paranoia, las páginas escritas con sangre propia en sus diarios íntimos y su negativa a tener hijos con las tres parejas decisivas de su vida. Una falta que compensó en la ficción con el hijo de Zevi, Roman, palabra que en francés y alemán quiere decir, significativamente, "novela". Una de las ideas fijas de Benesdra era ganar plata: "No era avaricia, Salvador la asociaba con la libertad ", precisa una de sus amigas más cercanas. Esta ambición explica en parte la existencia de El camino total, un libro de autoayuda sui generis, previo a El traductor y aún inédito, en el cual SB defendió desde el zen y otras disciplinas una tesis inquietante: para salir del dolor hay que adentrarse en él y "adquirir una habilidad, la habilidad del faquir". Todo indica que predicaba con el ejemplo: algunos testimonios refieren que por esa época hablaba incluso de dejar el sexo. El subtítulo ?"Técnicas no ingenuas de autoayuda para gente en crisis en tiempos de cambio"? precisa el contenido del libro y coquetea con los límites de un género ?la autoayuda? que Benesdra refutó con su propio final. La paradoja (y el humor negro) de un texto de estas características escrito por un suicida lo eximió de publicación. Pero aunque difícil de digerir, el libro no es contradictorio: Benesdra respetaba el suicidio como elección (ver pág. 3). A principios de los 90 hay quienes recuerdan haber visto a SB en Letras considerando volver a la aulas (además de psicología, había estudiado algo de matemática y ciencias económicas). "Lo curioso era que no preguntaba lo que habitualmente intriga a un estudiante. Estaba obsesionado con la idea de ganar becas, de hacer dinero. Mencionó incluso la posibilidad de escribir una novela", recuerda una docente que lo cruzó en la Facultad. Ese fue, aparentemente, el germen de El Traductor: SB soñaba con ganar el premio Planeta, que asignaba 40 mil pesos a la novela ganadora. En esa época, sin embargo, muchos de los periodistas de Página/12 donde él trabajaba (con tensiones dada su actividad sindical) estaban vinculados con Planeta: Miguel Briante, Tomás Eloy Martínez... Así fue cómo, en la ficción, el diario se convirtió en Turba, la editorial de izquierda en la que trabaja Zevi, y el periodista mutó en traductor. Un oficio que, en verdad, no era ajeno a Benesdra. Edhasa conserva aún en su catálogo, un libro traducido por él, Sobre la ciencia ficción, 337 páginas de UFOs, que lo acompañarían de la literatura al delirio: la invasión extraterrestre fue estribillo recurrente de sus brotes. En 1998 llegó a creer que los ovnis habían robado el Obelisco y sólo aceptó internarse, escoltado por dos amigos, tras verificar que seguía en su sitio. "Para soportar la tensión, nos habíamos bajado media botella de whisky. Imaginate la escena: dos borrachos y un loco subidos a un taxi a las cuatro y media de la mañana chequeando que el Obelisco estuviera en pie", relata uno de los protagonistas.Hijo menor de una familia acomodada, dueña de la zapatería Greco (junto a Guido y Grimoldi, una de las tres g que calzaron a varias generaciones de argentinos), Salvador Benesdra mantuvo una relación muy compleja con sus padres, que recreó en su novela. Las contadas menciones a la familia de Zevi incluyen a las institutrices del propio Benesdra y el relato de una de sus fantasías infantiles: imaginar a cada miembro del clan como un monstruo. Así también, el delirio de Zevi es un patchwork ficcional de crisis reales: el altercado con la policía que lo lleva al Borda, su negativa a tomar remedios, la rebelión tipo Atrapados sin salida que Zevi promueve en el hospicio y la "fuga" de éste, del que sale caminando sin dar explicaciones fueron hechos compartidos por su entorno.El traductor compitió dos veces por el Planeta: en el 94 y el 95. Por Briante, jurado del premio, SB supo que el primer año no había pasado la preselección. Reincidió y llegó al final, pero no ganó. El golpe, dicen, lo afectó mucho. Tanto como el peregrinaje hacia no menos de 10 editoriales (Anagrama, Tusquets, Espasa Calpe y Emecé entre ellas) que rechazaron el libro por no ajustarse a criterios de mercado.Para entonces, SB ya había dejado el trotskismo, las redacciones y salvo ocasionales trabajos como free-lance estaba dedicado a escribir. Cumplía así un circuito que marcó hasta los 70 la relación entre periodismo y literatura en la Argentina: diarios y revistas que atraían con su bohemia de horarios laxos y papel pautado a narradores (Arlt, Borges, González Tuñón, H. Conti, R. Walsh y A. Rivera entre otros), expulsados luego por las exigencias y ritmos crecientes de las empresas periodísticas, diezmados por la dictadura o absorbidos por su propia carrera literaria.En 1995, SB alquiló una casita sobre la playa en Arachania, Uruguay, y empezó a pensar su segunda novela, Puntería. "Estamos en un tiempo indefinido de un futuro cercano, en una Buenos Aires donde el índice de desocupación se estabilizó definitivamente en torno del 30%", comienza el borrador argumental que, escrito en el 95, parece hablar de 2002. "Un canal de TV recoge un hecho curioso: un empleado de una gran compañía nacional (los dueños deben vivir aquí) asesina en el parking de la empresa al propietario que acaba de despedirlo. La noticia pasa un solo día por la pantalla. Al día siguiente, un directivo del canal advierte a la gente del noticiero que no juegue con fuego: en EEUU fueron asesinados en 1993-4 unos 700 patrones por empleados resentidos con ellos por diversos motivos (dato real)." El proyecto, iniciado el 24 de octubre de 1995, tiene cuatro entradas. La última es del 27 de noviembre, un mes y una semana antes de que SB saltara desde el balcón de su departamento en Buenos Aires, al que había vuelto para reponerse de un lumbago que lo tenía tieso. De ese bosquejo ?hoy en manos de Julie, una de sus hermanas? se desprende que SB quería darle un giro a su escritura: "El lenguaje (...) buscará imitar la velocidad de la cultura massmediática. Espero no incluir una sola frase de tono lírico, como las que componen casi todo El traductor". Julie, poeta y autora de El infierno celeste, recuerda el entusiasmo de SB: "Guardaba el título como un tesoro: sólo lo había compartido conmigo".Algunos amigos recuerdan que durante los últimos días de su vida, SB estaba deprimido y que había gestionado incluso su internación en una clínica (luego cancelada). Julie sostiene, en cambio, que Salvador dejó una carta final "en la cual, contra los que hablaron de depresión, dice que se mata en estado de exaltación, tranquilo económica y emocionalmente ". Ambas versiones son confusas, incompletas y, como en todo relato que busca preservar una imagen (la del amigo, el pariente, el amante), su hilo conductor es el secreto.Fiel en otro sentido es un autorretrato de SB: el 5 de octubre de 1992, poco antes de cumplir 40 años, Benesdra grabó un video casero. La idea era guardar su imagen, componer un recuerdo físico. Sentado sobre un sillón blanquísimo, confiesa que se ve feo, narigón. Recrea un simulacro de asamblea sindical, canta en francés y en alemán, ríe a carcajadas ("¿llegaste risa, llegaste al celuloide?") y habla, casi con pudor, de El traductor: "Mi primer intento de escribir una novela". Acababa de terminar el capítulo uno. No le gustaba, pero había anhelado escribir ficción desde los 12 y lograrlo al fin era indicio de salud. Tres años y tres meses después, el libro estaba terminado y Benesdra, muerto. En 1998 sus íntimos decidieron editarlo y contrataron a Elvio E. Gandolfo para sugerir cortes. Aconsejó no tocarlo. "Para ser escritor había que desviarse, había que vivir", le confesaba a la cámara Salvador Benesdra en el 92. Su legado es una novela que no se parece a ninguna. Es hora de correr la voz.PD.- Hay una película basada en la novela. También la busqué. Nada.PD.- Si algún amigo argentino la consigue, se la compro. Regreso en agosto o setiembre creo. Puedo esperar.

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14 de enero de 2010
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Asamblea Portátil en Lima

Fuente: asamblea portátil Después de idas y venidas, problemas de aduanas y valijas diplomáticas, Editorial Casatomada se complace en presentar "Asamblea portátil. Muestrario de narradores iberoamericanos", trabajo compilatorio preparado por el escritor Salvador Luis, director de Los Noveles. Los comentarios estarán a cargo de Katya Adaui Sicheri, Mónica Belevan y Gabriel Rimachi Sialer.Este miércoles, 20 de enero a las 7:30 pm en el Jazz Zone (Av. La Paz 625 - Pasaje El Suche, Miraflores) Si quieren saber más, lean la entrevista en El Comercio a Salvador Luis sobre el proyecto. También pueden visitar la página oficial del libro en la editorial Casa Tomada o el blog del muestrario Asamblea PortátilASAMBLEA PORTÁTILMuestrario de narradores iberoamericanos (Antología)Editorial Casatomada . Perú, 2009. 360 páginasSelección y prólogo de Salvador LuisAutores seleccionados: Samuel Solleiro (España, 1982) - Rodrigo Fuentes (Guatemala, 1984) -SolangeRodríguez Pappe (Ecuador, 1976) - Juan Sebastián Cárdenas (Colombia, 1978) -Mónica Belevan (Perú, 1982) - Juan Ramírez Biedermann (Paraguay, 1976) - JorgeEnrique Lage (Cuba, 1979) - Fernanda Trías (Uruguay, 1976) - Miguel AntonioChávez (Ecuador, 1979) - Rodrigo Hasbún (Bolivia, 1981) - Federico Falco(Argentina, 1977) - Mayra Luna (México, 1974) - Diego Trelles Paz (Perú, 1977)- Lara Moreno (España, 1978) - Rodrigo Blanco Calderón (Venezuela, 1981) -Katya Adaui Sicheri (Perú, 1977) - Diego Zúñiga Henríquez (Chile, 1987) -Leonardo Cabrera (Uruguay, 1978) - Elvira Navarro (España, 1978) - MaximilianoMatayoshi (Argentina, 1979) - Gabriel Rimachi Sialer (Perú, 1974) - MauricioSalvador (México, 1979) - Claudia Apablaza (Chile, 1978) - Samanta Schweblin(Argentina, 1978) - Michel Encinosa Fú (Cuba, 1974)

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13 de enero de 2010
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