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Escrito por

Iván Thays

Iván Thays es escritor peruano (Lima, 1968) autor de las novelas "El viaje interior" y "La disciplina de la vanidad". Premio Principe Claus 2000. Dirigió el programa literario de TV Vano Oficio por 7 años. Ha sido elegido como uno de los esccritores latinoamericanos más importantes menores de 39 años por el Hay Festival, organizador del Bogotá39. Finalista del Premio Herralde del 2008 con la novela "Un lugar llamado Oreja de perro".

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Los mejores del 2010 de NYT

El New York Times no espera a que acabe diciembre para hacer su top ten de los mejores libros del año. Siempre quiere ser el primero en elaborar la lista, 5 en ficción y 5 en no ficción. El primero de diciembre ya la presentaron en sociedad. Además, cada mención viene con una breve explicación de por qué lo consideran en la lista y un link a la reseña que le hicieron a la novela en su momento. Por supuesto, este es el año de Freedom. Aquí la lista de ficción:

FREEDOMBy Jonathan Franzen.Farrar, Straus & Giroux, $28. THE NEW YORKER STORIESBy Ann Beattie.Scribner, $30. ROOMBy Emma Donoghue.Little, Brown & Company, $24.99. SELECTED STORIES By William Trevor. Viking, $35. A VISIT FROM THE GOON SQUADBy Jennifer Egan.Alfred A. Knopf, $25.95.

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17 de diciembre de 2010
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Los mejores del 2010 de Arcadia

libros 2010 La revista Arcadia de Colombia ha elegido los mejores libros del año, tanto en la categoría Ficción, no Ficción, Destacados, Bicententario, Poesía, Libros de lujo y Reediciones notables.  Pueden verlos en este flash player. Entre los libros de ficción mencionan El sueño del celta (MVLL), Tres ataúdes blancos (Ungar), Todo se desmorona (China Achuebe), Correr (Jean Echenoz) Verano (Coetzee), Lady Madona y otros cuentos (Thomas Lynch), Tierra desacostumbrada (Lahiri), Cuentos completos (Primo Levi), La vida ante sí (Ajar) y Memento Mori (Muriel Spark). En los no ficción hay libros de Ingrid Betancurt, Pati Smith, George Steiner, Amartya Sen o Peter Slortedijk, entro otros. En poesía premian a la Biblioteca Sibila. Y en el rubro denominado ?libros destacados? aparece Abraham entre bandidos (Tomas González), Calcio (Juan Esteban Costaín), El hombre nómade (Juan Atali) y La balada de Iza (Magda Szabo)

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17 de diciembre de 2010
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"La gente me contó muchas cosas"

Los tiempos pinochetistas Arturo Fontaine ha publicado La vida doble, una novela intensa, muy fuerte, que tiene como protagonista a una militante anti-pinochetista. Una novela basada en la realidad, pero que el autor ha conseguido armar a partir de lo que buscan, lo que quieren y lo que consiguen (o no pueden conseguir) los individuos. Una entrevista en Revista Ñ de Horacio Bilbao nos trae las intenciones de Arturo Fontaine y su exitoso regreso a la novela: 

Hay en el origen de esta historia, de su personaje, un par de antecedentes reales de agentes dobles que vivieron una situación similar, ¿cómo los definiría? Hay como mínimo tres casos. Dos mujeres del MIR y un hombre que venía del Partido Comunista y tenía una historia muy parecida. Son personas que no simplemente delatan o dan información sobre sus compañeros, sino que hacen los cursos de inteligencia, y pasan a formar parte de los organismos represivos de manera muy activa y por largo tiempo. Son personas que cobran una nueva identidad, una nueva postura. Está basado en tres historias reales, en cuatro diría. Y también hay mucho de imaginación? ¿Qué le atrajo de estas historias tan crueles, tristes, casi antihumanas? Más que el tema político, me atrajo el trasfondo psicológico. Es una novela psicológica. ¿Qué es lo que hace que una mujer queme todo lo que amó y se de vuelta por completo? Lo que me atrajo fue el enigma. Quién es Lorena, quién es realmente esta mujer. Lo que me mantuvo escribiendo fue el intento de explorar eso, y hasta hoy no logro respondérmelo. La novela está contada desde Estocolmo, una ciudad que dio asilo político a muchos exiliados latinoamericanos? Sí, hay un doble juego allí. Y también hay un guiño hacia el síndrome de Estocolmo. Me pareció que era un buen lugar para contar la historia de vida de una mujer, porque al final es eso. Sus amores, sus decepciones, sus combates políticos, sus miedos. ¿Y hay un juicio suyo sobre esta historia de vida más allá de la novela? Sí, a pesar de que yo intenté que el juicio de esta doble traición lo hiciera ella misma. El autor está fuera, es ella misma la que se culpabiliza, ella misma la que se juzga, la que cuenta su arrepentimiento y sus intentos de reparación. Es un personaje culposo, reflexivo, es una mujer inteligente y sensual que tiene una mirada penetrante sobre ella misma, sobre los demás y sobre todo lo que pasó. Es el ojo a través del cual poder contar la historia. La descripción de los escenarios, métodos y situaciones de tortura es impactante. ¿En qué consistió su investigación? Fue una investigación que llevé yo, y que está plasmada en la bibliografía, que es un poco mi homenaje a la gente que investigó, entrevistó y trabajó para que se conociera la verdad. También yo hice mi parte a través de las entrevistas. Entrevisté a una de estas mujeres que mencionábamos, a militantes, a dirigentes del MIR, y también hablé con los represores que habían estado en estas operaciones. A sus mujeres, hermanos, hijos?  ¿Y cómo logró que los represores le dieran detalles de los métodos de tortura? Tuve la suerte de que la gente, ante la certeza de que esto era una novela, se abría. Y me contaron muchas cosas.  ¿Qué mirada encontró en los militantes del MIR sobre los casos como los de su personaje? Yo diría que mientras hubo simplemente delación, hoy hay una actitud de mucha compasión, sin los juicios severos que hubo al comienzo. Pero otra es la posición en casos como el de mi protagonista, que pasa a ser una agente activa y siente rencor y resentimiento contra ella misma y contra los que la llevaron a esta situación, y lo convierte en odio contra toda lo que ella alguna vez amó. No estuvo a la altura de lo que la militancia le exigía, como si lo estuvo Canelo, que entregó su vida en una operación y ese contraste se repite en la novela. Ella no pudo, no estuvo a la altura?  ¿Desde un punto de vista político, que lo llevó a contar una historia como esta? El punto para mí está en que no hay monstruos etiquetados, malos a tiempo completo, es la situación institucional de impunidad la que hace que surja el monstruo que todos llevamos dentro. Y que se desaten las pulsiones de la violencia y del erotismo de una manera descontrolada. Cuando se retira el Estado de derecho, se potencian estas situaciones. No se trata de los monstruos, ni de que esto sea una pura casualidad, o que sea una situación histórica que no se pueda repetir. Yo creo que hay una lección del valor que tienen ciertas instituciones. Desde un punto de vista político eso es lo que me importa. Parte del sentido es ese, mostrar que el retiro de la democracia genera este tipo de situaciones. No es algo casual.  ¿Y qué aporta esta historia? A mi juicio, imaginar este mundo, aporta algo. Los datos los conocemos todos, sabemos lo que pasó. Pero una cosa son los datos y otra imaginar la vida concreta detrás de estos datos. Imaginar el mundo de los combatientes como el de los represores te hace darte cuenta que, aunque esto ocurra en Chile, también ocurre en otros lugares del mundo y puede volver a ocurrir en la medida que el Estado de derecho se retire. Ese es el valor político de la novela.  Dice que ya sabemos lo que pasó pero, más en Chile que en la Argentina, todavía cuesta juzgar a muchos represores, incluso usted vivió de cerca los cruces en su país a partir de la apertura del Museo de la Memoria? Yo diría que en Chile ha habido un avance lento pero persistente. Hay tres jefes de los servicios de inteligencia presos de por vida. Los juicios han avanzado bastante, y hoy las cosas están mucho más claras. Pero ha sido un proceso lento: primero la verdad, y luego la justicia. Y creo que ahora viene una tercera etapa que tiene que ver con el futuro, con imaginar el porqué, y en este sentido la novela puede que aporte algo.  En la novela plantea la preocupación de que esto pueda repetirse, siendo que la lucha armada ha dejado ya de ser una opción en la mayoría de nuestros países? Eso está en la novela, claro. Por un lado en la crítica a la vida clandestina tal como se da, donde se enturbia el sueño romántico de los guerrilleros producto de la mierda de la represión y todo lo que eso va implicando. Por otro lado está el anhelo de utopía, que es tan humano. Y la visión de la izquierda chilena más dura también aparece en boca de Lorena. Ella critica la transición, tiene una postura bien ácida de lo que ha ocurrido en Chile. Es un ser contradictorio, que va y viene. Pero no es la ideología la que mueve a un joven a entregar su vida a la militancia.   ¿No está menospreciando la cuestión ideológica? No. Para mí, lo que está en el fondo es una fuerza muy grande que tendemos a ignorar. Y es la voluntad de sacrificio por los demás. Esa necesidad de épica está en el ser humano. De repente puede aparecer en Chile un movimiento mapuche de esta naturaleza. Pero la voluntad de entregar la vida de sacrificarse por una causa, está más allá de la ideología, y no va a desaparecer ni con la caída del bloque socialista, ni con el desarrollo tecnológico. Es algo más fuerte que todo aquello y eso es lo que planteo en la novela. Ella reivindica todo el tiempo el derecho a la utopía como algo connatural al ser humano. Y está muy consciente de que eso produjo violencia y le produjo infelicidad, en esa tensión se juega la protagonista de la novela.  Quiero enfocarme sobre la lucha armada, ha escrito, y lo repitió aquí, que es posible volver a un escenario como aquél? Hay un grupo radical Mapuche que tiene conexión con las FARC. Son cosas que en cualquier momento pueden rearmarse, aunque en este momento la lucha armada no parezca una opción. Pero estas cosas van y vienen. En Chile, cuando comenzó el MIR, había democracia. Cuál era el tema, la pobreza, la injusticia, la desigualdad, una democracia postergadora, negociadora, claudicante, con políticos mediocres, con falta de ideales. La aspiración a una sociedad no consumista. Son ideales que pueden reformularse, pueden reaparecer y contagiar a grupos que decida entregarse y entregar su vida de una manera radical. La tentación de las armas es siempre la tentación de producir un cambio radical y rápido en oposición a la prosa de la vida. Esa poesía épica tiene un imán, un magnetismo frente a la lentitud de nuestros procesos democráticos, entonces puede resurgir esta bandera de los cambios rápidos. En este momento parece imposible, inimaginable, y eso está dicho en la novela, quién puede imaginar un mundo como aquel, con la épica de esos protagonistas. Pero yo no estoy seguro de que no se vaya a repetir, más bien tiendo a pensar que puede renacer, en otra modulación, que no sabemos cuál es.  Hay también un cuestionamiento a los líderes, criticados por no estar a la altura o por sacrificar a sus militantes en situaciones suicidas? Esa es una gran discusión política que mi novela plantea varias veces. Y es parte de la explicación que Lorena le pide a sus jefes. Y a los compañeros que la llevaron a esto. Ella llega a la conclusión de que lo que le pidieron y ella se pidió a si misma es una vida casi imposible, inhumana. Le piden que por seguridad saque a su hija y la envíe a La Habana, como mucha gente lo hizo. Ella ese paso no lo da, porque no quiere resignarse a eso y así se abre una fuente de vulnerabilidad en su vida. Hay esa tensión entre vida privada y sujeción a ?la causa? y está ese juicio frente a un proyecto que luego ella considerará descabellado y que conduce a una matanza inútil. Por otra parte está el ejemplo de los héroes, como Canelo, a quien ella siempre admirará. Hay un juicio hacia un proyecto que le parecerá imposible pero también está la admiración.  De cualquier manera, pudo sobrevivir con el peso de la traición en su conciencia, ¿buscando qué? Hay mucho escepticismo en ella pero no puedo explicarlo por completo. Se me escapa algo hasta ahora. Tiene un yo muy estropeado, pero ella quiere se amada, no comprendida. Busca el amor, no el perdón.

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17 de diciembre de 2010
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The Guardian: lo mejor del año

carátula inglesa de la novela Y empezaron a salir las listas de Lo Mejor del Año. Esta es de The Guardian. La lista es de Justine Jordan y la encabeza Freedom de Jonathan Frazen y One day de David Nichols. ¿El único autor castellano mencionado? Santiago Roncagliolo y la traducción de Abril rojo. Otros libros mencionados:

It was a great 12 months for the comic novel, with Howard Jacobson?s uproarious investigation of grief, friendship and British Jewishness, The Finkler Question(Bloomsbury, £18.99), a Man Booker winner that surprised and pleased in equal measure (?) Surely the year?s most pleasurable read and now a Costa contender, Skippy Dies by Paul Murray (Hamish Hamilton, £13.99), charted teenage highs and lows at an Irish boarding school: Patrick Ness called it ? a rare tragicomedy that?s both genuinely tragic and genuinely comedic?. Christopher Tayler applauded Ian McEwan?s ?elegant and surprising? response to global warming in Solar (Jonathan Cape, £13.99): ?instead of applying doom and gloom, he reaches for a lighter, more comic mode than usual?. Meanwhile, Alfred Hickling fell in love with Tiffany Murray?s Diamond Star Halo (Portobello, £12.99), a ?glam-rock Dodie Smith? extravaganza about coming of age in a rural recording studio in the 70s. Moving from Wales to San Francisco, later in the year he found Armistead Maupin back to his ?rapturous best? with Mary Ann in Autumn (Doubleday, £17.99), revisiting the Tales of the City cast 20 years on. Lloyd Jones followed his 2007 hit Mr Pip with a novel that Joanna Briscoe described as ?extraordinary?. Hand Me Down World (John Murray, £14.99), charting a woman?s quest for her child from Africa to Berlin and told through a series of unreliable testimonies, shows that ?Jones is becoming one of the most interesting, honest and thought-provoking novelists working today?. A mother?s journey also features in one of the most internationally acclaimed novels of the year, Israeli author David Grossman?s To the End of the Land (Jonathan Cape, £18.99).  For Michel Faber, it was a German novel that really stood out. Jenny Erpenbeck, he wrote, ?is one of the finest, most exciting authors alive?, and Visitation (Portobello, £10.99), the story of a grand house and its occupants in eastern Germany throughout the 20th century, ?allows us to feel we?ve known real individuals, experienced the slow unfolding of history, and bonded unconditionally with a place?. Blogger Sam Jordison, meanwhile, recommended Johanna Sinisalo?s Birdbrain (Peter Owen, £9.99), a Finnish wilderness thriller that takes its inspiration from Heart of Darkness: it promises ?a sense of lurking horror that will leave you troubled for weeks?. There were compelling debuts on our First Book Award shortlist, including Maile Chapman?s wintry tale of a Finnish sanatorium, Your Presence Is Requested at Suvanto (Jonathan Cape, £12.99), and Ned Beauman?s riotous Boxer, Beetle (Sceptre, £12.99). For our first novels columnist, Catherine Taylor, shortlistee Nadifa Mohamed?s Black Mamba Boy (HarperCollins, £12.99) created ?a compelling account of the refugee experience? out of the raw material of her father?s epic, unlikely journey from Somalia to postwar Hull. She also acclaimed Amy Sackville?s The Still Point (Portobello, £12.99), recent winner of the John Llewellyn Rhys prize, which contrasts an early polar expedition with the present day. ? Thriller columnist John O?Connell recommended Peter Temple?s Truth(Quercus, £7.99), a thwarted murder investigation set in Melbourne, as ?an unflinching examination of the way money buys power?, along with Stuart Neville?s Collusion (Harvill Secker, £12.99), a tale of dirty politics in post-ceasefire Belfast. For Steven Poole, Robert Littell?s The Stalin Epigram (Duckworth, £16.99), which follows turbulent poet Osip Mandelstam into the Lubyanka, was a ?masterclass? of paranoia. Maya Jaggi was impressed by Red April by Santiago Roncagliolo (Atlantic, £12.99), since named one of Granta?s Best Young Spanish-Language Novelists, which uses the serial-killer genre to lift the lid on Peru?s bloody recent history. Crime columnist Laura Wilson was an early fan of Belinda Bauer?s debut Blacklands (Corgi, £7.99), told from a child?s point of view, which went on to win the Crime Writers? Association Gold Dagger; she also recommended Zoë Ferraris?s City of Veils (Little, Brown, £11.99), a murder mystery set in Jeddah. Well-written horror novels are a rare breed: Eric Brown applauded Joe Hill?s Horns (Gollancz, £9.99), in which supernatural devilry and all-too-human evil mingle in smalltown America. Meanwhile, blogger Damien G Walter enjoyed the literary fantasy of the year, finding in China Miéville?s Kraken (Pan, £7.99), a tale of cops and apocalypse in an alternative London, ?a prodigious imagination letting rip?. Turning to short stories, Alex Clark called Yiyun Li?s second collection,Gold Boy, Emerald Girl (Fourth Estate, £16.99), which explores the changes in Chinese culture and society, ?hugely impressive?. Amy Bloom?s sharp eye was cast on American family life (Where the God of Love Hangs Out, Granta, £10.99), and Helen Simpson?s on the global betrayals of climate-change apathy and the personal privations of middle age (In-Flight Entertainment, Jonathan Cape, £14.99). Hermione Lee acclaimed Colm Tóibín?s collection The Empty Family (Viking, £17.99), stories of ?yearning, exile and regret? that range from 1970s Barcelona to troubled present-day Ireland. Finally, Steven Poole was entranced by Padgett Powell?s The Interrogative Mood (Profile, £9.99), a novel composed entirely of questions, from ??Are your emotions pure?? to ?Do you have any friends?? to ?Are you for or against canals, in principle?? ?Is this the most bloody-mindedly brilliant new work of fiction I have read this year?? he wondered. If Freedom seems too predictable a literary gift, why not take a chance on this?

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16 de diciembre de 2010
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El Nobel detrás de la pantalla

Mario Vargas Llosa y Morgana. Foto: Daniel Mordzinski Estupendo el artículo de Fernando Iwasaki en el diario ABC donde cuenta cómo vivieron el Premio Nobel a Vargas Llosa aquellos que, por su cuenta y riesgo, decidieron ir a ver a Mario Vargas Llosa en frac. Su conclusión es osada pero me temo que podría ser bastante cierta: ?Mario Vargas Llosa es el undécimo Premio Nobel de la lengua española, pero sin duda es el primero que todos los hispanohablantes sentimos como propio?. Desde la fiebre de Vargas Llosa (que amenazó con impedirle decir su discurso) hasta los hurras a lo rock star (o fútbol star), todo está contado aquí por Iwasaki. Dice la nota:

Si en su maravilloso discurso Vargas Llosa confesó cuánto echaba en falta a su madre, contemplando la felicidad de los asistentes me acordé de «Cartucho» Miró Quesada y «Pipo» Thorndike, de Luis García Berlanga y Guillermo Cabrera Infante, entre otros amigos ausentes a quienes les habría encantado disfrutar de la fiesta del Nobel. Por eso Fernando de Szyszlo, Carmen Balcells, José Miguel Oviedo y todos los comensales del Dance Museum nos congratulábamos por haber podido estar ahí y vivir aquella fiesta junto a Mario, quien tuvo que retirase más temprano por culpa de la fiebre. El día de la entrega del Premio Nobel amaneció soleado, aunque la luz solar se extinguió antes de la una del mediodía. Para entonces el Grand Hotel era un revuelo de periodistas, fotógrafos, sastres, modistas y peluqueras. Algunos editores recién llegados en la víspera habían perdido sus equipajes y se vieron en la urgencia de alquilar los trajes del protocolo. Ni las fotos familiares ni ver a los niños tan guapos aportó algún instante de calma, pues cuando nos enteramos que Carmen Balcells había tenido que regresar a Barcelona por razones familiares se nos encogió el corazón. Si alguien merecía estar junto a los Vargas Llosa en primera fila, esa era Carmen Balcells. Para uno que ha visto ensayar y probar sonido a tantos artistas flamencos, nunca me habría imaginado que los Premios Nobel serían todavía más ajenos ante el «estreno» que se les avecinaba en el Stockholm Concert Hall. No hay como ser Nobel de Química o de Economía para ser invulnerable al miedo escénico. O al menos eso creerían ellos, porque seguro que nunca se imaginaron que Vargas Llosa sería despedido del «lobby» del Grand Hotel como una estrella del rock. En efecto, la aparición de cada miembro de la familia Vargas Llosa era recibida entre gritos, piropos, hurras y felicitaciones, para asombro de los demás premiados que habían viajado hasta Estocolmo sin fans, hinchas o «grupies». ¿De dónde había salido toda esa fervorosa marabunta que coreaba sólo el nombre del Nobel de Literatura? Para que nadie se resintiera le hicimos la ola al Nobel de Física y cuando llegó uno de los galardonados en Química le dedicamos la conocida melodía de «Soy japonés, japonés, japonés?». Hasta que Mario Vargas Llosa salió del ascensor.Todos los amigos peruanos y españoles, argentinos y colombianos, chilenos y cubanos que habíamos decidido ir a Estocolmo por nuestra cuenta para darnos el gusto de expresarle a Mario todo nuestro cariño y admiración, seguro que nunca imaginamos que la emocion sería tan grande y la explosión de alegría tan inmensa. Al verlo salir entre aplausos y banderitas peruanas, pensé que no podía haber justicia mayor y que la obra y la persona de Mario, su familia y sus seres queridos, se merecían una fiesta así, un reconocimiento así, una felicidad así. El jolgorio continuó en el «Stockholm Room» del Grand Hotel, donde a través de una pantalla gigante seguimos la transmisión por el canal sueco SVT 1. Debo admitir que sólo recuerdo una situación semejante: cuando vi la final de la Eurocopa 2008 desde un abarrotado salón del Colegio de España de París. Entonces todos nos abrazábamos y saltabamos por el triunfo de España, pero ahí en Estocolmo era muy distinto, porque la mayoría llorábamos o nos felicitábamos porque nos reconocíamos felices en la gloria y la posteridad de Mario Vargas Llosa. Qué maravilla por Álvaro, que tantos sinsabores ha vivido junto a su padre; que extraordinario por Gonzalo, que es la discreción encarnada; qué alegría por Morgana, cuyas bellísimas fotografías también narran historias, y qué felicidad por Patricia, porque sólo ella sabe cuántas privaciones y renuncias personales suyas han permitido que todos vivamos este momento. Mario Vargas Llosa es el undécimo Premio Nobel de la lengua española, pero sin duda es el primero que todos los hispanohablantes sentimos como propio.

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11 de diciembre de 2010
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DIARIO DE ESTOCOLMO.- A punto de ir a recoger el Premio Nobel,…

DIARIO DE ESTOCOLMO.- A punto de ir a recoger el Premio Nobel, en medio de los flash de los fotógrafos y los peruanos que fueron hasta el hotel con banderitas peruanas de papel y empezaron a gritarle: ?¡Mario! ¡Mario!?, Mario Vargas Llosa, impecablemente de frac, se da un tiempo para bromear con su ?acosador? Daniel Mordzinski. No parece, pero tenía entonces los nervios de punta. Pero estaba feliz (eso sí se nota) Foto:  Claudio Álvarez

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10 de diciembre de 2010
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El discurso del Premio Nóbel

Mario Vargas Llosa en Estocolmo Gracias al diario El País podemos leer, completo, en versión web o en PDF, el discurso del Premio Nobel Mario Vargas Llosa titulado ?Elogio de la literatura y la ficción? El enlace en web está aquí. Algunos de los momentos destacados:

La lectura convertía el sueño en vida y la vida en sueño y ponía al alcance del pedacito de hombre que era yo el universo de la literatura. Mi madre me contó que las primeras cosas que escribí fueron continuaciones de las historias que leía pues me apenaba que se terminaran o quería enmendarles el final. Y acaso sea eso lo que me he pasado la vida haciendo sin saberlo: prolongando en el tiempo, mientras crecía, maduraba y envejecía, las historias que llenaron mi infancia de exaltación y de aventuras. (?) Si convocara en este discurso a todos los escritores a los que debo algo o mucho sus sombras nos sumirían en la oscuridad. Son innumerables. Además de revelarme los secretos del oficio de contar, me hicieron explorar los abismos de lo humano, admirar sus hazañas y horrorizarme con sus desvaríos. Fueron los amigos más serviciales, los animadores de mi vocación, en cuyos libros descubrí que, aun en las peores circunstancias, hay esperanzas y que vale la pena vivir, aunque fuera sólo porque sin la vida no podríamos leer ni fantasear historias. (?) Algunas veces me pregunté si en países como el mío, con escasos lectores y tantos pobres, analfabetos e injusticias, donde la cultura era privilegio de tan pocos, escribir no era un lujo solipsista. Pero estas dudas nunca asfixiaron mi vocación y seguí siempre escribiendo, incluso en aquellos períodos en que los trabajos alimenticios absorbían casi todo mi tiempo. Creo que hice lo justo, pues, si para que la literatura florezca en una sociedad fuera requisito alcanzar primero la alta cultura, la libertad, la prosperidad y la justicia, ella no hubiera existido nunca. Por el contrario, gracias a la literatura, a las conciencias que formó, a los deseos y anhelos que inspiró, al desencanto de lo real con que volvemos del viaje a una bella fantasía, la civilización es ahora menos cruel que cuando los contadores de cuentos comenzaron a humanizar la vida con sus fábulas. Seríamos peores de lo que somos sin los buenos libros que leímos, más conformistas, menos inquietos e insumisos y el espíritu crítico, motor del progreso, ni siquiera existiría. Igual que escribir, leer es protestar contra las insuficiencias de la vida. Quien busca en la ficción lo que no tiene, dice, sin necesidad de decirlo, ni siquiera saberlo, que la vida tal como es no nos basta para colmar nuestra sed de absoluto, fundamento de la condición humana, y que debería ser mejor. Inventamos las ficciones para poder vivir de alguna manera las muchas vidas que quisiéramos tener cuando apenas disponemos de una sola. (?) Como todas las épocas han tenido sus espantos, la nuestra es la de los fanáticos, la de los terroristas suicidas, antigua especie convencida de que matando se gana el paraíso, que la sangre de los inocentes lava las afrentas colectivas, corrige las injusticias e impone la verdad sobre las falsas creencias. Innumerables víctimas son inmoladas cada día en diversos lugares del mundo por quienes se sienten poseedores de verdades absolutas. Creíamos que, con el desplome de los imperios totalitarios, la convivencia, la paz, el pluralismo, los derechos humanos, se impondrían y el mundo dejaría atrás los holocaustos, genocidios, invasiones y guerras de exterminio. Nada de eso ha ocurrido. Nuevas formas de barbarie proliferan atizadas por el fanatismo y, con la multiplicación de armas de destrucción masiva, no se puede excluir que cualquier grupúsculo de enloquecidos redentores provoque un día un cataclismo nuclear. Hay que salirles al paso, enfrentarlos y derrotarlos. No son muchos, aunque el estruendo de sus crímenes retumbe por todo el planeta y nos abrumen de horror las pesadillas que provocan. No debemos dejarnos intimidar por quienes quisieran arrebatarnos la libertad que hemos ido conquistando en la larga hazaña de la civilización. Defendamos la democracia liberal, que, con todas sus limitaciones, sigue significando el pluralismo político, la convivencia, la tolerancia, los derechos humanos, el respeto a la crítica, la legalidad, las elecciones libres, la alternancia en el poder, todo aquello que nos ha ido sacando de la vida feral y acercándonos -aunque nunca llegaremos a alcanzarla- a la hermosa y perfecta vida que finge la literatura, aquella que sólo inventándola, escribiéndola y leyéndola podemos merecer. Enfrentándonos a los fanáticos homicidas defendemos nuestro derecho a soñar y a hacer nuestros sueños realidad. (?) Pero, acaso, lo que más le agradezco a Francia sea el descubrimiento de América Latina. Allí aprendí que el Perú era parte de una vasta comunidad a la que hermanaban la historia, la geografía, la problemática social y política, una cierta manera de ser y la sabrosa lengua en que hablaba y escribía. Y que en esos mismos años producía una literatura novedosa y pujante. Allí leí a Borges, a Octavio Paz, Cortázar, García Márquez, Fuentes, Cabrera Infante, Rulfo, Onetti, Carpentier, Edwards, Donoso y muchos otros, cuyos escritos estaban revolucionando la narrativa en lengua española y gracias a los cuales Europa y buena parte del mundo descubrían que América Latina no era sólo el continente de los golpes de Estado, los caudillos de opereta, los guerrilleros barbudos y las maracas del mambo y el chachachá, sino también ideas, formas artísticas y fantasías literarias que trascendían lo pintoresco y hablaban un lenguaje universal. (?)

Nunca me he sentido un extranjero en Europa, ni, en verdad, en ninguna parte. En todos los lugares donde he vivido, en París, en Londres, en Barcelona, en Madrid, en Berlín, en Washington, Nueva York, Brasil o la República Dominicana, me sentí en mi casa. Siempre he hallado una querencia donde podía vivir en paz y trabajando, aprender cosas, alentar ilusiones, encontrar amigos, buenas lecturas y temas para escribir. No me parece que haberme convertido, sin proponérmelo, en un ciudadano del mundo, haya debilitado eso que llaman ?las raíces?, mis vínculos con mi propio país -lo que tampoco tendría mucha importancia-, porque, si así fuera, las experiencias peruanas no seguirían alimentándome como escritor y no asomarían siempre en mis historias, aun cuando éstas parezcan ocurrir muy lejos del Perú. Creo que vivir tanto tiempo fuera del país donde nací ha fortalecido más bien aquellos vínculos, añadiéndoles una perspectiva más lúcida, y la nostalgia, que sabe diferenciar lo adjetivo y lo sustancial y mantiene reverberando los recuerdos. El amor al país en que uno nació no puede ser obligatorio, sino, al igual que cualquier otro amor, un movimiento espontáneo del corazón, como el que une a los amantes, a padres e hijos, a los amigos entre sí. (?)Al Perú yo lo llevo en las entrañas porque en él nací, crecí, me formé, y viví aquellas experiencias de niñez y juventud que modelaron mi personalidad, fraguaron mi vocación, y porque allí amé, odié, gocé, sufrí y soñé. Lo que en él ocurre me afecta más, me conmueve y exaspera más que lo que sucede en otras partes. No lo he buscado ni me lo he impuesto, simplemente es así. (?)¡Qué extraordinario privilegio el de un país que no tiene una identidad porque las tiene todas!(?)Quiero a España tanto como al Perú y mi deuda con ella es tan grande como el agradecimiento que le tengo. Si no hubiera sido por España jamás hubiera llegado a esta tribuna, ni a ser un escritor conocido, y tal vez, como tantos colegas desafortunados, andaría en el limbo de los escribidores sin suerte, sin editores, ni premios, ni lectores, cuyo talento acaso -triste consuelo- descubriría algún día la posteridad. En España se publicaron todos mis libros, recibí reconocimientos exagerados, amigos como Carlos Barral y Carmen Balcells y tantos otros se desvivieron porque mis historias tuvieran lectores. Y España me concedió una segunda nacionalidad cuando podía perder la mía. Jamás he sentido la menor incompatibilidad entre ser peruano y tener un pasaporte español porque siempre he sentido que España y el Perú son el anverso y el reverso de una misma cosa, y no sólo en mi pequeña persona, también en realidades esenciales como la historia, la lengua y la cultura.(?)Aunque me cuesta mucho trabajo y me hace sudar la gota gorda, y, como todo escritor, siento a veces la amenaza de la parálisis, de la sequía de la imaginación, nada me ha hecho gozar en la vida tanto como pasarme los meses y los años construyendo una historia, desde su incierto despuntar, esa imagen que la memoria almacenó de alguna experiencia vivida, que se volvió un desasosiego, un entusiasmo, un fantaseo que germinó luego en un proyecto y en la decisión de intentar convertir esa niebla agitada de fantasmas en una historia. ?Escribir es una manera de vivir?, dijo Flaubert. Sí, muy cierto, una manera de vivir con ilusión y alegría y un fuego chisporroteante en la cabeza, peleando con las palabras díscolas hasta amaestrarlas, explorando el ancho mundo como un cazador en pos de presas codiciables para alimentar la ficción en ciernes y aplacar ese apetito voraz de toda historia que al crecer quisiera tragarse todas las historias. Llegar a sentir el vértigo al que nos conduce una novela en gestación, cuando toma forma y parece empezar a vivir por cuenta propia, con personajes que se mueven, actúan, piensan, sienten y exigen respeto y consideración, a los que ya no es posible imponer arbitrariamente una conducta, ni privarlos de su libre albedrío sin matarlos, sin que la historia pierda poder de persuasión, es una experiencia que me sigue hechizando como la primera vez, tan plena y vertiginosa como hacer el amor con la mujer amada días, semanas y meses, sin cesar.(?)De la caverna al rascacielos, del garrote a las armas de destrucción masiva, de la vida tautológica de la tribu a la era de la globalización, las ficciones de la literatura han multiplicado las experiencias humanas, impidiendo que hombres y mujeres sucumbamos al letargo, al ensimismamiento, a la resignación. Nada ha sembrado tanto la inquietud, removido tanto la imaginación y los deseos, como esa vida de mentiras que añadimos a la que tenemos gracias a la literatura para protagonizar las grandes aventuras, las grandes pasiones, que la vida verdadera nunca nos dará. Las mentiras de la literatura se vuelven verdades a través de nosotros, los lectores transformados, contaminados de anhelos y, por culpa de la ficción, en permanente entredicho con la mediocre realidad. Hechicería que, al ilusionarnos con tener lo que no tenemos, ser lo que no somos, acceder a esa imposible existencia donde, como dioses paganos, nos sentimos terrenales y eternos a la vez, la literatura introduce en nuestros espíritus la inconformidad y la rebeldía, que están detrás de todas las hazañas que han contribuido a disminuir la violencia en las relaciones humanas. A disminuir la violencia, no a acabar con ella. Porque la nuestra será siempre, por fortuna, una historia inconclusa. Por eso tenemos que seguir soñando, leyendo y escribiendo, la más eficaz manera que hayamos encontrado de aliviar nuestra condición perecedera, de derrotar a la carcoma del tiempo y de convertir en posible lo imposible.

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8 de diciembre de 2010
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MARIO VARGAS LLOSA MERENGUE.- A pocos días de recibir el Premio…

MARIO VARGAS LLOSA MERENGUE.- A pocos días de recibir el Premio Nobel en Suecia, Mario Vargas Llosa fue a apoyar a su equipo, tan alicaído luego del 5-0, en el Santiago Bernabeu y dio el play de honor en su partido contra Valencia. Les trajo suerte, sin duda, en especial a Cristiano Ronaldo (que metió los dos goles del 2-0) ¿Entonces Mario Vargas Llosa es del Real Madrid? Bueno, nadie es perfecto. 

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5 de diciembre de 2010
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El Boomeran(g)
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