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Escrito por

Iván Thays

Iván Thays es escritor peruano (Lima, 1968) autor de las novelas "El viaje interior" y "La disciplina de la vanidad". Premio Principe Claus 2000. Dirigió el programa literario de TV Vano Oficio por 7 años. Ha sido elegido como uno de los esccritores latinoamericanos más importantes menores de 39 años por el Hay Festival, organizador del Bogotá39. Finalista del Premio Herralde del 2008 con la novela "Un lugar llamado Oreja de perro".

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Thomas Pynchon en "Los Simpson"

Matt Groening Excelente la nota de Rafael Cipollini sobre el día en que Pynchon, el hombre que no permite que nadie le vea la cara ni sepa nada sobre él, decidió aceptar una invitación para poner su voz a un personaje -que lo representaba- en la serie Los Simpson. El escritor más experimental y anti-sistema de Estados Unidos revalidaba así la importancia de ese programa de TV y de la cultura mass-media norteamericana. Y además un juego de representaciones (Cipollini cita la intervención de Mario Bellatin en París con ?escritores falsos?) Una buena manera de entrarle a Vicio propio, el libro de Pynchon que llegó a las librerías peruanas hace poco en Tusquets. La nota aparece en la Revista Ñ:

En el año 2003 los guionistas de Los Simpson empezaron a delirarse con la posibilidad de invitar a Thomas Pynchon para que interviniera con su voz en uno de los episodios. Les aseguré ?soy lo suficientemente adicto a Pynchon como para saber que no vendría ni en un millón de años?. No hubo caso, insistieron en intentarlo. Lo cierto es que quedé sorprendidísimo cuando me anunciaron que había aceptado. ¡Era la cosa más grande que pasaría en la historia de Los Simpson ! Pronto me di cuenta de que, debido a su notoriedad y prestigio, tenía total sentido que aceptara hacer algo tan absurdo como participar en el programa?. Tal cual: el que habla no es otro que Matt Groening. Redundemos: además de creador de la tan famosa como disfuncional familia de Springfield (que ya lleva 23 temporadas en el aire), Groening es fan confeso del autor de la recientemente publicada Vicio propio . ?Pienso, como todo el mundo, o toda persona interesada en la ficción literaria contemporánea, que cada vez que Pynchon reaparece con un nuevo trabajo es un evento mayor en la cultura?, agrega, como si hiciera falta, desde su casa en Los Angeles, en pleno otoño boreal. Hagamos un poco de historia: enorme fue el alboroto entre sus maniáticos seguidores (dos términos que, tratándose de quien se trata, parecen absolutos sinónimos) cuando, luego de más de cuatro décadas del más hermético silencio, comenzó a circular el rumor que daba por hecho que el blindadísimo Thomas Pynchon colaboraría con su voz en una de las historias de la serie animada. Sigamos redundando: una de sus más eficaces armas de seducción es su intransigente privacidad. Jamás concedió una entrevista y los únicos (y escasos) retratos suyos conocidos son por lo menos diez años anteriores a la publicación, en 1963, de V , su primera novela. Por supuesto, si tenemos en cuenta que sus (casi siempre) voluminosos libros están repletos de conspiraciones, sociedades secretas, complots, intrigas y conjuras de todo tipo, que permanezca oculto no hace más que incrementar su mito. ¿Por qué, entonces, quebrar la regla en Los Simpson ? En un texto que oportunamente circuló mucho por Internet, Erik Ketzan, del sitio Modern World, señaló que para los tantos fans ardientes de Pynchon, aquellos que analizan frase por frase de una novela como El arco iris de gravedad buscando una revelación, finalmente escuchar su voz fue comparable ?a ver descender a un Moisés surrealista de los Estados Unidos de su Monte Sinaí?. (?) Volvamos a Los Simpson . El murmullo de su incursión creció y enseguida cundieron toda clase de especulaciones: ¿en qué contexto aparecería en la serie? No fueron pocos quienes apostaron por una revisión de cierto dato biográfico: El colonizador inglés William Pynchon (1590-1662), su más pretérito antepasado americano, formó parte de la flota del vehemente puritano John Winthrop y fundó Springfield (Massachusetts) en 1630. Nada menos: un antecesor del novelista fue quien erigió la ciudad de Los Simpson . Era muy sugestivo, pero no. Thomas Pynchon hizo su primera aparición en el show de la familia de Homero en el episodio titulado ?Diatriba de un ama de casa loca? o ?Sátira de un ama de casa fastidiada?, según las traducciones, que se estrenó en Estados Unidos el 25 de enero de 2004. En él, Marge escribe una novela romántica (?de 286 páginas a doble espacio?) inspirada en Moby Dick y titulada ?Corazón arponeado?. En la imaginación de la autora, encarna mediante su álter ego, Templanza Burroughs, a un ama de casa decimonónica por cuyo amor compiten un brutal marinero que imagina como Homero y un delicado y musculoso caballero a quien fantasea como Ned Flanders. Para promocionar su libro, la editorial convoca a Tom Clancy y a Thomas Pynchon con el fin de procurarse algunas líneas de promoción. Es entonces cuando irrumpe su caricatura con una bolsa de papel en la cabeza y un signo de interrogación dibujado sobre los agujeros por donde asoman sus ojos. Lo vemos hablando por celular y dictando el siguiente veredicto: ?a Thomas Pynchon le gusta este libro casi tanto como las cámaras?. Y de inmediato, con un cartel-sánguche que lo identifica, comienza a promocionarse junto a los vehículos que pasan. A un costado, un gran cartel luminoso anuncia ?Esta es la casa de Thomas Pynchon. Venga, entre?. Todo episodio de Los Simpson avanza a partir de una ininterrumpida artillería de gags. Citas de citas de citas. En el universo Simpson todas las citas están enloquecidas, alteradísimas y ese es su estado de gracia. Por el contrario, en el universo Pynchon toda referencia conecta con una conspiración. Como si Tlön estuviera en todas partes, multiplicándose indefinidamente. La narrativa Pynchon se alimenta de la exhumación y análisis de planes: la Historia del planeta se devela en la dinámica de infinitas políticas secretas, atravesando todos los tiempos, los espacios, los saberes y las ciencias. La voz narrativa de Pynchon es la de un demiurgo que tiene acceso a todos los expedientes reservados de la humanidad. Un servicio de inteligencia planetario en estado de combustión. ¿La aparición de Pynchon en la serie animada banalizaba su hermenéutica? ¿El Gran Corpus Pynchoniano jibarizado en gag? Fue genial: pudimos seguir de cerca las distintas fisonomías de los lectores pynchonianos. Sus credos y lecturas. Desde antes de la emisión los devotos del escritor nacido en Long Island (Nueva York) estaban divididos. Por un lado, aquellos que no vieron en su participación más que transigencia, una forma de ceder a los intereses promocionales de sus editores. Para otros tantos devotos, no existía ningún espacio más adecuado para que Pynchon rompiera su silencio. Si estaba decidido a romper su silencio ¿en qué otro lugar iba a hacerlo? No se trataba de una situación inédita. Como trascendió, en 1997 la CNN pudo filmarlo sin su consentimiento, por lo cual logró negociar una entrevista y evitar que se difundiera su imagen. Partes de este informe puede verse en Youtube. Pero esta vez era distinto: no existía presión. Esto era lo que más irritaba. Elegía sumarse a la troupe de seres amarillos. ¡Cuánto aprendimos sobre las diferentes ideologías ?y no sólo estéticas? de los lectores de Pynchon! De sus guerras internas, no sólo de sus fans anónimos sino de reconocidos críticos. Ketzan trazó el mapa: para algunos, no fue más que promoción mediática, y de ser así el interrogante es ¿por qué no lo hizo antes, cuando Los Simpson tenían más audiencia? Fervientes pynchonianos como el artista Zak Smith (autor de una extensa obra gráfica inspirada en El arco iris de gravedad ), Steven Weisenburger o Tim Ware (estudiosos de su obra y creadores de diversas guías de lectura y sitios de análisis) no sólo festejaron la intervención televisiva (?¡pudimos escuchar su voz!?) sino que hasta se lamentaron de la brevedad de su aparición. Otros lo vieron como un cuestionamiento a cierto tipo de crítica literaria y a sus preconceptos sobre Pynchon. A todo esto, ¿qué es lo que pensaba Matt Groening? ¿Cómo había vivido esta experiencia? Groening: ?Después de tanta expectativa, cuando al fin se concretó la participación yo estaba de viaje y debido a eso no pude verlo, no pude estar en el momento en que le puso voz a la animación. Tal fue mi frustración que insistí en escribir una nueva parte para poder conocerlo. ¡Y volvió a aceptar! Conclusión: Pynchon estuvo en Los Simpson dos veces? Bueno, ya era el colmo. Pynchon no sólo había accedido a participar en el show televisivo ¡sino que reincidía! (?) El episodio con la segunda participación de Pynchon se emitió en la televisión norteamericana el 14 de noviembre de 2004. En Latinoamérica lo conocimos con el título ?En la guerra todo se vale? (sic). Otra vez es Marge la que lleva la escena. Luego de refaccionar su cocina y parafrasear a Virginia Woolf (?toda mujer necesita un espacio propio?) se inscribe en un certamen de cocina. Previamente, pone a prueba sus artes culinarias preparando wasabe y alitas de pollo y ofreciéndolas en un banquete eclesial. Entonces irrumpe Thomas Pynchon en estado de dibujo animado, ataviado exactamente igual que en su aparición anterior y se abalanza sobre los bocados de la cocinera. Cuando ésta lo consulta por sus dotes, Pynchon le responde: ?estas alitas están deliciosas. Pondré esta receta en mi libro La gravedad del arco iris? (sic). En la ficción, Marge Simpson ingresaba en el más celebrado opus del novelista, aunque en verdad estaba sucediendo exactamente lo contrario: era Pynchon quien estaba siendo simpsonizado. A todo esto, Groening conseguía lo imposible: conocer en persona a su héroe literario. Mientras tanto, a través de un colaborador de Fox, se negó a dar más detalles. ?Llegó el día y pude conocerlo en persona, en el estudio de grabación. Un hombre very gracious (cortés, elegante, gracioso). Por supuesto, fui con mi amigo pynchoniano de los tiempos de la universidad, Richard Gehr. ¡Y le llevamos una pila de libros para firmar! Estuvo muy contento de ver mi edición de Mason & Dixon. Le pregunté en qué estaba trabajando y me contó que estaba embarcado en un libro bien gordo y que su mayor preocupación era que su dead line era ese año. Eso me sorprendió mucho, me impresionó que hasta Thomas Pynchon tuviera dead lines . Hasta me corrigió la forma de pronunciar su apellido, pynchón. No sé si conocer a mi ídolo tuvo que ver, pero lo cierto es que leerlo ahora me resulta más fácil. También lo encuentro más gracioso. Por supuesto, le pregunté por las cartas de Wanda Tinasky, por todos los rumores y especulaciones al respecto. Me dijo que no era él. Ahora que lo pienso, me arrepiento de haber llevado para que me firme una copia tan hecha mierda de El arco iris de gravedad .? La novela que Pynchon concluía por esos días (su libro gordo, de casi 1.400 páginas) era Contraluz , que se publicó en inglés en 2006 tras una década de gestación y se tradujo al castellano recién cuatro años más tarde. Las críticas estuvieron divididas, muchas no fueron buenas, como las de Louis Menard (otro especialista en conspiraciones, pensemos en su Club de los Metafísicos ) en The New Yorker y de James Wood (profesor de Harvard y novelista) en The New Republic. ¿Pynchon se repetía? ¿sus excesos ya eran rutina? Lo cierto es que deberíamos replantear los términos: ¿qué significa, qué implica abordar hoy la obra de Pynchon? Se siguen multiplicando los foros y sitios donde se analiza su obra, donde se la desmenuza y problematiza (muchas veces con argumentos tan desorbitados como los esgrimidos por los personajes de nuestro novelista) hasta el más mínimo detalle de sus mundos. La enumeración podría fatigarnos, hay para todos los gustos: The Pynchon Wiki, Thomas Pynchon punto com, Thomas Pynchon Portal, San Narciso College Thomas Pynchon Home Page, Thomas R. Pynchon Spermatikos Logos y tantos otros etcéteras. La situación resulta tan paradójica como pynchoniana: si los ojos del Gran Evadido parecen registrarlo todo (la enumeración de lo referenciado en las cientos y cientos de páginas de sus extensas novelas sin duda es tan voluminoso como ellas mismas), sus exégetas no descansan en la indagación de cada uno de sus enunciados. ¿Qué es y qué no es fruto de su invención en sus páginas? Como si poco fuera, y como tantas otras mitologías de ficción, los vasos comunicantes proliferan aquí y allá. Por ejemplo, el personaje favorito de Matt Groening: Seaman Pig Bodine, quien aparece por primera vez en ?Tierras bajas?, un relato de 1960 compilado en Un lento aprendizaje , para regresar en V , El arco iris de gravedad , Mason & Dixon y Contraluz  En junio pasado, Ñ publicó una nota del escritor galés Richard Gwyn titulada ?De Pynchon a Amis?, toda una generación borgeana. En ésta, confesaba que su tributo favorito a Borges se encuentra en El arco iris de gravedad . Conocida es, por cualquier lector argentino de Pynchon, la referencia al habla de los argentinos, a su hipótesis de cómo el Estado se entromete en nuestros modos de pronunciar, así como sus citas al Martín Fierro y al anarquismo gaucho. El lector también sabe que Gwyn se refiere a uno de sus personajes, Squalidozzi, que junto a un grupo de argentinos se apoderan de un submarino nazi. Y más especialmente a un supuesto poema (del que sólo se aventuran dos versos) que supuestamente Borges le dedicó a una de las miembros del grupo, Graciela Imago Portales: ?El laberinto de tu incertidumbre / Me trama con la inquietante luna?. Esta mención nos sirve para señalar la utilidad y también las dificultades de convertir a un autor en un género, es decir, la posibilidad de ir más allá de una mera evocación para instalar un conjunto de singularidades, de rasgos de estilo. Pynchon no constituye una excepción, sino todo lo contrario: es un ejemplo claro de cómo la traslación de atributos se transforman en un estorbo de lectura. ¿Acaso ?lo borgeano?, como ?lo pynchoniano? no constituyen más que supuestos y estorbos en su inevitable reduccionismo? ¿Cuántos elementos determinan ?lo pynchoniano?? ¿sus sagas excesivas, ultrainformadas y repletas de personajes reales e imaginarios? ¿su voluntad política? ¿su ficcionalización y poetización de discursos científicos e históricos? ¿Su aversión a ser filmado o fotografiado? ¿Acaso su reincidencia en exhibir su voz con posterioridad a su experiencia en Los Simpson en el book-trailer de su última novela no nos sugiere algún parecido al proyecto performático de Mario Bellatin, cuando hace ocho años sustituyó a cuatro escritores mexicanos (Margo Glanz y Salvador Elizondo, entre ellos) por dobles que se hicieron pasar por ellos? ¿Qué es la identidad de un autor, sus marcas de estilo, sino una puesta en escena (voluntaria o no) entre otras? Estoy convencido, sin embargo, de que esas poéticas autorales son provechosas cuando se conciben como maceración de influencias. ¿Qué son sino los modos de incorporar todas aquellas lecturas o experiencias que nos son indispensables para realizar nuestro nuevo rompecabezas? La identidad también puede ser, al mismo tiempo, un modo de reelaborar los metabolismos de nuestro aprendizaje. Mientras escribo estas líneas, recibo un mail de mi amiga Agustina Picasso, esposa de Groening, quien tanto tuvo que ver con esta nota. ?Me dice Matt que se le olvidó mencionar que Pynchon, junto a Kurt Vonnegut, Joseph Heller y Terry Southern, fueron inspiraciones muy grandes para él, que se alimentó mucho de esa literatura a la vez oscura y humorística. Que ellos le enseñaron que el humor y la seriedad pueden estar mezclados y convertirse en obras maravillosas. Y que nombra ese grupo de autores ya que son los novelistas con los que se crió en los años sesenta.? Cómo, entonces, no concluir, por más obvio que parezca, con el desenlace del prólogo de Un lento aprendizaje , donde Pynchon dice: ?Al fin y al cabo, lo más atractivo de los jóvenes son los cambios, no la foto fija del personaje terminado sino la película, el flujo del alma. Tal vez este apego a mi pasado sólo sea otro ejemplo de lo que Frank Zappa llama una pandilla de viejos amigos reunidos para tocar rock?n roll. Pero, como todos sabemos, el rock n? roll nunca morirá y también el aprendizaje, como Henry Adams dice siempre, avanza continuamente.?

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8 de noviembre de 2011
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Martín Caparrós, premio Herralde

Martín Caparrós. Foto: Alejandro Guyot ¡Bravo! Seguro Martín encontrará alguna manera de renegar por esto, de no estar de acuerdo, pero en el fondo está feliz: El ganador del premio Herralde de Novela 2011, de la editorial Anagrama, es Martín Caparrós con Los Living (presentada con el título de La vida nueva y el pseudó-nimo de Alberto de Santos). La nota de prensa anuncia el tema de la novela:

Nito nace en Buenos Aires el día en que muere Juan Domingo Perón, julio del 74. Su infancia es una infancia como tantas, retorcida, inclemente, hecha de amores posibles e impo-sibles, aprendizajes y terrores, contra el fondo de la turbulenta historia argentina. Sus primeros años quedan marcados, además, por la muerte confusa de los suyos: su padre, su abuelo. Y Nito se siente cada vez más fascinado por ese tránsito, más acosado por las dudas: ¿cuál es nuestra re-lación con los muertos? ¿Se puede mantener el contacto con ellos? ¿Siguen entre nosotros? Años después, cuando se encuentre con el Pastor y se vuelva su arma más afilada, el invento de los living le permitirá aventurar una respuesta ?provisoria, frágil? a esas preguntas sin respuesta posible. Con Los Living, el gran escritor argentino Martín Caparrós se adentra en nuestra relación con la muerte, con los muertos y su desaparición de nuestras vidas. Los Living es una historia que va de la farsa a la tragedia ?y viceversa? sin perder nunca la mirada afilada, la emoción, la prosa sorprendente. Una novela osada, deslumbrante, llena de humor y de tristezas, que nos propone una ácida visión del mundo contemporáneo, de sus dobleces y desconciertos, de sus silencios fundamentales. Imprescindible.

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7 de noviembre de 2011
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Leer a Messi.- La carátula del último número de Quimera trae a…

Leer a Messi.- La carátula del último número de Quimera trae a un Messi con lapiceros en los bolsillos, raya al costado y gafas de pasta, dándoselas de intelectual. ¿Por qué el dibujo? Pues porque Quimera adelanta un perfil del mejor jugador del mundo que ha hecho Leonardo Faccio y que sintetiza la investigación de 3 años que este realizó sobre La Pulga y que aparece pronto en Debate. Vamos a ver si Faccio consigue explicarnos al genio autista que, luego de terminar un partido, se toma una siesta en el sofá de su sala o juega PES2012.   

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4 de noviembre de 2011
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William Gaddis por Rodrigo Fresán

carátula de la versión portuguesa del libro La publicación de Agape se paga de William Gaddis (Sexto Piso) trae al narrador experimental norteamericano otra vez al mercado español, en plena Era Franzen. El prólogo de Rodrigo Fresán para la edición pone las cosas en su sitio: ¿Quién era este narrador extraño, tan extraño que algunos creyeron que era el propio Thomas Pynchon, es decir el escritor fantasma de un fantasma? No tiene pierde el prólogo que edita Radar Libros en su última edición. Léanlo completo. Aquí algunos fragmentos en desorden:

Se sabe que William Thomas Gaddis (Nueva York, 1922-Nueva York, 1998) era uno de esos escritores con fama de hombre difícil y ?como J.D. Salinger y Thomas Pynchon? una visible y encandiladora aura de invisibilidad. Lo cierto es que, en realidad, Gaddis no era alguien tan complicado o tan fantasmal ?hasta apareció como más o menos velado personaje de otros libros? e incluso se entregó a una de las inevitables e indispensables entrevistas con las que The Paris Review suele clavar a autores como si se trataran de mariposas para que podamos apreciar mejor sus muchos colores y tonalidades. (?) En la entrevista, Gaddis explica ?casi se justifica? que ha decidido aparecer para poner y dejar en claro algunas cosas (como que, por ejemplo, JR no está influenciada por la voluntad entrópica de Thomas Pynchon sino por la de Nathanael West quien, en Miss Lonelyhearts, ?ya había bocetado la entropía con gracia en los años ?30?) y así, una vez realizado el trámite, poder regresar en paz y tranquilo a su vida de desaparecido. Allí, Abádi-Nagy pone en juego y sobre la mesa el tema que persiguió a Gaddis a lo largo de toda su carrera ?la noción de lo complicado y lo complejo, de lo fácil y lo difícil? y pregunta: ?¿Escribe usted como escribe porque ésa es la manera más fácil para usted, o es que obras tan ?difíciles? de leer son igualmente ?difíciles? de crear??. Allí, William Gaddis responde: ?Bueno, como he intentado dejar claro, si el trabajo no me resultara difícil, lo cierto es que me moriría de aburrimiento?. Y a continuación, Abádi-Nagy le pregunta a William Gaddis si se siente ?un escritor experimental?. Y William Gaddis responde casi con las mismas palabras que respondió otro ?raro? norteamericano, William Burroughs, cuando una vez le preguntaron lo mismo: ?No. Yo pienso en lo ?experimental? como en algo que no funciona?.  (?) ¿Puede resucitar un fantasma? Y, de poder hacerlo, ¿es esto una redundancia, una paradoja, una contradicción o, simplemente, un milagro? En cualquier caso, los escritores, tarde o temprano, acaban convirtiéndose en los fantasmas de sus propios libros (que pasan a convertirse en máquinas/médium) y Gaddis ?escritor fantasma durante su vida y cada vez más vivo desde que dejó este mundo? volvió a manifestarse con dos libros póstumos. El primero es esta breve y curiosa novela/diatriba sobre la historia del piano mecánico y la automatización del arte. El segundo reunió su escasa obra periodística, discursos de agradecimiento a diversos premios, apreciaciones de la obra de Dostoievski y Bellow y, sí, un ensayo sobre las propiedades y peligros del piano mecánico. Se tituló The Rush for Second Place: Essays and Occasional Writings. Uno y otro, en el momento de su publicación en inglés, despertaron una tan saludable como tóxica polémica entre los nuevos escritores americanos al volver a evaluar la contundente figura difusa de este escritor del que en algún momento se creyó que era un seudónimo de J.D. Salinger y al que en algún otro se le atribuyó el nombre de Thomas Pynchon como máscara detrás de la cual se escondía. (?) Jack Gibbs, figura de reparto en JR y narrador de Agape se paga ?según Gaddis, por fin concluida luego de tanto tiempo gracias al descubrimiento de Thomas Bernhard, ?un escritor divertidísimo??, se dirige a nosotros desde su lecho de muerte y no es un narrador feliz. Su cuerpo lo ha traicionado y el mundo es una mierda y está dominado por tecnócratas. Y su novela ?en la que lleva trabajando años? se deshace en pedazos sueltos e inconexos. Queda poco tiempo para volver a afirmar lo mismo de siempre: la tecnología jamás podrá suplantar la creatividad de los hombres. Así que adiós a la puntuación convencional y hola al libre fluir de conciencia y a la libre asociación de ideas que le permiten al narrador ?al recitador, en un casi delirio de agonizante? invocar tanto a Glenn Gould como a John Kennedy Toole, Miguel Angel y Tolstoi, para destilar una última pócima mágica, un tónico para intentar conseguir el ?ágape?: la amorosa sensación de ser uno con el mundo celebrada por los primeros y nada burocráticos escritores cristianos. No lo consigue, claro. Pero en el fracaso de Gibbs está el triunfo de Gaddis alertando desde el Más Allá sobre la música invisible pero cierta de la entropía. Y eso es lo que en realidad es este pequeño inmenso libro: un tractat postrero y una última voluntad y un deseo final de que, al menos, intentemos comprender lo incomprensible. Y después veremos qué hacer al respecto. (?) Como ya se apuntó, buena parte de las investigaciones de Gaddis fueron a parar a JR (las notas cronológicas para el año 1920 aparecen ?en forma manuscrita y a golpe de máquina de escribir? en la página 587). Y en las páginas 288-289 y 571-604, Gibbs lee directamente fragmentos del denso libro que está escribiendo. Esta ?solución? ?el fantasma de un libro poseyendo el cuerpo de otro libro? pareció conformar a Gaddis, y en una carta de 1987 al crítico Gregory Comnes dice haber leído un libro ?The Counterfeiters: An Historical Comedy, de Hugh Kenner, publicado en 1968? muy parecido al que él se proponía y exclama: ?¡Maldita sea! Esto lo decide, el mío nunca se hará; aunque hay algo, un impulso, que todavía permanece y que me hacer recortar y guardar todo aquello que encuentro sobre mecanización y arte, y añadirlo a las provisiones que vengo acumulando desde hace treinta años?. (?) Agape se paga ?disparo de partida, summa moribunda, pero vital? se publicó finalmente el 10 de octubre de 2002 en la editorial Viking, y la apreciación más disonante y estruendosa se dejó oír desde el teclado del ?joven? narrador norteamericano Jonathan Franzen. Y tiene su gracia ?en la muy cult y cool The Salon.com Reader?s Guide to Contemporary Authors, (10) una guía en papel a partir de los contenidos de la prestigiosa revista virtual subtitulada ?Una subjetiva e irreverente mirada a los escritores más fascinantes de nuestro tiempo??: Jonathan Franzen y William Gaddis, ordenados alfabéticamente, aparecen juntos a la altura de las páginas 150-151. La entrada de Franzen ocupa media página (todavía no había publicado su consagratoria y para mí sobrevalorada Las correcciones) y la de Gaddis tiene página y media. Dos años después eran ?contando la ilustración? once las páginas que Franzen le dedicaba a Gaddis en la edición de The New Yorker del 30 de septiembre de 2002. El título de su ensayo ya lo decía todo ??Mr. Difficult?? y el subtítulo insistía en la idea: ?William Gaddis y el problema de los libros difíciles de leer?. Allí, en detalle, Franzen recordaba las dificultades y entusiasmos a la hora de leer The Recongnitions (apuntando percepciones válidas e inteligentes) para después analizar un tanto irresponsablemente el resto de la obra del autor hasta llegar a la inminente publicación en tándem de esta nouvelle y de los ensayos reunidos en The Rush for Second Place. Allí, Franzen acaba abogando por los libros cultos y fáciles de leer y entretenidos, y lamentando las dificultades en las que se había metido ?para, según él, ya no salir nunca? uno de los héroes literarios de su juventud. Los argumentos que allí presenta Franzen son sencillos y hasta obvios, pero están profunda y extensamente expuestos. Son ideas fáciles sobre lo fácil e ideas dificultosas sobre lo difícil. Al final, Franzen reconoce que leer a Gaddis le produce dolor de cabeza y que la visión de sus dos libros póstumos le recuerda las visitas a su padre enfermo de Alzheimer y recluido en un hospital geriátrico: ?A menos que seas un muy buen amigo, es mejor no ver a alguien sufriendo de ese modo?. (?) Y fueron muchos los que se sintieron violentados por las palabras de Franzen y fue el también ?joven? escritor Rick Moody quien se sintió obligado a organizar una suerte de homenaje/desagravio ?coincidiendo con el quinto aniversario de la muerte del autor? en el número 41 de la revista/libro Conjunctions, editada en 2003. En esta publicación, bajo el encabezado ?William Gaddis: A Portfolio? se reunieron tributos especialmente escritos para la ocasión por Paul Auster y Siri Hustvedt, David Grubs, Russell Banks, Susan Cheever, Ben Marcus, Mary Caponegro, Steven Moore, Sven Birkerts, Robert Coover, Don DeLillo, Bradford Morrow, Joanna Scott, Cynthia Ozick, Maureen Howared, Jonathan Lethem (quien, inspiradamente, relaciona a Gaddis con el director de cine Stanley Kubrick y concluye que ?tal vez encontremos algún otro manuscrito de Gaddis enterrado en la Luna?), Edie Meidav, Joseph McElroy, Stewart O?Nan, Carter Scholz, David Shields, Christopher Sorrentino, Joseph Tabbi, William Gass y quien firma este prólogo. Allí, en su breve introducción, Moody define a Gaddis ?no como una celebridad literaria sino como un enemigo de la celebridad literaria, un escritor que muy raramente daba entrevistas, nunca leía en público, no escribía frases para las portadas de libros de otros ni asistía a las fiestas del ambiente? y, refiriéndose al debate sobre Gaddis como escritor difícil, Moody prefiere recordar y advertir acerca de cuánto placer se encuentra y se ofrece en sus libros. Y fue Moody quien también dijo ?en su reseña de Agape se paga? que la mejor manera de comprender y apreciar a Gaddis es leerlo rápido y sin detenerse a pensar demasiado en lo que no dice. Entenderlo a partir de la rítmica de sus palabras y el diseño de sus frases. Como si fuera, sí, música. Y recién entonces releerlo. Parece difícil, pero no lo es. Es complejo. Bienvenido sea. (?) En su discurso de agradecimiento por el National Book Award a esta última novela, Gaddis decía: ?Uno siempre se arriesga cuando le pide algo a un lector, porque nunca sabe en qué manos caerá su libro, y éstos son los riesgos que corres?. En JR, luego de describirle a Amy Joubert el libro que intenta escribir, un profundo tractat sobre el piano mecanizado y la onda expansiva de su música, Joubert comenta: ?¿Suena difícil, no??. Y Gibbs responde: ?Tan difícil como pueda serlo?.

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3 de noviembre de 2011
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La crisis afecta a la chick-lit

Bridget Jones, ícono del Chick-Lit Laura Sangrá Herrero escribe para ADN.es una nota sobre lo que podría ser el comienzo del fin de la chick-lit, esa literatura escrita para muchachas, adolescentes y maduras con espíritu joven, deseosas todas de encontrar el príncipe azul en el más desteñido de los hombres. Aunque para lograr entonar con la crisis, ahora las chicas millonarias de algunas novelas tienen que enfrentar crisis económicas y hasta suicidios, como en una novela de Dostoievski. Dice la nota:

Ni los best sellers se salvan de esta crisis feroz. Las novelas chick lit, etiqueta que literalmente significa lite de chicas y que, siendo prácticos, se aplica a todos esos libros protagonizados por mujeres jóvenes, sensibles y de vida acelerada, vendían ejemplares a porrillo. Hasta ahora. Pero el título de super ventas, que antes les venía de fábrica, parece que cada vez les cuesta más ganárselo. Según datos de la revista The Bookseller -de referencia para el mundo editorial británico-, las ventas de chick lit han caído un 10% en Gran Bretaña. ¿Es el principio del fin o sólo un dato razonable, habida cuenta de esta crisis que no cesa? Sólo el tiempo lo dirá, pero las escritoras especializadas en literatura rosa no parecen asustadas. ?No dramatizaría. Es un descenso en general de la literatura de ficción y la chick lit, al ser super ventas en países como Reino Unido y Alemania, sufre más, en proporción, las consecuencias de la crisis que otros géneros menos vendidos?, apunta Rebeca Rus, autora de Sabrina: 1 - El mundo: 0 (Esencia), entre otros. Además, Rus duda de que los malos datos británicos tengan en cuenta las ventas en ebook, formato que ha tenido un ?aumento considerable? en el género chick lit. El cine también ha colaborado en acrecentar el éxito de este género de éxito. Muchas supieron de las novelas al ver a Scarlett Johansson en el papel principal de Diario de una niñera, o a Anne Hathaway en El diablo viste de Prada. Una vez relativizado el catastrofismo que nos llega de las islas, es momento para la autocrítica. Porque algo siempre se puede mejorar para adaptarse a los nuevos tiempos. ?Se tiene que luchar contra los clichés y las ideas preconcebidas? y ?adaptarse a los gustos y vivencias de las mujeres que la leen?, indica Rus. ¿Pero sólo lo leen las mujeres? Por lo visto no, y cada vez menos hombres se avergüenzan por ello. ?Me encanta que me escriban lectores masculinos? que ?se sienten igualmente identificados con los problemas que tienen los protagonistas de mis novelas?, precisa Rus. Pese al bajón que le atribuye The Bookseller a la chick lit, nunca ha dejado de haber novedades sobre la mesa. La última, El mañana empieza hoy (Planeta), de Cecelia Ahern, quien estará esta semana en España promocionándola. ?Escribo sobre mujeres que pasan por momentos difíciles, que han tocado fondo y miran quiénes son y adónde van?, comenta Ahern. Para muestra, nada mejor que su nueva fábula. Tamara, una rica y caprichosa adolescente cuyo máximo esfuerzo es ir de compras, ve cómo se desmorona su mundo cuando su padre, aquejado por las deudas, se suicida. ¿Quién dijo que la chick lit es para flojos?

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3 de noviembre de 2011
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Rusia: esa literatura existe

Eduard Limonov, maestro de las nuevas generaciones La literatura rusa ha sido la protagonista del nuevo número de Babelia. Zajar Prilepin, narrador contemporáneo ruso, comenta sobre el aparente mal momento de la literatura rusa luego de la caída de Unión Soviética (de 150,000 ejemplares a 10,000 en los mejores casos) y el ?agujero negro? literario que representó la literatura rusa durante el siglo XX.  Dijo además:

Hoy, Rusia, aunque ruidosa, aún sigue estando en la periferia. Es decir, en la mente de la clase media europea, Rusia está al mismo nivel que un país africano que pasa desapercibido. La diferencia es mínima: en África, calor; en Rusia, frío, pero en general la opinión de muchos europeos es que los libros rusos hablan de lo mismo; es algo muy lejano, oscuro, poco civilizado, triste, siempre al borde de la dictadura y la degradación. La última oleada de interés en la literatura rusa se ha asociado con la caída de la Unión Soviética? Luego, a finales de los ochenta, la novela de Anatoli Ribakov Los hijos del Arbat estuvo en el top 10 de ventas, encabezado varias veces por Alexandr Solzhenitsin, Borís Pasternak, Varlam Shalámov. Durante esta ola se dieron a conocer al lector occidental escritores como Vasili Aksiónov, Alexandr Kabakov, Victor Erofeyev y un poco más tarde Victor Pelevin, Vladímir Sorokin y Ludmila Ulítskaya. El ajuste de cuentas con el poder soviético fue entonces ?la comidilla? principal de la literatura rusa. Durante un tiempo en Occidente fue un plato aliñado con sal y pimienta muy popular y conocido con el nombre provisional de Las noticias de la autoflagelación rusa o Las malas noticias desde Rusia. Pero la temporada de interés que despertaba acabó pronto: el colapso de la Unión Soviética no podía ser una novedad eterna, y una vez allí en el frío de Rusia no ocurre nada interesante excepto el cambio de un Yeltsin borracho a un muy sobrio Putin, por lo que merece la pena distraerse con otras noticias. Esta situación resultó ser favorable a la literatura. El mundo ha perdido interés en ella, los lectores rusos también pasan de largo. El hecho es que Rusia casi ha perdido el sistema de distribución de libros. Nuestro país es grande y transportar los libros desde Moscú hasta Liberia y el Lejano Oriente es muy caro. Como resultado, dos tercios de la población vive sin ningún tipo de librería cerca, y si las hay entonces lo que tienen en venta es material de lectura barata para personas sin muchas pretensiones. Además, en un país donde el 25% de la población vive al borde de la pobreza y por lo menos otro 25% apenas si llega a fin de mes, la compra de un libro (que es un producto caro) se ha convertido en un acto de sacrificio. Casi mejor invertir en comprar vodka pues el resultado es predecible. (?) Como resultado, hoy en día, la literatura rusa goza de excelente salud. ¡Literatura clásica escrita en tiempo real! Que este hecho en la actualidad no parezca interesar a nadie, no cambia nada para los escritores. Una de las principales características de la literatura rusa actual es que ésta se niega a admitir que el siglo XX en Rusia fue una especie de agujero negro y una terrible plaga.  (?) Además, podemos decir con certeza que la literatura rusa moderna tiene a menudo un carácter antiburgués. Hay una serie de narradores que, de un modo u otro, profesan ideas de izquierda, encontrar al menos un autor serio defensor de los valores burgueses es casi imposible. (?) Una característica que define el estilo de la nueva generación de escritores rusos, los que tienen de 30 a 40 años, no proviene de Yevgueni Yevtushenko, ni Victor Erofeyev, ni Serguéi Dovlátov, sino de Eduard Limonov, un escritor bastante conocido en Occidente por algún tiempo, pero excluido posteriormente de las librerías. Esto se debe a que durante los ochenta Limonov surgió prácticamente de la nada y se opuso a la perestroika en Rusia; durante el conflicto en la ex-Yugoslavia luchó en el Ejército serbio y actuó como opositor constante de las reformas de Gorbachov y Yeltsin. Recientemente, en una conferencia de los escritores más famosos de más o menos mi generación, la mayoría de los presentes coincidían en nombrar como maestro literario a Limonov. No todos los escritores resultan tan radicales en sus puntos de vista como él, pero ciertamente simpatizo con su conducta valiente y con su voluntad infinita de desvelar a la Patria y exclamar con orgullo: ?¡Mira la úlcera! ¡Mira las costras!?. No me malinterpreten, nadie en Rusia va a argumentar que el pasado soviético era una maravilla. Hemos crecido en este país y recordamos lo que era. La pregunta es si en Rusia ya habrán adivinado que el mundo no se divide en ?civilizados? y ?salvajes? y que la historia del hombre, y como tal las cosas complejas requieren compresión y no un veredicto apresurado. Este es el sentido de la literatura. La era de la información nos hace conocer más y más sobre menos y menos cosas. La literatura también debe ser capaz de tirar de este montaje de noticias y captar lo principal, lo divino y lo eterno. En cuanto a nombres específicos, estoy dispuesto a nombrar a Dmitri Bykov con la trilogía Justificación, Ortografía y Ostromov; la novela de Alexandr Terekhov El Puente de Piedra, que tiene todos los signos del genio, artista, filósofo y escritor Maxim Kantor; al crítico literario Lev Danilkin, autor de la biografía del cosmonauta Gagarin y que a su vez escribe muy bien sobre el joven autor German Sadulayev y su libro Yo soy checheno. Aún nos falta el polémico escritor y músico Mijaíl Yelizarov, también en la treintena, y uno que ha hecho carrera política rápida y ha sido arrojado fuera de la misma por la oposición, el controvertido Serguéi Shargunov? La pregunta es si la nueva literatura rusa llegará al lector de Occidente. Pero el hecho es que esa literatura ya existe.

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2 de noviembre de 2011
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¿Existe una generación intermedia?

Enrique Planas y Andrea Jeftanovic en la Feria de Miraflores Entre las actividades de la Feria del Libro de Miraflores, la que me llamó especialmente la atención fue la que ocurrió el día sábado, donde se encontraron la chilena Andrea Jeftanovic (quien además presentó su libro de relatos No le des caramelos a extraños, de Uqbar ediciones) con el peruano Enrique Planas, uno de los participantes del evento en la FIL Guadalajara Los 25 Secretos de la Literatura Latinoamericana. Y justamente sobre literatura latinoamericana trató el conversatorio. Enrique Planas resaltó la casualidad de que se cumpla este año el 15 aniversario de la antología McOndo. Para él, la antología de Fuguet y Gómez estuvo elaborada ?a la defensiva?. Reconoció sin embargo que el hecho no fue un error, porque sirvió para tomar distancia con el Boom Literario. Pero piensa Planas que los autores de McOndo pertenecen a una generación distinta a la suya. Habló de una?generación intermedia? entre McOndo y los nuevos autores, los aparecidos en el ejemplar de Granta, menores de 35 años. Una generación ?sandwich? a la que pertenecerían Andrea Jeftanovic y el mismo Planas, ambos nacidos en 1970.  Esta generación, dice, se distingue porque no hay épica, predominan las historias intimistas, aquellas en las que aparentemente no sucede nada porque las crisis son interiores, se sitúan bajo la superficie del relato. Mencionó a Anton Chejov como una de las grandes influencias de esa generación. Por su parte, Andrea Jeftanovic sostuvo que McOndo le pareció audaz en su momento, porque marcó una renovación en temas y estilos del Boom. Sin embargo, pese a esa audacia, lo que McOndo no corrigió fue el sectarismo que tuvo el Boom a la hora de escoger sus integrantes. Es cierto, dice, que gracias a ellos se esquivó la normativa de lo que debe ser un escritor latinoamericano, pero algunos de los errores sectarios del Boom -como el de no incluir mujeres en sus filas- no fueron subsanados por McOndo. Para Andrea, aunque no habló de una generación intermedia, sí existe una antología que de algún modo supera ese sectarismo y que, además, tiene la virtud de publicarse en editoriales alternativas de distintos países (rompiendo las inevitables fronteras latinoamericanas), como es la antología El futuro no es nuestro, compilada por Diego Trelles. Otro punto en común en que ambos coincidieron fue en que las lecturas nacionales tampoco son obligatorias. Cada autor va haciéndose una lista de influencias que resulta propia e intransferible. Enrique Planas, por ejemplo, comentó el descubrimiento de Alice Munro y Andrea Jeftanovic declaró que su mayor influencia, aunque ningún crítico la haya destacado, es Antonio Lobo Antunes. No me quedó claro si existe o no una generación intermedia, de hecho si calculamos por años tanto Andrea como Enrique solo son dos años menores que Edmundo Paz Soldán o Leonardo Valencia, miembros de McOndo. Y el primer libro de Enrique Planas, Orquídeas del Paraíso, tiene la misma edad de la antología. Como quiera, más allá de las etiquetas (en las que Andrea Jeftanovic dice descreer categóricamente) lo cierto es que existe una generación dispersa, sin un canon obligatorio, cartografías literarias propias para unos escritores que no tiene mayor deber ni obligación que sus propios procesos de escritura.

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2 de noviembre de 2011
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La tenia solitaria de la literatura

Mario Vargas Llosa firmando autógrafos en Murcia Mario Vargas Llosa estuvo en Murcia, en la UMU, para cerrar una cátedra dedicada a él, y agitó por completo la apacible tranquilidad de la ciudad (que tiene un premio literario que lleva su nombre, por cierto). Más de 100 personas se quedaron fuera del auditorio, sin poder escucharlo, mientras al interior el entusiasmado Javier Polo (presentador del premio Nobel) se precipitaba: ?perdonen si se me quiebra la voz, pero es que estoy al lado de Dios? ¡Asu Mare! Vargas Llosa dijo lo que siempre dice, desde luego, qué más va a decir, acerca del escritor comprometido y la felicidad del lector, pero la prensa ha resaltado dos ítems sobre todo: ?Desconfío del escritor que está en su escritorio todo el día, yo soy un escritor de la calle? (refiriéndose a su vocación periodística) y que el escritor está  oprimido por un bicho en su estómago ?una solitaria que se devora todo lo que leo y lo que vivo, es una imagen un poco chusca para explicar la entrega total a la literatura? admitió. Me pregunto si en Murcia entendieron qué significa la palabra ?chusca?.  Dice la nota de Julio Albaladejo en La Opinión de Murcia:

Pide perdón Mario Vargas Llosa por la comparación «un poco chusca y fea» cuando asegura que la vocación de escritor es como tener la solitaria, «un bicho en las entrañas» que devora todo. «Es lo único que representa esa idea de entrega total», se justifica. Recordaba ayer el Premio Nobel ante los murcianos que pudieron entrar al Aula CAM ?donde se clausuró el congreso que sobre su obra ha celebrado la UMU? que un amigo que tuvo una tenia le contaba que todo lo que hacía: ir al cine, a un museo, conversar, leer? todo era para la solitaria. «No me olvido ni un segundo del bicho y él se alimenta de todo lo que hago», le decía al escritor, quien tiene «una sensación similar» cuando la obra en la que trabaja empieza a tomar forma: «Todo lo que hago es para ella, hasta lo más tonto se lo traga la historia que estoy creando».Sigue el autor peruano la máxima de Flaubert de que «escribir es una manera de vivir» y se revela metódico y disciplinado. «Mi vida se organiza en torno a la escritura y trabajo todos los días», cuenta, aunque apunta que «es injusto utilizar la palabra trabajo porque es un enorme placer». Y asevera a continuación que «aprender a leer ha sido lo más importante» de su vida. En Cochabamba fue donde aprendió esa «operación mágica» que convertía las letras en imágenes que le hacían vivir mil historias, y recuerda que «leía en estado de trance a Salgari, Verne y Dumas». «Seguramente mi vocación de escritor nació de ese placer formidable, porque mi madre contaba que antes de los diez años ya escribía las continuaciones de los libros o cambiaba el final cuando no me gustaba», rememora el autor, quien dice también estar «marcado profundamente por Neruda». Al autor chileno lo descubrió también de niño, leyendo 20 poemas de amor y una canción desesperada tras ´robárselo´ a su madre: «Me decía que no era un libro para niños y eso despertó una curiosidad voraz. Mi cuerpo de labriego salvaje te socava y hace saltar el hijo del fondo de la tierra? ?recita Vargas Llosa? Ahí pasaba algo raro, yo no lo entendía muy bien, pero la prohibición de mi madre debía de venir por ahí», contaba riendo a un público entregado que fotografiaba y grababa sin descanso al escritor ?con cámaras, móviles y hasta ´tablets´?, cuya conferencia era narrada por más de uno en Facebook en tiempo real.Javier Polo fue el encargado de acompañar al autor de La ciudad de los perros, Conversación en la catedral y La fiesta del chivo en el coloquio que cerró el congreso. «Discúlpenme si se me quiebra la voz, pero es que estoy al lado de Dios», dijo parafraseando a Fernando Trueba. A su lado, el Nobel afirmó que «una vocación no solo es una predisposición, sino también una elección», y recordó que, en su juventud, «no era fácil ´elegirse´ como escritor; no era una actividad alimenticia y no me atrevía a pensar que algún día sería un escritor de verdad, y no uno ´de domingos´». A pesar de su «gran pasión», el autor peruano revela que no le ha gustado nunca «ser solo un escritor». «La calle es lo que me alimenta y por eso sigo haciendo periodismo», explica «el autor más relevante de la lengua española», según lo definió el presidente de la Comunidad, Ramón Luis Valcárcel, quien subrayó en la clausura del simposio ?junto al coordinador, el catedrático Victorino Polo? que «más allá de las modas y las ideologías, Vargas Llosa ha demostrado ser un escritor de pulso firme, imaginación fecunda y lenguaje preciso». El autor, humilde, dice que la suerte siempre le ha acompañado y se mostró ayer «agradecido de todo corazón» a Murcia por el reconocimiento. Y de nuevo aprovechó la oportunidad para reivindicar la literatura, que es ahora «más necesaria que nunca porque nos enseña a dominar un idioma, a pensar, a expresarnos, y estimula nuestra imaginación? Es un buen entrenamiento para ir por la vida de forma creativa». Consciente de que «la felicidad es un estado transitorio» y de que «solo los tontos son felices siempre ?porque se resignan?», el autor vivió ayer uno de esos «instantes que nos desagravian y recompensan»; en una ciudad cuya universidad le nombró Doctor Honoris Causa en 1995, y con la que tiene «muchas deudas». «Cada vez que vengo recibo tanto cariño que me voy abrumado», dijo, y agradeció a la UMU su trabajo para acercar España y Latinoamérica y descubrir a los murcianos «que lo que nos une es mucho más que lo que nos separa»; una relación que ?alerta? «hay que cultivar y renovar constantemente».

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30 de octubre de 2011
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Friedrich Christian Delius, premio Georg Büchner

El premio más prestigioso de Alemania fue a dar a manos de Friedrich Christian Delius. Un escritor comprometido. Me gustaría leer su novela sobre el Mundial del 54. Dice la nota:

El escritor Friedrich Christian Delius, de 68 años, fue galardonado hoy con el Premio Georg-Büchner, la distinción literaria de mayor prestigio en Alemania, que otorga la Academia de Lengua y Literatura desde hace 60 años y está dotado con 50.000 euros.En su fundamentación, el jurado calificó al autor de ?El paseo de Rostock a Siracusa? de ?observador crítico, ingenioso e inventivo que sondea en sus novelas y relatos las dimensiones históricas profundas de nuestro presente?, según informó DPA.Delius es autor desde hace 40 años de una vasta obra en la que narra la historia de Alemania desde los antecedentes de la era nazi, pasando por la división del país hasta la actualidad.Conocido como FC Delius, el escritor ahondó en temas como la Alemania durante el terrorismo de izquierda o el mito de la victoria alemana en el Mundial de fútbol de 1954.En su discurso de agradecimiento, Delius aludió a temas de actualidad y cosechó grandes aplausos al llamar la atención sobre la indiferencia de los alemanes ?cuando se trata de destruir la democracia delante de nuestras puertas, en Hungría e Italia?.El galardonado nació el 13 de febrero de 1943 en Roma, pero creció en el estado de Hesse y reparte hoy su vida entre Roma y Berlín.El Premio Büchner ha sido otorgado a grandes autores de la literatura de habla alemana como el suizo Friedrich Dürrenmatt, y los Nobeles Heinrich Böll, Günter Grass y Elfriede Jelinek.

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30 de octubre de 2011
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Los dibujos de Tolkien

Una ilustración de Tolkien La primera edición de El Hobbit, el libro que dio inicio a la saga El señor de los anillos de JR Tolkien, apareció con ilustraciones del mismo autor. Ahora esas ilustraciones amateurs han sido recuperadas en su 75 aniversario y son publicadas en The Art of The Hobbit por HarperCollins editora. Y son más de un centenar. La nota de Borja Bergareche en el ABC así lo comenta. Dice la nota:

Para dar el inicio a unos meses calientes para los fans de la «comunidad del anillo», la editorial HarperCollins publica hoy un libro, «The Art of the Hobbit», que saca a la luz la totalidad de la obra gráfica con la que Tolkien acompañó los cuatro libros de la saga. La reciente digitalización de nuevos fondos de la biblioteca Bodleian de Oxford, depositaria de parte del legado del autor, permitió descubrir que Tolkien realizó un centenar de ilustraciones sobre el mundo de Bilbo Baggins (Bilbo Bolsón, en español).  Fue una sorpresa, pensábamos que podía haber 40 o 50 en total, pero son 110», explicó David Brawn, el editor. Este «tesoro» artístico incluye acuarelas, dibujos a la tinta, mapas y sketches. Y aporta una novedosa información, llena de viveza y fantasía, sobre cómo Tolkien imaginaba el universo de sus pequeñas criaturas, empezando por el «agujero» en el que vivía Bilbo. En «El Hobbit», este encantador personaje abandona su guarida para reclamar un viejo reino, y es acompañado en su viaje por un grupo de enanos que aspiran a recuperar su tierra. Las aventuras fundacionales de la saga, que incluyen la primera aparición del mago Gandalf y muchos enanos, protagonizan la primera de las dos precuelas a la trilogía del anillo, que rueda en Nueva Zelanda Peter Jackson, director de la exitosa trilogía cinematográfica. «The Hobbit» tiene previsto estrenarse en diciembre, y la segunda parte en diciembre del año que viene. Este aniversario precoz abrirá, sin duda, un periodo intenso de retorno a la leyenda para los fans de la historia en todo el mundo. Y coincide, según explican en HarperCollins, con la venta del ejemplar número 150 millones de «El Señor de los Anillos». Un poderoso mundo de fantasía al que el libro que se publica hoy, elaborado por dos bibliotecarios, Wayne G. Hammond y Christina Scull, debería restaurar en su imaginario más sobrio y vintage, para contrarrestar los infinitivos efectos especiales que permiten el paisaje neozelandés, y las nuevas tecnologías.

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29 de octubre de 2011
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