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Escrito por

Iván Thays

Iván Thays es escritor peruano (Lima, 1968) autor de las novelas "El viaje interior" y "La disciplina de la vanidad". Premio Principe Claus 2000. Dirigió el programa literario de TV Vano Oficio por 7 años. Ha sido elegido como uno de los esccritores latinoamericanos más importantes menores de 39 años por el Hay Festival, organizador del Bogotá39. Finalista del Premio Herralde del 2008 con la novela "Un lugar llamado Oreja de perro".

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Orsai responde a Lucía Etxebarría: "mismo mercado, pero no mismo mundo"

Hernán Casciari Bajo el impecable lema ?Lo que empezó siendo un blog puede convertirse en cualquier cosa?, la revista virtual Orsai entrega su cuarto número y anuncia su manera, completamente distinta, de ofrecerse y brindar su material a través del compartir en el mundo virtual, rompiendo el molde de autor-editor más conservador, buscando suscriptores que en realidad sean fans de la revista. En el link pueden ver a Hernán Casciari y una explicación visual de 18 minutos sobre el proyecto. Pero este número 4 aparece, además, con la pierna en alto y en plena coyuntura post-pataleta de Lucía Etxebarría. No pueden dejar de leer la editorial escrita por Casciari titulada, como la canción de Serrat, ?Para ti, Lucía?. Mundo viejo vs. Mundo nuevo. Y ya sabemos quién es el que saldrá ganando. Adaptarse o morir. Léanlo, es imperdible. Dice:

El contador de suscripciones anuales a la nueva revista Orsai acaba de llegar a mil. En nueve días, y sin noticias sobre los contenidos o la cantidad de páginas, mil lectores ya compraron las seis revistas del año próximo. Y eso que todos saben que habrá una versión en .pdf, gratuita, el mismo día que cada revista llegue a sus casas. Repito: acabamos de vender seis mil revistas. Seiscientas sesenta y cinco por día. Veintiocho por hora. Al mismo tiempo, una escritora española acaba de informar que dejará de publicar. «Dado que que se han descargado más copias ilegales de mi novela que copias han sido compradas, anuncio que no voy a volver a publicar libros», dijo ayer Lucía Etxebarría. La prensa tradicional se hizo eco de sus palabras y la industria editorial la arropó: «Pobrecita, miren lo que internet le está haciendo a los autores». A nosotros nos ocurre lo mismo. Durante 2011 editamos cuatro revistas Orsai. Vendimos una media de siete mil ejemplares de cada una, y con ese dinero le pagamos (extremadamente bien) a todos los autores. Los .pdf gratuitos de esas cuatro ediciones alcanzaron las seiscientas mil descargas o visualizaciones en internet. Vendimos siete mil, se descargaron seiscientas mil. Si los casos de Lucía Etxebarría y de Orsai son idénticos, y ocurren en el mismo mercado cultural, ¿por qué a nosotros nos causan alegría esos números y a ella le provocan desazón? La respuesta, quizá, es que se trata del mismo mercado pero no del mismo mundo. Existe, cada vez más, un mundo flamante en el que el número de descargas virtuales y el número de ventas físicas se suma; sus autores dicen: «qué bueno, cuánta gente me lee». Pero todavía pervive un mundo viejo en el que ambas cifras se restan; sus autores dicen: «qué espanto, cuánta gente no me compra». El viejo mundo se basa en control, contrato, exclusividad, confidencialidad, traba, representación y dividendo. Todo lo que ocurra por fuera de sus estándares, es cultura ilegal. El mundo nuevo se basa en confianza, generosidad, libertad de acción, creatividad, pasión y entrega. Todo lo que ocurra por fuera y por dentro de sus parámetros es bueno, en tanto la gente disfrute con la cultura, pagando o sin pagar. Dicho de otro modo: no es responsabilidad de los lectores que no pagan que Lucía sea pobre, sino del modo en que sus editores reparten las ganancias de los lectores que sí pagan. Mundo viejo, mundo nuevo.

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22 de diciembre de 2011
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Lecturas 2011

Libros y lecturas 2011 El diario Milenio y la página web Hermano Cerdo han invitado a escritores, críticos, bloggers y lectores en general a que den una lista de los mejores libros que han leído durante el 2011 (en el caso de HC sin que, necesariamente, hayan sido publicadas este año).  Aquí las recomendaciones de Juan Villoro y el editor Diega Rabasa en ?Milenio?:

Juan VilloroNémesis, Philip Roth, Grijalbo Mondadori. Un héroe que trata de hacer el bien se convierte en accidental portador de la poliomielitis y enfrenta un infierno donde las consecuencias no dependen de la voluntad. Basándose en una epidemia de los años cincuenta, Roth hace un retrato maestro de la tensión entre el destino y la voluntad individual, el dramático mundo donde los efectos no dependen de las causas. La sirvienta y el luchador, Horacio Castellanos Moya, Tusquets Editores. Una vez más Castellanos Moya retrata la violencia, con la dura mirada de la que sólo él es capaz y creando en el camino un complejo entramado psicológico. Una prueba de que encarar el mal es el primer paso para trascenderlo. Decencia, de Álvaro Enrigue, Anagrama. Con enorme ironía, Enrigue se burla a fondo de la mexicanidad y hace una divertida comedia de enredos en la Guadalajara de los años setenta. Como en las obras de Ibargüengoitia, en esta sátira los actos públicos y políticos tienen injustificables y desternillantes razones privadas. Un manual narrativo para soportar la identidad nacional.

Diego RabasaEl cielo a medio hacer, Tomas Tranströmer, Nórdica Libros. Descubrir al reciente Nobel representó un hallazgo para mí no sólo en la forma de un escritor que desconocía, sino en una nueva manera de entender el lenguaje. Tranströmer alcanza de manera magistral algo que sólo logran los más grandes: el escritor, la mente del observador, desaparece ante aquello que retrata. Logra describir aspectos de la naturaleza vírgenes al ojo humano. Pagar por ello, Chester Brown, La Cúpula. Finalmente comienza a llegar a nuestro país la efervescente moda de la novela gráfica. Por fin el género se quita los tabúes que lo situaban como un género infantil o adolescente. En este libro autobiográfico, Brown nos cuenta las experiencias de su vida tras renunciar a la vida romántica y entregarse de lleno a satisfacer sus impulsos sexuales con chicas escort, al tiempo que presenta un lúcido y renovado juicio sobre uno de los oficios más antiguos del mundo: la prostitución. El sustento del hombre, Karl Polanyi, Capitán Swing. Habla de los orígenes del pensamiento liberal que anega buena parte de las sociedades occidentales, no desde el fácil y arrebatado impulso del insulto y la condena, sino desde su perspectiva histórica, invocando el espíritu que permitió que dicha filosofía económica se propagara, nos ayuda a lidiar de mejor manera con la desbaratada realidad contemporánea. Butes, Pascal Quignard, Sexto Piso. Hay pocos escritores haciendo una obra que se acerque a la de Pascal Quignard. Un hombre aislado del barullo cotidiano, alejado de las groseras formas del mundo, concentrado en asuntos casi arquetípicos del hombre. Butes es el tercer pasajero de la barca de Orfeo, aquel que se lanza al encuentro de las sirenas, el que intercambia la promesa de un mañana que nunca llega en pos de la fascinación del instante. Una verdadera obra maestra.

Y aquí algunas reflexiones aparecidas en Hermano Cerdo: Gustavo Faverón: Mi año con Coetzee Antonio Ortuño recomendaciones  Sergi Bellver: libros que se le vienen a la mente Stanislaus Bohr: recomendaciones Antonio Díaz Oliva: recomendaciones Andrés Miguel Sampayo: recomendaciones Martín Cristal: recomendaciones Isami Romero: recomendaciones ? Por otra parte, el diario español Público ha presentado su balance de los mejores libros del 2011. Para poder verla, hagan clic en esta imagen:

Mencionan: 1Q84 de Murakami, Libertad de Franzen, La mano invisible de Isaac Rosa, Vida de Pablo de Carlos Pardo, El Hacedor de Agustín Fernández Mallo, Ejercito enemigo de Alberto Olmos, Ultraviolencia de Miguel Noguera, El mapa y el territorio de Michel Houellebecq, Richard Yates de Taolin, Nada de Jane Tellier, Norte de Edmundo Paz Soldán, Purga de Sofi Oksanen, Caribou Island de David Vann.

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22 de diciembre de 2011
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"El orden de las cosas", mi nueva novela

Mi nueva novela El orden de las cosas Como dice Vargas Llosa, uno escribe para rectificar las fracturas que le ha dejado la realidad. Hace mucho tiempo quería escribir una novela sobre adolescentes jugando fútbol. Hace mucho tiempo, además, quería escribir sobre un primer amor en el colegio. Quería escribir, también, sobre la amistad. Ninguna de esas cosas tuve en el colegio, donde fui un niño tímido hasta el autismo. Todas esas deudas conmigo mismo han sido saldadas en mi primera novela juvenil titulada El orden de las cosas, que acaba de editar en la Serie Roja Alfaguara. Creo que los libros siempre deben dar un mensaje. Sé que es algo impopular pensar así, sé que no se usa en épocas donde el cínico gana al que cree, pero es así como me salen los libros y no de otro modo. Y creo, además, que en una novela que será leída sobre todo (pero no exclusivamente) por jóvenes, el mensaje debe ser claro, obvio, para que pueda ser discutido, reflexionado, conversado, aprendido. ¿Cuál es el mensaje de El orden de las cosas? Yo diría que la tolerancia. Es una novela sobre el valor de la amistad y el de la tolerancia. Sobre el abismo que, a veces, hay entre lo que nos han enseñado a creer que deben ser las cosas y sobre lo que en realidad sucede. Quizá la sinopsis aclare mejor lo que quiero decir:

El protagonista llega al pueblo en tercer grado de secundaria y conoce a Sebastián. Este le enseña que todo debe seguir un orden. Así se convierten en grandes amigos; sin embargo, una confesión hace que se quiebre esa amistad: la homosexualidad de Sebastián. El protagonista no sabe cómo actuar y se dejan de hablar. En esta misma época, conoce a su primer amor, Graciela, hermana melliza de Sebastián.

Espero que lean esta novela que escribí con gran placer. Me divertí mucho escribiéndola y sé que eso se nota. Muchas gracias.

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22 de diciembre de 2011
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Más listas de libros 2011

Lista de Arcadia He aquí una nueva lista de los mejores libros del 2011, aparecida en la Revista Arcadia que se publica en Colombia. Entre los libros destaco la nueva novela de Tomás González, editada por Alfaguara y que muero de ganas de leer. Espero que no me decepcione como Abraham entre bandidos. Aquí algunos de los libros de la lista: Entre brumas. Bernlef (Plataforma) No hay bestia tan feroz. Edward Bunker (Sajalín) Decencia. Alvaro Enrigue (Anagrama) Libertad. Jonathan Franzen (Salamandra) La luz difícil. Tomás González (Alafaguara) El mapa y el territorio. Michel Houellebecq (Anagrama) Algo que brilla como el mar. Hiromi Kawakami (Acantilado) Purga. Sofi Oksanen (Salamandra) El lecho de Procusto. Camil Petrescu (Gadir) Dog Soldiers. Robert Stone (Libros del Silencio) El inquilino. Guido Tamayo (Mondadori) La Torre. Uwe Tellkamp (Anagrama) Paprika. Yasutaka Tsutsui (Atalanta) El ruido que hacen las cosas al caer. Juan Gabriel Vásquez (Alfaguara) Formas de volver a casa. Alejandro Zambra (Anagrama) Pulso. Julian Barnes (Anagrama) Explicaciones no pedidas. Piedas Bonet (Visor) Érase una vez una mujer que quería matar al bebé de su vecina. Liudmila Petrushévskaia (Atalanta) El cielo a medio hacer. Tomas Tranströmer (Nordica) Hitch22. Christopher Hitchens (Debate) Algo va mal. Tony Judt (Taurus) Comer animales. Jonathan Safran Foer (Seix Barral)

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22 de diciembre de 2011
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La lista de Koult

La página web Koult ha publicado una lista de 20 libros que son lo mejor del 2011 (no me queda claro si el orden, del 1 al 20, representa un ránking). Una lista muy desalentadora para el Perú porque la mayoría de libros no han llegado al país y quizá nunca lleguen. Aquí la lista:

1. Tierra Inalcanzable Czeslaw Milosz

2. Las cuatro estaciones Ana Blandiana

3. Knockemstiff Donald Ray Pollock

4. Deshielo a mediodía

Tomas Tranströmer

5.  El hombre que amaba a los niños

Christina Stead

 

6. Libertad Jonathan Franzen

7. La adoración

Juan Andrés García Román

8.  Gottland

Mariusz Szczygie?

09.  Caribou Island

David Vann

10  Cirkus Columbia

Ivica Djikic

11.  A merced de la tempestad

Robertson Davies

12. Las siete edades

Louise Glück

13.  Doctor Glas

Louise Glück

14.  Back in America Barry Gifford

15.   Una vida sin ti

Jean Rhys

16.  El mapa y el territorio

Michel Houellebecq

17.  Padres, hijos y primates

Jon Bilbao

18.  Stone Junction

Jim Dodg

19.  Mientras los mortales duermen

Kurt Vonnegut

20. Ejército enemigo

Alberto Olmos

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22 de diciembre de 2011
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Los 6 años de Eterna Cadencia.- Es mi librería favorita en toda…

Los 6 años de Eterna Cadencia.- Es mi librería favorita en toda América Latina. Y pensar que llegué de casualidad, caminando horas por calles con nombres de países centroamericanos con una novia de entonces, que ya no es mi novia, hasta llegar a la ansiada calle Honduras. Y me acogieron ahí luego de unos años, cuando pasé casi 15 días en Buenos Aires, casi todas las tardes con mi MacBook escribiendo en la terraza, almorzando delicioso, revisando los libros de la mesa de novedades y los que publica la editorial de la librería (acaba de sacar uno de Kobo Abe que muero de ganas de tener), conversando con los amigos (en especial con Patricio Zunini y el estupendo blog de la librería que administra). Y luego el lleno total en la charla que tuve con Pedro Mairal, con mi cara picada por los mosquitos que no respetan el Off. Hoy cumplen seis años los muchachos de Eterna Cadencia. ¡Un enorme abrazo y muchos años más de vida!

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20 de diciembre de 2011
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Lucía Etxebarría deja de escribir

Lucía Etxebarría

Dado que he comprobado hoy que se han descargado más copias ilegales de mi novela que copias han sido compradas, anuncio oficialmente que no voy a volver a publicar libros en una temporada muy larga. No al menos hasta que esta situación se regule de alguna manera. A mí no me apetece pasarme tres años trabajando como una negra para esto. Si quiero regalar novelas, haré copias para mis amigos en plan Sebastian Venable.

El mensaje podría ser muy preocupante, pero no lo es porque quien lo ha escrito es Lucía Etxebarría. Seguro que no habrá demasiados lectores preocupados por el anuncio de Lucía quien ha tenido que comerse, en su página pública de Facebook, varios comentarios de insultos. Hay que decir que no es muy atinado de su parte decir, por ejemplo, ?no me apetece trabajar como una negra?. ¿No pudo encontrar una metáfora mejor para explicar su punto? El tiro le salió por la culata. La mayoría de los mensajes fueron irónicos, dándole gracias a la escritora por su decisión de dejar de escribir. Uno de ellos fue bastante rotundo, firmado por Jennifer Camacho:

Hoy sólo quiero darle las gracias señora Etxebarría por no tener que sufrirla más en la mesa de novedades. Los árboles respirarán tranquilos. La gente querrá leer a Bulgákov o Binet. Espero que sea una mujer de palabra y que no caiga en la tentación de volver cuando le pongan una oferta irresistible en las narices. Que usted ya no escribe por pasión, porque si no, no se rendiría así. Pero no se compadezca de sí misma, no diga que se marcha por desencanto, poque no se lo compran, por ingratitud. Duro lo tuvieron los escritores censurados de la URSS, que muchos acabaron perdiendo la vida por escribir. Duro lo tuvo Walser, que acabó arruinado en un manicomio de mala muerte. Duro lo tuvo Dostoeivski que apenas tenía para comer. O Toole que jamás llegó a publicar en vida, y sólo porque al morir su madre insistió hasta que le publicaron La conjura de los necios. Y ninguno se quejó jamás de que nadie les compraba, o les pagaba por su trabajo. Pero grandeza de corazón no nos toca a todos en la vida. Está claro.

Ante estos, Etxebarría volvió a comentar su idea en un texto mucho más extenso en su misma página de Facebook. Dice ahí:

Como ya anuncié ayer, mi intención, de momento, es dejar de escribir novelas por unos años. Me sorprende enormemente que tanta gente no lo haya entendido y que, para colmo, me critique por ello. No sé en qué trabaja esa gente a la que ha sentado tan mal lo que he dicho. No sé si sus padres los mantienen o si han heredado una fortuna. A mí no me mantienen ni mis padres ni un marido ni un ex marido, y por lo tanto tengo que trabajar para vivir. Porque mantengo mi casa y a mi hija. Cuando Miguel Angel pintó la capilla Sixtina, se los pagó el Papa Sixto, con la intención no de que esos frescos los disfrutara la plebe, sino solo los doscientos elegidos de la corte papal que se reunirían all. Doscientos, repito. Ni uno más. Esa capilla no era de acceso público. Cuando el Greco, Velázquez o Goya pintaban cuadros, se los compraban o bien el rey o bien miembros de la corte que podían pagarlos, y los colgaban en las paredes de su casa, no en un museo. Cuando Baudelaire escribía, por mucho que preconizara el lema parnasianista de ? el arte por el arte? (dado que Baudelaire era muy rico y no tenía que trabajar para vivir), el editor le pagaba por las copias vendidas, y de hecho ? Las flores del mal? fue un éxito editorial en su momento y, que la historia sepa, Baudelaire no hizo ediciones de sus obras para repartirlas gratuitamente entre sus amigos artistas ni tampoco donó el dinero de sus derechos de autor a los pobres. Cuando Stalin, Mussolini, Hitler o el propio Franco pagaban a artistas para que sus esculturas o edificios decoraran las calles de las ciudades, el fin era propagandístico, no artístico. La cultura nunca ha sido gratuita, nunca. Por mucho que algún inculto se empeñe en afirmar lo contrario. Y nunca había sido tan democrática como hasta ahora, puesto que solo en el siglo veinte todos los estamentos sociales han podido tener acceso al arte que, hasta el XIX, estaba reservado a una élite que podía pagar por él. Pero en nombre, supuestamente, de la democracia, se está asesinando la cultura. Sí, existe en según qué círculos esa asociación de la cultura con el arte incomprendido de los artistas incomprendidos que, del mismo modo que desarrollan una forma de vida alternativa o extravagante o bohemia, desarrollan su arte de forma ajena a las instituciones artísticas), los encargos oficiales y el mercado. No por casualidad el arte soviético calificó estos principios parnasianistas de ideas burguesas, porque lo son. Porque solo el que es rico por su casa puede abrazarlas. Los demás no podemos. Yo cobro por copia vendida. Si se me da un adelanto de derechos de autor, se suele estimar en función de las copias que el pasado libro haya vendido. El último adelanto ha sido sensiblemente más bajo que el anterior, porque ? Lo Verdadero es un momento de lo falso? vendió menos de lo esperado. Eso sí, lo podéis descargar en internet en cinco minutos. Y por eso, precisamente, vendió tan poco. Es tan simple como que no me puedo poner a escribir otra novela porque tengo que comer para vivir y, si bien mi situación no es desesperada, ni mucho menos, tampoco es que pueda vivir del aire, ni que pueda seguir así el resto de mi vida. Empieza a ser hora de que me busque un trabajo. Y sí, podría sacrificarme mucho, trabajar en otras cosas y escribir dos horas cada noche, pero sí he tenido una hija ha sido precisamente para estar con ella, y también quiero estar con mi familia y con mis amigos. No quiero llegar a casa derrengada y ponerme a escribir a partir de las ocho. Lo hice con veinticinco años. Entonces me sobraba energía y no tenía una hija. Ahora no me siento capaz de repetir el esquema. Y, sobre todo, no quiero regalar gratuitamente mi obra a gente que, precisamente, se permite dejar en mi muro unos comentarios tan desagradables como los que he leído. (?) A día de hoy no tengo la más mínima intención de ponerme a escribir otra novela, y mucho menos un guión de cine. El abogado me cobra mil euros por cada uno de los seis juicios a los que me he tenido que enfrentar este año por culpa, precisamente, de una historia que no hubiera sucedido si yo no escribiera y no me hubiera hecho famosa haciéndolo. El fontanero me ha cobrado doscientos euros por la reparación de la cañería. Movistar me ha cobrado mil seiscientos euros por una factura fantasma de cuyo importe quisiera no acordarme, pero me acuerdo. La comunidad de mi casa, tiene costes, el IBI lo pago, pago todos mis impuestos religiosamente, pago la comida de mi hija, sus libros, sus uniformes, mi comida. Y de algún lado tendré que sacar el dinero para hacerlo. Repito: Ni he heredado una fortuna, ni me casé con nadie de la realeza, ni a día de hoy tengo cuerpo como para que me paguen por mis servicios sexuales. ¿ Es tan difícil de entender?

Desde luego, después de ese texto los insultos, las réplicas y los reproches siguieron llegando. Como aquel que dice: ?Pues nada hija, si escribes unicamente para lucrarte , buscate otro empleo, no se te echará de menos con esos ideales.? O aquel otro que declara: ?¡¡Se acabó vivir de la ceja!!? 

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20 de diciembre de 2011
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"El tema que uno sea gay o no es absolutamente irreverente"

David Leavitt ¿Se acuerdan de David Leavitt? En los años 80 era un verdadero boom, en especial para aquellos que buscaban literatura de género y, en su caso, más concretamente en novela gay. Ahora, de paso por Buenos Aires, habla con Andrés Hax para la revista Ñ sobre su nueva novela El contable hindú publicada por Anagrama. Esta vez, a diferencia de otras obras suyas, el libro no sucede contemporáneamente sino que es una novela histórica, aunque también hay un tema de identidad sexual. Dice la nota en Revista Ñ:

David Leavitt parece demasiado joven. Es que sacó su primera colección de cuentos en 1984. Imagínense ese mundo: pre Internet, pre televisión por cable, con el proyecto neoliberal recién despegando, con Reagan y Thatcher como copilotos. Era otro mundo. Otra era. Entonces cuando conocemos a Leavitt acá en Buenos Aires en la presentación de su última novela y vemos a un tipo bastante joven, a primera vista no nos dan los números. Pero es que Leavitt fue un wünderkind y en el 84 tenía veintitrés años. Ahora tiene cincuenta. Un pibe. Leavitt está de viaje en Buenos Aires y tiene intenciones de radicarse acá, al menos unos meses por año. En la librería Cúspide (la que está frente al cementerio de la Recoleta) presentó El contable hindú, su última novela, que apareció en inglés en el 2007 y se acaba de traducir al español. Marca un cambio profundo en su literatura, la misma que lo volvió un ícono de las letras gay en los 80. Esta es una novela histórica, meticulosamente investigada, sobre la relación entre el matemático inglés G.H. Hardy y el matemático genio autodidacta de India, Srinivasa Iyengar Ramanujan en la universidad de Cambridge en la época de la Primera Guerra Mundial.Leavitt dice que se ha volcado a la novela histórica ?aunque no le gusta ese término? porque ya no logra entender el presente. Quienes hojeen su libro verán que está repleto de formulas matemáticas de alta complejidad. Leavitt dice en la presentación que una de las cosas que le atrajo de la matemática es que ?como en la literatura? se suelen generar respuestas bien complejas a preguntas bien simples.Le preguntaron cómo recibió su novela la comunidad matemática y dijo: ?He recibido muchas cartas de matemáticos y muchos me corrigieron errores, pero todos estaban agradecidos de que se escribiera una novela sobre el tema. Me apoyaron muchísimo. Nunca recibí un email acusatorio, fueron muy generosos. ¡Además pasó algo que creo que es inédito en la historia académica de los Estados Unidos! Me invitaron a participar en una conferencia en Cornell que unió las facultades de matemáticas y de escritura creativa.?En cuanto su encasillamiento como escritor gay Leavitt enfatizó que esos términos ya no tienen peso en los Estados Unidos y que los escritores no se sienten obligados a seguir una temática según su sexualidad. De hecho contó una anécdota de un ex alumno suyo, cuya escritura, además, conocía íntimamente.?Y una noche que iba a venir a cenar me avisan que venía con su novio. Y yo dije ?¡qué novio!? Estaba asombrado, nunca lo supe. Entonces, el punto es que ya no te puedes dar cuenta de la orientación sexual de un escritor por lo que escribe. Los escritores jóvenes gay ya no están fijados en el tema de la identidad sexual. Ni tampoco sienten que sea un tema importante. Básicamente hay una generación que creció viendo programas de televisión como Will and Grace y el tema que uno sea gay o no es absolutamente irrelevante. Creo que esto es muy positivo.? 

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20 de diciembre de 2011
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"Gargantúa y Pantagruel" para Navidad.

Carátula del libro Las listas de libros recomendados para Navidad suelen ser extensas, pero Ricardo Menéndez Salomón no tiene dudas en dar su recomendación: un solo libro, Gargantúa y Pantagruel (Los cinco libros), de Francois Rabelais, editado por Ancantilado. ?La literatura como festín? es el título del artículo que publica en el último Babelia. Dice la reseña:

¿Qué consuelo, qué gozo, qué advertencia puede hallar en Gargantúa y Pantagruel el cínico y desencantado lector actual, que ha asistido hastiado a no se sabe ya cuántas muertes y resurrecciones de la novela, y que transita hoy, entre afligido y resignado, por una ficción en perpetua sospecha de sí misma, obligada a una consideración siempre irónica de sus poderes, enfangada en el descubrimiento de otros tantos mediterráneos que una mirada atenta a la tradición le evitaría considerar como tales, al constatar que lo que llama ?descubrimiento? es solo reconocimiento en el mejor de los casos o ignorancia en la mayoría de ocasiones?

¿Qué propuesta puede hacer suya el lector contemporáneo ante este libro seminal, que alzado sobre el trípode de las Escrituras, el saber grecolatino y la épica forjada en la novela caballeresca desborda toda constricción formal y se convierte en una máquina trituradora de prejuicios? ¿Qué feliz circunstancia ilumina esta prosa libérrima, lasciva, procaz hasta decir basta, incómoda por momentos aun para nuestra sensibilidad posindustrial, que ha hecho de la pornografía un paraje yerto y aquí se debe enfrentar a una sexualidad plena, retozona, de una capacidad evocativa y sensorial alucinante, como sucede en el asombroso episodio de las murallas parisienses construidas con vaginas? ¿Qué zarza ardiente nos sale al encuentro en este ciclo que se mofa de todo y todos, que arde por sus cuatro costados y le enseña el culo al teólogo, al retórico, al príncipe, a putas y cortesanos, catedráticos y fámulos, almas bellas y maquiavélicos, al hombre de armas, al báculo de Iglesia, al filósofo escolástico? ¿Qué voluntad anima al irreverente predecesor de Cervantes, de Sterne, de Joyce y de Perec, de los revolucionarios de la narrativa, de esa línea fecunda y sagrada que hace de la literatura en general y de la novela en particular la más alta manifestación de la libertad creadora? ¿Qué audaz verdad se descubre en este libro en que se folla sin pausa, se bebe sin medida, se come hasta el hartazgo, se miente a satisfacción, se roba, se estupra y se asesina, se opina de aerofagia, canibalismo y sodomía con idéntica ligereza e idéntica seriedad que las empleadas para discutir con Tito Livio, Tomás de Aquino o Carlos I, con un lenguaje que nos eleva desde la hipérbole, que nos abruma con la pirueta, que nos asombra ante la evidencia de una inteligencia en estado puro, que viaja de la medicina renacentista a la chanza taumatúrgica, de la hermenéutica veterotestamentaria a la más rotunda escatología, de la lección humanista al terrorismo in nuce?Quizá la respuesta a todas esas preguntas, que en realidad esconden una sola y vieja demanda (qué hace clásico al clásico), la hallemos en el prefacio de Guy Demerson: ?Según Rabelais, una obra auténticamente literaria corre el riesgo de fracasar en un medio cultural incapaz de captar el mensaje, por su estupidez, por su carácter superficial o simplemente por su mala fe; siempre presentó su libro como ejemplo de tal tentativa de comunicación expuesta a la incomprensión. El acto de ?benevolencia? del lector es la risa, la prueba de que acepta entrar en el fantasioso mundo de la literatura?. Porque esa risa liberadora es el arcano de un texto inagotable, esa risa que jamás falta en ningún libro realmente decisivo (la risa del Quijote oTristram Shandy, de Ulises o La vida instrucciones de uso), y que en la magnífica edición de Gabriel Hormaechea nos devuelve el festín de una raza de gigantes nacida de la pluma de quien acaso puede reclamar para sí el título de primer gigante de la novela europea.

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19 de diciembre de 2011
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Murió Václav Havel

Vlácav Havel Tuve la oportunidad de conocerlo en 1993, en el encuentro en Mollina, donde Havel fue anunciado pero luego no pudo asistir porque sus obligaciones políticas se lo impidieron. Václav Havel, el líder de la llamada ?revolución del terciopelo?, clave en la transición política de su país, paradigma del intelectual comprometido europeo y quien llegó a ser presidente de República Checa durante varios periodos, murió ayer en Praga víctima del cáncer a los 75 años. En este artículo de la revista Milenio, Andrés Bermúdez Liévano recuerda no solo su compromiso político sino también su oficio de dramaturgo. Dice la nota:

Diferentes sociedades han encontrado diversas maneras de resistir al autoritarismo. Si en Polonia se hizo frente al comunismo desde los sindicatos obreros y las iglesias católicas, en Checoslovaquia la resistencia se gestó desde la cultura: en los recitales clandestinos de rock y jazz, en los teatrosunderground y, de manera muy especial, en la literatura. Durante años, los textos de la generación más brillante de escritores checos -los novelistas Milan Kundera y Bohumil Hrabal, los poetas Jaroslav Seifert y Vladímir Holan- circularon en copias manuscritas de mano en mano, desafiando las prohibiciones del régimen. En el centro de ese movimiento cultural y político siempre estuvo Václav Havel, un dramaturgo que escribía obras en la tradición del teatro del absurdo de Ionesco y Beckett. Nació en Praga poco antes de la invasión alemana en el seno de una familia de intelectuales que lo perdería todo con la llegada del comunismo tras la Segunda Guerra Mundial. Por su procedencia burguesa, el régimen comunista le impidió estudiar en la universidad, así que Havel comenzó a trabajar como tramoyista en el Teatro de la Balaustrada en Praga. Allí nació su amor por el teatro y por la vibrante escena cultural que se desarrollaba a puerta cerrada en el país. Durante los años sesenta se fue gestando lentamente un proceso político, social y cultural que culminaría en 1968 con la Primavera de Praga, un modelo de ?socialismo con rostro humano? que propuso la abolición total de la censura, la libertad de expresión y una enorme actividad cultural, y que daría el nombre a otras revoluciones pacíficas como la actual ?Primavera Árabe?. (?) Los intelectuales y demás ?peligros? para el socialismo, condenados de nuevo al ostracismo y obligados a trabajar en fábricas y alcantarillas, pensaban en modos alternos de circular sus textos. Así que comenzaron a producir, en la clandestinidad de sus casas y con técnicas propias de la era de Gutenberg, copias manuscritas y a máquina de sus novelas, ensayos e incluso textos científicos. Las personas leían esos textos llamados samizdat -?editado por uno mismo?- y luego los entregaban a alguien más, de modo que se aseguraba la circulación de libros que, siguiendo irónicamente el modelo socialista, no pertenecían a nadie sino a todos. En esos años Havel dirigió Edice Expedice, una de las editoriales ilegales más activas. Cuando en 1976 los miembros de los Plastic People of the Universe, un grupo de rock psicodélico en la tradición de Frank Zappa, fueron encarcelados por subversión, unos 250 reconocidos intelectuales  liderados por Havel redactaron un documento que se llamaría la Carta 77. Ese manifiesto, rápidamente prohibido y penalizado por el régimen comunista, marcó el germen de una nueva disidencia. Su impacto fue tan grande que más de treinta años después inspiró el manifiesto que exige reformas políticas y la garantía de los derechos fundamentales en China, que recibió el nombre de Carta 08 y que enviaría a su líder Liu Xiaobo -premio Nobel de Paz el año pasado- a la cárcel. Por su rol en redactar y divulgar la Carta 77, Havel fue condenado a cuatro años de cárcel. Allí escribió el ensayo El poder de los sin poder, que probablemente constituye su mayor aporte intelectual. Este texto, que comienza con una alusión irónica al Manifiesto Comunista de Marx y Engels -?Un espectro se cierne sobre Europa oriental, el espectro de la disidencia?-, circuló durante años en formato samizdat en todos los países de la Cortina de Hierro. En él, Havel estudiaba los mecanismos mediante los cuales los regímenes totalitarios mantienen en la raya a sus ciudadanos -atemorizados, aislados y callados- y los obligan a convertirse en sus cómplices tácitos. Ahí radicaba el poder del sistema. Pero en el momento en que una persona se sale de línea, argumentaba Havel, ponía en jaque al sistema porque su pilar no es su fuerza bruta ni su red de inteligencia, sino la aceptación silenciosa de su existencia por parte de la sociedad. ?Al romper las reglas del juego, se perturba el desarrollo del mismo y se lo expone como tal?, escribía Havel. A esta ruptura la llamó ?vivir en la verdad?. Cualquier acción que fuese en contra del sistema, por pequeña que fuese, constituía una manera de exponerlo como mentira. Y en la medida en que esos actos de rebeldía fuesen colectivos, el sistema se iría quedando sin su base real de poder. El régimen comunista se derrumbó finalmente en diciembre de 1989, un mes después de la caída del Muro de Berlín y tras quince días de protestas en la Plaza Wenceslao, corazón espiritual de Praga. Ese movimiento popular y no violento que fue bautizado como la Revolución de Terciopelo -tomando su nombre del Velvet Underground, la famosa banda de rock de Lou Reed en los años sesenta- comenzó con una marcha de estudiantes brutalmente reprimida por la policía y concluyó con medio millón de praguenses coreando ?Havel al Castillo?. (?) Paralelo a su carrera política, Havel desarrolló una extensa obra como dramaturgo. Sus piezas de teatro casi siempre reflexionaron, en clave absurda, sobre la vida bajo el comunismo. La más conocida, Largo desolato, aborda la crisis psicológica de un escritor que se ve constantemente presionado por el contenido de sus textos. La fiesta en el jardín explora el ascenso improbable de un hombre que busca un puesto moviendo los hilos del sistema y termina convertido en uno de sus burócratas por excelencia. Público gira en torno a un escritor condenado a trabajar en una cervecería, cuyo jefe le exige escribir informes sobre sí mismo para la policía secreta a cambio de menos horas. Havel también se convertiría en personaje -un escritor que produce libros samizdat- en Rock n?Roll, la obra de teatro del británico Tom Stoppard sobre el auge del rock en la Praga de los sesentas. Tal vez Havel no vaya a ser recordado nunca como uno de los mejores dramaturgos del siglo XX. Pero su valor como intelectual público, como conciencia moral de una sociedad, lo coloca en una categoría diferente, aquella en la estarían Walter Benjamin o Hannah Arendt. Y su mayor logro será seguramente el de haber articulado el poder de quienes no lo tienen.

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19 de diciembre de 2011
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El Boomeran(g)
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