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Gandhi

Por 31 de enero de 2008 Sin comentarios

Andrés Ortega

Ayer hizo 60 años que Mahatma Gandhi murió asesinado por un integrista hindú. Muerte absurda para el apóstol de la no violencia y la resistencia cívica. El crimen, muchos años antes de que surgiera la tesis del choque de civilizaciones, refleja cómo una parte del peligro viene de dentro de la cultura propia. Después de él, Anwar el-Sadat falleció a manos de un fundamentalista musulmán y Menahem Begin de un judío radical. En eso de las civilizaciones, Gandhi tuvo algo que decir. Preguntado en una ocasión qué pensaba de la civilización occidental en su buen estilo: "Sería una buena idea".

¿Qué queda de su legado hoy? Mucho. Los terroristas yihadistas y otros de hoy contradicen a Gandhi. La desobediencia civil y la resistencia pasiva la aprendió en Suráfrica, donde luego otro de los mayores personajes mundiales que ha dado el siglo pasado, Nelson Mandela, también la aplicaría. Naturalmente tiene mucho que ver con la correlación de fuerzas -así les ganó la mano a los británicos- y con su propia concepción moral. "Estoy dispuesto a morir. Pero no hay causa alguna por la que esté dispuesto a matar".

Tuvo un gran sentido religioso, pero desde la comprensión de la pluralidad de las religiones. Y si "una religión no toma en cuenta los asuntos prácticos y no ayuda a resolverlos, no es religión". Consideró un error -que queda resaltado hoy de nuevo- la Partición, la separación de Pakistán (entonces y hasta 1971 unido a Bangla Desh) de India, pues él quería fomentar la convivencia entre hindúes y musulmanes. De hecho, India -que cuando murió Gandhi tenía 349 millones de habitantes y hoy se acerca a los 1.200 millones- es hoy, tras Indonesia, el segundo país con más musulmanes (133 millones de la Tierra). Y probablemente le hubiera satisfecho ver llegar a un sij, Manmohan Singh, al cargo de primer ministro.

En el fondo creyó profundamente en la libertad "que no vale la pena tener si no connota la libertad de equivocarse". "Un no pronunciado desde la convicción más profunda es mejor que un simplemente pronunciado para complacer, o peor aún, para evitar problemas", añadió. Un gran fracaso suyo y de los que le siguieron fue su intento de acabar con el sistema de las castas en India, que aún a día de hoy sigue estando muy vigente, aunque formalmente ilegalizado.

Sería bueno en muchas cosas volver a Gandhi. Faltan gentes como él, como Mandela, en este mundo de hoy. Su memorial en Delhi sobrecoge por su sobriedad.

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Andrés Ortega

Andrés Ortega Klein nació en Madrid en 1954. Es hijo de español (José Ortega Spottorno fundador de Alianza Editorial y de El País e hijo a su vez de José Ortega y Gasset) y francesa (Simone Ortega, autora de 1.080 recetas de cocina). Estudió bachillerato francés en Madrid, se licenció en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense y posteriormente realizó un Master en Relaciones Internacionales en la London School of Economic (LSE) con una beca de la Fundación March. En Londres inició su carrera periodística como corresponsal para El País, pasando posteriormente a Bruselas donde cubrió el final de las negociaciones de ingreso de España en la hoy Unión Europea.  Durante la primera Presidencia española del Consejo comunitario en 1989, trabajó como asesor ejecutivo para el entonces ministro de Asuntos Exteriores, Francisco Fernández Ordóñez. A principios de 1990, pasó al recién creado Departamento de Estudios de la Presidencia del Gobierno encabezado por Felipe González, que dirigió entre 1995 y 1996. Se incorporó entonces a la sección de Opinión de El País como editorialista y columnista. En 2004, se convirtió en el primer director de Foreign Policy Edición Española (FP), publica por la Fundación FRIDE.  Junto a su labor de análisis de la realidad internacional en El País y en FP, ha publicado en numerosos medios especializados en España y otros países y participado en los principales foros. Ha publicado cuatro libros: El purgatorio de la OTAN (1986), La razón de Europa (1994); Horizontes cercanos: Guía para un mundo en cambio (2000) y La fuerza de los pocos (primavera de 2007). En 2002 fue galardonado con el Premio Madariaga de Periodismo Europeo (prensa escrita).

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