Andrés Ortega
Rowan Wiliams, arzobispo de Canterbury y máxima autoridad eclesiástica de la Iglesia Anglicana ha armado mucho lío al sugerir que había que considerar introducir algunos elementos de la ley islámica (sharia, sobre cuya interpretación hay al menos cinco escuelas distintas) en el sistema legal inglés, como ocurre en parte con algunos judíos ortodoxos. Pero no es algo tan sencillo lo que ha propuesto este fino pensador religioso en su discurso la semana pasada ante los Royal Courts of Justice, aunque sus declaraciones a la radio o la manera de presentarlo hayan simplificado extremadamente su mensaje.
Madeleine Bunting, una de las mejores columnistas del diario británico The Guardian, consideró que puede que haya buenas razones para iniciar el debate sobre la sharia en Gran Bretaña, pero que quizás el arzobispo no debió empezar así, provocando una "tormenta mediática perfecta". Pero "lo que Rowan Williams puso de relieve es que hay aspectos de la sharia que se aplican a través de tribunales de la sharia que ya existen" en el Reino Unido. ¿Pretendemos que no existen o les otorgamos algún tupo de reconocimiento?", señaló Bunting.
Pues Williams ha puesto el dedo sobre un espinoso problema en una sociedad multicultural. Lo que ha venido a decir Williams, en un complejo argumento bien documentado, es que estas poblaciones musulmanas en Inglaterra no se verían reconocidas en el ordenamiento legal inglés (por extensión británico) si no se recogían algunos de sus propios aspectos culturales. Naturalmente no se refería a la lapidación de los adúlteros o a la poligamia, ni siquiera al derecho a la apostasía -en lo que se extiende, dado el no reconocimiento por una parte del islam-, o a los matrimonios forzosos sino a otras cosas como el matrimonio, el divorcio o disputas financieras. Tribunales de la sharia podrían ser reconocidos para estos fines.
Lo que vino a decir Williams, que nunca utiliza los términos fundamentalista o integrista, sino "primitivistas" al referirse a los islamistas más radicales, parte de que vivimos en unas sociedades con identidades múltiples que se solapan, y de que los musulmanes en su país no deberían tener que elegir entre "las duras alternativas de la lealtad cultural y la lealtad al Estado". Pues hay comunidades en su sociedad que "aunque no menos respetuosas de la ley que el resto de la población, se relacionan con otra cosa que únicamente el sistema legal británico", y "buscan la libertad para vivir bajo la sharia". Para el arzobispo "si el derecho del país no toma en cuenta lo que para algunos agentes podría ser una razón propia de comportamiento (…) fracasa en un modo significativo a la hora de comunicar con alguien implicado en el proceso legal". Intenta evitar que los ciudadanos tengan que elegir. Y de ciudadanos se trata, pues sitúa por encima el concepto de ciudadanía común.
Para deshacer las simplificaciones que se han difundido sobre su discurso, cabe destacar dos frases centrales: "Si se reconoce algún tipo de jurisdicción plural, debería ser presumiblemente bajo la rúbrica de que ninguna legislación suplementaria podría tener el poder de negar el acceso a los derechos otorgados a otros ciudadanos o castigar a sus miembros por reclamar esos derechos". Es decir, que si se admitiera una parte de la sharia por razones culturales, los que se acogieran a ella no perderían los derechos del régimen general, que predominaría en caso de conflicto; mantendrían sus derechos de ciudadanía. Aunque antes hay que "estar preparados para pensar sobre las reglas básicas que pudieran organizar la relación entre jurisdicciones". Para Williams el Consejo de la Sharia Islámica que existe en Inglaterra no es suficiente para avanzar por estos caminos, Se requiere algo mucho más representativo
La derecha se soliviantó, pero también el Gobierno laborista ante el mensaje de Williams. Todo esto no es un problema estrictamente inglés o británico. En Francia, los sociólogos calculan que hay 10.000 familias poligámicas, naturalmente, no reconocidas oficialmente, pero también se prefiere ignorar esta realidad. Pero sobre todo la relación entre derecho y culturas se va a plantear pronto en muchas sociedades. Canadá ya rechazó lo que ahora plantea Williams para Inglaterra. En el Reino Unido, no se reconocen (en parte sí) los matrimonios o divorcios islámicos (pese a que muchos se crean que sí), de los residentes, pero sí los llevados a cabo en países musulmanes, como Pakistán. Lo que complica la situación a escala global. En España el matrominio católico tiene una plasmación directa en el matrimonio civil, por los acuerdos entre Iglesia y Estado. No en Francia donde quien e¡se quiera casar por la iglesia tiene que pasar tambiñen por el ayuntamiento.
Rowan Williams ha armado un gran lío. Pero habrá que volver, con rigor y sin pasión, sobre lo que ha planteado.