
Ficha técnica
Título: Sueños en tiempos de guerra. Memorias de infancia | Autor: Ngûgî wa Thiong’o | Traducción: Rita da Costa | Editorial: Rayo Verde | Colección: | Páginas: 272 | ISBN: 978-84-16689-19-4 | Fecha: septiembre 2016 | Precio: 21.90 euros
Sueños en tiempos de guerra
Ngugi wa Thiong'o
Ngũgĩ wa Thiong’o nació en 1938 en la Kenya rural. Incluso mientras la Segunda Guerra Mundial afectaba las vidas de los africanos bajo el yugo imperialista inglés y su familia pasaba dificultades económicas, Ngũgĩ consiguió ir a la escuela para saciar su singular sed de conocimientos. Años más tarde se convertiría en uno de los principales escritores y pensadores africanos.
En Sueños en tiempos de guerra, Ngũgĩ dibuja hábilmente una era pasada, capturando el paisatge, la gente y la cultura. Narrado desde los ojos de un niño y al mismo tiempo la inteligencia de una vida dedicada, entre otras cosas, al estudio y la defensa de las culturas minorizadas, el libro evidencia la vicisitudes sociales y políticas de la vida colonial y la guerra. El autor nos acerca a su experiencia a través del relato sobre la complicada relación entre una clase cristianizada emergente y la clase pobre rural que mantiene sus creencias tradicionales o la guerra por la independencia.
En la obra, se expresan delicadas y poderosas sutilezas y complejidades con una sensibilidad conmovedora. Es el testigo de un niño que, en medio de un país inmerso en el desencanto y la muerte, emprende cada día su camino hacia la escuela con la firme esperanza que los sueños pueden cambiar el mundo.
PÁGINAS DEL LIBRO
Años más tarde, cuando leyera que para T. S. Eliot abril era el mes más cruel, recordaría lo que me ocurrió un día de abril de 1954 en la fría región de Limuru, la extensión de tierra más preciada de una zona que en 1902 otro Eliot -sir Charles Eliot, a la sazón gobernador de la Kenia colonial- había reservado para los colonos europeos y rebautizado como White Highlands o Tierras Altas Blancas. Aquel recuerdo, en toda su inmediatez, me vino a la mente de un modo vívido.
Ese día no había almorzado, y mi estómago no guardaba recuerdo alguno de las gachas que había engullido a toda prisa por la mañana, antes de recorrer a pie los diez kilómetros que me separaban de la Kĩnyogori Intermediate School, la escuela de segundo ciclo de primaria. Ahora debía volver sobre mis pasos para regresar a casa, y traté de no ilusionarme demasiado con la posibilidad de llevarme algo a la boca esa noche. Mi madre se las ingeniaba bastante bien para poner sobre la mesa una comida diaria, pero cuando se tiene hambre es mejor concentrarse en algo, lo que sea, con tal de no pensar en comer. Eso era lo que solía hacer yo a la hora del almuerzo, mientras otros chicos sacaban la comida que habían traído y los que vivían en las inmediaciones se iban a almorzar a casa aprovechando la pausa del mediodía. Yo fingía que tenía algún sitio adonde ir, aunque en realidad me cobijaba a la sombra de cualquier árbol o arbusto, lejos de los demás chicos, y me sentaba a leer un libro, cualquier libro que cayera en mis manos. No es que abundaran, precisamente, pero hasta los apuntes de clase eran bienvenidos como forma de distracción. Ese día me puse a leer una edición abreviada de Oliver Twist, de Dickens. En el libro había un dibujo a pluma de Oliver Twist sosteniendo un cuenco y mirando a otro personaje mucho más alto que él, con la leyenda: «Señor, ¿puedo tomar un poco más, por favor?». Me sentí identificado con aquella pregunta, aunque en mi caso el interlocutor solía ser mi madre, mi única benefactora, que me dejaba repetir siempre que podía.