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Comuniones a Dojo

Por 22 de mayo de 2017 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Joana Bonet

El juez Emilio Calatayud, justiciero de película finlandesa, el mismo que obligó a un ladronzuelo de peluquerías a realizar un curso de estilista y cortarle el pelo a su señoría, o que le exigió a un hacker impartir cien horas de clases de informática a chavales, se ha erigido en el aguafiestas de las Primeras Comuniones, el sacramento religioso con el músculo más tonificado. En España 250.000 al año. No siempre es un sentimiento fervoroso el que conduce a este rito de pasaje entre la primera y la segunda infancia, sino esos aires de grandeza endomingada que tanto daño nos han hecho. El juez granadino ha dicho:  “que se nos va la pinza. Lo que antaño era un chocolate con churros y un relojito hoy es un almuerzo master chef, un viaje a Eurodisney y el móvil de última generación”. El nuevoriquismo en la España arruinada –adornada con aeropuertos y autopistas fantasma– ha llegado a extremos risibles: niños que llegan a la iglesia en coche de caballos o limusina y competencia entre familias para ver quien hace un mejor fiestón, crédito bancario incluido.
 
Los  niños quieren hacer la Comunión, tengan padres ateos o budistas. Es como un megacumpleaños con disfraz incluido: mini-novias con crinolinas, y marineritos, un anacronismo agigantado en Madrid.  “No se hace por los regalos” repiten las familias dichosas de reunirse y brindar por el paso del tiempo. Los pequeños no acaban de creerse su papel. Aunque la media de duración de las parejas españolas ronde los quince años, muchas no llegan juntas a la primera comunión de sus hijos. Y ahí está el suculento plato servido con salsa rosa: celebraciones de divorciados que se arrejuntan en la foto con la niña agarrándoles la mano. En mi época, se decía que el de la comunión era el día más feliz de nuestra vida. Lo pensé mucho: “¿soy hoy más feliz que ayer?”.  Sonaba a día de los enamorados. Entonces, ni la reina del blanco, Rosa Clará, ni Juan Duyos o Paola Dominguín se habían lanzado al negocio de los vestidos  de comunión, de diseño, pero teníamos El Corte Inglés, que siempre te da la razón, y en verdad no hay otra cosa que guste más al cliente
 
La mayoría de madres desean que sus hijas vistan de blanco, pero en la familia real solo los adultos se visten de ceremonia. El reinado de Felipe VI se basa en la ejemplaridad, y cualquier detalle suyo vale oro. La infantita comulgó con el habitual uniforme de su colegio Santa María de los Rosales, rito que se estila entre quienes no quieren desviar con vanidades el sentido espiritual de la ceremonia.  Una túnica para comulgar, y un traje para lucir. Así resolvió Nieves Álvarez, una de las mujeres con menos enemigos que conozco, separada hace dos años del fotógrafo Marco Severini. Otros, en cambio tienen que acordar una misma ceremonia y dos convites, porque andan a la greña: así se rumorea que harán los Echevarría-Bustamante, como si la Comunión fuera más difícil de compartir que la custodia.
Esta semana, dos mujeres que nacieron para llevar mantilla, al estilo de los personajes de “La máquina del tiempo”, Lourdes Montes –mujer de Fran Rivera– e Inés Sastre, besaron la bandera española en Sevilla, con tal fervor que el estandarte parecía la mano de Dios o los labios de Brad Pitt, en lugar de un simple trapo. Los padres toreros optan por el formato boda de salón, devotos y solemnes, en la finca rústica, con celebrities y lubina salvaje. “Uno de los días más especiales y emotivos de mi vida!!! Ver a Palomita recibir a Cristo por primera vez” escribía Enrique Ponce en su cuenta de Instagram, donde hacía publicidad a la creadora del traje. Entre los invitados, figuraba media  lista de famosos que trotan de fiesta en fiesta, tipo juego de la oca, vistiendo siempre colores chillones, en especial el amarillo, un color amado por las señoras ricas; ellos con pañuelos floridos en el bolsillo. Cristina Yanes y Miguel Báez, el Litri y Carolina Herrera, Luis Alfonso de Borbón y Margarita Vargas, Genoveva Casanova o Fiona Ferrer.. Familias de segunda vuelta, divorciados y recasados finos que se llevan de maravilla con sus ex y organizan banquetes romanos. “Dejen algo para la boda”, dice el juez Calatayud. No solo para la primera, sino para la segunda, o la tercera, que así se viven los fastos en la España arruinada. 
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Joana Bonet

Joana Bonet es periodista y filóloga, escribe en prensa desde los 18 años sobre literatura, moda, tendencias sociales, feminismo, política y paradojas contemporáneas. Especializada en la creación de nuevas cabeceras y formatos editoriales, ha impulsado a lo largo de su carrera diversos proyectos editoriales. En 2016, crea el suplemento mensual Fashion&Arts Magazine (La Vanguardia y Prensa Ibérica), que también dirige. Dos años antes diseñó el lanzamiento de la revista Icon para El País. Entre 1996 y 2012 dirigió la revista Marie Claire, y antes, en 1992, creó y dirigió la revista Woman (Grupo Z), que refrescó y actualizó el género de las revistas femeninas. Durante este tiempo ha colaborado también con medios escritos, radiofónicos y televisivos (de El País o Vogue París a Hoy por Hoy de la cadena SER y Julia en la onda de Onda Cero a El Club de TV3 o Humanos y Divinos de TVE) y publicado diversos ensayos, entre los que destacan Hombres, material sensible, Las metrosesenta, Generación paréntesis, Fabulosas y rebeldes y la biografía Chacón. La mujer que pudo gobernar. Desde 2006 tiene una columna de opinión en La Vanguardia. 

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