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Tiempo de malos

Por 6 de febrero de 2013 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Joana Bonet

Por qué en la secuencia de un elogio, la que empieza por “es un gran profesional, con talento, inteligente, firme…”, se deja para el final lo de “… y buena persona”? En verdad suele decirse “y además es buena persona”, sujetando la expresión con el adverbio como si se tratara de algo no necesariamente obligatorio, de un plus que sirve de broche para expresar la idoneidad del individuo en cuestión. Hoy por hoy, nadie contrata a nadie por sus virtudes humanas ni por su nobleza o paciencia. Sin duda son características gratas, y sobre todo armoniosas, pero la preparación, el estatus e incluso el aspecto físico prevalecen. En la era del coaching y del ensimismamiento, que a diario exhibimos en las redes, se levanta un muro cada vez más alto entre el yo público y el yo privado. Aunque el ser humano sepa que continuamente tiene que conseguir dar un paso más, alumbrado por la ilusión de la trascendencia, el cortoplacismo ha condicionado sus aspiraciones.
El gurú de la nueva religión laica, Alain de Botton, resalta cómo a lo largo de la historia las sociedades han priorizado el fomento de la bondad. “Pero nosotros somos una de las primeras generaciones que tienen cero interés público en el tema; es más, si alguien dice que se preocupará de ser más virtuoso, lo miran como a un loco”. Tan sólo hace falta revisar en qué contextos se ha utilizado el termino buenismo, y la rapidez con la que ha huido despavorido de la jerga mediática. La generosidad o la urbanidad -que va un paso más allá de la cortesía- no son valores en alza. Todo lo contrario, resultan una especie de propina que siempre será bienvenida.
Desde antiguo, lo que más ha unido a la humanidad es que no tiene ningún lugar para escapar. La idea pertenece a Milan Kundera, recogida ahora por Bauman en Sobre la educación en un mundo líquido (Paidós), donde considera que la juventud está “tan preñada de rebelión como de conformismo”, y subraya la importancia de una educación para siempre, sobre todo cuando nada es perdurable y la vida se debe asumir pedazo a pedazo.
En el nuevo saco de valores, el beneficio está por encima del sacrificio, y la arrogancia enmascara la confianza. Los unos definen a los otros como empáticos o reservados, con espíritu de funcionario o proactivos, ingeniosos o previsibles, vanidosos o humildes…, esquivando el reduccionismo maniqueo de buenos y malos, como si dicha división ya no tuviera crédito. Porque hoy, cuando se expresa admiración hacia alguien, se dice “eres un crac”, dejando claro que el mundo nunca ha sido de los buenazos sino de los putos amos.

(La Vanguardia)

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Joana Bonet

Joana Bonet es periodista y filóloga, escribe en prensa desde los 18 años sobre literatura, moda, tendencias sociales, feminismo, política y paradojas contemporáneas. Especializada en la creación de nuevas cabeceras y formatos editoriales, ha impulsado a lo largo de su carrera diversos proyectos editoriales. En 2016, crea el suplemento mensual Fashion&Arts Magazine (La Vanguardia y Prensa Ibérica), que también dirige. Dos años antes diseñó el lanzamiento de la revista Icon para El País. Entre 1996 y 2012 dirigió la revista Marie Claire, y antes, en 1992, creó y dirigió la revista Woman (Grupo Z), que refrescó y actualizó el género de las revistas femeninas. Durante este tiempo ha colaborado también con medios escritos, radiofónicos y televisivos (de El País o Vogue París a Hoy por Hoy de la cadena SER y Julia en la onda de Onda Cero a El Club de TV3 o Humanos y Divinos de TVE) y publicado diversos ensayos, entre los que destacan Hombres, material sensible, Las metrosesenta, Generación paréntesis, Fabulosas y rebeldes y la biografía Chacón. La mujer que pudo gobernar. Desde 2006 tiene una columna de opinión en La Vanguardia. 

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