Francisco Ferrer Lerín
Poco sabemos de la vida de Juan Bautista Xamarro. Sólo que fue residente en Corte, barbero de los pajes de S.M. (Su Majestad), que estuvo casado primero con Magdalena de Tamayo y después con Ana María Maldonado, y que otorgó testamento el 16 de febrero de 1623 ante el notario Francisco Hernández, falleciendo en Madrid, donde vivía en la calle Tudescos, y donde fue enterrado, en el cementerio de San Martín.
Xamarro es conocido por publicar en 1604, en Madrid, en la Imprenta Real, el libro Conocimiento de las Diez Aves Menores de Jaula, su canto, enfermedad, cura y cría; tratado del que circulan multitud de ediciones, a menudo facsímiles. También, de Xamarro, la Biblioteca Nacional de España guarda el manuscrito Tratado de la dentadura, sus enfermedades y remedios, en el que se le referencia como ‘barbero napolitano’ pero, nuestro interés se centra en otro título, en Indicación de la sangría, publicado en Valladolid, también en 1604 y del que no se conserva ningún ejemplar aunque es citado reiteradamente en listados de obras de enfermería, listados que acostumbra a encabezar en compañía del volumen, también de 1604, Defensa de las criaturas de tierna edad, de Cristóbal Pérez de Herrera.
Ayer, 23 de julio de 2024, estuve cerca de un ejemplar de Indicación de la sangría, eso sí titulado Indicaciones de la sangría y firmado como J.B. Zamarro. Entraba yo a recibir la comunión en la capilla de Santa Orosia, en la catedral de Jaca, y al levantarse uno de los fieles quedó libre el extremo de un banco; fui a sentarme pero el fiel volvió a recoger algo que había olvidado; fue todo muy rápido, había poca luz, y los movimientos de esa persona resultaban nerviosos, casi catatónicos; además su cuerpo y/o sus ropas desprendían un insoportable hedor a podredumbre, a catacumbas, que quizá nubló mi vista. Pero diría, casi aseguraría, que el objeto, legajo más que libro, llevaba, en su cubierta, que me pareció de madera o cuero, el título en cuestión, Indicaciones de la sangría, con el nombre Zamarro acompañado, de forma errática, por las letras J y B. [El Hospital Viejo de Jaca (mediados del XVI), cercano a la Catedral, está inmerso en una profunda remodelación; comentan los vecinos que, de noche, se ven y oyen raros personajes recorriendo las estancias, ahora sin ventanas, introduciendo objetos de variada forma en sacos de arpillera]