Vicente Luis Mora
[Imagen tomada de Peter Mendelsund, Qué vemos cuando leemos; Seix Barral, Barcelona, 2015.]
No miente la solapa de este libro cuando define a Peter Mendelsund como director artístico y diseñador de portadas, pero oculta un dato esencial: Mendelsund es un Lector. Un lector de verdad; es ese lector Prototípico que lee libros sin otra voluntad que leerlos; es decir, un lector que no se propone hacer novelas o poemas, sino sólo leer. Dirán ustedes: bueno, pero Mendelsund sí que ha escrito un libro. Cierto, pero es un libro sobre la lectura, sobre la fenomenología de la lectura, sobre qué significa leer. Un libro que demuestra notable experiencia lectora (no sólo en cuanto a número de volúmenes, sino sobre todo en cuanto a calidad de selección), que analiza con inteligencia la diferencia entre ver y leer, partiendo de novelas fabulosas de fabulosos autores: Virginia Woolf, Joyce, Dickens, Calvino, etcétera. Un libro no tanto sobre libros como sobre nuestra experiencia como lectores de esos libros.
Qué vemos cuando leemos no sólo está escrito; también está diseñado, como las excelentes portadas que han hecho célebre a Mendelsund en el mundo editorial, y utiliza un lenguaje gráfico además del verbal para desarrollar sus ideas. Arriba tienen uno de los cientos de ejemplos posibles, demostrando que la textovisualidad no tiene por qué enclaustrarse en los libros de creación. Sus antecedentes serían libros como El medio es el Masaje (1967), de Marshall McLuhan y Quentin Fiore, ensayos en los que texto e imagen vienen a sumarse como lenguajes interdependientes y complejos.
El resultado es un libro sorprendente, fácil de leer sin dejar de ser complejo e incisivo, que profundiza en una de las experiencias más fáciles y difíciles posibles: crear personajes y darles vida a partir de una reducción (p. 433) de sus características y forma, mediante un retrato parcial que, de forma milagrosa, nos presente a esos caracteres vitales ante los ojos de forma verosímil y memorable, como un todo. Su presentación gradual ante nuestros ojos convierte, según el agudo diagnóstico de Mendelsund, la lectura en relectura, pues la continua aparición de nuevos detalles va corrigiendo la imagen que habíamos pergeñado de los personajes en las páginas anteriores. El hecho de que la descripción física de una mujer caracterizada por Jane Austen no aparezca hasta la página 65 de una obra viene a significar, según el autor, que hasta entonces su personaje principal había vivido de espaldas a ella, y que un cambio de circunstancias le lleva en ese instante y no antes a fijar su atención en esa mujer y detenerse a estudiar su fisonomía. Como explicaba Terry Eagleton en El acontecimiento de la literatura, "es imposible descubrir lo que Hamlet estaba haciendo antes de la primera vez que aparece en escena porque no estaba haciendo nada. En una especie de magia o utopía del mundo creativo, la realidad en la ficción es enteramente sensible al lenguaje, pero solo porque es calladamente creación del propio lenguaje". Ese arte de la aparición gradual de personajes e ideas en los libros centra buena parte del ensayo de Mendelsund.
Un libro muy recomendable que nos mueve a pensar, a leer y a pensar sobre leer, con independencia del bagaje de lecturas que tengamos.