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Ficha técnica

Título: Para Isabel. Un Mandala | Autor: Antonio Tabucchi | Traducción: Carlos Grumpet | Editorial: Anagrama | Colección: Panorama de Narrativas | Páginas: 160 | ISBN:  978-84-339-7906-3 | Precio: 14,90 euros

Para Isabel. Un Mandala

Antonio Tabucchi

ANAGRAMA

Esta primera novela póstuma de Antonio Tabucchi es ocasión para el reencuentro con la voz amiga del escritor toscano fallecido hace casi tres años, con su inconfundible escritura, tan cálida como repleta de interrogantes, tan devastadora en su retrato de la laberíntica condición humana como acogedora en su ironía y permanente registro lúdico. Pero es también el reencuentro con dos esquivos y recurrentes personajes que han transitado por varios de sus libros, Tadeus e Isabel.

El primero, en efecto, vuelve de la lejana constelación donde habita para, como el descreído Orfeo, arrancar a la segunda del olvido en que reposa. Pero encontrar a Isabel no será fácil y el narrador deberá recorrer los distintos círculos de un mandala para llegar al centro donde acaso ella le aguarde, y emprender un viaje, que mucho tiene de alucinación y ensueño, por el tiempo y el espacio, conversando con los personajes que la conocieron: la niñera de su infancia, sus compañeros de luchas antisalazaristas, el carcelero que la ayudó a escapar, un excéntrico sacerdote de Macao, un poeta moribundo, para culminar con Xavier, el personaje de Nocturno hindú, otro ilustre miembro del linaje de los desaparecidos tabucchianos.

Y el retrato colectivo que acaba trazándose de esta mujer de vida doliente será, una vez más, caleidoscópico y contradictorio y, como la línea del horizonte, se aleja a medida que avanza la excéntrica investigación de ese Philip Marlowe metafísico en el que va convirtiéndose Tadeus. Escrito en 1996, pero concebido mucho antes y mencionado varias veces después, este libro acompañó a Tabucchi durante muchos años. Un crítico italiano ha sugerido que si no se decidió a publicarlo en su momento fue porque llegó a sumergirse en su escritura más que en ninguno de sus libros.

Fuera o no así, lo indudable es que esta extraordinaria novela, tan breve e intensa como Réquiem, es un auténtico compendio de todos los grandes temas tabucchianos: la vida como laberinto inextricable, el viaje como metáfora de la búsqueda existencial, la ligazón entre historia individual y colectiva, el tiempo y la muerte, los recovecos de la memoria y el olvido, con la habitual maestría de su autor para barajar elementos heterogéneos y personajes inolvidables. Un regalo para los lectores, un relato tan apasionante como perturbador, la voz de Tabucchi de nuevo entre nosotros.

«Novela a cuya sugestión no será fácil que el lector pueda sustraerse, Tabucchi vive y dilata sus historias siguiendo la reflexión sobre el ser y el tiempo que siempre lo ha acompañado. Para Isabel no es un relato de Tabucchi, sino que en cierta manera puede definirse como el relato, ese que durante muchos años estuvo intentando escribir» (Paolo Mauri, La Repubblica).

«La enésima gran tesela de esa fantasmagórica y melancólica cosmogonía de la ausencia que Tabucchi ha ido compilando novela tras novela, relato tras relato» (Andrea Bajani, Il Sole 24 Ore).

«Es el relato por excelencia, podría decirse; un viaje sin centro, entre sueño, memoria y delirio» (Renato Minore, Il Messaggero).

1. Primer círculo. Mónica. Lisboa. Evocación

No había estado nunca en el Tavares en toda mi vida. El Tavares es el restaurante más lujoso de Lisboa, en él hay espejos de estuco dorado y sillas de terciopelo, se come cocina internacional aunque también la típica cocina portuguesa, preparada sin embargo con delicadeza, por ejemplo, tú pides cerdo con almejas, como se hace en Alentejo, y ellos te lo cocinan como si fuera un plato parisino, o por lo menos eso me habían dicho. Pero no había estado nunca allí, tan sólo había oído hablar de él. Tomé un autobús hasta Intendente. La plaza estaba llena de putas y de chulos. La tarde tocaba a su fin, yo llegaba con antelación. Entré en un viejo café que conocía, un café con billares, y me puse a mirar el juego. Había un viejecillo al que le faltaba una pierna que jugaba apoyado en una muleta, tenía los ojos claros y el pelo crespo y blanco, derribaba palillos como si se bebiera un vaso de agua, limpió a todos los presentes y luego se sentó en una silla y se dio un golpecillo en el vientre como si se dispusiera a digerir.

¿Amigo, te va una partida?, me preguntó. No, contesté yo, contigo perdería sin duda alguna, si te apetece podemos jugarnos un vasito de Oporto, me hace falta un aperitivo, pero, si lo prefieres, te invito con mucho gusto. Él me miró y sonrió. Tienes un acento raro, añadió, ¿eres extranjero? Un poco, contesté. ¿De dónde vienes?, preguntó. De los alrededores de Sirio, dije yo. No conozco esa ciudad, replicó él, ¿a qué país pertenece? Al Can Mayor, dije yo. Bah, dijo él, con todos los países nuevos que hay ahora en el mundo. Se rascó la espalda con el taco del billar. ¿Y cómo te llamas?, preguntó. Me llamo Waclaw, contesté, pero ése no es más que mi nombre de bautismo, para los amigos soy Tadeus. Él relajó su gesto de desconfianza y exhibió una ancha sonrisa. Así que estás bautizado, dijo, de modo que eres cristiano, entonces soy yo quien te invita a beber algo, ¿qué tomas? Dije que me tomaría un Oporto blanco y él llamó al camarero. Ya me he dado cuenta de qué es lo que te hace falta, continuó el hombrecillo, te hace falta una mujer, una guapa mujer africana de dieciocho años,
te costará poco, es casi virgen, llegó ayer de Cabo Verde. No, gracias, dije yo, voy a tener que irme enseguida, intentaré encontrar un taxi, esta noche tengo una cita importante, no tengo tiempo para chicas en estos momentos. Él me miró con aire perplejo. Hum, dijo, pero, entonces, ¿qué andas buscando por aquí? Yo encendí un cigarrillo y permanecí en silencio. Yo también estoy buscando a una mujer, dije luego, y voy preguntando por ella, me he parado aquí por casualidad, para matar el tiempo, porque tengo una cita con una señora que puede darme cierta información y quiero oír lo que me cuenta, y, por cierto, ya es hora de que me vaya, hay un taxi libre en la parada, tengo que darme prisa.

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Antonio Tabucchi

Antonio Tabucchi (Pisa, 1943-Lisboa, 2012) está considerado como el mejor escritor italiano de su generación y goza de un amplio prestigio internacional. Fue galardonado con los premios más prestigiosos, entre ellos el PEN Club, el Campiello y el Viareggio-Rèpaci en Italia; el Médicis Extranjero, el Premio Europeo de Literatura y el Méditerranée en Francia; el Aristeion en Grecia; el Nossack en Alemania y el Premio Europeo de Literatura en Austria. En España recibió numerosos galardones, como el Premio de Periodismo Francisco Cerecedo, el Premio Arcebispo Juan de San Clemente, el Premio Hidalgo y la Pluma de Plata; además, era miembro de la Academia de Yuste y fue pregonero de Sant Jordi. También fue nombrado Oficial de la Orden de las Artes y las Letras en Francia y Comendador de la Orden del Infante Don Enrique en Portugal. En Anagrama se han publicado Piazza d'Italia, El juego del revés, Dama de Porto Pim, Nocturno hindú, Pequeños equívocos sin importancia, La línea del horizonte, Los volátiles del Beato Angélico, Las tentaciones de Jerónimo Bosco, El ángel negro, Réquiem, Sueños de sueños & Los tres últimos días de Fernando Pessoa, Sostiene Pereira, La cabeza perdida de Damasceno Monteiro, Se está haciendo cada vez más tarde, Autobiografías ajenas, Tristano muere, El tiempo envejece deprisa, Viajes y otros viajes y Para Isabel. Un mandala, así como los ensayos de La gastritis de Platón y La oca al paso.

Obras asociadas
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