
Ficha técnica
Título: Conversaciones con Steve Jobs. Un revolucionario silencioso.| Autor: Steve Jobs | Traducción: Ángela Caramazana González; Natalí Lescano Franco | Editorial: Confluencias | Colección: Conversaciones | Materias: Biografías, Autobiografías y Memorias | Formato: 106 x 170 mm | Encuadernación: Rústica | Páginas: 156 | ISBN: 978-84-942742-8-2 | Precio: 14 euros
Conversaciones con Steve Jobs
Steve Jobs
Casi todo está dicho sobre Steve Jobs: anécdotas, citas, recuerdos personales… Aun así, siempre aparece algo que aporta un nuevo detalle o una visión distinta sobre el fundador de Apple. Pero son otros, colaboradores y periodistas, los que han registrado la crónica sobre Steve Jobs y Apple. En esta ocasión, es él, con sus propias palabras, el que da la versión de su vida y de su obra a través de tres entrevistas: para Playboy, en febrero de 1985, en la Smithsonian Institution (EE.UU.), en abril de 1995 y junto a Bill Gates en mayo de 2007.
En tres extensas entrevistas de diferentes periodos de su vida, (1985, 1995, y 2007) Steve Jobs relata cada uno de los peldaños que tuvo que ir subiendo para construir ese mundo Apple, mitad técnica, mitad sueño, que comparten ahora millones de usuarios: «Apple fue una increíble travesía. Quiero decir, hicimos algo increíble allí. Lo que nos unió a todos nosotros en Apple era la habilidad de hacer cosas que iban a cambiar el mundo. Eso era lo importante. Todos nosotros éramos muy jóvenes. La media de edad en la compañía era de veintipocos años».
I
Entrevista con David Sheff
Playboy, febrero de 1985
David Sheff: Sobrevivimos a 1984, y los ordenadores no dominaron el mundo, por más que algunas personas consideren eso algo difícil de creer. Y si hay algún individuo que pueda ser acusado o venerado por la proliferación de los ordenadores, tú, el padre de veintinueve años de la revolución informática, eres el candidato perfecto. También te has vuelto mucho más rico de lo que habrías podido soñar… tus acciones llegaron a costar casi quinientos millones de dólares, ¿no es así?
Steve Jobs: En realidad, perdí doscientos cincuenta millones de dólares en un año cuando las acciones se hundieron (se ríe).
D. S.: ¿Te hace gracia todo eso ahora?
S. J.: No voy a dejar que esto arruine mi vida. ¿No es un poco extraño? Ya sabes, mi primera reacción en este asunto del dinero es que hay que tomarse con humor toda la atención que se le presta a esta cuestión, ya que al parecer es con diferencia la cosa más reveladora o valiosa que me ha pasado en los últimos diez años. A veces me siento mayor cuando hablo en un campus y encuentro que lo que más asombra a los estudiantes es el hecho de que soy millonario. Fui a la escuela después de los sesenta, antes de que esta oleada general de arrogancia funcional se hubiese establecido. Ahora los alumnos ni siquiera piensan en términos idealistas, o al menos no tan de cerca como nosotros. Desde luego, no están abordando ninguno de los temas filosóficos de su época, mientras ocupan gran parte de su tiempo en estudiar sus carreras de negocios. El aire idealista de los sesenta estaba aún a nuestras espaldas, sin embargo, la mayoría de personas que conozco de mi edad lo tienen inculcado en su interior para siempre.
D. S.: Es interesante que el campo de la informática haya hecho millonarios a…
S. J.: Jóvenes maniáticos, lo sé…
D. S.: Íbamos a decir gente como tú o Steve Wozniak, con el que hace solo diez años trabajabas en un garaje. Dime, ¿de qué va esta revolución que parece que vosotros dos habéis empezado?
S. J.: Estamos viviendo en el despertar de la revolución petroquímica de hace cien años. La revolución petroquímica nos dio energía mecánica libre. Cambió la estructura de la sociedad de muchas maneras. Esta revolución, la revolución de la información, es también una revolución de energía libre, pero se trata de otra clase de energía: energía intelectual libre. Aunque todavía todo está muy verde, nuestro Macintosh necesita menos energía que una bombilla de cien vatios para funcionar, y puede ahorrarte horas de cada uno de tus días. ¿Qué será capaz de hacer de aquí a diez, veinte o cincuenta años? Esta revolución hará que la revolución petroquímica parezca insignificante. Estamos a la vanguardia.