Vicente Luis Mora
Recinto Tàpies
Un buen cuadro es como un lugar sagrado, aquel sitio en el que la voz de la tierra puede oírse con mayor claridad.
Johnny Warangkula
En principio no quería escribir nada sobre Tàpies; primero, porque ya hay demasiado escrito sobre él; segundo, porque pensaba que sus cuadros no son un lugar. Pero en esto llegó John Hejduk, el arquitecto y escritor norteamericano, componente del famoso grupo Five arquitects, a quien se le ocurrió en 1967 elaborar un plano de un edificio utilizando como planta el cuadro de Mondrian Foxtrot¸ pintado cuarenta años antes, demostrando que un cuadro sí puede ser un lugar. Así que ya está vencida la segunda dificultad, pero entiendo vigente la primera; razón por la cual no me extenderé demasiado. Los cuadros de Tàpies son el lugar por excelencia, el recinto plástico donde ocurren los hechos trascendentes: más allá del empleo indicativo de cruces o símbolos místicos (no pocas ocasiones he visto alguna cruz de Tàpies como eje de coordenadas), por encima de la composición con fines espirituales, hay un hecho obvio apreciable por cualquier espectador, aunque no sea avezado: en sus cuadros hay materia trascendida, tierra devenida obra, tierra salvada: polvo que ha llegado a ser hombre, en recorrido inverso al de la destrucción natural. La arena incorporada por el artista catalán a alguno de sus cuadros ya no es arena: es tiempo suspendido, espacio. Es un recinto que ha sublimado su estatus, para convertirse en obra de arte primero, y en algo más después. Se puede levantar un mausoleo sobre los cuadros de Tàpies: él ya ha levantado un templo.
[Fragmento de Pasadizos, 2008]