
Eder. Óleo de Irene Gracia
Iván Thays
Leopoldo Brizuela ayer en Buenos Aires
Diversas entrevistas a Leopoldo Brizuela logran hacer el retrato del autor y el origen de la novela Una misma noche que ayer ganó el premio Alfaguara 2012. En entrevista con Francisco Peregil, para El País, dice: ?Se empieza a hablar en Argentina de cosas de las que nunca se habló?.
Dice la nota también:
Leopoldo Brizuela tocaba el piano una noche de invierno de 1976 cuando entraron en su casa varios matones de la dictadura militar argentina. Vestían de forma muy elegante. Llamaron al timbre, no rompieron nada, pero portaban cada uno una especie de metralleta en el costado. Brizuela, que entonces tenía 12 años, siguió tocando el piano. La patota, el grupo de sicarios, llamó también en otra casa del barrio y secuestró a una vecina. Más de treinta años después la misma casa fue asaltada por varios policías ladrones. A Leopoldo Brizuela le sobrevino el clic de que todos los vecinos recibieron en su día la visita de los sicarios. Y cada uno calló o lo expresó de una forma distinta. Él nunca se había atrevido a contar nada a nadie sobre aquella noche, ni siquiera a sí mismo. Hasta que hace más de un año comenzó a escribir Una misma noche, novela con la que ganó ayer el Premio Alfaguara 2012.
?Decía Roberto Bolaño que la verdad literaria es la que sale de aquello que uno no le cuenta ni al psicoanalista?, comenta el autor. ?Yo seguí tocando el piano y no me acordé nunca de eso. Pero eso nunca dejó de suceder. Sólo dejó de pasar cuando pude contarlo. Y solo he podido relatarlo a través de la escritura, que como ya le he dicho a mi psicoanalista, tiene un poder mucho más fuerte que la palabra hablada?.
En 2008, cuando volvieron a asaltar la vivienda donde un día secuestraron a una mujer, Brizuela le preguntó al dueño de la casa: ?¿Usted sabía que aquí ya había entrado la policía en 1976??. El vecino no sabía nada. ?Y quise indagar sobre la responsabilidad que tuvimos cada uno, incluso un niño. En aquella época secuestraban a gente dos o tres años mayores que yo. Siempre se habló de la dictadura militar. Es ahora cuando se comienza a hablar de la dictadura cívico-militar, afrontando la responsabilidad civil?.
Mientras tanto, en Página12 lo entrevista Silvina Friera dice: ?No estoy hablando del pasado, es una vivencia sin tiempo?.
Diana Kuperman, la víctima del secuestro en Una misma noche, ¿está inspirada en un caso real?
?Sí, aunque está construida a partir de un montón de testimonios. No puedo decir que la novela sea autobiográfica, no me pasó a mí. Pero es cierto que trabajé con materiales de la memoria, especialmente con textos que no podía cuestionar, datos concretos. Me interesaba ser absolutamente fiel a lo que me acordaba de esa época, lo que había hecho el vecino de la otra cuadra, lo que decía. Cuando vino a casa la patota, no vino en Falcon como era usual, sino en Torinos. Y llevaban gabanes muy finos color té con leche. El único recuerdo absolutamente autobiográfico es que cuando hicieron la requisa en casa, en toda la cuadra, yo estaba tocando el piano. A mi mamá la llevaron para un lado y a mi papá para otro. Y yo tocaba el piano con un tipo al lado con una Itaka. Y seguí tocando. No recordé este hecho durante veinte años porque me parecía muy impresionante ?ahora me doy cuenta?, hasta que leí la novela El silencio de Kind, de Marcela Solá, en donde la protagonista hace algo parecido y muy distinto también. Ella es una concertista que da un recital para los milicos con el objetivo de poder hablar cara a cara con un jerarca y preguntarle por la suerte de su hermana. Cuando leí eso, volvió como un flashback lo que yo había hecho. Y no pude dejar de preguntarme por las razones que me habían impulsado a tocar el piano en una situación como esa.
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?¿Qué significó para usted escribir una novela que tiene como tema la dictadura?
?Una gran liberación; es una alegría poder liberarme. Es muy extraño y gratificante apreciar cómo sacar afuera temas tan pesados y amenazantes puede significar una reparación, algo que sentís que está para ser dicho. Una de las cosas que me pasó mientras escribía la novela es que conocí al historiador Emmanuel Kahan, que trabaja con la colectividad judía en la dictadura con un punto de vista muy revulsivo, y se entusiasmó tanto que pude sentir que somos muchos más, como si hubiera algo en la sociedad que quiere decirse y tiene que ser dicho para que toda la sociedad se libere. Puede parecer pedante o grandilocuente, pero es estrictamente la vivencia que tuve. La literatura te escribe o uno está diciendo algo que viene de atrás y pone en palabras.
?¿Escribió Una misma noche contra quienes postulan que ya está todo escrito sobre la dictadura, que ya no hay nada más que hablar?
?Sí, totalmente. Yo creo lo contrario: cada vez hay que hablar más sobre la dictadura. Siento que se dijo muy poco y que hay un montón de vivencias y de interpretaciones que treinta y seis años después es aún poco tiempo para digerir. No estoy hablando del pasado; para mí es una vivencia sin tiempo que opera en el presente. El pasado es una parte del presente que te interpela.
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?Pero ahora se puede hablar sin pudor; puede contar abiertamente que cuando tenía 13 años un milico lo apuntó con una Itaka mientras usted seguía tocando el piano?
?Sí, es cierto. Una misma noche es una novela muy de la época kirchnerista, con la que yo acuerdo; pero también trata de pensar ciertas cuestiones desde una profundidad distinta. Me refiero a no tirarle el prontuario en la cara a la gente desde un lugar de absoluta pureza y heroísmo. Lo más difícil es asumir la conexión con el mal, que está en todos. La novela habla de eso, de un poema de (Fernando) Pessoa que irónicamente dice: ?¿Así que en esta tierra sólo yo soy vil y me equivoco?/ Admitirán que las mujeres no los amaron,/ aceptarán que fueron traicionados ?¡pero ridículos nunca!?/ Y yo que fui ridículo sin haber sido traicionado,/ ¿Cómo puedo dirigirme a mis superiores sin titubear?/ Yo que fui, literalmente vil,/ vil en el sentido mezquino e infame de la vileza?. Descubrir el mal en uno, o el lado oscuro, es algo muy dramático. Es mucho más fácil tirarle el prontuario al otro en la cara que ver el propio. A veces creo que se está trabajando con mucha frivolidad estos temas.
?¿En qué sentido?
?Una vez le dije a un cura católico que debe ser fascinante confesar porque en el momento en que la gente confiesa sus pecados debe bajar un poco el copete. El cura me respondió que era lo más aburrido de este mundo porque la gente más que confesarse hace una transacción. La mayor parte negocia y vuelve a hacer la misma cagada. Y juzga al que no se confiesa (risas). El mal en uno es algo que muy poca gente puede mirar. Quizá lo que disparó la escritura de la novela es una frase de Roberto Bolaño: ?La literatura se hace con aquello que ni le contás al psicoanalista?.