Iván Thays
John Banville
Siguen las reseñas positivas de Los infinitos de John Banville, editada por Anagrama en noviembre del 2011. Parece imposible que la novela aun no llegue a Lima. Qué diferencia con Colombia, donde los libros de Anagrama llegan casi al instante gracias a que consiguieron una distribuidora estupenda. Acá los libros no llegan, y si llegan no están en todas las librerías. Una lástima. Por lo pronto, podemos leer las reseñas. ¿Qué más nos queda?
Dice la reseña de Nadal Suau en El Cultural:
Los infinitos resulta, por temática, una novela existencialista: habla de la muerte o la otredad como límites del individuo, y del amor como superación, quizás falsa pero consoladora. Más existencialismo: un kierkegaardiano ?temblor? recorre a los personajes. Más: Banville escribe sobre el tiempo y la materia con enorme profundidad.El irlandés es tan inteligente que a ratos nos preguntamos si se apiadará de sus criaturas o se conformará con someterlas a su juguetona ironía. A fin de cuentas, el dios-narrador Hermes dice: ?no pretendemos ser benignos, sólo somos festivos?. Obtenemos la respuesta en esta obra cuya emocionante belleza demuestra que, aunque parezca absurdo conceder importancia a la vida de un individuo, sigue siendo imposible desprenderse de ficciones tan hermosas como el amor o el sentido del dolor. Adam Godley, centro de Los infinitos, contuvo el tiempo en un concepto físico: el cronotrón. Paralelamente, Banville nos ofrece una narración metafísica con el ropaje de su prosa más física: junto a metáforas y símiles poéticos recurrentes en él, nos explica gráficamente cada movimiento, gesto y acción, como si una contracción abdominal pudiera iluminar el sentido del mundo. Esta prosa es apabullante. También lo es su asombroso uso del narrador y la focalización. ¿Basta todo lo dicho para sentenciar? Pues lo siento, no. Ya advertí que me serviría de un truco barato para remachar mi reseña: al autor lo ha atravesado el rayo de Júpiter y, tocado por la gracia, ha escrito su mejor libro. Aunque claro, ya dijo Kierkegaard que ?cuando falta lo humano, lo grande deja de serlo?. Así que: enhorabuena, John Banville.