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Saber callar

Por 5 de agosto de 2010 Sin comentarios

Javier Rioyo

 

Luis García Berlanga es un genio. Pepe Isbert también lo fue. Manuel Alexandre lo es de manera cercana, entre la poca voz y el café, entre fugas y billares. Como lo fue su amigo Fernando Fernán Gómez. Y Buñuel que siempre se alegraba de ver, oír, trabajar y beber con Paco Rabal. Alfredo Landa, hablando como un español rural consiguió triunfar en Cannes. Saura sigue siendo un referente del cine español, hablando en el idioma de Gerarda Chaplin- no confundir con la hija de "El gordo y el flaco"- o haciendo que creciera Ana Torrent con sus lobos tan cercanos. O subiendo a Rafaela Aparicio por cumplir cien años. Hay muchos más genios de nuestro cine, unos hablan como los Ozores o son tan elegantes como Fernando Rey. Y después vinieron los otros, desde Almodóvar a Mar Coll.

Habría mucho que hablar. Pero no debemos olvidar lo que decía Wittgenstein: de lo que no se puede hablar más vale guardar silencio. O algo parecido. Pero no aprendo la lección, me cuesta callarme. Incluso sin ignorar aquello de lo que opino.

Se puede opinar desde la reflexión pero es mucho más común opinar desde nuestra propia ignorancia. Lo hacemos muchas veces al día. Lo hacemos en los bares, en comidas de amigos, en pandilla o en familia. Damos opiniones sobre casi todo, decimos cosas por decir, hablamos por hablar. Y "como te digo una co, te digo la o". Todo vale. Las opiniones se las lleva el viento pero valen por quién las dice, tienen el crédito, o descrédito, de quienes las emiten. Otra cosa son algunos foros, algunos espacios en los que los que se expresan opiniones por quienes tienen razones, argumentos y capacidad para emitirlas. En un foro público hay que saber lo que se dice, porqué se dice y quién lo dice. No siempre pasa así. A veces incluso no pasa ni en los más reputados lugares.

 El lunes dos de Agosto, en mi refugio en la ría de Aldán y lejos de mundanales preocupaciones, había leído el titular de "la cuarta página" de El País, normalmente un lugar de reflexión,  pensamiento, opinión y debate, pero ese dia me sorprendieron lo excesivo de las intenciones de un artículo pretencioso desde el título: "El problema más grave del cine español". La sorpresa no paró hasta el final, pasando por el confuso y torpe contenido. Y quería tratar, nada menos, del "problema más grave del cine español. Mucho más atrevido que las "conversaciones de Salamanca" de tiempos franquistas. Las sorpresas, como las desgracias, a veces no vienen solas sino que se aumentaron al leer quién lo firmaba: John J. Healey.  

El hábil Healey que yo conocí, un zorro en el mejor sentido anglosajón de la palabraal que no se le pueden negar habilidades profesionales en cargos de representación y simpatía. No entiendo su enfado con un cine que desconoce segun su propia confesión en un programa de la SER. Justo antes de que hablara un conocedor del cine, de nuestra forma de hablar, de cantar y de contar, José Luis Cuerda, que no daba crédito a lo que había leído y escuchado del señor Healey. Me hubiese encantado escuchar lo que pensaría alguien tan escéptico y sagaz como Luis Ciges. No le hubiera dado importancia. Justo lo que yo tendría que haber hecho si fuera otro, si pensara más en Wiggenstein y menos en el contenido de un artículo que resultó ser un cúmulo de naderías, de arbitrarias opiniones, sin olvidarme  de lo confuso unido a un grado notable de ignorancia. Una opinión de ningún valor sobre algo que no conoce y de alguien que no nos importa lo que diga. Nada sorprendente. Hubiera sido mejor el silencio. No ha podido ser. Lo siento por mi. Y por Me, que no se quién puede ser, pero que tiene razón con respecto a mi y mis tiempos de vacaciones desperdiciados. Corto y cierro con el tema. Sigo con mis lecturas adúlteras. 

 

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Javier Rioyo

Javier Rioyo (Madrid, 1952) es licenciado en Ciencias de la Información. Periodista, escritor, director y guionista de cine, radio, televisión y dramáticos. Dirigió y presentó el programa semanal de libros Estravagario en TVE 2, con el que obtuvo el Premio Fomento a la Lectura 2005, concedido por la Federación del Gremio de Editores de España. También ha sido responsable de cultura y libros en el programa diario Hoy por hoy de la cadena SER. Es colaborador habitual de El País (escribe para el suplemento semanal Domingo) y de la revista Cinemanía. En televisión, Rioyo ha presentado el programa "El Faro" del canal Documanía y ha obtenido dos premios Ondas en Radio y uno en Televisión. Ha sido guionista de numerosos festivales de música para Canal+, así como de los premios Goya, y de diversos programas de radio y televisión. También coordinó los guiones para la serie Severo Ochoa. Ha dirigido y participado en cursos de Comunicación y Cultura en diversas universidades españolas. Formó parte del Comité Asesor de Alfaguara y ha sido jurado de festivales de cine y premios literarios en varias ocasiones. Es autor del libro Madrid: casas de lenocinio, holganza y malvivir (Espasa Calpe, Premio 1992 Libros sobre Madrid); y de La vida golfa (Aguilar, 2003). En 2005, con su productora Storm Comunicación, realizó la producción ejecutiva y el guión de Miracolo Spagnolo, un documental para la RAI sobre la llegada de José Luis Rodríguez Zapatero al gobierno y su primer año de legislatura. También dirigió y produjo Alivio de luto, un vídeo documental en el que entrevista a Joaquín Sabina; así como Un Quijote cinematográfico. En 1994 fundó la productora Cero en conducta, con José Luis López-Linares, con la que tuvo a su cargo el guión y la dirección de Alberti para caminantes (2003); y la producción ejecutiva y el guión del largometraje Un instante en la vida ajena (2003), que obtuvo el Premio Goya al mejor documental; así como de Tánger, esa vieja dama (2002). También ha codirigido con José Luis López-Linares el cortometraje Los Orvich: Un oficio del Siglo XX (1997), y los largometrajes Extranjeros de sí mismos (2001), nominado al mejor documental en la XVI edición de los Premios Goya; A propósito de Buñuel (2000); Lorca, así que pasen cien años (1998), nominado a los premios Emmy 1998; y Asaltar los cielos (1996), nominado a los premios Goya al Mejor Montaje, y ganador del Premio Especial Cine, de los Premios Ondas 1997.

En 2011 fue nombrado director del centro del Instituto Cervantes de Nueva York en sustitución de Eduardo Lago.​ Ocupó el cargo hasta septiembre de 2013, cuando fue sustituido por Ignacio Olmos.​ En 2014 fue nombrado responsable del centro del Instituto Cervantes en Lisboa.​ En febrero de 2019 deja el cargo y pasa a dirigir el centro de Tánger de la misma institución.

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