Javier Rioyo
Hay mucha gente bondadosa en el mundo. Hay con muy buenos sentimientos y mejores intenciones. También hay muchos que quieren imponer sus buenos sentimientos. Imponer sus gustos, incluso imponer sus ritos. Hay quién quiere que digamos, que escribamos, pensemos, cantemos o comamos lo que les gusta. Y lo hacen por nuestro bien. Por eso nos quitan algunos juguetes. Y algunas diversiones. Por nuestro bien, para reeducarnos. Para que no sigamos por el camino equivocado. Unas veces lo hacen desde votaciones parlamentarias. Otras lo hacen por otros métodos.
Todavía tendré tiempo de acudir a alguna corrida en Barcelona. No confundir con la tortura del "corre bous". Ni con el foie tan querido por algunos que luchan contra el maltrato de los animales. No están solos. A su lado están los buenos. También una que estuvo muy buena y ahora es otra cosa, la recordada Brigitte Bardot. Ay! Si Serge Gainsbourg levantara la cabeza. La Bardot ,también muy preocupada por otros animales, está muy contenta con el civilizado adelanto de la prohibición de los toros. Ella, que tanto nos gustó, incluso cuando usaba pieles y no estaba desnuda, ahora está cercana a Le Penn y- ¡qué cosas!- a los de la izquierda y derecha catalana. Contra los toros vivirán mejor.
También están muy contentos los de la lucha contra la tortura a los animales, los vegetarianos, los zen y otros colectivos de la gente buena, pero buena, buena, que nos quiere librar de nuestros lastres de primitivismo y brutalidad. Me siento mayor, pero todavía conservo la memoria de bastantes cosas y gentes..
Estoy repasando por razones de trabajo esa obra maestra sobre la música del siglo XX que se llama "El ruido eterno" de Axel Ross. Allí me encuentro estas líneas hablando del placer de un verano en Bayreuth, más o menos en estas fechas pero antes de la gran catástrofe, antes de las matanzas, de la solución final, de la barbarie. Todo era plácido entre el líder en ascenso y los habituales de Bayreuth., un plácido y culto estilo de vida, así lo cuenta Ross:
"Hitler absorbió rápidamente el estilo de vida de Bayreuth: vegetarianismo, activismo a favor del derecho de los animales, escarceos con el budismo y la sabiduría hindú"
Era muy majo, muy humano y con espíritu reformador. Los herederos de Wagner- sin que el genial Richard tuviera la culpa de esas amistades- estaban encantados con ese sensible político. Después pensó que tenía que intervenir en las músicas ,las artes plásticas, las comidas y las diversiones de un pueblo, de un mundo…Pero esa es otra historia. El tampoco habría aprobado esa barbaridad pública y notoria que es una corrida de toros.