
Eder. Óleo de Irene Gracia
Iván Thays
La joven guardia en España (de izquiera a derecha: Diego Grillo Trubba, Maximiliano Tomas, Patricio Pron, Samanta Schweblin y Juan Terranova). Fuente: en minúsculaAl parecer, no hay mayor enemigo de un escritor argentino joven que otra escritor argentino joven. Luego de un encuentro en Madrid y Barcelona, con el fin de presentas la antología La joven guardia, en el que participaron varios escritores argentinos de última generación (Patricio Pron, Diego Grillo Trubba, Maximiliano Tomas, Pron, Samanta Schweblin y Juan Terranova) apareció un petardo escrito por Pron y editado en Etiqueta Negra bajo el título: » ?Una gira supuestamente divertida con escritores argentinos que nunca volveré a hacer?. Ahí acusaba a todos los escritores -lamentablemente sin incluirse a sí mismo- de estar detrás de los agentes literarios, los editores y la participación en Frankfurt 2010. Muchas han sido las reacciones a partir del momento (en el blog de Ezequiel Martínez hay una buena síntesis del tema con varios enlaces) y todo parecía una guerra sin cuartel… hasta que llegó la calma chicha con la llegada de Patricio Pron a Argentina para promocionar su novela El comienzo de la primavera (mondadori) y, según cuenta «Gritos y Susurros» de ADN Cultura, en vez de puñetes le llovieron abrazos de la «joven guardia». Dice el chisme de La Nación:En la librería Eterna Cadencia, Patricio Pron presentó su novela El comienzo de la primavera, acompañado por Alan Pauls. El escritor rosarino, que vivió desde 2000 en Alemania y actualmente reside en España, causó revuelo hace un mes cuando publicó en la revista peruana Etiqueta Negra su crónica sobre la gira que realizó por España junto con algunos escritores jóvenes que conforman la Nueva Narrativa Argentina. El texto, titulado «Una gira supuestamente divertida con escritores argentinos que nunca volveré a hacer», señalaba que los autores -a quienes identificó con nombre y apellido- se desviven por hacer contacto con agentes literarios, por conocer los porcentajes que cobran y por cuestiones de marketing, más que por la literatura. Lo curioso es que algunos de los escritores mencionados por Pron en su crónica pasaron a saludar a su colega el día de la presentación del libro. Ninguno demostró enojo ni resentimiento, al menos en público.De todo este lío y luego de leer varios textos al respecto, por cierto, solo una cosa me queda clara: quiero leer urgentemente a la silenciosa Samantha Schweblin.