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Los tiempos están cambiando, un poco

Por 12 de noviembre de 2008 Sin comentarios

Javier Rioyo

Estoy en Sevilla, entre cine europeo y cine europeo, pero menos. Quiero decir que ayer vi una película de profundas raíces españolas. Que también serán europeas pero que lo disimulan. Una vez más la ficción cinematográfica está en otro lado, por más que pretenda ser bastante fiel- ¡un error!- a la obra de la que parte. /upload/fotos/blogs_entradas/algaida_med.jpgEl guión cinematográfico surge de la lectura de la novela de Alejandro López Andrada, El libro de las aguas. Emocionante historia de la posguerra española, de la vida, los rencores, las envidias, crímenes y persecuciones en una hermosa tierra, en la cordobesa región de Los Pedroches. Allí la vida, para muchos, fue dura por el trabajo, la distribución de la propiedad y la dureza de la guerra. Pueblos de perdedores de la guerra, sierra de maquis y, también, lugares de señoritos franquistas y de serviles lacayos. En fin, una parte de nuestra propia historia. Todo eso, más unos elementos de espiritualidad, de visiones del más allá, que persiguen en la vida y en la obra a mi querido amigo, el poeta, narrador y ensayista, López Andrada, lo encontré de manera emocionante en la novela de Andrada.

Ahora veo la película, dirigida por Antonio Giménez Rico, interpretada, entre otros por Lolita Flores y una hija, Elena Furiase. Y todo es otra cosa. No por las actrices, ni por algunos sólidos y eficaces actores, sino por una falta de verdadera emoción que se escapa en el cine y que tenía en la literatura.

La película, sin ser gran cosa, es digna, correcta, bien intencionada, de bellos paisajes, de buena "factura" y sin embargo carente de esa verdad que deben tener las obra perdurables. Es difícil, lo sé. Espero que en su próxima excursión a tiempos de guerra, Antonio Giménez Rico, que piensa roda una obra muy notable de su paisano Oscar Esquivias esté más acertado.

Quizá lo que me pareció más notable, lo que me dio la sensación de que algunas cosas, algunas gentes, han cambiado en este país, y para bien, fue la propia presencia de Lolita Flores y su hija en la película. Me gustó que la hija de Lola Flores -que fue un icono del franquismo, quizá a su pesar- sea ahora la intérprete de una mujer castigada por tener un marido republicano. Y que su sobrino, otro hijo de republicanos castigados en la historia, se enamore de su hija, de la nieta de "la Faraona", que interpreta a una chica que ayuda a los maquis. Sé que es una ficción, pero hace unos años era impensable que con ese apellido, con ese peso de lo que quisieron que representara su madre, dos Flores sean ahora la imagen de los perseguidos por los franquistas. Querido Bob, es verdad, los tiempos están cambiando.

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Javier Rioyo

Javier Rioyo (Madrid, 1952) es licenciado en Ciencias de la Información. Periodista, escritor, director y guionista de cine, radio, televisión y dramáticos. Dirigió y presentó el programa semanal de libros Estravagario en TVE 2, con el que obtuvo el Premio Fomento a la Lectura 2005, concedido por la Federación del Gremio de Editores de España. También ha sido responsable de cultura y libros en el programa diario Hoy por hoy de la cadena SER. Es colaborador habitual de El País (escribe para el suplemento semanal Domingo) y de la revista Cinemanía. En televisión, Rioyo ha presentado el programa "El Faro" del canal Documanía y ha obtenido dos premios Ondas en Radio y uno en Televisión. Ha sido guionista de numerosos festivales de música para Canal+, así como de los premios Goya, y de diversos programas de radio y televisión. También coordinó los guiones para la serie Severo Ochoa. Ha dirigido y participado en cursos de Comunicación y Cultura en diversas universidades españolas. Formó parte del Comité Asesor de Alfaguara y ha sido jurado de festivales de cine y premios literarios en varias ocasiones. Es autor del libro Madrid: casas de lenocinio, holganza y malvivir (Espasa Calpe, Premio 1992 Libros sobre Madrid); y de La vida golfa (Aguilar, 2003). En 2005, con su productora Storm Comunicación, realizó la producción ejecutiva y el guión de Miracolo Spagnolo, un documental para la RAI sobre la llegada de José Luis Rodríguez Zapatero al gobierno y su primer año de legislatura. También dirigió y produjo Alivio de luto, un vídeo documental en el que entrevista a Joaquín Sabina; así como Un Quijote cinematográfico. En 1994 fundó la productora Cero en conducta, con José Luis López-Linares, con la que tuvo a su cargo el guión y la dirección de Alberti para caminantes (2003); y la producción ejecutiva y el guión del largometraje Un instante en la vida ajena (2003), que obtuvo el Premio Goya al mejor documental; así como de Tánger, esa vieja dama (2002). También ha codirigido con José Luis López-Linares el cortometraje Los Orvich: Un oficio del Siglo XX (1997), y los largometrajes Extranjeros de sí mismos (2001), nominado al mejor documental en la XVI edición de los Premios Goya; A propósito de Buñuel (2000); Lorca, así que pasen cien años (1998), nominado a los premios Emmy 1998; y Asaltar los cielos (1996), nominado a los premios Goya al Mejor Montaje, y ganador del Premio Especial Cine, de los Premios Ondas 1997.

En 2011 fue nombrado director del centro del Instituto Cervantes de Nueva York en sustitución de Eduardo Lago.​ Ocupó el cargo hasta septiembre de 2013, cuando fue sustituido por Ignacio Olmos.​ En 2014 fue nombrado responsable del centro del Instituto Cervantes en Lisboa.​ En febrero de 2019 deja el cargo y pasa a dirigir el centro de Tánger de la misma institución.

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