Clara Sánchez
Primer día de colegio. Estamos asistiendo al desfile de los padres famosos llevando a sus hijos este primer día de colegio. Lo que no sabemos es si luego también van a recogerlos. Pero, bueno, ahí están, son los protagonistas porque apenas nos fijamos en los niños. Nos quedamos con las sonrisas de los padres, contentos porque saben que ellos se pueden marchar. Nos quedamos con sus atuendos, que nos dicen si estos padres se van directamente al trabajo o si se vuelven a casa, si el horario de sus vidas es o no flexible, si son artistas o empresarios.
Los padres con el pequeño de la mano siempre llegan andando al colegio desde algún lugar inconcreto, como si viviesen a dos pasos de allí o como si hubiesen aparcado un poco lejos para que los viésemos llegar. Nos preguntamos si se repetirá la misma operación todos los días o si con este primero se cumple para los restos. Y afortunadamente los tiempos cambian: no se ve a ningún niño llorando. En mi infancia nos tenían que meter a la fuerza, tirando de nosotros, algunos se ponían morados del berrinche. Era un espectáculo de pura rebeldía porque nos queríamos volver con nuestra madre a casa, donde nadie intentaba enseñarnos nada.
Aunque a decir verdad, los colegios son noticia cuando los adultos se acercan por allí el primer día de colegio y el día de las votaciones cuando funcionan como colegios electorales.