Clara Sánchez
Ya he pasado mi primer fin de semana firmando en la Feria. Y ha sido todo un gustazo encontrarme con antiguos y nuevos lectores. Quiero desde aquí dar las gracias a los que ya me han escrito al correo de mi página Web con sus primeras impresiones sobre mi novela PRESENTIMIENTOS, a quienes por supuesto contestaré uno por uno. Recuerdo mis primeras ferias, lo reservada que era. El lector me pedía que le firmara el libro, yo lo firmaba, se lo entregaba y ya está. No había comunicación. Ha sido con el tiempo como he ido encontrando el verdadero sentido que encierra el sentarme en una caseta y esperar a que se acerque alguien. Porque ese alguien que se acerca sabe que has ido hasta allí y te has sentado tras un mostrador para hablar con él, para conocerle aunque nada más sea unos minutos, y no sólo para estampar una dedicatoria más o menos bonita y la firma. De hecho hay lectores con quienes te reencuentras únicamente en la Feria del Libro y en ningún otro sitio, como si hubiésemos pactado una cita entre los frondosos árboles del Retiro y entre los frondosos libros de las casetas.
El lector también acude allí para algo más que comprar un libro con el que puede hacerse cualquier otro día en una librería. Va porque el ambiente es festivo, al aire libre y porque tiene algo del mercado tradicional, ya prácticamente desaparecido, en que el cliente no sólo compraba sino que entablaba un diálogo sobre lo que compraba, sobre su calidad, el precio y de paso sobre la vida.