Jorge Eduardo Benavides
Como habrán podido observar por los estupendos textos que hemos escogido esta semana, la arbitrariedad de los elementos que ofrecimos en sendas maletas no ha representado obstáculo alguno para que sus autores -al igual que ha ocurrido con muchos de los otros que por razones de espacio no hemos colgado pero que hemos devuelto comentados- hayan encontrado una coherencia, un orden que nos revela a personajes mucho más robustos, mejor descritos e historias mejor articuladas. La razón es bastante sencilla y seguro que a muchos les parecerá ya evidente: nos estamos ciñendo no sólo a la búsqueda de una estructura (darle coherencia a una serie de elementos disímiles y sin aparente conexión) sino a la necesidad de relatar sin ser demasiado evidentes, dejando que el lector termine de conciliar todos los aspectos que conforman el cuento. Éste, como saben, es fundamentalmente una estructura, una estructura que se sirve de un buen lenguaje, de una manera sutil de contar las cosas poniendo en relieve algunas y ensombreciendo otras. La medida exacta de esa combinación es lo realmente difícil de encontrar. Por eso, en este ejercicio hemos procurado darle la vuelta al criterio habitual de trabajo, como nos decía Marco Tulio Capica en un mail, el ejercicio de esta semana «nos obliga a pensar al personaje desde lo concreto -hasta el punto de la dispersión- […] ya que existe la tendencia a enmarcar al personaje en un concepto o idea, lo que lo deja muy abstracto o cuadrado.» Y precisamente por allí vamos a avanzar. De hecho, la gran mayoría de los participantes se ha dado cuenta de que es así y nos ha ofrecido texto espléndidamente resueltos y de mucho ingenio. Que los disfruten.