Andrés Ortega
Hoy por hoy, el republicano John McCain podría ganar en las elecciones presidenciales del 4 de noviembre en EE UU. El supermartes le ha puesto como claro vencedor entre los republicanos aunque Romney y Huckabee sigan vivos y con algunas significativas victorias.
La batalla entre Clinton y Obama por la nominación demócrata va a seguir, al menos durante cuatro semanas en que votan algunos Estados poblados como Texas (la última cita de los demócratas es el 7 de junio en Puerto Rico). Esto puede distraer a los demócratas, incluso polarizarlos (aunque no haya tantas diferencias entre ambos), mientras McCain se afianza. Un ticket al final de ambos, que ninguno rechaza en principio, ganaría fuerza, pero nada está garantizado.
Las elecciones al Congreso que ganaron los demócratas en noviembre de 2006 fueron, esencialmente un voto de castigo contra la Administración Bush por la guerra de Irak. Pero la idea del refuerzo y el cambio de estrategia, la famosa surge, salió de McCain que desde el Senado la impulsó. Fue una apuesta arriesgada, pero que puede darle réditos.
El 25 de marzo, en un sondeo que ha pasado casi desapercibido, Gallup llegaba a la conclusión de que McCain le podía ganar tanto a Obama (por 50 a 45), como a Clinton (50 a 47). Otros posteriores son menos claros. La media de encuestas que publicaba ayer El País señalaba que McCain le ganaría a Clinton, pero no a Obama. Y, en todo caso, por poco. Claro que cuando se acerque el 4 de noviembre, las cosas serán muy complicadas y contarán no sólo los candidatos a la Casa Blanca sino sus acompañantes como aspirantes a vicepresidente. Sobre todo en el caso de McCain, dada su edad (tendrá para entonces 72 años).
A favor de McCain cuenta también la ubicación ideológica de los americanos, a la derecha del centro. Según un estudio del Centro Pew, en una línea que va desde la izquierda (liberal, en la terminología al uso allí) a la derecha (conservadores), y cuyo centro serían los "moderados", el votante medio está a la derecha de éstos. McCain un poco más aún, pero Clinton y Obama más alejados desde el otro lado. Lo que augura un corrimiento de cualquiera de ellos que resulte nominado hacia la derecha.
Hay también, en Obama y Clinton, la cuestión de la raza y del gènero. Pero lo que domina estas elecciones primarias es la idea del cambio, que lanzó Obama. Es, ante todo un cambio respecto a Bush y a lo que representa. Muchos candidatos la han hecho suya, incluida Clinton y también McCain. Aunque éste es poco apreciado entre los republicanos más republicanos, más cerrados, y los más religiosos, o de opciones religiosas más fundamentalista. Quizás por eso, en alguno de estos Estados se presentó como "el verdadero conservador", cuando para ganar en noviembre va a tener que despegarse de Bush. En su contra juega que esta vez, los electores demócratas están mucho más movilizados. Aunque la palabra final la tendrán los independientes que pesan como nunca en ambos campos.
No es un vaticinio, imposible a estas alturas. Sólo un aviso para no echar precipitadamente las campanas al vuelo.