Jorge Eduardo Benavides
Como decimos en el comentario a uno de los textos enviados, la primera persona no resulta tan fácil como pueda suponerse, pues implica un esfuerzo mayor del narrador (del narrador prolijo queremos decir) para que no se note que todo es un artificio destinado a su lectura. No resulta fácil porque la primera pregunta que le hacemos es: ¿a quién le cuenta? Y ello supone dos posibilidades: o bien le cuenta directamente al lector, como si este fuera su obvio interlocutor, o bien -más difícil- procura plantearse como un narrador mucho más íntimo que casi está hablando consigo mismo. Para lograr este efecto es menester dejar grandes zonas de sombras y acudir a elipsis que acicateen la imaginación del lector y lo inviten a llenar esas áreas desiertas, a proponer sugerencias, a deducir lo que no se cuenta. Y esto requiere esfuerzo, lectura y mucha paciencia. Hemos visto esta semana muchos textos y nos alegra que gran cantidad de ellos se han acercado mucho a su cometido. Los que colgamos nos parecen particularmente ejemplares tanto en lo positivo como en sus pequeñas imperfecciones, pero también por los distintos ángulos que se han elegido para narrar. Los esperamos la próxima semana y les invitamos a participar con sus comentarios puesto que el análisis y la crítica son fundamentales para el escritor. Buen fin de semana!