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El mundo, sin partitura

Por 28 de enero de 2008 Sin comentarios

Andrés Ortega

Klaus Schwab, presidente del Foro Económico Mundial, introdujo en Davos a Condoleezza Rice como pianista -que lo es-, aunque se preguntó si la orquesta toca a tono. ¿Quién es el director?, preguntó la secretaria de Estado de EE UU. Simón Peres, presidente de Israel, fue incluso más lejos en el símil al considerar que lo que le falta a este mundo es un compositor. El caso es que en Davos este año ha quedado de manifiesto que el poder mundial se está reconfigurando, con un claro desplazamiento hacia Asia, no sólo hacia China e India. Y los nuevos han dejado muy claro que quieren influir. Estamos en una transición, en una redistribución del poder, que se puede acelerar si la crisis económica acaba afectando  más al mundo desarrollado que al emergente.

No sólo los chinos han estado muy presente en Davos con arrojo e incluso arrogancia, sino también la ASEAN (Asociación de Naciones del Sureste Asiático), que está a punto de firmar su carta que la transformará en 2015 en una comunidad económica y social, en la región más pluri-relgiosa del mundo, que se presentó orgullosa como contrapeso a China e India.

Aleksei Kudrin, viceprimer ministro ruso, señaló que en poco tiempo las economías emergentes han ganado un 10% del total mundial que han perdido las desarrolladas. Más de la mitad del crecimiento mundial ha salido el año pasado de las economías emergentes. Europa ha perdido un 5% de su parte. Con la paradoja de que hoy "los que prestan dinero tienen unos niveles de vida más bajos que los que lo reciben", según recordó Lloyd Blankfein, presidente de Goldman Sachs.

Este cambio no se limita a la economía, sino también a la política. Para John Chipman, director del Instituto Internacional de Estudios Estratégico de Londres, estamos en un mundo "no polar", pues los supuestos polos no pueden ejercer como tales (EE UU tiene la fuerza; no la credibilidad; Europa carece de voluntad política; China o India aún no llegan; etc.). No hay ni director, ni partitura. Así, el presidente Musharraf de Pakistán con todo aplomo pudo quejarse de "las percepciones occidentales de la democracia y los derechos humanos". Con China, ni se habla de democracia. La agenda de debate está cambiando. Ya no la imponen las democracias occidentales, con EE UU a la cabeza, aunque un nuevo de presidente en Washington, o una posible recuperación rápida de su economía, pueden cambiar las cosas.

Las instituciones internacionales, desde el G-8 -que Francia quiere convertir en un G-13 o 14 -, el Consejo de Seguridad de la ONU, al Fondo Monetario -donde las acciones de China e India sumadas son inferiores a las de Bélgica- o el Banco Mundial, requieren una adaptación a estos nuevos actores y nuevas funciones. Incluso así, según Henry Kissinger la economía, a pesar de lo que está cayendo, está más organizada que la política global. En el pasado, tales desplazamientos de poder hubieran generado conflictos militares. Pero esta vez, según el ex secretario de Estado, con la proliferación de armas de destrucción masiva, esta opción ya no es posible, salvo para el terrorismo.   

Aunque ha habido mucho europeo (pocos alemanes), la UE como tal ha estado ausente de Davos, salvo en las personas del comisario Almunia y el gobernador del BCE, Trichet. Pero, significativamente, por primera vez participó en el Foro un primer ministro francés en ejercicio, François Fillon, para declarar que Francia estaba de regreso, vender el cambio que supone Sarkozy, y proclamar que su pais quiere participar en todos los grandes debates mundiales y en todos los foros -una novedad-, además de agasajar su país a los participantes en la moderna gala Voulez-vous? de culminación de esta reunión. Por el contrario, España parece cada vez más desaparecida en Davos a la vez que se difunde una mala imagen de economía burbuja que está reventando, sin que reciba réplica suficiente. Y Rodrigo Rato ha abandonado el FMI cuando este recupera un nuevo protagonismo. Una pena. ¿No podría estar España más presente? Aquí sí atenderían a la Alianza de Civilizaciones.

A juzgar por esta edición de Davos, hay regiones prácticamente desaparecidas del radar de los influyentes, como América Latina, a pesar de su "sorprendente emergencia", título de la única sesión dedicada a una región en la que China es muy activa, como en África, donde la UE pierde peso. La emergencia de Asia tiene estos efectos. El mundo árabe, salvo el rico, también menos visible. Este es el cambio de mundo que se refleja en el microcosmos autorreferente del Foro de Davos.

Publicado en El País, 28 de enero de 2008

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Andrés Ortega

Andrés Ortega Klein nació en Madrid en 1954. Es hijo de español (José Ortega Spottorno fundador de Alianza Editorial y de El País e hijo a su vez de José Ortega y Gasset) y francesa (Simone Ortega, autora de 1.080 recetas de cocina). Estudió bachillerato francés en Madrid, se licenció en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense y posteriormente realizó un Master en Relaciones Internacionales en la London School of Economic (LSE) con una beca de la Fundación March. En Londres inició su carrera periodística como corresponsal para El País, pasando posteriormente a Bruselas donde cubrió el final de las negociaciones de ingreso de España en la hoy Unión Europea.  Durante la primera Presidencia española del Consejo comunitario en 1989, trabajó como asesor ejecutivo para el entonces ministro de Asuntos Exteriores, Francisco Fernández Ordóñez. A principios de 1990, pasó al recién creado Departamento de Estudios de la Presidencia del Gobierno encabezado por Felipe González, que dirigió entre 1995 y 1996. Se incorporó entonces a la sección de Opinión de El País como editorialista y columnista. En 2004, se convirtió en el primer director de Foreign Policy Edición Española (FP), publica por la Fundación FRIDE.  Junto a su labor de análisis de la realidad internacional en El País y en FP, ha publicado en numerosos medios especializados en España y otros países y participado en los principales foros. Ha publicado cuatro libros: El purgatorio de la OTAN (1986), La razón de Europa (1994); Horizontes cercanos: Guía para un mundo en cambio (2000) y La fuerza de los pocos (primavera de 2007). En 2002 fue galardonado con el Premio Madariaga de Periodismo Europeo (prensa escrita).

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