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LA EDAD DE LOS LIBROS

Por 7 de junio de 2007 Sin comentarios

Javier Rioyo

Leo unos cuántos libros a la semana. Algunos con esfuerzo, la verdad. Suelo repartir con cierto equilibrio -¡que extraña palabra!, apenas la reconozco como mía- mis lecturas entre ensayos, poesía y narrativa. También “miro” algunos libros, cada vez más libros fotográficos, catálogos, algún comic. Me cuesta mucho desprenderme de ellos. Incluso, de los que son leídos con esfuerzo. Alguna vez ya hemos hablado de esta enfermedad cuasi crónica de los libros y el espacio que ocupan en nuestras vidas. El espacio mental, y el espacio físico. Dos problemas distintos y ninguna solución verdadera. Felizmente muchos de los libros leídos, no sé si demasiados, con el tiempo se esconden, se diluyen y casi desaparecen de nuestros recuerdos. Y sin embargo otros nos siguen acompañando, nos ven envejecer mientras ellos permanecen inmutables, como si no pasaran los años, el tiempo, ni el olvido por ellos.

Esta semana, por caminos distintos, han regresado a mi vida, dos libros, mejor dicho, dos lecturas que nunca se fueron del todo. Dos libros que no envejecen. Al menos dos libros que vuelvo a leer con el placer de aquellos años, de aquél tiempo perdido de cuando fuimos tan jóvenes.

Yo leí a Proust en la “mili”. Aquella puta, castigada y encarcelada mili. Puteada por dos frentes, por los estertores del franquismo y por los etarras que cada vez era más banda desalmada y sin sentido. Proust y otras lecturas, por ejemplo Bomarzo, Scott Fitzgerald, Borges… y otros tan poco cercanos a la milicia como aquellos poetas de la “generación del 50”,  la generación del alcohol, que también me entretuvieron aquellos días.

Ahora he recuperado uno de los más clásicos acercamientos de Borges a la obsesión y el misterio de la literatura, de la imitación literaria, Pierre Menard, autor del Quijote. Acabo de comprar una edición muy peculiar de la historia del Ingenioso Hidalgo, por Pierre Menard. A Borges, que sobre Menard escribió en Nimes en 1939, le hubiera parecido que recuperaba su tiempo. Con Menard, con Cervantes y con él mismo, el otro, el joven Borges.

El otro libro, también reducido, también de bolsillo, de “cuaderno”-así se llamaba la colección cuando lo compramos la primera vez-, es asimismo un homenaje, una no disimulada imitación de su admirado Proust, por el admirable Llorenc Villalonga. El libro se llama Dos pastiches proustianos. También ha sido capaz de devolvernos a los años tan jóvenes, de tan voraces lecturas. Felizmente el apetito por cierta literatura no se termina con los años. Se rescata la introducción de Villalonga, se añaden un prólogo de José Carlos Llop y un epílogo situacionista del editor Herralde, que añaden valor a éste oportuno rescate. Nos pasan los años por algunos libros. Y lo digo en la semana en que Cien años de soledad cumple sus primeros 40 años.    

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Javier Rioyo

Javier Rioyo (Madrid, 1952) es licenciado en Ciencias de la Información. Periodista, escritor, director y guionista de cine, radio, televisión y dramáticos. Dirigió y presentó el programa semanal de libros Estravagario en TVE 2, con el que obtuvo el Premio Fomento a la Lectura 2005, concedido por la Federación del Gremio de Editores de España. También ha sido responsable de cultura y libros en el programa diario Hoy por hoy de la cadena SER. Es colaborador habitual de El País (escribe para el suplemento semanal Domingo) y de la revista Cinemanía. En televisión, Rioyo ha presentado el programa "El Faro" del canal Documanía y ha obtenido dos premios Ondas en Radio y uno en Televisión. Ha sido guionista de numerosos festivales de música para Canal+, así como de los premios Goya, y de diversos programas de radio y televisión. También coordinó los guiones para la serie Severo Ochoa. Ha dirigido y participado en cursos de Comunicación y Cultura en diversas universidades españolas. Formó parte del Comité Asesor de Alfaguara y ha sido jurado de festivales de cine y premios literarios en varias ocasiones. Es autor del libro Madrid: casas de lenocinio, holganza y malvivir (Espasa Calpe, Premio 1992 Libros sobre Madrid); y de La vida golfa (Aguilar, 2003). En 2005, con su productora Storm Comunicación, realizó la producción ejecutiva y el guión de Miracolo Spagnolo, un documental para la RAI sobre la llegada de José Luis Rodríguez Zapatero al gobierno y su primer año de legislatura. También dirigió y produjo Alivio de luto, un vídeo documental en el que entrevista a Joaquín Sabina; así como Un Quijote cinematográfico. En 1994 fundó la productora Cero en conducta, con José Luis López-Linares, con la que tuvo a su cargo el guión y la dirección de Alberti para caminantes (2003); y la producción ejecutiva y el guión del largometraje Un instante en la vida ajena (2003), que obtuvo el Premio Goya al mejor documental; así como de Tánger, esa vieja dama (2002). También ha codirigido con José Luis López-Linares el cortometraje Los Orvich: Un oficio del Siglo XX (1997), y los largometrajes Extranjeros de sí mismos (2001), nominado al mejor documental en la XVI edición de los Premios Goya; A propósito de Buñuel (2000); Lorca, así que pasen cien años (1998), nominado a los premios Emmy 1998; y Asaltar los cielos (1996), nominado a los premios Goya al Mejor Montaje, y ganador del Premio Especial Cine, de los Premios Ondas 1997.

En 2011 fue nombrado director del centro del Instituto Cervantes de Nueva York en sustitución de Eduardo Lago.​ Ocupó el cargo hasta septiembre de 2013, cuando fue sustituido por Ignacio Olmos.​ En 2014 fue nombrado responsable del centro del Instituto Cervantes en Lisboa.​ En febrero de 2019 deja el cargo y pasa a dirigir el centro de Tánger de la misma institución.

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