
Ficha técnica
Titulo: El candidato de los pobres | Autor: Jules Vallès | Traducción: Inés Bértolo | Colección: Biblioteca portátil | Páginas: 264 | pvp incluido iva: 15,75 euros | ISBN: 978-84-92865-38-3
Candidato de los pobres
Jules Vallés
El candidato de los pobres fue publicado en 1879 y completa, junto a El testamento de un bromista y Recuerdos de un estudiante pobre, también en Periférica, una suerte de ciclo autobiográfico cuyos libros pueden leerse de modo independiente y que Jules Vallès escribió en paralelo a su famosa trilogía de Jacques Vingtras (El niño, El bachiller, El insurrecto).
En esta magnífica novela, llena de humor negro, un Vallès de veintitrés años, siempre inconformista, nos cuenta sus primeros trabajos en el mundo de la enseñanza y el periodismo, la vida bohemia (a su pesar) en el París de la época, sus ansias de revolución y lucha, sus duelos, sus imperfectos amores… Pocas veces se ha narrado con tanta intensidad, con una prosa tan ajustada como bella, la juventud y sus contradicciones. Y pocas veces también se ha narrado con tanta emoción el deseo de transformarlo todo a nuestro alrededor, de acabar con las injusticias y las mentiras de una sociedad que aún hoy reconocemos como si fuera la nuestra.
Henri Lefevre señaló que el espíritu de la Comuna produjo tres escritores «tan revolucionarios en el discurso como en la praxis»: Lautréamont, Rimbaud y Vallès. De un modo parecido se expresó Jorge Semprún al asegurar que este último no sólo fue un escritor comprometido, sino uno de los autores del xix que «más resueltamente ha desbordado los límites del naturalismo, de ahí que la estructura narrativa de los libros de Vallès nos parezca tan moderna».
I
Había una carta para mí en el cajetín para llaves de la pensión. Por poco no la leo: no encontraba cerillas y traía una pieza en verso en la cabeza. Pero a través del cristal mugriento llegaba algún reflejo de la luna y vi un ribete negro.
«Tu padre está un poco enfermo desde hace algún tiempo…», me había escrito mi madre la semana anterior.
Esta vez me decía que el sufrimiento había acabado y que mi padre había muerto.
Y aquí estoy, en la casa de luto, en una silla cercana a la cama en la que descansa el cadáver.
Mi madre está en el cuarto de al lado, blanca como la cera, con los ojos fijos, las manos juntas. ¡Creo que se olvida de nosotros y está mirando el cielo!