Jean-François Fogel
¿Puede todo la novela? Sí, como género literario la novela es insuperable y los ensayos de Milan Kundera lo afirman con talento y una abundancia de ejemplos del siglo XVIII. Pero estamos en el siglo XXI. Es decir, en un mundo mucho más virtual que la realidad descrita por Voltaire o Laurence Sterne. Hoy existe la realidad aplastante de la pantalla electrónica. Gran competencia para la novela.
Así se debe entender una noticia que va y viene entre justicia, libros y dinero: el magnate de los medios Rupert Murdoch cancela para siempre la publicación del libro de O.J. Simpson: If I did it, here’s how it happened (Si lo hubiera cometido, así es como sucedió). ¿Cuál es el género de este libro de O.J. Simpson? Es, de manera formal, una novela; es decir, el producto de una imaginación, pero es una novela-fe de error frente a la historia. Simpson, estrella del fútbol americano, consiguió una doble hazaña durante su proceso, hace unos años, en una corte californiana: convencer a todos de que era culpable del asesinato de su esposa y del amigo de ella, y salir ileso del tribunal, al destrozar la acusación del fiscal con los argumentos de sus abogados.
Las imágenes del proceso llenaron por completo los programas de las cadenas de televisión por cable. Simpson negó de manera continua ser el autor de los crímenes y millones de personas escucharon sus declaraciones a lo largo de días y días de transmisión. Ahora pretendía con su libro «imaginar» el doble asesinato que nunca cometió; es decir, contar lo que hizo conjugando verbos en condicional.
La editora del libro, Judith Regan, no tiene duda sobre la naturaleza del texto: es una confesión. Acaba de explicarlo en un largo texto en inglés. Afirma que lo más fácil para confesar lo que una persona no puede o no quiere decir es, para esa persona, hablar de una mera hipótesis. Pero aquí tenemos una diferencia fundamental en la reacción del público: la mentira de Simpson frente a la justicia era algo que se podía entender; pero su franqueza, dentro de una supuesta obra de ficción, es, según todas la reacciones, algo insoportable. Se trata de un acto de mal gusto, han dicho varias personas a la BBC. Y Judith Regan, que tiene una historia de éxitos en la industria de los libros, se equivocó por completo, dice The Guardian.
Más allá de la indignación frente a la manera de pisotear la memoria de las víctimas, se nota una verdad ineludible en el episodio: una novela puede ser una obra inspirada por la realidad, puede utilizar personajes reales y hechos comprobados, puede ser la confesión de la persona más despreciable del mundo (caso de Les bienveillantes, de Jonathan Littell, que arrasa en ventas en Francia con el testimonio de un nazi especializado en eliminaciones masivas de poblaciones), todo es posible, sí, con la novela, pero bajo una condición: debe ser una obra de imaginación. El error de Simpson/Regan no es el mal gusto, es un error de conjugación: la verdad no se dice con el condicional. En los tiempos modernos se cuenta en presente del indicativo.