
Ficha técnica
Título: La Fe de Barack Obama | Autor: Stephen Mansfield | Editorial: Grupo Nelson | Precio: $17.99 U.S. | Páginas: 176 | Formato: Tapa dura 5.50 x 8.00 x TBD | Publicación: 9 de Agosto 2008 | Género: Biografía y Autobiografía | ISBN: 9781602552401
La Fe de Barack Obama
Stephen Mansfield
Nashville, Tenn – Durante la Convención Nacional Demócrata, los ojos del mundo estarán fijos en un candidato presidencial, Barack Obama. Él es el político con fama de «estrella de rock», el «rostro del futuro del Partido Demócrata», y el «joven flaquito de nombre gracioso» que ha ascendido a la cúspide de la política estadounidense.
Viendo la necesidad de facilitar una mirada objetiva acerca de la fe del candidato a la presidencia, Stephen Mansfield, autor de éxito de librería escribe LA FE DE BARACK OBAMA (The Faith of Barack Obama, Thomas Nelson Publishers, publicado en español por Grupo Nelson, Septiembre 8, 2008) En este nuevo libro, el autor ofrece un examen completo al papel de la religión en la vida del candidato presidencial demócrata hasta la fecha. Mansfield, una voz reconocida de la derecha política cristiana, presenta un análisis equilibrado e imparcial de Obama que con toda seguridad sorprenderá a gente de todas las tendencias políticas -y provocará una discusión general sobre un tema que continúa siendo central en las elecciones de este año.
En LA FE DE BARACK OBAMA, Mansfield:
LA FE DE BARACK OBAMA es una lectura esencial para cualquiera que trata de entender el salto espectacular del senador de Illinois al centro de atención nacional -y el papel que jugará la religión en las elecciones de este año y continuará jugando en la política y cultura del futuro. Tal como lo escribe Mansfield «En pocas palabras, él (Obama) será una fuerza política y religiosa de consideración para la sociedad norteamericana, y será muy útil tanto para quienes le siguen como para quienes lo critican, que entiendan el motivo».
INTRODUCCIÓN
ERA UN DÍA NUBLADO Y FRESCO, UN MARTES DE JULIO DE 2004. Barack Obama cumplía con la habitual ronda de reuniones antes de su discurso esa noche en la Convención Nacional Demócrata de Boston. Había llegado a pedido de John Kerry quien al reunirse con Obama supo enseguida que el joven podría muy bien convertirse en el rostro del futuro del Partido Demócrata. Kerry quería que la historia y convincente oratoria de Obama estuvieran presentes en el simbólico desfile de la convención que en ese momento se mostraba al mundo.
Esa tarde Obama caminó por las calles de Boston junto a su amigo, el empresario Martin Nesbitt, de Chicago. Cada vez que se detenían, una multitud ansiosa les rodeaba e intentaba acercarse cada vez más al delgado senador moreno, representante del estado de Illinois.
-¡Es increíble! -exclamó Nesbitt-. ¡Pareces una estrella de rock!
Volviéndose a su amigo, Obama respondió:
-Si piensas que lo de hoy está bueno, espera a ver qué pasa
mañana.
-¿A qué te refieres? -preguntó confundido Nesbitt.
-Mi discurso es bastante bueno -explicó Obama. Era claro que ya tenía cierto sentido de cuál sería su destino.
Esa noche, después de que lo presentara el senador de Illinois Dick Durbin, como «el hombre que puede ayudar a sanar las divisiones que hay en nuestra nación», Barack Obama se acercó al podio para dar el discurso que, sabía, resonaría en la nación entera. Diecisiete minutos más tarde, había tomado ya un lugar decisivo en el escenario político de los Estados Unidos.
Fue, en todos los aspectos, el mejor discurso de la convención, del tipo de los que muchos políticos desearían dar al menos una vez en sus vidas. Aunque Obama no dejó de elogiar el heroísmo superior de John Kerry y la justicia de los valores del Partido Demócrata, lo hizo en un tono de sabiduría, casi como si hablara de un partido que le era ajeno. También admitió que el gobierno tenía limitaciones para resolver problemas y convocó a la finalización de las peleas políticas que rasgaban el alma de la nación. Las Escrituras y la poesía de la experiencia estadounidense surgían con gracia entre las palabras, y todo esto, inmerso en el relato de la historia de su vida, con lo que podría significar para la gente la promesa de un «muchachito delgado con nombre raro, que cree que para él también hay un espacio en los Estados Unidos».