
Ficha técnica
Título: Wonder Woman. El feminismo como superpoder | Autora: Elisa Mc Causland | Ilustradoras: Natacha Bustos y Carla Berrocal | Editorial: Errata Naturae | Formato: 14 x 21,5 | Páginas: 256 | Fecha: jun-2017 | ISBN: 978-84-16544-43-1 | Precio: 19 euros
Wonder Woman
Elisa McCausland
Wonder Woman, creada en 1941 por William Moulton Marston, es uno de los personajes de tebeo más célebres de todos los tiempos. Pero, además, representa como ningún otro los superpoderes de un feminismo que se alza desde el propio territorio de la cultura popular y sus códigos.
Este libro hace justicia a estos dos aspectos de la amazona -que resultan indisociables- a través de un relato que nos lleva por sus sucesivas etapas, o vidas, como criatura de ficción, así como sus sinergias y entrecruzamientos con las mujeres activistas de los siglos XX y XXI. Todo ello sin olvidar la propia relevancia del personaje en la historia del cómic, la televisión y el cine, al igual que su condición de marca e icono cultural y político.
Desde que comenzara su publicación hace más de setenta y cinco años, Wonder Woman se ha convertido en reflejo de nuestras imperfecciones, de nuestros sueños y de nuestro propio potencial para subvertir los patrones sociales establecidos.
Aquí se halla el núcleo y la fuerza de este libro, que cuenta además con ilustraciones de Carla Berrocal y Natacha Bustos, y con los testimonios exclusivos de figuras íntimamente ligadas al universo Wonder Woman, como la periodista y activista Joanne Edgar, las ensayistas Jill Lepore y Trina Robbins, los guionistas Greg Rucka y Phil Jimenez, la dibujante y también guionista Renae De Liz, y la nieta del creador del personaje, Christie Marston.
BALAS Y BRAZALETES: A MODO DE PRÓLOGO
«No se trata de que la mujer le arrebate el poder al hombre.
Eso no cambiaría el mundo. Se trata de demoler la concepción
establecida del poder».
Simone de Beauvoir
«No recuerdo con qué edad leí mi primer comic book. Lo que
sí recuerdo perfectamente es el efecto liberador y subversivo
que tuvo en mí».
Edward Said
«En Themyscira tenemos un dicho: no mates si puedes herir.
No hieras si puedes someter. No sometas si puedes apaciguar.
Y no alces en ningún caso tu mano, si antes no la has extendido».
Wonder Woman
Mientras escribía este libro, abordé mentalmente su prólogo de cien maneras diferentes. Al final, a pesar de los datos, los análisis y las reflexiones que siguen, a pesar de que los cómics vertebran desde hace años mis inquietudes periodísticas y académicas, he descubierto que sólo había una manera legítima de introducir el porqué de todo esto: si leo tebeos, si pienso los tebeos, es porque fueron un miembro más de mi familia. Estaban en casa. Por todas partes. En un cesto, que compartían las revistas y los gatos de mi madre. En las estanterías rebosantes con los libros de fotografía que coleccionaba mi padre. Leo cómics desde que tengo uso de razón. Más aún: cuando la razón hizo acto de presencia, los cómics ya estaban allí.
Uno de los recuerdos más intensos de mi vida corresponde a aquella mañana de sábado en que mi madre regresó de un viaje, abrió su bolsa negra de siempre y dejó sobre la colcha de
su cama el tebeo sobre la muerte de Superman. Yo tenía nueve años y no daba crédito a que algo así hubiera podido sucederle al personaje. Se me han grabado en la memoria viñetas de Astérix y Tintín, de La Patrulla X de Chris Claremont y Jim Lee… Durante mi infancia, uno de los momentos álgidos de la semana tenía lugar cuando, a última hora de la tarde, mis padres salían del trabajo y nos acercábamos a su kiosco preferido. Mientras ellos consultaban las portadas de las revistas recién llegadas, yo trataba de decidir, angustiada, frente a una balda recóndita del puesto, qué comic book, qué cómic de grapa, iba a llevarme a casa.